PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 6

 Capítulo 6

 

Jimin POV:

 

Estoy fregando los utensilios de cocina que hemos utilizado mientras Kookie está sentado en el sofá leyendo un libro que ha traído de casa. Ha insistido un par de veces en querer ayudarme a lavar los platos pero no ha conseguido convencerme por lo que ahora está aburrido y mohíno en el sofá. Suspiro mirando desde la puerta de la cocina y lo veo pasar las páginas sin detenerse a leer esperándome.

Comienzo a preocuparme por el hecho de que no sea feliz y yo solo comienzo a cavilar en qué hacer para mejorar su estado de ánimo. Pero no hay nada mejor que lo que ya hago, desvivirme por él.

—Hyung. —Le oigo desde el salón una vez he terminado y estoy secándome la manos—. ¿Ya terminaste?

—Sí Kookie. –Salgo a recibirle.

—¿Qué hacemos ahora?

—Mamá te dijo que después de cenar, debes bañarte.

—Vale. —Dijo no muy convencido.

No dejo que termine de bajar del sofá y ya le alzo en el aire para sostenerle en mis brazos, no sabía que esto pudiera ser tan agradable. No lo soltaría por nada del mundo sin embargo me veo obligado a hacerlo una vez entramos en el cuarto de baño que está dentro de la habitación que por hoy pertenece a él.

—Primero debemos lavarnos los dientes. –Dejo que me guie en este rito y cojo ambos cepillos manchándolos de pasta de dientes para darle uno a él. Como compruebo que apenas se ve en el espejo, acerco un pequeño taburete de la cocina y se sube a él para estar más o menos a la altura del lavabo. Le veo aplicar fuerza en sus muelas pero cepillar con ternura y cariño aquellos dientes que siente más débiles. Cuando termina se ve a sí mismo mostrándose los diente para comprobar que están bien limpios

—Perfectos. –Le digo mostrándole los míos también.

—Ahora el baño.

—¿Qué debo hacer yo? –Le pregunto curioso esperando que me obligue a salir para tener intimidad pero sucede todo lo contrario.

—¿No vas a ducharte también?

—Sí, pero después que tú…

—No hyung, ayúdame. Báñate conmigo. —Todo mi cuerpo se ve recorrido por una descarga eléctrica y ¿quién soy yo para desobedecer sus deseos?

—Por supuesto. –Sin pensarlo dos veces me desato la corbata y los botones de mi camisa mientras le veo a él deshacerse de su ropa a duras penas. Le ayudo cuando yo tan solo estoy en ropa interior y poco a poco descubro su piel blanca como la nieve, y me detengo en un punto en que el banco se vuelve púrpura. Toda mi alma da un vuelco.

—¿Qué te ha pasado aquí? –Señalo su costado magullado y manchado de moratones.

—Oh, —dice sin importancia—, nada. Un chico de clase.

—¿Tus padres saben esto? –Mi manos no para de buscar más golpes sin éxito, sin embargo solo esto ya es suficiente para sentí mi sangre hervir.

—Sí, se lo dije a mamá.

—¿Y ella que ha hecho? ¿Ha ido a hablar con el director?

—No sé.

—¿Cómo no sabes? –Mi voz comienza a ser más fuerte de lo normal haciendo que se sienta intimidado pero no he podido evitarlo. Respiro hondo y cuento hasta tres que es el tiempo exacto que necesito para que mis nervios vuelvan a encerrarse—. Perdona Kookie… Olvidemos esto y vamos a ducharnos.

Termino por desnudarlo y cuando tan solo le quedan los calzoncillos comienzo a reír viendo que son de Ironman. Se avergüenza y se lo quita de golpe enfurecido. Con la estupidez no me he dado cuenta de que está delante de mí completamente desnudo. Mis mejillas enrojecen violentamente y lo hacen aún más cuando me veo obligado a imitarle.

Abro el grifo y el agua cae desde la ducha mojando el suelo. Regulo la temperatura y cuando creo que es apropiada cojo a JungKook en mis brazos de nuevo y nos meto a ambos dentro de la ducha haciendo que nuestras cabezas se empapen de agua.

Cuando siento que ya es suficiente le dejo de pie en el suelo para que él solo se enjabone la cabeza y el cuerpo. De igual manera yo hago lo propio. Puedo verlo claramente desenvolverse con total soltura que juraría que esta no es la primera que nos duchamos juntos. Cuando ambos hemos terminado cierro el grifo y enrollo su pequeño cuerpo con una manta blanca que cuelga del cristal de la ducha. Lo levanto y lo siento en el retrete a modo de silla. Lo dejo allí mientras yo me seco a mi mismo poniéndome ropa interior limpia.

—Hyung… —su vocecilla apagada me hizo mirarle preocupado—. Tengo frío.

—Oh Kookie… ven. –Le termino por secar y enciendo el secador con aire caliente para que todo su cuerpo se vea sumido en la ola de calor y aprovechar para quitar la humedad de su precioso pelo negro. Lo zarandeo para terminar más rápido y cuando creo que es suficiente me detengo y seco el mío. Tardo apenas dos minutos y ya estoy listo.

—¡Hyung! –Grita subido en el retrete y saltando a mis brazos para ser cogido de nuevo. Camino con él a mi cuarto—. Huelo muy bien hyung, huelo a ti. –Dice oliéndose a sí mismo.

—¿Sí? –Lo compruebo enterrando mi nariz en su clavícula. Es cierto. –Jungkook es hora de dormir. ¿Dónde tienes tu pijama?

Salta de mis brazos para correr a su maleta y sacar de allí un pequeño pijama azul y blanco. Lo tira sobre la cama esperando que le ayude a colocarse todas y cada una de las prendas. Lo hago sentarse frente a mí en la cama y espera que yo le vista pero no puedo evitar detenerme a observar cada parte de su pequeño cuerpo. Mi mano va a su cuello, a su nuca, sintiendo los cortos cabellos nacientes allí. Luego desciendo a su pecho y más tarde saboreo la dulce sensación de mis yemas estrujando levemente sus muslos.

—Hyung… —se queja confundido. Pero yo ya no lo escucho. No me interesa lo que me diga porque no veo más allá de sus magulladuras en su costado derecho.

Mis labios van allí besando cada moratón con la mayor delicadeza que puedo. Mis manos van a su columna inconscientemente pudiendo sentir su pequeño tronco en mi poder. Él se deja hacer por mí y acaricia mis cabellos ahora a su alcance.

La sangre vuelve a mi cabeza y me obligo a apartarme de él.

—Jungkook, es tarde, mejor dormir ya. –Alcanzo las ropas y le ayudo para cuando está vestido introducirlo entre mis mantas junto con su peluche. Ahora es cuando yo me enfundo en mi ropa “cómoda para dormir” y me siento a su lado en la cama para despedirme por hoy.

—Buenas noches hyung… —Me mira sonriendo y me obligo a esbozar una sonrisa también haciéndole ver que estoy encantado de verle aquí.

—Buenas noches Kookie. –Beso su frente—. Duerme bien amor, si necesitas algo, estoy en el salón. –Asiente y me tomo el gesto como una indicación de que puedo irme.

 

 

Doy una calada más al cigarro en mis manos y me deleito en la oscuridad del salón que me rodea. Apenas he esperado unos minutos desde que JungKook está en la cama para acudir a mis vicios. Me termino el tabaco cerca del filtro y lo apago en el cenicero que acabo de sacar para la ocasión.

Me tumbo en el sofá habiendo comprobado que el resto de la casa está en perfectas condiciones –gas cerrado, ventanas cerradas…— y me tapo con una manta gruesa que he sacado del armario improvisando una cama para estos días. Siento mis huesos molidos y tan solo acabo de recostarme. Esto no va a ser una buena idea pero por mi Kookie, soy capaz de dormir en una cama de pinchos.

Respiro hondo y comienzo a oír unos delicados e imprudentes pasos acercándose. Primero lentos, y con los segundos se aceleran rodeando el sofá en el que estoy tumbado comprobando que realmente estoy allí. Yo me mantengo con los ojos cerrados disfrutando de su dulce inocencia.

—Hyung… —me llama y emito un ligero “mmm” como respuesta—, ¿estás dormido? –Es evidente que no lo estoy ya que le he contestado. Pero aun así quiere asegurarse por lo que abro los ojos mostrándole que estoy dispuesto a conversar. Veo su rostro escondido detrás de la cara del peluche que sostiene en sus brazos como si le fuera la vida en ello—. Tengo frío hyung, y está todo muy oscuro… oigo los ruidos de la calle, y la cama es muy grande… —Le miro unos segundos expectante.

—¿Qué quieres que yo haga? –Sé lo que quiere.

—Jiminie tiene miedo… —maldito arrogante…

Me levanto de inmediato y lo cojo en mis brazos. Me abraza fuertemente, tanto que siento cómo corta el flujo de mi respiración pero no me importa. Lo llevo conmigo a la cama y puedo sentirle completamente agradecido de mi acto. Nos introducimos ambos y cuando todo está en paz tan solo oigo su respiración temblorosa. No lo pienso dos veces para abrazarle contra mi pecho e inducirle un dulce sueño con las caricias de mi mano en su cabeza.

—Gracias. –su apagada voz es más que suficiente para hacerme caer en un sueño muy profundo con una sonrisa en la cara.

  

 

 

 

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