PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 5

 Capítulo 5

 

Jimin POV:

 

Más tranquilamente me explicaron cómo yo debería proceder. A las nueve de la tarde tendría que ir a buscar a Jungkook al colegio, —del cual me dieron la dirección—. Llevarlo a mi casa y procurar que cenase sano y equilibrado. Acostarlo pronto, antes de las once, y el sábado levantarlo temprano para que no notase los cambios de hora muy bruscos. El lunes a la hora de comer sus padres estarían de vuelta con lo que yo estaría con Jungkookie casi tres días enteros. Tres días con mi pequeño niño, para mí solo.

Ellos llamarían un par de veces al día para comprobar sus seguridad y antes de que marcharan me darían una pequeña maleta con las cosas de Kookie que básicamente son aparte de ropa, algunos medicamentos infantiles que se suponía yo no tendría en casa, sus juguetes, calzado, y sus propios productos de higiene.

Sería muy agradable tener la compañía de alguien más en mi casa a parte de la soledad inquilina ya en mi vida. Pero no es Kook una persona más, es aquel que llevo años esperando a tener en una situación similar. Pasar tiempo a solas con él, será como untar el hocico del lobo con la sangre fresca del cordero malherido frente a él y decirle “no te lo comas”.

Tendré que contenerme para no lanzarme a la yugular de ese pobre cordero que bala por su vida.

 

 

Al día siguiente.

 

Miro por tercera vez el reloj en mi muñeca y aun siento que falta una eternidad para que Jungkook salga de clase cuando en realidad son tan solo dos minutos. Estoy sentado dentro del coche esperando que suene la campana para salir y poder ir a  buscarlo para llevarlo a casa. Esta noche no he podido dormir planeando todo el fin de semana como un completo perturbado, como lo que soy.

Suena la campana y salgo disparado del coche poniéndome en primera fila para recibir a los chicos que salen de clase. Jungkook, como no, uno de los primeros. Por lo que puedo ver este no es un colegio de muy alto nivel social, por lo que he podido comprobar, tanto madre como padres se han quedado mirando mi impecable traje y mi Mercedes aparcado en la entrada.

—¡Hyung! –El pequeño JungKook viene corriendo a mí y nada más está a un paso, salta para que yo pueda cogerle en brazos.

—Mi pequeño Jungkookie… ¿Cómo te ha ido en clase? –Le pregunto caminando con él hacia el coche.

—Bien.

—¿Tienes hambre? –Ya empieza a oscurecer.

—Sí hyung. ¿Vamos a ir a tu casa?

—Si Kookie… ¿No te hace ilusión?

—¡Si hyung!

—Perfecto. –Le ayudo a sentarse en la parte trasera del coche donde pueda verle bien a través del retrovisor y le ajusto el cinturón para que su pequeño cuerpo no sufra daño alguno. Tras él, me siento en el asiento del conductor y arranco el coche sin pensarlo dos veces.

Durante el camino a mi casa, aproximadamente quince minutos, le hablo de mis planes, y de las advertencias de sus padres hacia él. Algo que probablemente ya le hayan dicho antes de dejarle esta tarde en clase, pero yo me veo en la obligación de repetírselo todo, no está de más.

—Aquí en el maletero me han dejado tus padres las pertenecías que utilizarás este fin de semana. Dormirás en mi cama, mientras que yo lo haré en el sofá porque no tengo habitación de invitados, cenaremos nada más llegar y luego, te ducharás… mañana…

—Hyung, ¿estás nervioso? –Me sorprende la capacidad que tiene para detectar mi estado de nerviosismo. O tal vez sea yo que es demasiado evidente.

—Un poco. Nunca tengo visitas en casa…

—No te preocupes hyung, tengo ganas de pasar el fin de semana contigo.

—Yo también Kook. Yo también…

 

 

—Bueno, —digo dejando su maleta en la entrada descansando el brazo—, bienvenido a mi casa.

Él mira cada rincón con sus pequeños ojos curiosos, asimilando que pasará aquí el resto de los siguientes días. Al principio es tímido en cuanto al espacio pero espero que rápido se acostumbre. El salón no es gran cosa, apenas un sofá y un par de muebles con estilo viejo y una tele de plasma. Prefiero que vea el cuarto.

—¿Vamos al cuarto? –Asiente y le doy la mano que tengo libre para guiarlo y que se sienta como en su casa. Abro la puerta de este y rápidamente entro tumbando la maleta sobre la cama corriendo la cremallera de esta para ver su contenido. Sorprendiéndome salta ante mis ojos el enorme conejo de peluche que estaba comprimido dentro.

—Jiminieeeee~ —Canturrea JungKook abalanzándose a abrazar el peluche y rescatarlo del interior de la maleta.

—¿Cómo me has llamado? –Le pregunto fingiendo orgullo ofendido.

—Oh hyung, no es a ti. Él se llama Jiminie. –Señala el peluche con toda naturalidad como si fuera una persona más entre nosotros.

—Eres adorable. –Quise solo pensarlo pero quería que me escuchase decirlo por una vez. Es demasiado lindo para retenerme por más tiempo. Él hace un lindo puchero pero se ríe sin poder contener su felicidad.

Miro de nuevo la maleta y veo bien ordenada la ropa de calle, la muda, el pijama, y calzado en bolsas para no manchar el resto. También soy consciente de un pequeño neceser que rápidamente llevo al cuarto de baño para poder ubicarlo mejor. La maleta la dejo abierta sobre una silla que tengo dentro del cuarto para que le sea más fácil coger todo lo que necesite.

Respiro profundamente siendo ahora sí consciente de que sus padres están justamente en este momento a cientos de kilómetros y él aquí solo en mi casa.

—Jungkookie… —Canturreo sentándome en la cama—. Ven aquí. —Él me obedece como un fiel perrito inocente—. ¿Dejamos aquí en la cama el peluche? Él te esperará hasta la hora de dormir. ¿Sí?

Asiente colocando en el almohadón la cabeza del peluche y el resto tumbado como si de una persona se tratase.

—Hyung… ¿Dormiré aquí?

—Si Kook. Ven. –Le cojo en brazos y lo siento en mis piernas flexionadas. Abrazo su cintura sintiendo su pequeño cuerpo amoldarse al mío. Su entrepierna abierta entre mis gruesos muslos—. ¿Estás feliz de estar aquí con tu hyung?

—Sí, hyung.

—¿Quieres que haga algo por ti?

—No hace falta… —Tan tierno… está avergonzado…

—¿Quieres cenar Kookie? –Asiente emocionado—. Entonces no nos demoremos. —Le beso la mejilla rápidamente y lo levanto sujetándolo con tan solo un brazo a mi costado—. Dile adiós a Jiminie.

—Adiós Jiminie –Se despide zarandeando su mano a mi espalda mientras yo cierro la puerta de mi cuarto una vez hemos salido. Forma un pico adorable sintiendo ya nostalgia de su amado peluche.

Entro en la cocina y le muestro toda la comida que almaceno en los armarios y la nevera. Abro uno por uno y en todos pienso que no hay nada adecuado para que un niño coma sin embargo encuentro varios paquetes de espaguetis que al verlos se vuelve frenético. 

—¿Espaguetis? –Asiente con un “mmm” como respuesta—. En ese caso no se hable más. ¿Quieres ayudarme?

 

 

—Somos los mejores. –Digo con él aun en brazos cuando ya hemos terminado de cocinar y ante nosotros están los dos platos de pasta con tomate y salchichas que tanto le gusta. Sus brazos están alrededor de mi cuello sujetándose allí aunque no le hace falta porque no se va a caer—. ¿Me das un beso? –Pregunto exponiéndole a él la mejilla que más cerca tiene y la besa con toda la fuerza que tiene ayudado de sus brazos para juntarnos. Su pobre mente inocente no entiende que busco cualquier excusa para encontrar en él algún signo de contacto.

Rápidamente nos ponemos a comer y amo la forma en la que relame sus labios cuando queda en ellos salsa de tomate porque está ambiento y agradecido de comer algo que le gusta. Llena ambos carrillos de pasta y mastica hasta que se cansa y se ve obligado a tragar. Y de nuevo, repite aquello una y otra vez hasta que no queda nada en su plato. He puesto la televisión pero no hay nada más que programas basura y noticias que no nos interesa a ninguno de nosotros.

—Hyung, —dice con la boca llena—, mamá no quería que yo viniese. —Me sorprendió la facilidad con la que me contaba eso.

—¿Por qué no quería que vinieras?

—Dice que eres muy mayor, pero yo le dije que eres como un hermano más.

—¿Hermano? –Pregunto riendo a carcajadas—. Podría ser tu padre Jungkookie…

—No, mi papá es más aburrido que tú.

—Vaya… ¿Todo esto lo dices de verdad o porque estás cansado? –No entendió mi pregunta y se limitó a seguir comiendo igual que hice yo.

Por fin ambos terminamos y retiré los platos de la mesa ofreciéndole algo dulce de postre.

—¿Fruta, chocolate, galletas… helado…?

—¿Helado, hyung? Estamos en invierno y hace mucho frío.

—Kook, un niño normal diría. “Sí, helado, genial” –Imito la voz aguda e infantil de un niño pequeño.

—Hyung, no hagas el tonto. –A pesar de todo se ríe y me pide una manzana que dice haber visto antes en la nevera.

—Aquí la tienes… —La pongo frente a él en la mesa pero la mira receloso—. ¿Ocurre algo?

—Mamá le quita la piel y la parte en trozos para mí. –Frunzo el ceño y él se molesta en explicarme—. Se me mueve un diente aquí.

Abrió su boca y me mostró como uno de sus incisivos se movía débilmente, apenas se zarandeaba pero él insistía en que tenía miedo de hacerse daño. Yo no me negué a sus cuidados y alcancé un cuchillo para quitar poco a poco la piel roja que cubre su crujiente interior. Él me observa curiosos y yo me dejé ser juzgado por sus pequeños ojos negros.

Le miro y me sonríe avergonzado, retiro la mirada y sonríe animado. Sonrió y él me devuelve la sonrisa volviéndome completamente loco. Pierdo la cabeza con cada gesto que él me regala y con cada mirada que me proporciona. Me muero de amor.

—¡Ahish! –Me quejo deteniendo el corte del cuchillo ya que ha resbalado chocando con la yema de mi dedo.

—¡Hyung! –Él se tensa rápidamente y yo me veo obligado a soltar la manzana auscultando mi propio dedo allí donde la piel ha sido cortada. No sangra pero aun así me he asustado. No es nada y continúo con la fruta pero JungKook no me deja y me arrebata mi propia mano para comprobar que no tengo nada en absoluto—. Hyung, ¿estás bien?

—Si Kook. –No retiro mi mano de él. Me deleito de su preocupación por mí—. ¿Ves? No ha sido nada.

—Ten cuidado…

—No te preocupes Kookie, a tu hyung no le duele nada. –Me lleno de ego y él hace un mohín no llegando a estar completamente convencido de esto.

—¿Nada? –Me pregunta mientras yo sigo cortando la manzana.

—Nada en absoluto. Soy muy fuerte…

—¿Y esto? –Me dice golpeando mi pierna con la suya debajo de la mesa.

—Bah, apenas lo siento. –Veo como poco a poco se frustra pensando en la manera de herirme. No entiende que todo él es un daño permanente para mi corazón.

—Deja de hacer tonterías y come esto de una vez… —Le doy pedazos de manzana.

—Quiero ser como tú de mayor hyung.

—Y yo como tú de mayor.

—Hyung… —Ríe tapando su rostro con las manos—. Que tonto eres…

  

 

 

 

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