PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 4

 Capítulo 4

 

Jimin POV:

 

Me miro en el espejo de nuevo sin terminar de estar convencido por mi look hoy. Respiro por tercera vez en este segundo y asiento a mi reflejo quitándome la chaqueta del traje para cambiarme la camisa. Una tras otra caen todas en la cama desechadas por mi sentido estético. Acabo decidiéndome por la primera que me puse impulsado por el poco tiempo que me quedaba.

 

 

Camino rápidamente hacia la tienda de Kook, bueno, todo lo rápido que puedo con un paquete enorme en mis brazos. Y a cada paso mi sonrisa aumenta exponencialmente. Abro la puerta como puedo y cuando estoy dentro comienzo a cantar “Feliz cumpleaños” a pleno pulmón. El pequeño cuerpecito de Kookie aparece de repente y se abalanza a mí una vez he dejado el paquete en el suelo. Me deleito en su olor, en la fuerza de sus brazos pero su infantil ansiedad le obliga a salir de mí para ponerse frente al regalo.

Era una caja tan alta como él, blanca con un enorme lazo rojo que delimitaba la abertura de esta.

—¿Esto es para mí? –Me pregunta sonriendo inocentemente.

—¡Por supuesto!

—¿Qué es?

—Ábrelo. –Su madre nos mira en silencio desde la caja registradora.

Le veo lentamente desenredar el lazo y retirarlo, saboreando el momento interminable. Me mira antes de retirar la tapa y cuando lo hace, ya no tiene ojos para mí.

—¡No puedo creerlo! —Salta de alegría sin haber sacado aún el conejo de peluche de la caja. Quiere abrazarme y sacar el peluche de la caja, quiere llorar y reír al mismo tiempo pero lo único que hace es mantenerse estático mirando la linda carita del conejo frente a él y sonreír como un tonto.

—No hacía falta Jimin. —Dice su madre mirándome con el ceño fruncido. ¿Qué diablos le pasa a esta señora? ¿No puede sonreír por una vez? Yo me estoy muriendo de felicidad por ver a mi pequeño niño morir de alegría aunque sea por algo tan material.

—No es problema, no soporto ver al pequeño Kookie triste… —Acaricio su pelo pero él no parece notarlo porque se tira a sacar el peluche de la caja. Una vez lo tiene fuera puede ver que es más grande que su propio cuerpo por lo que al abrazarlo, se ve demasiado tierno a mis ojos.

Me gustaría saber controlarme más en estos momentos pero no puedo evitar agacharme y recogerlos a ambos en mis brazos mostrándole a su madre lo bien que nos vemos juntos. Le miro y él me sonríe mostrándome, como no, sus dos dientes delanteros los cual hace que se asemeje al conejo que porta en sus brazos.

—Feliz cumpleaños, pequeño.

—¡Te quiero hyung!

—Y yo a ti, amor… —Beso su mejilla y creo que es la primera vez en tanto tiempo que hago algo parecido, su madre frente a mi nos mira de manera extraña pero no me importa, ya nada me importa, siento mi corazón desbocado. Mi pequeño niño ya tiene siete años.

 

 

—Por eso creo que soy el apropiado para… —un idiota estaba sentado frente a mi mesa en su entrevista de trabajo.

Han pasado varios meses desde el cumpleaños de Jungkook y él aún sigue emocionado cada vez que voy a verle por las mañanas. Su madre me recrimina el gasto del dinero y su padre me alaba por mi buen comportamiento. Pero eso ya pasó, ahora estamos en diciembre. A medio mes de las navidades. Y un individuo con extrañas pintas está hablándome de las ventajas que puede proporciona a esta empresa. Maldito imbécil que está haciendo perder mi valioso tiempo.

—Señor Han –Digo con su currículum en mis manos—. ¿Cree que en esta empresa aceptamos a alguien con sus pintas?

—¿Cómo? –Me mira frunciendo el ceño. Obviamente no se percata de que sus tatuajes en los brazos, los piercings en la nariz y su radical corte de pelo no son la imagen que queremos dar de la empresa. Por no hablar de su desaliñado estilo de vestir.

—Como puedes ver, yo lo que intento decir es que… —una vibración se produce en el bolsillo de mi pantalón e instintivamente me llevo allí la mano sacando mi móvil para ver el nombre del señor Jeon en la pantalla. Todo mi ser da un vuelco. Rápidamente me incorporo de mi asiento y descuelgo la llamada—. Disculpe, es importante. 

—Señor Park, –me sorprende la voz del padre de Jungkook al otro lado de la llamada—, ¿está usted ocupado?

—No señor Jung, ¿ha ocurrido algo? –Mi voz preocupada no le provoca otra cosa que no sea risa, sin embargo no especifica la intención de la llamada.

—No, no. No se preocupe. Pero me gustaría hablar con usted antes de cerrar la tienda esta noche, si no es mucha molestia. La verdad es que tenemos algo de prisa por solucionar este asunto.

—¿De qué se trata?

—Es sobre Jungkook. –No sé porqué pero todo mi cuerpo parece flaquear ante su nombre. Todos mis remordimientos me acusan en silencio.

—¿Jungkook? ¿Está bien?

—Sí señor, no se preocupe. Pero si no es molestia… —Miro la hora en mi reloj de muñeca y cerrarán en dos horas, aún tengo tiempo, pero no me permito esperar, por lo que interrumpo al señor Jeon.

—Sin problema. Allí estaré en veinte minutos.

Cuelgo y respiro profundamente volviendo a ser consciente de que hay una persona esperando por mi atención. Me giro y comienzo a recoger mis cosas metiéndolas en el maletín.

—Disculpe señor, —dice el pordiosero—, pero aun sigo esperando…

—¿Aún sigues aquí? Lárgate de mi vista antes de que me apeste el despacho.

 

 

Estoy a punto de entrar en la tienda cuando oigo a los señores Jung hablar entre ellos. No puedo evitar detenerme a escuchar.

—No creo que sea una buena idea, apenas sabemos nada de él.

—No pasará nada, es buena persona. Además aun no sabemos si querrá o podrá encargarse de él.

—No me gusta, amor.

—¿Por qué? –Se ríe del nerviosismo de su esposa.

—¿No es extraño que un hombre se interese por nuestro hijo?

—¿Interesarse? Nos conoce desde hace años y tan solo le ha cogido cariño al muchacho.

—Buenas noches. —Interrumpo su conversación—. Ya estoy aquí.

Ambos desvían las miradas entre ellos y se centran en mí apareciendo por la puerta acelerado, como si no hubiese estado escuchando. Si algo me ha enseñado la vida es a mentir bien.

—Genial, ¿cómo le ha ido el día? –Me pregunta el señor Jeon prolongando la espera.

—No creo que sea importante eso ahora, díganme, ¿por qué me han hecho venir aquí con tanta urgencia? –Me gustaría que mi tono fuera más simpático y amigable pero me mata este estado de nervios que he traído todo el camino.

—Pues escuche. La madre de mi esposa, –ella aquí presente con el ceño fruncido—, está muy enferma en Ulsan y nos gustaría ir a verla este fin de semana. Saldríamos mañana viernes por la tarde en tren, pero no hemos podido pagar los billetes de nuestros hijos por lo que ellos deben quedarse aquí. Tampoco nos hace mucha gracia que los últimos recuerdos de su abuela sean en este estado. Por lo que nuestro hijo mayor se quedará en casa de un amigo suyo y hemos decidido, que… bueno… ¿si le importaría cuidar de Jungkook este fin de semana?

Todo mi mundo parece derramarse sutilmente como un vaso de agua que cae de tal altura que el agua aún se conserva en él pero irremediablemente se ve obligada a salpicar todo aquello que encuentra por su paso una vez en el suelo estampada. Mejor dicho. Siento como si yo fuese un lobo, y me estuviesen dando un cordero para cenar.

—¿Yo? –Es lo único que soy capaz de decir.

—Sí, habríamos pensado en que se quedara en la casa del amigo de su hermano, pero creo que sería abusar demasiado. Además no tenemos familia aquí que nos puedan ayudar.

—Pero… yo…

—Entendemos que puede resultar un estorbo, —habla su madre—, y que usted tiene un trabajo muy importante que atender. Y como bien dice usted, aún no tiene ganas de experimentar la sensación de ser padre por un día.

¿Quién ha dicho ser padre?

—Aceptaré encantado.

Ambos me miraron sorprendido. Pero la cara de la madre de my Kookie no supera nada mejor que haya visto jamás. La próxima vez, no debe provocarme.

  


 

 

 

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Comentarios

  1. Jajaja, me encanta cómo JiMin es antipático con todos, menos con JungKook. 😂😆

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