PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 3
Capítulo 3
Jimin POV:
—Pero mamá… —La voz de Jungkook ya llenaba
mis oídos a medida que me acercaba a su tienda. Él lloriqueaba a su madre.
—He dicho que no Kook. No insistas más.
—Pero yo lo quiero. ¿Por qué no puedo
tenerlo?
—Buenos días… —Canturreo a la par que
entro pero nadie se percata de mi existencia allí. Ellos siguen discutiendo
como madre e hijo que son—. ¿Qué ocurre? –Pregunto animado, muerto de
curiosidad.
—Hyung… mamá no me quiere comprar ese
peluche tan bonito… —hablaba de algo que creía tan evidente, sin que yo supiera
a qué se refería. Su madre se encargó de aclarármelo todo.
—El otro día vio un peluche de conejo
blanco en la tienda que está dos calles más abajo y se ha encaprichado de él.
Le he dicho que no tengo dinero para pagarlo y que en el caso de que se lo
comprara, es un trasto inútil que olvidará que tiene. Pero es como darse contra
una pared. No lo entiende.
—Kookie. —Le hago que me mire unos
segundos—. Debes entender a tu madre, ella solo quiere que aprendas a valorar
el dinero…
—Pero hyung, será mi cumpleaños dentro de
una semana… —Oh, es cierto, lo había olvidado por completo, ya estamos a
finales de agosto. Debía haberme acordado porque siempre relaciono su
cumpleaños con la caída de las hojas.
—He dicho que no, —repite su madre hasta
la saciedad—, no y no…
Nunca tuve este tipo de problemas con mi
madre y realmente lo agradezco porque el hecho de que no sepa hacerle entender
a una mente tan simple la imposibilidad de la compra de un juguete inútil es de
una madre sin experiencia.
…
Abro la puerta de mi casa y dejo caer mi
maletín a mi lado en el suelo junto con los zapatos. Camino lentamente hacia la
cocina y allí descorcho una botella de vino tinto que ya he catado. Me sirvo
media copa y me siento en el sofá encendiendo la televisión para ver las
deprimentes noticias de cada día. Siempre es lo mismo, asesinatos, terrorismo,
pobreza y angustia. Estoy más que harto de todas estas estupideces y ha llegado
un punto en el que no me creo nada de lo que me cuentan. Decido apagarla apenas
dos minutos después de haberla encendido y continuo, en solitario, bebiendo el
vino sintiendo mi respiración pesada.
Me levanto del sofá y me dirijo a mi
cuarto para quitarme el traje que llevo hoy. Primero desenredo la corbata roja,
y posteriormente cada uno de los botones de la camisa. Una vez cuando ya estoy
en ropa interior me tiro sobre la cama y quedo allí dormido.
…
Al día siguiente me levanto como cada
mañana, tomo mi café y me enfundo un nuevo traje, esta vez con colores más
vivos, la corbata ahora azul claro. Me río de mi propio gusto y salgo de casa
sonriendo como cada día sabiendo que voy a ver a Jungkookie…
Estoy llegando a la tienda pero no le veo
sobresalir por la puerta para esperarme por lo que entiendo debe estar ocupado
dentro. Llamo delicadamente y unas campanitas tintinean sobre mi cabeza movidas
por la puerta al abrirse.
—Buenos días. –Me saluda la señora Jeon al
verme.
—Buenos días. ¿Y el pequeño Kookie?
—Allí, –señaló con su dedo detrás de unas
estanterías—, enfadado.
—¿Y eso? –Le pregunto mientras cojo un
zumo, esta vez de uva y le doy el dinero—. ¿Ha ocurrido algo?
—Lo de todos los días, sigue encaprichado
con el peluche que vio aquel día. —Tan solo quedan dos días para su cumpleaños,
el jueves será por fin uno de septiembre.
—¿Y no ha pensado comprárselo por su
cumpleaños?
—No me salen las cuentas Jimin, me
encantaría que mi hijo tuviera todo lo que se merece pero este trabajo nos da
de comer y poco más. No puedo permitirme tal gasto.
—¿Tan caro es? –Pregunto sorprendido por
su sinceridad hacia mí.
—Sí señor,
treinta y ocho mil wons. En un peluche… es todo un robo.
—Comprendo, y si no le importa me gustaría
ver a JungKook… —Le pido un permiso que sabe que no puede negarme.
—Claro, ahí detrás está.
—Kookiee… canturreo a medida que me acerco
a él y cuando por fin lo encuentro está sentado en un pequeño taburete de plástico
con los codos en las rodillas y las manos abiertas sujetando su barbilla.
Él no me contesta aunque sé que me ha
visto e intenta hacer todo lo posible por no verme de nuevo. Sus cejas están
fruncidas bajo su flequillo y sus labios formando un pico adorable. Como no
responde sigo hablando solo.
—Kookie, ¿qué ocurre? ¿Estás enfadado?
–Asiente con la cabeza—. ¿Por qué? ¿Mamá no quiere comprarte el peluche?
–Asiente confirmando mis sospechas ya afirmadas—. Seguro que ya tienes muchos
juguetes en tu casa…
—No hyung, yo quiero ese…
—Kook, ¿hoy no quieres caramelos? –Niega—.
¿Y no quieres abrazarme? –Niega de nuevo. Mi pequeño y frío corazón sufre un
vuelco. Poso mi mano en su mejilla haciendo que me mire obligado. Su piel en
mis manos es tan agradable que podría no soltarle jamás—. Mírame Jungkook, no
te enfades por un juguete, tu madre solo quiere lo mejor para ti…
—¡Mentira!
—¡Jungkook! –Su madre apareció detrás de
mí reprimiendo sus palabras. Rápidamente le sujeta por el brazo y le hace
desfilar hasta el almacén, seguramente para recibir una buena reprimenda. Todo
mi cuerpo me incitaba a entrar y detener aquello pero me vi obligado a
marcharme de allí convenciéndome de que tan solo es algo normal en un niño de
su edad.
…
—Buenos días…
—Buenos días señor Park –Me contesta el
señor Jeon al día siguiente ya que le toca trabajar hoy aquí. Me gusta este
señor ya que siempre me trata de usted, no como su estúpida esposa.
—¿Cómo está el pequeño JungKook?
—Por ahí, lastimero. Ayer me dijo mi
esposa que no se portó debidamente con usted por lo que le dijimos a JungKook
que debía pedirle perdón.
—Oh, no hace falta, no se preocupe…
—Insisto, Allí detrás está, búsquelo que
seguro que le pide perdón.
Asiento y me dirijo donde él me ha
mandado, lo busco entre las estanterías y los sacos de arroz en el suelo. La
tienda no es demasiado grande pero él es muy pequeño y estoy seguro que si
quisiera podría hacerme estar todo el día buscándole. Lo encuentro sentado en
el suelo encogido como un animalillo desvalido.
—¿Jungkook? –Sus ojos ascienden a mí
iluminados por las lágrimas que descienden de estos.
—Hyung… —Su voz es débil y temblorosa.
Toda mi alma se ve magullada ante aquella dulce imagen.
—¿Por qué lloras? –Pregunto con una
sonrisa en mi cara mostrándole que no hay motivo para sentirse triste.
—Perdóname hyung, ayer fui malo. Lo
siento…
—No hay nada por lo que pedir perdón. –Sus
regordetas mejillas están rojas e hinchadas por el esfuerzo de llorar.
—Hyung… ¿Mañana vendrás a verme?
—Como cada día Kookie…
—Pero mañana es mi cumpleaños, ¿podrás
quedarte más tiempo?
—Debo trabajar pero te prometo que estaré
aquí a esta hora, como todos los días.
—Hyung, —tira de su nariz para evitar que
los mocos caigan y se levanta del suelo—. ¡Eres el mejor! Perdóname.
No puedo evitar cogerlo en brazos y él no
puede evitar abrazarme con sus manos aferradas a mis cabellos. Sus delgados
dedos jugando allí donde mis ojos no alcanzan a ver, acariciando mi nuca tan
tiernamente que juraría que es él quien me intenta animar a mí, pero me doy
cuenta de mi error cuando rompe a llorar de nuevo hundiendo más su rostro en mi
hombro, impidiéndome verle de esta manera tan vergonzosa.
No es vergüenza lo que siento por él, es
el amor más profundo que he llegado a experimentar. Es una descarga de
adrenalina como la que siento cuando piso a tope el acelerador del coche,
viendo que en cualquier momento, por un pequeño descuido puedo morir, pero
mientras siga vivo, puedo volar. Es tan dulce como un caramelo de nata y limón,
tan picante y ardiente como la comida que me preparaba mi padre y tan impuro e
inocente que la cárcel será donde acabe si cruzo la línea que yo mismo me he
marcado.
Tengo miedo constante de mí mismo y miedo
de él porque no habrá más dignificado que él en el caso de que no pueda
controlar lo que yo siento.
Siento que el peluche de conejito blanco representa la pureza e inocencia de JungKook. 🐇🐰💖💝
ResponderEliminarSí, exactamente.
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