PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 2
Capítulo 2
Jimin POV:
Nada más entré en la oficina todo el mundo
se mantuvo en silencio observándome de arriba abajo con disimulo y rápidamente
volvieron a su trabajo como seguramente no estaban haciendo antes de que yo
llegase. No soy el jefe ni nada por el estilo, sin embargo soy el encargado del
departamento de recursos humanos, en otras palabras, el que despide al personal.
Siempre me gustó encontrar un trabajo como
este en el que el miedo de que se pudiera camuflar fácilmente con un fingido
respeto. Nadie me levanta la voz más de lo debido y nadie pasa por encima de
mí, nadie puede superarme en este trabajo. Y sin embargo, nada de esto es
suficiente para mí.
—Señor Park. –Mi secretaria me interrumpe
justo antes de poder llegar a mi despacho, tiene una reunión en exactamente dos
horas. Se reunirá con el director y los jefes del resto de los departamentos.—
Es una mujer muy bien dotada y que llama la atención de todos mis trabajadores,
tal vez sea un estorbo para el buen funcionamiento de esta empresa. Y
aprovechándose de su buen físico, manipula su voz para degradarla a un registro
más agudo, de manera que se haga ver más linda.
—¿Dónde será?
—En la sala de reuniones de la última
planta.
—Perfecto. –Regreso a entrar en mi
despacho y cierro detrás de mí sintiendo la falsa paz que me proporcionan estas
cuatro paredes. Suspiro y ya veo en mi mesa una pila de currícula* para juzgar
y otros tanto para hacerlo más duramente. El día será largo.
...
Dos horas más tarde ya estoy de camino al
piso superior para la reunión. Entro en el ascensor y coloco mi corbata en el
espejo esperando que las puertas se abran mientras saboreo inconscientemente
mis labios que aún guardan el sabor del zumo de melocotón de esta mañana. Una
pregunta alude mi mente mientras sonrío a mi reflejo. “¿Sabrán así los labios
de Jungkook?”
…
—Este año nuestra empresa ha alcanzado el
veinte por ciento de… —La voz de nuestro presidente nos ilustra con sus
maravillosas palabras que estoy seguro de que nadie escucha. El hombre frente a
mí mira la luz de la pantalla en su tablet completamente perdido entre tanto
número y gráfico. El de mi derecha habla con su esposa desde el móvil escondido
con disimulo recatado bajo la mesa. Por lo que puedo entender le pide disculpas
por llegar tarde la noche anterior. Y yo, en un intento de evadirme de mi
situación al igual que el resto de las personas me encuentro a mi mismo pensando
en la malsana sensación que recorre mi cuerpo cuando estoy cerca de JungKook.
Digamos que me encantaría definir mi
locura como pederastia o simplemente un desequilibrio psicosomático que me
obliga a fijarme en niños como él, pero no serían más que mentiras y jerga
médica que no me ayuda en la superación de este trauma.
Él y sus padres llegaron aquí desde Ulsan
hace dos años, cuando yo aún no era más que un novato en mi trabajo. Recuerdo
la primera vez que lo vi, tan tierno, tan delicado… me enamoré de él desde la
primera vez que me llamó hyung con su inocente voz. Al principio creí que no
era más que amor fraternal considerándolo como un pequeño hermano pero poco a
poco mi sucia mente me traicionaba apareciendo su imagen cada vez que tenía
relaciones con una mujer, más tarde solo, y por último ya en mis sueños
inconscientes.
Todos los días leo en el periódico
noticias de hombres que han violado niños y niñas pequeños y que son arrestados
y encarcelados. Me escandalizo por todos los sinvergüenzas que se encuentra
este mundo pero no puedo evitar comprenderlos a todos y cada uno ya que la
misma pasión que les obliga a destruir y quitar vidas, es lo que me lleva a mí
a pararme cada mañana para escuchar su voz pidiendo por mi cariño.
¿Y qué puedo hacer? Nada. He pensado sobre
esto más de cien veces al día desde que he asumido mi problema pero no le he
encontrado una solución. ¿Ir a un psicólogo? Estupideces, yo he estudiado
psicología y no encuentro una salida a mi locura más que la muerte producida
por el éxtasis de sus abrazos inocentes.
Tal vez sea por todo esto que sus padres
no apartan los ojos de mí cuando estoy con JungKook. Me gustaría decir que soy
amigo de la familia y me aprovecho de ello para estar con JungKook, pero en
realidad conozco a sus padres a través de él. Y nuestra relación, la de sus
padres conmigo, no pasa de lo estrictamente profesional en el momento de la
compra.
Y esta es mi historia, que rememoro para
mí mismo cuando el presidente de nuestra empresa ha terminado de hablar y nos
invita a abandonar ordenada y educadamente la sala para regresar a nuestros
trabajos. Miro mi reloj y veo que apenas quedan unos minutos para que termine
mi jornada por lo que me dirijo a mi despacho todo lo deprisa que puedo movido
por el sentimiento de liberación.
—¿Hoy viene a tomar unas copas con
nosotros? –Me pregunta uno de mis compañeros llamado Hoseok. Siempre insisto en
que no pero hoy me siento con ánimo.
—¿Ahora?
—Sí, vamos a ir todos. –No sé quiénes son
todos ya que a este hombre tan solo lo veo un par de veces al día y de pasada.
Nunca he tenido amigos para salir a tomar copas y menos compañeros de trabajo.
—Mañana tenemos que madrugar…
—No será demasiado tiempo, tan solo unas
copas…
—Está bien… —Me veo resignado ante sus
palabras—. Vamos…
Recojo todas mis pertenencias y me despido
de mi secretaria no sin antes coger un puñado de caramelos de limón que guarda
en un pequeño cuenco de cerámica sobre su mesa. Como hago cada día antes de
irme.
…
Nos detenemos en una pequeña tienda donde
de allí sale un delicioso olor a carne de cerdo cocinada. Todo entramos y como
no, yo el último ya que todo el camino me lo he pasado marginado al final de la
cola.
Nos sentamos moderadamente en una mesa
redonda donde puedo ver a todos y cada uno perfectamente. Ante mis ojos está
Hoseok, el hombre que me ha invitado a venir, de siete años más que yo, y el
resto entre ambos cada uno con un tema de conversación propio. Parece que se
conocen bien entre ellos, como si estas escapadas del trabajo fueran habituales
entre ellos y soy yo el extraño en el grupo. No sé por qué diablos he venido.
Me siento fuera de lugar.
—¿Lo de siempre? –Pregunta una joven
camarera que aparece por mi espalda saludando educadamente a todos los que
estamos aquí presentes pero con confianza suficiente como para dejarse halagar
por la testosterona aquí a mi alrededor.
—Por supuesto. –Contestan todos a la vez
dejándome fuera de la posibilidad de elegir
—¿De beber? –Pregunta de nuevo dándome a
entender que hemos pedido algo de comer.
—Cerveza… —hablan en conjunto nuevamente y
yo los detengo con mi voz.
—Yo quiero un whiskey Jack Daniel’s*, por
favor.
Todos se detienen mirándome e incluso la
camarera necesita asimilar mis palabras un momento para entender que he pedido
un vaso de alcohol fuerte.
—¿Está usted seguro, señor?
—¿Algún problema? –Mi voz es más grave de
lo normal ya que la he distorsionado para que me atienda de una maldita vez.
—Ninguno señor, ahora mismo se lo traigo.
Cuando ella se va cada uno vuelve a su
conversación pero habiendo disminuido su tono de manera que se les ve
desconfiados ante mi presencia. Espero pasar así el resto de la noche pero veo
que es imposible cuando la voz de Hoseok los detiene haciéndome el centro de
atención.
—Bueno Jimin, háblanos de ti. –Fruncí el
ceño ante el sonido de mi nombre sin el “señor” delante de este a pesar de que
él es mayor que yo.
—¿Qué queréis saber? –Mis brazos están
cruzados frente a mi pecho y la postura de mi cuerpo en el asiento denota
claramente que no quiero estar aquí. Y con el paso del tiempo me arrepiento más
y más.
—¿Cuántos años tienes?
—Veinticinco.
—Wow. –Alabaron en coro—. Muy joven.
—¿Tienes novia? –Pregunta otro que está en
ese momento desabrochando el nudo de su corbata como si este le molestase por
el hecho de estar entre amigos.
—No. ¿Vosotros?
Algunos tenían pareja, otros estaban en
medio de un matrimonio incluso alguno se había divorciado. Maldita sea, estos
no son hombres para merecerse tener una mujer a su lado.
—¿Tienes familia, Jimin? –Pregunta Hoseok
mirándome fijamente. Le devuelvo la misma mirada desafiante.
—No. No tengo hermanos, mi madre murió en
el parto cuando nací y no sé nada de mi padre desde que estoy aquí en Seúl, es
decir, unos cuantos años.
Mi sangre fría para hablar de esto les
hace callar de inmediato cesando sus estúpidas preguntas y tal vez sea esto
mismo lo que me hace perfecto para mi trabajo.
—Señores… aquí tienen sus bebidas, la
carne llegará en un momento.
Cojo inmediatamente mi vaso y lo zarandeo
delicadamente moviendo el líquido ocre de manera que puedo ver sus matices con
la defectuosa luz que este establecimiento me proporciona. Acerco mis labios al
borde del vaso y dejo que el whiskey me ilumine con su fuerte olor. Es una
sensación maravillosa.
—No entiendo cómo alguien puede beber esa
bazofia. –La voz de uno de los hombres me sorprende y me obliga a levantar la
vista de mi copa para verle.
—No me gusta la cerveza.
—¿Por qué?
—Su sabor amargo me provoca arcadas. Es
una bebida repugnante para pobres que no saben disfrutar de otra cosa.
—Jimin, —la reprimenda de Hoseok me pilla
desprevenido—, deja esa actitud, estamos aquí como un grupo de amigos, intenta
ser amable…
—Caballeros, —Interrumpe de nuevo la chica
portando una bandeja enorme con carne, de a saber qué, cortada en trozos recién
cocinada. Se va a los segundos deseándonos una buena cena. Yo cojo los primeros
palillos que encuentro y dejo que todos prueben asegurándome que esta comida no
pueda intoxicarme. Pruebo el primer trozo y no tiene un mal sabor sin embargo
se nota en la forma en la que mis dientes desgarran la carne, que esta no es de
buena calidad.
Todos volvieron a conversar entre ellos
pero cuando hablaron de hobbies me tocó a mí de nuevo meter baza.
—¿Y tus hobbies, Jimin?
—¿Yo? –Pregunto pensando en todas aquellas
cosas que me gustan, cosas que no creo que debiese decir, aun así, no me cohibí—. Me gusta leer biografías de
pensadores filósofos o ilustrados como Rousseau, Karl Marx o Voltaire, me gusta
la fotografía pero no practicarla. Viajar, comprar ropa, y aprender idiomas.
—Vaya… Eres un tipo algo singular.
¿Algo? –pienso para mí—. Soy perfecto, sin
más.
—¿Gracias? –Pregunto confundido. Todos
ríen ante aquello.
—¿Sabes muchos idiomas?
—Bastantes, coreano, japonés –comienzo a
enumerar—, español, inglés, chino mandarín básico y di tres años de latín en la
carrera.
—Wow, muchacho, no te ha dado tiempo a
estudiar tanto… —Hoseok no me quita los ojos de encima. Comienza a resultar
desagradable.
—No me llames muchacho. No eres tan mayor.
—No eres un hyung… —Todos ríen su estúpida
gracia.
—¿Sabes que con tan solo un informe puedo
no solo hacer que te despidan sino asegurarme de que ni tu ni ninguno de tus
amigos encuentre trabajo nunca más? –Ya nadie se atreve a decir una sola
palabra más. Nadie menos Hoseok.
—Deja el whiskey porque no te hace bien.
–Ya no ríe. Su rostro es serio y desafiante. Sonrío de lado haciéndole ver que
no me molestan sus estúpidos gestos—. Si no vas a comportarte será mejor que te
vayas… Te he invitado esperando que pudiésemos tener a otro más pero ya veo que
no es posible.
—¿Otro más? ¿Creer realmente que soy como
vosotros?
—Desde luego que no. Eres un maldito
imbécil. –Río con los dientes apretados sintiendo mi sangre hervir.
—No he estudiado durante años, luchado
contra todos aquellos que se interpusieron en mi camino para que un secretario
me trate sin respeto.
—No soy secretario, mi trabajo consiste
en…
—Sé en qué consiste tu trabajo, por si no
lo recuerdas yo fui quien te hizo la entrevista y quien te aceptó en el puesto
que ahora te da de comer.
—¡BASTA! –apoya sus dos manos sobre la
mesa y se levanta de su silla arrastrándola hacia atrás—. He escuchado
suficiente. Márchate.
Si pensarlo dos veces termino mi copa y
dejo el dinero correspondiente a mi pedido sobre la mesa. Salgo por la puerta
ante todas las miradas atentas a mí. Me encanta ser el centro de atención. Me
encanta irme de aquí, pero más amo perder de vista a este maldito Hoseok.
———.———
*Currícula:
plural la de la palabra currículum.
*Jack Daniel’s: Una de las marcas más
famosas de whiskey.
Uff, estuvo fuerte la riña entre JiMin y HoSeok.
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