PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 1
Capítulo 1
Jimin POV:
Las mañanas siempre son la mejor parte del
día, respiro profundamente cuando ya estoy en la calle y camino por la acera
ilusionado. A medida que me acerco a la pequeña tienda de comestibles, como
cada mañana, ya voy preparando el caramelo de limón en la oscuridad de mi
manga.
Veo unos pequeños ojos salir a través de
la pared interna de la tienda y me observan por unos segundos acercarme, una
vez se ha asegurado de que soy yo, su estridente voz se oye por todo el
vecindario.
—¡Mamá! Hyung está aquí.
Su dulce y melodiosa voz es mi pan de cada
día, el café que tomo cada mañana no me proporciona tanto placer como su
pequeña sonrisa llamándome hyung. Cuando entro en la tienda ya me espera a un
paso de mí para seguir el ritual de siempre.
Con un truco de magia que mi padre me
enseñó le hago creer la ilusión que de su oreja ha salido un caramelo amarillo,
brillante como el oro. Sus ojos se iluminan como cada mañana y se lleva sus
pequeñas manos allí donde cree que nacen los caramelos. Me mira sonriendo
siendo consciente de que todo ha sido mentira. Pero no le importa, porque yo le
pongo el caramelo frente a él esperando que lo coja.
—Mi mamá me dice que no acepte caramelos
de desconocidos… —Dice carcajeándose como cada mañana.
—¿Por qué siempre me dices lo mismo?
Ahórratelo y cógelo de una vez. —Su madre me mira con la comisura de sus labios
alzada mostrando su risa contenida—. ¿Cómo está hoy señora Jeon?
—Muy bien, con mucho trabajo por delante,
¿y tú, Jimin? –Me molestaba que no se dirigiese a mí como señor Park, o al
menos de usted, pero aun así, no me queda otro remedio que aceptarlo y tragar
con ello.
—Muy bien, expectante por saber qué me
espera hoy en el trabajo. –Sigo hablando con ella mientras acaricio los
cabellos de mi pequeño niño delante de mí. Él agradece las caricias como un
pequeño gatito indefenso, hambriento de mi tacto. Yo me consuelo con sus dulces
labios haciendo un pico cuando dejo de acariciarlo.
—Hyung… —su voz me despierta de mi
ensoñación—. ¿Cuándo vas a venir para jugar conmigo?
—Jungkookie… tengo mucho trabajo…—Me da ternura
la forma en la que piensa que puedo jugar con él al igual que se divierte con
sus compañeros de clase vespertina.
—Pero hyung…
—Jungkook, deja a Jimin que debe irse al
trabajo. –La maldita voz de su madre detuvo sus súplicas que tanto amo. El
pequeño hizo un mohín con su gesto y se rindió a las obligaciones de su madre.
—Jungkook… —Dije animado—. Estoy seguro de
que sabrás dónde se encuentran los zumos esos que tanto me gustan… ¿Serías
capaz de coger uno para mí? –Él no esperó mucho tiempo para salir corriendo en
busca de lo que yo le había pedido.
—No entiendo cómo puede emocionarse tanto
contigo, —me dijo la señora Jeon una vez Kookie desapareció en el almacén—, y
tampoco como un hombre ya formado de veinticinco años y con una vida estable se
interesa de una manera tan infantil por un niño de seis. –Sus palabras eran ciertas,
sin embargo podrían sonar crueles de no ser por la sonrisa en su cara—. Estoy
segura de que su instinto de padre está a punto de florecer, debe buscar a una
mujer…
—Ya sabe usted que todo por lo que vivo es
por mi trabajo y no sé si podría mantener una relación estable en este momento.
—¿Y a qué esperas chico?
—Hyung… —Kookie ya estaba aquí de nuevo—.
Tu zumo.
Me agacho a su altura y me mira
expectante. Cojo el zumo en mis manos y lo miro un par de veces.
—Buen trabajo. ¿Cómo quieres que te pague?
¿Con dinero –le digo mostrándole una moneda en mi mano—, o con más caramelos?
–Me mira y sé la respuesta, él tan solo quiere mi aprobación en todo lo que
hace, sin embargo la dulzura que le proporciona un caramelo es inigualable,
pero el dinero, es el dinero.
—Quiero el caramelo hyung, pero mamá se
enfadará si no cojo el dinero. –Entonces se ve obligado a coger la moneda en
mis dedos y no puedo evitar derretirme ante el puchero fingido que me muestra
cuando no ha conseguido el caramelo.
—Tu madre me reñirá si te provoco una
sobredosis de azúcar, pero eres demasiado lindo… —le doy el caramelo y me
abraza rodeando mi cuello con sus brazos. Su olor me vuelve ebrio, me enloquece
y no siento con claridad el momento en el que me suelta. Se separa de mí tan
sutilmente que aun cuando estoy de pie marchándome de allí, creo, que su olor
me persigue.
Camino por la acera colocando la corbata
de nuevo en su sitio y suspiro sintiendo la opresión de esta en la forma en la
que trago el pequeño zumo de melocotón. Cada día es más difícil sobrevivir a
sus pequeños ojos pidiendo por mi afecto, sus manos tocando las mías de manera
avergonzada pero descuidadamente infantiles. Sus palabras. Su olor, su sonrisa.
Es horrible controlar este sentimiento y
sin embargo creo que no debo hacerlo ya que se ha convertido en una droga que
me tiene preso. Él es lo único que merece la pena en mis días encarcelado en
una oficina. Es la ilusión que me hace despertar cada mañana y no sé si sería
capaz de seguir viviendo sin el “Hyung” en sus labios.
Amo la manera en que Cynthia hace sentir los pensamientos y sentimientos del personaje, en este caso JiMin, puedo deleitarme con la narración tan exquisita. Aaaah, y también amo cómo la autora expresa la madurez de JiMin, cómo lo hace ver un personaje adulto y realista. 😍💕💖💖💖💖
ResponderEliminarJo, muchas gracias por tus palabras. Me alegro mucho de que aprecies estos detalles.
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