PERDÓNAME (JiKook) - Capítulo 10

 Capítulo 10

 

Jimin POV:

 

He pasado mucho tiempo intentando olvidar aquel día. La sangre en tu cuerpo no era más que mi propia debilidad reflejada en tu sufrimiento. Jamás me perdonaré no haber hecho nada cuando ellos te golpeaban aunque considerase que eso era lo mejor. Tampoco el hecho de dejarte marchar tan fácilmente. Y menos, el de no ir a verte al día siguiente. No quería que me relacionaran con lo ocurrido pero tan solo alarmé a tus padres cuando al día siguiente ninguno me vio el pelo. 

Aquella noche yo no llegué a casa, no al menos por mis propios medios porque tras encontrarme a un lado de la barra del bar con una copa, dos tres de whiskey aparecí en el rellano de mi casa incapaz de encontrar las llaves en mi propio bolsillo. Sabía que estaban allí solo que no tenía la fuerza de voluntad para recogerlas. Me limité a dejarme cae con la espalda en la puerta.

Despierto con unas leves bofetadas en mi mejilla.

—Hyung… ¡Hyung! –Su dulce voz eran martillazos mi cabeza que no ayudaban al posible recobramiento de mi consciencia. Intenta levantar mi rostro del suelo asustado por la dificultad que tengo para abrir los ojos. La verdad es que no quiero hacerlo pero su rostro esperándome al otro lado de los párpados puede ser la imagen más preciosa del mundo por lo que me arriesgo y a pesar de sus facciones rotas y preocupadas, le amo.

—¿Jungkook?

—Si hyung, soy yo. Perdóname. –Me abraza y siento su asfixiante aroma en todos mis sentidos. Siento que puede llegar al tuétano de mis huesos para instalarse allí. Y no importa nada. No importa él, no importo yo. Tan solo me abraza y eso es con lo que me quedo—. Perdóname he sido un idiota…

 

 

Dos años, dos malditos años han pasado desde entonces y Jungkook sigue en mi vida. Atormentándome, seduciéndome con su maldita sonrisa de conejo. Siempre está conmigo ya sea físicamente o de manera inerte como en mis propios pensamientos y cuando intento evadirme, él aparece de nuevo torturando mi existencia.

El móvil suena frente a mí en la mesa. Sé quien es porque a las cuatro de la mañana, un sábado, solo puede ser él. Lo cojo de la madera y su voz aterciopelada, camuflada por el delirio que le provoca el alcohol me saluda con un tímido “Hola”

—Jungkook… ¿Dónde estás?

—Hyung… donde siempre… —Hay una pausa donde se le oye claramente vomitar, probablemente todo el alcohol que ha ingerido hasta el momento.

—No te muevas, ya salgo de casa.

No sé cómo me he podido acostumbrar a esta maldita rutina. No me lo ha pedido pero es la única opción que me queda. Ofrecerme de manera silenciosa a sacrificar mi sueño por un niñato que no comprende lo verdaderamente importante que es su vida.

Todo empezó un día hace aproximadamente un año. Estaba en un plácido sueño cuando mi móvil suena desbocado en la cama a mi lado. Rápidamente me levanto y miro el nombre del pequeño JungKook en la pantalla acompañando con la hora aproximada a la de hoy. Su delgada voz me pidió que le fuese a buscarle a una discoteca a cinco kilómetros de mi casa. No me quedó otro remedio que acceder a sus súplicas ya que juraría poder oí las lágrimas rodar por su cara. Aquella noche me vi a mi mismo atravesando la ciudad para rescatar a un bebé del alcoholismo que le doblegaba. Le ayudé a vomitar un par de veces y, a pesar de insistir en llevarlo a su casa, no me quedó más remedio que dejarle dormir en la mía porque sus padres no podían verle su estado.

Y esto se repite cada sábado desde esa vez. Siempre igual y siempre debo recogerle porque no es capaz de, con quince años aún, asumir que tiene un problema con la bebida. ¿Cómo alguien tan pequeño puede tener un problema de ese calibre? Ni siquiera yo creo tenerlo, o al menos eso espero, aunque en mi caso, podríamos decir que tengo cosas más importantes de las que preocuparme.

Cojo las llaves del coche y salgo a la aventura.

 

 

Ya estoy de camino y me planteo, como siempre, la posibilidad de dejarle tirado allí donde esté pero aunque estoy convencido de que quiero hacerlo, mis pies no sueltan el acelerador, y mis manos se aferran al volante como si me fuese la vida en ello. Por mucho que quiero olvidar todo, por mucho que no quiero verme implicado en esto, siempre caigo, siempre en el mismo problema, JungKook.

He entrado en la calle de siempre y ya lo veo allí en la acera sentado con la cabeza cubierta por su brazos, ¿y cómo sé que es él? porque la culpabilidad y el arrepentimiento le rodean en un aura de desesperación. Aparco el coche donde pueda verlo pero no parece que se dé cuenta de mi presencia por lo que salgo de él llamando su nombre a medida que me acerco.

—¿Jungkook? Venga, vamos a casa… —Cojo su brazo y él se levanta del suelo sin mirarme en absoluto. Coloco su brazo en mi cuello y le ayudo a caminar hasta su asiento porque apenas puede moverse. Está completamente ebrio y desorientado. Temo que vomite de nuevo a cada segundo pero más me preocupa que se desmaye provocándose un coma etílico.

Lo siento en su sitio y lo veo tirar la cabeza hacia atrás sin mostrar ninguna intención de ponerse el cinturón. No me queda otro remedio que hacerlo por él y doy la vuelta al coche para llegar a mi asiento. Cierro y arranco saliendo de allí.

—¿Cuánto ha sido esta vez? –Pregunto por la cantidad de alcohol ingerido. Él sabe que siempre le pregunto las mismas cosas y yo sé que no va a responder.

—No sé.

—¿Perdiste la cuenta otra vez? –Suspiro—. ¿Cuánto ha sido? ¿Cinco, seis, siete copas? –Ríe de mí sarcásticamente haciéndome suponer que probablemente haya sido el doble—. Deja de hacerme esto Jungkook.

—No tienes que venir si no quieres…

—¿Cómo no voy a hacerlo? No tengo otra alternativa. Cualquier cosa antes de que te pase algo…

—Ya vuelves a hacerlo…

—No entiendo tu aberración porque te cuide.

—No eres mi padre.

—Tal vez debería ser él a quien llames la próxima vez que se te ocurra salir… —Él pretende rebatir mi ataque pero la bebida le juega una mala pasada y vomita a sus pies en el coche.

Durante todo el trayecto a casa me cago en sus putos muertos…

 

 

Llegamos a la puerta de mi apartamento y aun sujetándolo saco como puedo las llaves del bolsillo abriendo la puerta adentrándolo dentro. Él suspira a mi lado y no puedo evitar que los remordimientos vuelvan a mi mente. Caigo a sus pies.

—Kookie… ¿Quieres darte una ducha? ¿Eh…? –Le susurro viendo como niega con la cabeza—. ¿Te duele algo?

—La garganta hyung…

—Es de vomitar. No pasa nada mi amor, —mi cuerpo se gira para poder abrazarlo. Ya casi es de mi estatura, que deprimente—, mañana no dolerá.

—Hyung… tengo sueño…

—Lo sé. Pero antes, mírame. –Le hago mirarme para poder hablar. Le cuesta abrir los ojos y enfocarme en sus pupilas—. No me hagas esto más…

—Perdona por lo del coche… —Su voz es lenta y tortuosa.

—Eso no me importa. No quiero que bebas tanto… —Me acerco a él y beso sus ojos cerrados.

—No hagas eso… huelo horrible…

—No más que aquella vez que se te cayó un bote de pepinillos encima… ¿te acuerdas? –Le ilustro con mi memoria acompañada de una sonrisa que se le contagia rápidamente. Aun su rostro está en mis manos. Es adorable.

—Aquel día creí que la gente me rehuía por la calle…

—Idiota… —Le abrazo y se deja hacer muy fácil—. Ve a dormir.

Él se dirige a donde sabe muy viene está mi dormitorio y se tumba en la cama esperando conciliar el sueño mientras yo saco una manta del armario y mi ropa de cambio para dejarle dormir en paz y salgo al salón.

Allí me deshago de mi traje por fin y cuando estoy en ropa interior oigo a JungKook tosiendo en el baño de mi cuarto. Probablemente está arrodillado en el retrete vomitando de nuevo y me reconduzco al baño para verle allí tal y como había imaginado. Golpeo levemente su espalda ayudando aunque sea tan solo por el hecho de estar presente. Cuando termina lo veo erguirse y dejarse caer en la espalda apoyada en la pared más cercana con los ojos cerrados.

—¿Estás mejor? No pasa nada por vomitar, está bien… —Abre un poco su ojos derecho pero se obliga a abrir ambos de golpe al verme tan solo con un pequeño calzoncillo negro. Me miro a mi mismo siendo consciente de mi estado y no puedo evitar sonrojarme…

—Hyung…

—¿Qué diablos te pasa? Ya me has visto desnudo…

—Pero hyung… eso fue hace mucho… y bueno…

—Está bien… —Me levanto y me dispongo a salir—. Cuando te encuentres mejor haz el favor de regresar a la cama. No me gustaría que te quedaras dormido en el suelo.

Regreso al salón y me tiro en el sofá tapando mi cuerpo con las mantas. Miro la hora, las cinco y cuarto de la mañana. Este chico me supera.

 

 

Me despiertan el sonido de unos pasos a mi lado y abro los ojos lentamente para ver a un JungKook un poco desorientado recogiendo sus cosas. Siempre hace esto, antes  de que yo despierte, él ya se ha ido dejándome con la duda de su estado físico. Me levanto de un salto asustándole y frustrando su plan de huida.

—Kookie… ¿Cómo estás?

—Mejor hyung…  Gracias por todo… nos vemos…

—No JungKook. No nos vemos.

—¿Cómo? –Se gira para mirarme antes de salir por la puerta.

—Si hay una próxima vez en la que me llames… —sonrío feliz—, llamaré a tu padre para que sea él y no yo quien te vaya a recoger. Si vuelvo a verte ebrio, te llevaré ante tus padres para que sean conscientes de la situación. Y si regresas por aquí borracho, más te vale que yo no te vea…

El me mira asustado y se larga de mi casa avergonzado y rehuyendo mis duras palabras. Es lo mejor.   

 

 

 

 

Capítulo 9                            Capítulo 11            

 Índice de capítulos

 

Comentarios

Entradas populares