PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 9
Capítulo 9
Jimin POV:
Durante mucho tiempo estuve infravalorando
a Yoongi por su especialidad. Desde que le conocí estudió la conducta y el
comportamiento de las personas y creí que eso no le serviría para nada. Le
humille diciéndole que saber lo que piensa una persona no le salvaría la vida. Sin
duda no lo hizo pero algo mucho peor le proporcionaba su habilidad y era el
poder meterse en mi mente a partir de mis actos. Pero creo que jamás lo hizo,
al menos no de manera intencionada hasta un día cuando yo tenía dieciséis años.
Estábamos Taehyung y yo en su habitación,
tirados en su cama como dos chicos hacen siempre que se aburren, hablando de
estupideces y fantaseando de mundo paralelos, no mejores pero sí más divertidos
para el momento.
—¿Y si salimos? –Me preguntó y yo le miré
extrañado.
—¿A dónde?
—Da igual. Vamos a tomar alcohol. –Me
sugirió y yo como un idiota me vi tentado por esas cosas que hacen los chicos
de mi edad. La locura me invadió momentáneamente y saltando de la cama con todo
el ánimo del mundo alcancé mi DC y busqué a Yoongi para mandarle un mensaje ya
que sin su compañía, no nos venderían el alcohol.
—¿Qué haces? –Me preguntó Taehyung cuando
me tiré sobre él en la cama. Me miró emocionado por mi iniciativa.
—Vamos a ir con Yoongi, sino no, no nos
venderán el alcohol. –Al parecer, él no pensó en ello.
—Buena idea.
Mensajeé a Yoongi lo antes posible.
——Idiota. –No contestó aunque leyó los mensajes. No lo haría si
no insistía.
——Tú,
flacucho de mierda, contéstame. –No
contestaba.
——¡Yoongi!
¡Ven al cuarto de Taehyung ya!
——¿Qué quieres? –Contestó al
fin.
——Vamos a
salir. Vístete y ven con nosotros.
——No quiero. –Conciso y
breve.
——No es una
petición. Es una orden.
——No me das órdenes, gordo de mierda, yo soy el mayor.
——Cállate
ahora y mueve tu blanco culo hasta aquí, no me hagas enfadar.
——Ah, ya entiendo. Lo que quieres es un mayor que te
compre el alcohol. Pues no cuentes conmigo. Estaba durmiendo.
——Mentira,
seguro que te estabas masturbando.
——Gilipollas.
—¿No va a venir? –Me preguntó TaeHyung lo
cual me irritó mucho más que las palabras de Yoongi. Suspiré e insistí de
nuevo.
——Hyung,
vamos. Será divertido.
——Claro que no. NO quiero.
——Si no te
vistes y vienes, me obligarás a ir a buscarte.
——Inténtalo, las puertas ya están informatizadas.
——La echaré
abajo, sabes que puedo.
——¿Y?
——Y después
te parto todos los huesos de tu asqueroso cuerpo. Tae y yo ya nos vamos a
vestir. Más te vale que nos esperes en el hall en cinco minutos o te llevo a la
fuerza.
No necesité más para que cuando TaeHyung y
yo bajamos él ya estuviera allí con un abrigo negro, unos vaqueros y un gorro
de lana que ocultaba su pelo negro. Miraba a todas partes tal vez preocupado
porque YongGuk nos encontrase y nos preguntase sobre nuestros planes. Tampoco
nos hacía gracia tener guardaespaldas y por suerte, o desgracia, aquél día no
tuvimos más compañía que la mutua entre nosotros tres. Cuando llegué a su vera
pasé mi brazo por sus hombros y le conduje fuera del edificio creyéndome que no
lo haría por su propio pie. Él se sintió incómodo y yo aún más cuando en ningún
momento pareció querer apartarme. Una vez fuera le hable al oído.
—Bien hecho, culo de leche, espero que
hayas traído dinero porque serás tú quien nos compre las bebidas.
—Idiota. –Me dijo y suspiro evitando
mirarme—. A ver si te mueres por coma etílico y me dejas en paz.
Comenzamos a caminar por las calles de la
ciudad conduciéndonos en dirección al barrio Los Leones, de donde TaeHyung
procedía. Allí había más cantidad de restaurantes y bares en donde se podía
consumir alcohol. Las luces de los edificios aún no estaban iluminadas pero ya
comenzaba a anochecer. Una débil tonalidad de azul oscuro truncaba el cielo
pero aún sentíamos toda la tarde por delante y cuando nos detuvimos frente a un
bar, nos quedamos observando dentro la cantidad de personas que estaban ya en
sus lugares.
El local parecía amplio y una vez dentro
no nos confundimos. En vez de escondernos en alguna mesa alejada de las
personas decidimos sentarnos en una que estaba cerca de la ventana pero también
cerca de la barra. No tomaríamos solo una ronda y estaba seguro de que después
de unas cuantas no nos apetecería desplazarnos demasiado.
—Vamos, ve. –Le dije a Yoongi—. Pídenos
dos cervezas y tómate lo que quieras.
—Claro, pago yo… —Antes de dejarle sentar
le mandé a por unas bebidas y cuando regresó me vi frente a una copa de cristal
con un líquido amarillento que parecía orina. Taehyung lo bebió sin problema
pero yo, nada más olerlo, me sentí mareado. Su sabor no era muy diferente al
pis y tras varios sorbos me di cuenta de que no solo no era lo mío sino que me
costaría terminarme la copa. Yoongi se había pedido algo con un color rojo
granate en un vaso de tubo con varios hielos en su interior. Me miró expectante
a que bebiese tan gustosamente la cerveza como hacía TaeHyung pero no me
atrevía, sin embargo su copa olía genial.
—¿Qué es? –Le pregunté curioso.
—Licor de mora. –Se encogió de hombros y
me acercó el vaso para que pudiera catarlo. Su sabor era tremendamente dulce y
mientras se deslizaba por mi garganta dejaba en mis mejillas un ardor cálido y
agradable. Me sentí completamente enamorado de la bebida y con un puchero se la
devolví maldiciéndome por no haber pedido lo mismo. Me miró sonriéndome,
sabiendo que yo no quería la cerveza y haciendo un esfuerzo me quitó el vaso de
cerveza de mi alcance y se la quedó, dejando frente a mí el licor de moras que
tanto me gustó. Le miré sonriendo pero ante mi sonrisa solo obtuve un
resoplido.
Ignorándome, Yoongi se desabrochó el
abrigo y se lo quitó, descubriendo sobre su cuerpo un jersey de lana de color
gris que miré detenidamente. El color me resultaba familiar, los dibujos de la
lana en su tejido me sonaban pero sobre todo, me turbaba verlo sobre su cuerpo.
Caí rápidamente.
—¡Eh! ¿Qué haces tú con eso? ¡Ese jersey
es mío!
—¿Sí? –Preguntó incrédulo, realmente no
tenía ni idea—. Apareció esta mañana en mi armario con la ropa limpia que eché
a lavar. Las de la limpieza se habrán confundido.
—¿No sabes cuál es tu ropa y cuál no?
—Sí lo sé pero como nadie ha reclamado por
él, ahora es mío.
—No. Ni hablar. –Me abalancé sobre la mesa
y agarré el pecho del jersey para tirar de él pero se soltó de mis manos y
acabó cubriéndose el pecho con sus brazos. Su rostro se convulsionó al enfado y
el mío a la ira más ciega e infantil que había sentido—. Es mío, quítatelo de
inmediato.
—¿Ahora? –Una parte de mí quiso gritar que
sí pero rápido recobré la compostura recordando que estábamos en público.
—En cuanto lleguemos a casa. Me lo
devuelves enseguida.
—¿Qué es lo que te molesta? –Me preguntó
TaeHyung—. ¿Qué te lo haya quitado o que le quede mejor que a ti? –Abrí mis
ojos todo lo que pude escuchando sus palabras y al regresar mi vista a Yoongi,
pude ver que tenía razón. No hablé más en toda la tarde.
…
Pasadas dos horas de una larga
conversación entre Yoongi y Taehyung, terminé mi tercer licor y acerqué el vaso
vació al rostro sonriente de Yoongi para que me comprara otro. Me miró como un
sobrio que juzga a un borracho pero yo no solo estaba borracho, estaba
enfadado, envidioso y sintiéndome desplazado en la conversación.
—¿Quieres otro? –Me preguntó alzando una
ceja.
—¿Tú qué crees, paliducho de mierda?
—Mejora tus modales primero.
—Mejora tu cara.
—Mejora tu carácter. –Se levantó con un
mohín en los labios y con mi vaso vacío para conducirse a la barra. Yo no me
sentí fuera de mí ni tampoco privado de mis capacidades pero sí un poco mareado
y fácil de enfadar. Más de lo habitual. Taehyung por el contrario se había
bebido tres cervezas y estaba perfectamente.
—No te enfades, Jimin. –Me dijo—. Solo era
una broma.
—Déjame en paz. –Suspiré y deseé tener un
vaso en el que refugiarme pero nada había a mi alcance. Miré mis manos
entrelazadas sobre la madera y respiré profundamente hasta que unas voces en la
barra nos sobresaltaron a todos.
—¡Miren a quien tenemos aquí! –Una voz
ebria, totalmente fuera de tono nos asustó a todos y tras girarme a su
dirección lo vi señalando a Yoongi con un dedo sucio y asqueroso—. ¿No eres tú
uno de esos famosillos que salen por televisión? –Preguntó y estuve a punto de
reír pero sus palabras no eran graciosas, no nos alababan o nos recompensaban.
Eran de burla y escepticismo ante nuestra posición. Yoongi no hizo nada,
esperando a que el camarero le sirviera mi bebida. TaeHyung yo tampoco.
El hombre, por el contrario, continuó.
—¿Y tú nos vas a defender de qué? Mírate.
–Cogió uno de sus brazos con mi jersey de por medio y lo arremangó para dejar
al descubierto su piel pálida y su delgado cuerpo. Yo comencé a sentir calor en
las mejillas—. No vales ni para hacer sopa de huesos. Estás esquelético, hijo
de puta. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciocho, diecinueve? –Soltó su brazo con
fuera, haciendo que su cuerpo retrocediera y tropezase con un taburete. A punto
estuvo de caer.
Yo no recuerdo bien qué sucedió. Sentí
como todo el alcohol en mi sangre se evaporaba y se convertía en veneno. Sentí
arder por dentro por las palabras de aquél hombre dirigidas a Yoongi. Por sus
gestos. Por tocarle. Lo único en lo que pensaba era en que aquél hombre no
podía hablarle de aquella manera a mi compañero. No podía insultarle. No podía
tocar algo que me pertenecía. Yoongi era mi propiedad y solo yo podía
humillarle, solo yo podía insultarle y agredirle. Era mío.
Me levanté de un salto en cuanto pude y me
interpuse entre Yoongi y él. Mi cuerpo ocultó por completo el demacrado de
Yoongi y aquél hombre pretendía seguir tomándola con él pero se lo impedí.
—¡No toques a mi compañero! ¡No se te
ocurra ponerle una mano encima!
—Miren, si aquí hay otro. ¿Cómo era tu
nombre? Jim…
—¡Cállate o te cierro la boca, hijo de
puta! –Agarré el cuello de su camisa y él pareció nervioso, no sabía hasta qué
punto yo podía ser agresivo pero estaba seguro de que no le golpearía más que
con amenazas.
—Tu amigo nos llevará a la desgracia.
Mejor matarle ahora antes de que sea demasiado tarde.
Las personas dentro del bar querían
acallar al hombre, yo mismo quería. Mis manos no supieron responder a mis
plegarias y se formaron dos puños que se estamparon en su rostro. Le golpeé
tanto y durante tanto tiempo que mis propios nudillos sangraron junto con su
rostro. Los brazos de Yoongi y TaeHyung me rodeaban, esperanzados de poder
alejarme de aquél hombre ya tirado en el suelo pero no pudieron. Le rompí
varios dientes, la nariz y las dos cejas con ambos pómulos. Solo fue hasta que
no pudo hablar que paré.
—Chim… chim… —Me llamaba suplicante.
Desistí cuando oí a la policía acercarse.
…
—No voy a castigaros porque ya no sois
niños pero no que nos quepa la menor duda de que informaré de esto al señor
Kim. –Nos reprendió en el hall YongGuk nada más que llegamos acompañados de los
cuerpos de fuerza del estado. No sufrimos ninguna penitencia, ni ninguna multa
porque claro, somos BTS y nuestra misión es mantener el orden. Aquél hombre
estaba atentando contra el país y sus decisiones y tras que el camarero, el
dueño del local y algunos testigos declararon a nuestro favor, todo se
solucionó. El verdadero crimen estaba en que se podía achacar mi estado de ira
a la cantidad de alcohol que ingerí aunque yo me encontrase lúcido.
—Lo sentimos. –Dijo Yoongi—. Y yo en
especial por comprarles las bebidas. No debí hacerlo.
Sin más, YongGuk se alejó y Taehyung se
despidió de nosotros para ir en busca de Hoseok y contarle emocionado lo
ocurrido. Yoongi y yo nos condujimos al ascensor rápidamente queriendo
desparecer del mundo.
—Ve a la enfermería y que te venden las
manos. –Me dijo y aunque era mi intención, solo porque él me lo dijera, ya no
quería hacerlo. Mis dedos manchados de
sangre no me importaban, tampoco el dolor en ellos. Me introduje en el ascensor
con él y cuando llegamos a su planta se detuvo y salió de él para dirigirse a
su cuarto. Yo, en vez de quedarme dentro y ascender hasta la enfermería, salí
junto con YoonGi y él me miró antes de llegar a su puerta—. ¿Qué haces? ¿A dónde
te crees que vas?
—Contigo. –Dije simple—. Tienes que
devolverme mi jersey. –Él pareció confuso y casi enfadado.
—Te lo devolveré mañana. Ahora vete.
—No. Vamos. –Le empujé hacia la puerta y
la abrió dejándome pasar dentro. Mis mejillas estaban enrojecidas porque aún me
duraba el enfado pero él tal vez considerase que mi calentura se debiera al
alcohol y no a mi perfecto estado de lucidez. Yoongi comenzó a buscar entre la
ropa tirada en la cama su pijama para cambiarse y cuando lo tuvo todo en las manos
se dirigió al baño pero yo me sentía intranquilo.
—Espérame aquí. Salgo en un rato. –Parecía
querer disuadirme y no lo permití.
—Nada de eso. Vamos, rápido. –Agarré de su
brazo como aquél hombre hizo minutos antes y dejándose caer la ropa en sus manos
me miró nervioso. A la fuerza contra un poco de su resistencia pudorosa me
deshice del abrigo en sus hombros tirándolo lejos, dejando a la vista mi
jersey. Mis manos se lanzaron a arrebatarle también esa prenda de ropa pero
Yoongi no me dejó llegar más lejos. Me apartó de un empujón y él mismo se quitó
el jersey, dejando su torso y su vientre plano libres de ropa. Me lanzó la ropa
a la cara.
—Toma, tu estúpido jersey. –Escupió las
palabras y parecía dirigirse al baño, avergonzado por su cuerpo, pero se lo
impedí sujetándole del brazo nuevamente. Busqué en él alguna marca de la pelea
en el bar y la encontré. Unas pequeñas marcas rojas sobre su brazo pálido y de
piel de porcelana. Mi jersey se había desprendido de mi agarre y solo me
importaba su brazo en mis manos.
—Ese hijo de punta te ha hecho esto. –Dije
señalando las marcas en su brazo pero él me apartó de su cuerpo tirado de sí
mismo para que le soltara. Me miró asqueado y muy enfadado.
—Él no me hizo daño. Me sujetó de la
muñeca y está perfectamente. –Me mostró su muñeca intacta—. Esto acabas de
hacérmelo tú, idiota.
Perdí por completo el habla y mis ojos
bailaron por su cuerpo desnudo. Me vi sumergido de nuevo en la belleza de su
cuerpo que yo tanto odiaba. Él pareció entender al instante lo que me sucedía
solo con mi rostro de desconcierto. Solo observándome como había perdido toda
voluntad para afrontar lo sucedido. Mis manos sangraban por su culpa, por la
estúpida manía de mi ego dañado. Me miró ya sin enfado, calmado y completamente
sumido en sus pensamientos. Hubiera querido subordinarme a él y declarar mis
sentimientos aun muy confusos en mi mente pero una vez más, me pudo mi propio
ego.
—De—deberías darme las gracias. –Le dije.
Él alzó una ceja confuso por mi repentino cambio de comportamiento, de
tranquilo, a uno defensivo y fuerte.
—¿Gracias? ¿Por qué?
—Porque te he defendido.
—Podía manejarlo yo solo. Lo único que has
hecho ha sido empeorarlo todo.
—Ya claro, ¿crees acaso que tenías fuerza
para enfrentarte a ese tío? ¡No! Ni a él ni a nadie.
—Él tenía razón. –Afirmó y solo escucharle
me hizo enfurecer—. Y tú también. No tengo fuerza, ¿y qué?
—Te matarán a la primera de cambio.
—Eso espero, no soporto pasar un día más a
tu lado. –Tras eso me empujó fuera de su cuarto y yo no obtuve resistencia. No
sabía entonces el daño que nos hacíamos con unas palabras que a mis ojos se
veían tan inocentes.
Comentarios
Publicar un comentario