PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 10
Capítulo 10
Jimin POV:
Las pruebas semanales comenzaron. Siempre
me gustó pensar que YongGuk nos creía preparados para superarlas pero no me
pasó desapercibido el hecho de que comenzáramos con ellas días después de mi
altercado en el bar. Debió creer que necesitábamos disciplina pero más que
educación, lo que necesitábamos era dolor físico. Este no tardó en llegar,
estando como castigo, las balas del uno. Pero nosotros éramos aún inocentes.
Niños de bien que no conocían el sufrimiento. La primera prueba se basaba en la
especialidad de Jin. ¡¿Cómo iba a recibir el hijo del presidente un disparo?!
No, es impensable.
Cuando llegamos el sábado al entrenamiento
en vez de encontrarnos la sala repleta de aparatos y utensilios necesarios para
entrenarnos, había seis motocicletas aerodeslizadores. Modernas, de última
generación. Jamás había montado en ninguna y tan solo las había visto en las
clases de mecánica e ingeniería. Era imposible hacer un reto con ella y menos
si ninguno de nosotros sabía conducirlas. Me equivoqué porque el reto no era
conducirlas, sino arreglarlas.
—De hoy en adelante haremos una prueba
semanal, dependiendo de la especialidad que estemos entrenando. Habrá pruebas
que se repitan, otras más nuevas en las que no os explicaré nada. Depende de la
prueba, la especialidad y de mi humor en el día. Así que procurar no enfadarme.
Todos nos reímos inocentes. Ciegos aún.
—En las pruebas solo permitiré un único ganador,
y este no obtendrá ningún premio.
—¿Entonces? –Preguntó Jin.
—El único premio que recibirá es salvarse
de su castigo. El resto, los perdedores, serán castigados con un disparo de las
nuevas balas simuladoras.
—¿Qué diablos es eso? –Preguntó Yoongi
completamente asustado.
—Son balas de descargas eléctricas. Una
vez se ha producido el disparo y la bala ha impactado contra una superficie, el
cuerpo de una persona como sería el caso, se activa produciendo descargas
eléctricas que simulan un dolor real que paraliza el cuerpo durante un minuto.
Hay tres niveles. Por ahora, utilizaremos las de nivel uno.
—Eso es una crueldad. –Dijo Yoongi.
—No lo veas así, piensa que es un
incentivo para no perder en las pruebas.
—Yo estoy en desventaja, no he entrenado
tanto como el resto.
—De eso quería hablaros también. Lo más
probable es que en las pruebas ganen las personas especializadas en esa materia
por lo que el resto deberá ponerse al día para alcanzar a los demás. No te
preocupes, Yoongi. También habrá pruebas de Psicoanálisis.
—¿Qué haremos? –Pregunté gracioso—.
¿Adivinar en qué número piensa YoonGi? Vaya estupidez.
—No, tendrás que evitar no hacer algo que
él te intentará obligar a que hagas.
—¿Qué diablos? –Pregunté pero su voz sonó
fuerte, sacándonos del tema.
—Tenéis que adivinar cuál es el fallo del
sistema que hace que no funcione y arreglarlo. El primero que haga funcionar la
aerodeslizadora gana. El resto recibirá un disparo. ¡YA!
Cuando llegó el momento ninguno estaba
preparado mental ni físicamente para acarrear con las consecuencias que nos
impusieron. Nos vimos sometidos a la ansiedad del momento y cuando llegué al
lado de la aerodeslizadora no supe qué hacer. Me guié por el comportamiento de
mis compañeros y vi que la mayoría intentaba arrancarla para así poder deducir,
según su comportamiento, cuál era la causa de su fallo. Jamás había tocado una
y cuando la arranqué, no produjo sonido alguno. La miré por todas partes, desde
la base deslizadora hasta el manillar, pasando por la pantalla táctil que se
encendía perfectamente. Supuse que como era una prueba de mecánica no tendría
que ver con la configuración en el sistema sino en que alguna de las piezas no
funcionaba. Intenté hacer que funcionase de nuevo pero nada parecía suceder. En
la pantalla todo parecía correcto pero no era lo que veía.
—¡Esto es imposible! –Exclamaba Taehyung
subido en la aerodeslizadora pulsando al mismo tiempo mil botones en la
pantalla. Namjoon le imitaba intentando usar su habilidad en la informática
para solucionarlo. Yoongi por el contrario había desarmado varias partes de la
moto y miraba cada pieza con cuidado.
Pasados veinte minutos todos sudábamos,
estábamos exasperados. Asustados y completamente confusos. La espera y la indecisión
eran peor casi que el castigo y llegó un punto en que la ira me dominó y empujé
la aerodeslizadora volcándola, la pateé hasta que me cansé y acabé yo también
sentado a su lado en el suelo. Me rendí antes siquiera de saber cuál era su
problema. Suspiré temeroso hasta que el sonido del aire elevando una de las
aerodeslizadoras interrumpía el sonido de nuestras lamentaciones y acallaba
nuestras plegarias. Todo quedó en silencio mientras se veía a Jin subido en el
aparato. Ascendiendo un par de palmos del suelo muy lentamente.
—¡Era muy sencillo! –Gritaba emocionado—.
Lo único que le pasaba era que los tornillos de la planta aerodeslizadora no
estaban bien ajustados, por eso no hacía contacto con los cables.
Palidecí.
—El miedo os ha cegado. –Hablaba YongGuk
mientras Jin descendía y apagaba el maldito trasto—. Os habéis puesto tan
nerviosos que no habéis sabido ver un problema fácil y básico. Aprenderéis para
otra vez a tranquilizaros y pensar con la cabeza fría. –De repente me miró a mí—.
Y a controlar vuestra ira.
Todos retrocedimos entonces, temerosos y
completamente convencidos de que habíamos caído en una fácil trampa y nos
miramos unos a otros visualizando nuestro castigo. Taehyung se puso a mi
izquierda y sujetó mi brazo con fuerza. A mi otro lado estaban Yoongi y Hoseok
nerviosos y de manera muy evidente. Namjoon miraba a Jin, más enfadado que
triste o nervioso. YongGuk se limitó a acercarse a una mesa cercana a su
posición y cogió de ella un fusil que recargó con cinco balas redondas como perdigones,
negras como el carbón. Nos miró a todos y todos le miramos a él.
—¿Quién quiere ser el primero? –Preguntó
como si de un juego se tratara y nos apuntó a todos con una sonrisa en sus
labios—. ¿Namjoon? –La sangre se nos heló—. ¿Yoongi? –Mi sangre comenzó a
bullir, sin embargo. Dejé de ser yo mismo para someterme a un acto de locura
impropio de mi persona. Algo que no volvería a hacer. Tal vez otros no se
dieran cuenta pero él lo hizo. Yoongi leyó en mi mente mi verdadero miedo.
—¡Yo lo haré! –Grite. Nadie me alabó por
ello porque creyeron que confiaba en que todo fuera una broma. En que mi
actuación de hombre valiente se desvaneciera cuando el disparo se produjera. Mi
verdadero sentimiento era el miedo a ver sufrir a Yoongi. Lo vería sin duda
pero creí que al ser el primero le salvaría. No. No hice más que prolongar su
miedo y aumentarlo, al verme sufrir a mí.
Me coloqué un poco más adelante que ellos.
Jin se colocó fuera del grupo, cerca de YongGuk. Mientras permanecían detrás de
mí, el resto susurraba, hablaban de mí y de mi coraje pero cuando el arma me
apuntó, ese murmullo desapareció por el mismo sentimiento que a mí me invadía,
el respeto. Era la primera vez que me apuntaban con un arma, y la primera que
me disiparían. Mentiría si dijera que no tenía miedo, lo tenía y mucho pero
cerré mis ojos y suspiré varias veces. Apreté mis puños con fuerza. Tragué
saliva y apreté mi mandíbula.
El sonido del disparo se oyó por toda la
nave e inmediatamente, algo chocó con mi pecho. Fue un golpe brutal y rudo,
tanto que me tiró de espaldas al suelo y caí sin poder ya levantarme. La
adrenalina me invadía pero su quemazón no era nada comparado con el verdadero
dolor del disparo. Sentí como si realmente me hubieran perforado con hierro
candente y cuando intenté llevar mis manos a mi pecho no pude. La electricidad
interna me comandaba y era imposible no hacer caso de sus órdenes. Grité hasta
quedarme sin voz y cuando quería concentrarme en contar los segundos que
faltaban para que la agonía terminase, otra ola de descarga eléctrica dominaba
mis sentidos. Mis ojos se empañaron y lloré sin remedio. En mis oídos se
reproducía un pitido constante que me aterrorizaba. El minuto concluyó y me
desplomé de mis convulsiones. Me quedé ahí tirado en el suelo hecho una bola. El
primero que acudió a mi encuentro fue Taehyung que desprendió la bala ya
inservible de mi pecho y me intentó incorporar. El resto le siguieron. Todos
menos Yoongi que permaneció inmóvil en su lugar. Ojalá se hubiera mostrado frío
y distante. Cruel incluso. Pero su expresión horrorizada y descompuesta me lo
decía todo. No podía moverse.
El siguiente fue Namjoon. Cayó al suelo
como me sucedió a mí y mientras le veíamos agonizando Taehyung me preguntó:
—¿Cómo es?
—Como si algo te quemara desde dentro.
Duele mucho pero cuando termina el minuto deja de doler.
—¡Taehyung! –Gritó YongGuk indicándole que
era el siguiente. Gritó mucho más que yo e incluso cuando ya había pasado todo
él siguió llorando. Sentados ambos en el suelo le abrace y le acurruqué en mis
brazos mientras sollozaba. Tan solo teníamos dieciséis años y eso nos traumó de
por vida. Mientras Hoseok gritaba y se retorcía en el suelo Taehyung ocultaba
su rostro en mi pecho y apretaba sus manos en mis ropas. Recuerdo bien como
temblaba y pude sentir en su miedo el dolor que yo había sentido minutos antes.
Aún recuerdo perfectamente ese dolor en mi cuerpo y cada noche que tengo
pesadillas ese mismo dolor regresa a mí. Las siguientes veces que me
dispararían, no serían comparables a la primera. Pero hay un dolor que superó a
esta primera vez y que es mayor a todas las siguientes juntas.
—¡Yoongi! –Gritó YongGuk y cuando el
sonido del disparo retumbó en mis oídos algo dentro de mí se rompió igual que
quebró la voz de Yoongi en un aullido de dolor. Le había oído gritar otras
veces, le vi sufrir físicamente, pero jamás le oí rogar.
—¡Detén esto, por favor! –Gimoteaba
mientras su cuerpo se convulsionaba por la electricidad. Su rostro se deformó
en una mueca de agonía y gritó a pleno pulmón. Al instante supe que esa imagen
perduraría en mi memoria hasta el final de mi vida y por miedo a que ese
recuerdo se tornase más claro y nítido, oculté mi rostro entre el cuello de
TaeHyung y cerré mis ojos con fuerza. En mi mente, canté una canción que oí una
vez.
Dónde
sea que vaya, lo que sea que haga
Le
mostraré, lo mucho que he afilado mi
espada.
Lo mucho que ha trabajado.
A
todas las personas que me miraban con
desprecio.
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