PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 49
Capítulo 49
Jimin POV:
La noche era tan oscura que incluso se
tornaba dolorosa. Era una noche de invierno de esas que el sonido de la lluvia
no deja dormir. Al contrario que Yoongi, yo dormía con dificultad cuando el
tiempo era malo fuera y solo su abrazo en la noche me reconfortaba lo
suficiente como para sobrellevar con dignidad la noche. Sin embargo él ya no
estaba a mi lado y la calidez que tanto necesitaba había desaparecido junto con
su olor y su tacto. Ya no estaba más e incluso en la somnolencia del sueño me giraba
para abrazar el aire a mi lado chocando con la cruda realidad.
Recuerdo aquella noche porque ha sido
apenas unas noches atrás. Hace apenas unos días. Los ruidos en la planta
inferior comenzaron a preocuparme y lejos de pensar que algo agradable o divertido
sucedía, escuchar como el llanto de alguien atravesaba las paredes me hizo
estremecer. Los llantos eran familiares y tras levantarme del colchón y
acuclillarme en el suelo pegué la oreja en el piso intentando escuchar con más
claridad aquello que tanto perturbaba mi suelo. El sonido de algunos objetos
cayendo al suelo rebotando como pelotas. Otros simplemente se rompían en
pedazos y el eco de cada una de las pequeñas piezas retumbaba colándose en mis
oídos. Algo le ocurría a Taehyung.
Sin pensármelo demasiado alcancé unas
zapatillas de hogar del armario y me cubrí con una chaqueta de lana que solo
usaba para pasearme por el cuarto en los días de invierno como aquél. Tras
coger mi DC y salir del cuarto el sonido de los golpes y los estridentes llantos
se detuvieron pero aún así bajé al piso inferior y llamé a la puerta de la cual
ningún sonido salía. Tras golpear varias veces comencé a escuchar unos pasos
torpes y cansados, casi arrastrados por el suelo acompañados de varios suspiros
que me pusieron la piel de gallina.
Tras que él abrió la puerta pude ver el
rostro demacrado que me había imaginado y la ropa entresacada, sucia y
arrugada. El olor que desprendían él y su cuarto era a destilería y su pelo,
revuelto y húmedo de sudor o tal vez bebida alcohólica, estaba hecho un
desastre. Esto explicaba su reciente comportamiento evasivo y su poco contacto
con nosotros. Esto explicaba su bajo rendimiento en los últimos entrenamientos.
—¿Taehyung? –Pregunté a sus ojos
somnolientos y de seguro que ya había caído en la cama rendido por la
borrachera.
—¿Qué diablos quieres? –Me preguntó
frunciendo el ceño y obligado a apoyarse en la puerta pues sus piernas no le
aguantaban el peso. Miré tras él para descubrir una lámpara hecha añicos en el
suelo y varios libros tirados por ahí. Seguían el rastro que había necesitado
seguir hasta alcanzar la cama.
—¿Estás borracho? ¿Qué has estado
haciendo?
—¿Eres mi padre, acaso? –De repente
comenzó a reír presa de la ebriedad que le dominaba.
—No, pero contéstame. –Se adentró en su
cuarto y entendí que me dejaba pasar porque dejaba la puerta abierta. Yo cerré
tras de mí y nada más que se detuvo, me miró confuso.
—¿Qué quieres? Vete. –Su voz estaba
completamente distorsionada y antes de que pudiera contestarle nada salió
corriendo como pudo al baño y llegó a tiempo para tirarse a los pies del
retrete y vomitar. Nada más oí el sonido del vómito chocar con la cerámica salí
corriendo como él había hecho y me arrodillé a su lado retirando el pelo de su
frente mientras palmeaba débilmente su espalda ayudándole con las arcadas. El
vómito olía mucho peor que aquella cerveza que años antes fui incapaz de beber.
—Oh, Taehyung… ¿Qué has hecho? –Mi voz era
cariñosa, amable. Incluso amigable. Cuando terminó de vomitar limpié su rostro
mareado y confuso con una toalla cercana y cuando abrió sus ojos me sonrió aun
alcoholizado.
—¿Cuidando de mí, hyung? ¿Cuánto hacía que
no me cuidabas? –Ignorando sus palabras le intenté incorporar y le desnudé
mientras yo mismo me deshacía de la chaqueta de lana y le introducía en la
ducha. Al principio, confuso por la ebriedad ni siquiera fue consciente de mis
intenciones, pero todo eso cambió en el momento en que activé la ducha y el
agua fría caló su cuerpo con la intención no solo de limpiarle y borrar de él
el desagradable olor que portaba, sino para despertarle de su ensoñación.
Rápido ante el contacto se irguió y quiso deshacerse de mí pero se lo impedí
cerrando la mampara de cristal y dejándole dentro. Me miró a través del cristal
a medida que recobraba la compostura y la cordura. Me miró como un niño perdido
y aun desorientado.
—Dúchate bien. Te traeré ropa limpia.
Hablaremos de esto cuando termines. –Asintió mientras escondía su cuerpo
pudoroso de mí pero a mí ya no me importaba una mierda verle desnudo o vestido.
Él era mi hermano y de no ser como tal, tampoco me importaba. Yo ya había
perdido la virilidad, el sexo y cualquier ambición sexual o tendencia.
Cuando terminó la ducha y salió al cuarto
con la ropa que le escogí caminó a mí hasta sentarse a mi lado en la cama donde
yo le esperaba y bajó su mirada a sus manos en el regazo. Aún no estaba del
todo sobrio y sin duda su cuerpo estaba débil y tembloroso no sé si por el agua
de la ducha o el alcohol recorriendo sus venas. Antes de que pudiera yo decirle
nada comenzó a llorar absorbiendo por la nariz y restregando el dorso de su
mano en sus ojos encharcados.
—¿Quieres algo de comer? Seguro que no has
cenado nada. ¿Un café, tal vez? –Le pregunté temeroso de su llanto y él negó
con la cabeza mientras mordía sus labios hasta hacerse daño—. Bien, ¿vas a
contarme qué te ocurre? Y no me digas que es solo hoy, porque sé que llevas
saliendo mucho tiempo.
—No me pasa nada. –Dijo en un primer
momento de manera evidente que mentía.
—¿Ah no? Entonces estabas festejando la
muerte de Yoongi, ¿verdad? –Creí que mi voz se cortaría con esas palabras pero
mi enfado era mucho más grande que la tristeza en mí y antes de que pudiste
continuar su llanto se tornó más fuerte e intenso y me abrazó apoyando su
rostro en mi hombro. Yo le abracé por la cintura y él rodeó mi cuello con sus
brazos.
Él habló al fin.
—Ellos nunca me quisieron. Nunca han
tenido tiempo para mí.
—¿Dé quién estás hablando? –Yo lo sabía
perfectamente.
—De mis padres Jimin. Yo nunca lo dije
pero no siempre fuimos privilegiados como Jin o tú. –Le hice alzar el rostro
para que me mirase a los ojos—. Jimin, antes de que mi padre tuviese un golpe
de suerte en la banca, en su trabajo de bróker, vivíamos en la zona más al
norte de Leones. –En la zona más pobre de toda la provincia—. Allí malvivíamos
con la herencia que mi madre heredó de sus padres y no fue hasta que mi padre
comenzó a ganar dinero a caudales que no me mandaron la solicitud para entrar
en BTS. Yo no fui un hijo deseado, sino que la falta de recursos de mis padres
les impidió mi aborto o cualquier otro método para deshacerse de mí. No podían
permitirse una boca más que alimentar.
—¿Por qué no me has contado todo esto
antes? Pensé que tú… —Dije atónito.
—No. ¿No viste la ropa que traje cuando era
pequeño? Era sucia, ajada y vieja.
—Yo… no sé qué decir.
—BTS ha sido la salida de mis padres a mi
abandono. Ahora ni siquiera me cogen el teléfono, Jimin. Mi padre está muy
ocupado con su trabajo y mi madre en el casino y en la sala de juegos, gastándose
lo que mi padre gana ya que no soy una carga para ellos y pueden permitírselo.
—Taehyung… —Le abracé con más fuerza y
caímos en la cama. Pensé que se dormiría pero tardaría más que yo en hacerlo.
Él seguía hablando a pesar de que las palabras dañaban su garganta a su paso.
—Ellos no vendrán a mi funeral.
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