PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 50
Capítulo 50
Jimin POV:
Hace apenas unas horas, momentos antes de
que nos reuniésemos todos en la biblioteca para mantener la conversación más
inocente que jamás tuvimos, Hoseok pareció en mi puerta mientras yo miraba mi
ropa decidiendo cuáles de todos los trajes me pondría mañana. Escuchar los
golpes en la puerta me hizo saber que no era Jeon porque los suyos son más
energéticos y animados. Tampoco era Taehyung porque estaba acostumbrado a
llamarme a voces. No. era alguien que yo no conocía y efectivamente. Lejos de
ser alguien de confianza Hoseok apareció tras la puerta con una expresión seria
y derrotada. Llevaba días ensalzando los valores de Yoongi que jamás asumió
como propios y ahora había estado por días sin hablarme, sin dirigirme una
palabra seguramente culpabilizándome de su muerte. Tal vez. O eso creí.
Tras interrogarle con preguntas que no
contestaba acabó suspirando e introduciendo las manos en sus bolsillos
interpretando una expresión tranquila e inocente. Relajada y completamente
sumisa a mí. Miró a todas partes y al fin habló en un tono tranquilo a pesar de
que sus palabras eran duras.
—Sabes que no me gustas, ¿verdad? Yo no he
sido uno más que te ha lamido el culo y eso no nos ha hecho ser buenos
compañeros. –Asentí sin saber porqué le ponía palabras a nuestros sentimientos
tan evidentes—. Pero a él le gustabas y si a alguien tan inteligente como a él
le gustaba algo de ti, que no sé que es, tengo que respetarlo.
—Hoseok… —Mi voz se quebró dándole la
oportunidad de seguir hablando. Él suspiró antes de continuar.
—Me dejó de lado por ti. Discutimos muchas
veces por tu culpa, porque él creía que podría convivir a tu lado. ¿Él te
gustaba de verdad, Jimin? ¿No jugabas con él? Dime que al menos intentaste
hacerle feliz.
—Yo… claro que le amaba. Con toda mi alma.
–Una lágrima rodó por mi rostro y fue la prueba definitiva para hacer que me
creyese.
—En ese caso, lo siento. Porque voy a
hacerte daño. Mucho daño, pero te lo mereces, por él.
—¿Hum? –Fruncí el ceño mientras veía cómo
sacaba su mano del bolsillo y creyendo que me golpearía tensé todo mi cuerpo
pero tras ver aparecer de su bolsillo la ID de Yoongi todo mi cuerpo se vino
abajo y cubrí mis labios temiendo el sollozo.
—Se la he robado a YongGuk. –Dijo y miró a
todos lados temiendo que alguien nos escuchara—. Supongo que ya da igual, ¿no?
Mañana estaremos muertos. –Sollocé y me la extendió para que la cogiese en mis
manos.
—¿Para mí?
—No. Ven, sígueme. –Comenzó a caminar
hacia el ascensor y me giré para cerrar la puerta y seguirle como me había
dicho. Con calma nos introdujimos dentro y esperamos hasta ascender al cuarto
de Yoongi. Una vez allí, nos detuvimos frente a la puerta y miré la ID en mis
manos.
—Han quemado todas sus cosas. No hay nada…
—Dije triste con los ojos enrojecidos.
—¿Sabes?
Yoongi me dijo una vez… ¿cómo era aquello…? ¡Ah! “Ni siquiera creas real
el fuego aunque te estés quemando”. –Sus palabras me confundieron mucho más que
sus actos y arrebatándome la ID de las manos abrió la puerta dejando que las
puertas se abriesen poco a poco mostrándome la imagen del infierno más
agradable que jamás creí poder contemplar. Todo estaba allí. Todo y sin
excepción. La cama en su lugar con las sábanas revueltas de nuestras noches
juntos. La ropa tirada por ahí e incluso reconocí entre el montón algo de mis
prendas. Su olor. Su incesante olor me golpeó haciéndome arrodillarme en el
suelo antes de cruzar la puerta. Cubrí mis ojos con las manos y lloré allí por
minutos hasta que Hoseok habló de nuevo—. Van a venderles todas estas cosas a
los renegados. Algunas hasta las regalarán. Me gustaría decirte que te quedes
con lo que quieras pero las pertenencias materiales ya no nos sirven de nada.
¿No? Vamos, entra.
Yo no quería moverme. No quería entrar o
sin duda me arrojaría por el hueco del ascensor para una muerte mucho más rápida
de la que nos esperaba. Pero como un impulso suicida me incorporé y me adentré
aún con Hoseok a la puerta. Me giré a él y me miró triste, con ojos lloroso a
punto de llorar también.
—Siento mucho haber sido cruel contigo, y
con él a tus espaldas por celos. Perdóname. –Pasó la ID por la ranura y
mientras se cerraba la puerta me pasó la tarjeta y me miró sonriendo—. Te paso
a buscar más tarde, antes de la reunión.
Cuando estuve a solas miré a mi alrededor
estático como me quedé y respiré profundamente dañándome con el nudo en mi
garganta. No supe por dónde empezar a mirar, a cotillear. Ni siquiera sabía qué
debía buscar. Nada. Solo me dañaría pero respiré profundamente de nuevo y
caminé paso por paso llorando pero sin dejar que las lágrimas empañasen mi visión.
Llegué hasta el baño y pasé por los armarios. Su ropa, inevitablemente la miré
y acaricié su tacto. Me abracé a su jersey favorito y lloré en él. Me senté por
un rato temiendo no poder continuar y regresé de nuevo a caminar. Acaricié los
libros en la estantería y en la mesilla recordando mis manos en sus blancas y
suaves piernas. Me senté en su silla y pasé mis dedos por la mesa sintiendo
inevitablemente las curvas de la espalda de Yoongi bajo mis dedos. Me levanté y
tras no decidirme qué hacer me dejé caer en la cama, lo que fue un error sin
duda porque el choque de mi espalda con las sábanas hizo que se desprendiera de
ellas su olor aún reciente y casi grité por el dolor en mi pecho. Si cerraba
los ojos podía sentirle a mi lado. Podía incluso escuchar su voz hablándome.
—No hagas ese
puchero. Te ves idiota. –Sonrío con
el recuerdo y agarro fuertemente las sábanas en mis dedos derramando lágrimas
que se pierden en la almohada.
—No me mires
así, no puedo resistirme. –Su sonrisa
es enorme. Avergonzada sin duda pero ante todo feliz. Su mano acaricia mi
rostro.
—¿Me veo
bien? –Mi jersey negro decora su cuerpo.
Después se mancharía de su sangre.
—Te ves hermoso mi amor. –Le dije en alto
a la nada. Abro los ojos por el sonido de mi voz inconsciente y mirando a mi
lado descubro la soledad acompañándome. Inevitablemente me giro de lado en la
cama pero algo suena bajo el almohadón y me incorporo para apartarlo y
descubrir un papel allí oculto. Frunciendo el ceño y confuso a más no poder lo
recojo y me yergo sobre el colchón para leer tranquilamente. Solo las primeras
palabras me hacen romper a llorar.
Si lees esto
es porque he muerto. Siempre he querido usar esa frase y siento ser tan
dramático pero, mi amor, lo estoy. Espero que Hoseok haya cumplido y te haya
traído hasta aquí y tú hayas sido lo suficientemente débil como para caer sobre
la cama buscando mi olor. Sé que lo has hecho por eso este ha sido el mejor
escondite. Escuché decir anoche que me fusilarían y ahora de madrugada escribo
esto para ti y solo para ti. Para que me recuerdes el tiempo que vivas y para
que sepas que te amo aunque me hayas escuchado suficiente.
Cuando nos
conocimos, en aquél día en que chocaste conmigo, me quedé prendado de ti al
instante. Me enamoré perdidamente de ese niño de labios grandes y mejillas
hinchadas. Ese niño del puchero permanente y de ojos pequeños y risueños. Por
mi culpa no pudimos tener la relación que ambos deseábamos y por mi culpa
sufriste todo lo que pudiste y más. Lo siento, espero que algún día sepas perdonarme.
A veces me imaginaba cómo habría sido si pudiéramos ser quien realmente somos.
Quien realmente queríamos ser y no quien nos impusieron a representar. Te amé
cada día de mi vida y no es hasta ahora que no sé cuánto daño que te he
causado. Perdóname, mi vida, pero te amaba tanto que no podía dejarte, aunque
doliera. Sé que es egoísta, pero el amor es así. Egoísmo puro.
Está
amaneciendo y en unas horas moriré. Cuando te mire espero que sepas lo mucho
que te amo y lo poco que me importa morir. Lo único que cambiaría sería el que
tú no estuvieses frente a mí para verme fallecer. Pensaré en ti mientras me
disparan y mientras muera seré feliz. Porque te amo y al fin lo sabes.
Te amo.
Demasiado. Lo suficiente como para someternos a la locura y conducirnos a una
muerte inevitable.
No dejes que
las pesadillas te dominen ni que mi recuerdo te someta a la depresión. Yo
estaré ahí cuando me necesites, solo piensa en mí y te prometo que estaré
sonriendo desde donde esté.
Perdóname,
porque te amo.
Mi corazón duele hasta tal extremo que
incluso me creo morir. Duele tanto que incluso sonrío aferrado al papel
humedecido por mis lágrimas.
Comentarios
Publicar un comentario