PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 48
Capítulo 48
Jimin POV:
Las horas pasaron. La vida se convirtió en
algo muy lejano a mí, casi tanto como la felicidad o el recuerdo. Algo
comenzaba a torturarme en la noche y era la idea del olvido. Olvidar las
pequeñas cosas de Yoongi que aún tenía frescas y durante la noche entera fue
una lucha constante de no querer recordar por el dolor y sin embargo verme
obligado a esforzarme por sacar el jugo de cada pequeño recuerdo. Al asumirlos
y almacenarlos, me arrepentí de la mayoría de ellos. La mañana apareció sin
permiso, dejé de verle sentido al levantarme de la cama y me abracé con fuerza
a la camisa que se había dejado olvidada. Sentir su tacto en mis dedos me hizo
recordar que su cuarto aun permanecía unas plantas más abajo y rápido como el
viento salí corriendo ahora con un objetivo, pero la decepción me invadió
cuando YongGuk estaba allí para anunciarme que habían vaciado el cuarto y
quemado todas sus cosas. Me quemaron con ellas sin darse cuenta y ya estaba
regresando a mi cuarto para encontrarme a Jeon en la puerta esperando por mí,
llamando por mi nombre.
—¿Hyung? ¿Qué tal estás? –Me preguntó
mientras abría la puerta para que entrásemos y una vez dentro me tiré en la
cama a llorar nuevamente sin responderle pues entendí que mis actos eran la
mejor demostración de mis sentimientos. Él se sentó a mi lado y me observó por
minutos y no fue hasta que tal vez se cansara de mi pesimismo que habló—. A él
no le hubiera gustado verte así. –Que otro hable de él me hizo sentir tan
extraño…
—Seguro que sí. –Le dije haciendo un
esfuerzo por sonreír. Un esfuerzo fallido—. Le hubiera encantado verme sufrir
por él todo el tiempo que no lo hice antes.
—No digas eso. Jimin. –Me incorporé frente
a él—. ¿Qué sientes? –Su pregunta me sorprendió pero hice mi mejor esfuerzo por
mostrarle en palabras lo que yo realmente sentía.
—De todo a la vez. –Demasiado conciso para
la realidad que se almacenaba dentro de mí.
—Me sorprende que no sientes ira. No estás
enfadado, siempre te enfadas por todo y ahora, pareces muy frágil.
—No siento ira. Jungkook. Ya no tengo nada
por lo que luchar.
—Lucha por ti mismo. –Negué con el rostro
mientras sus palabras me parecían del todo graciosas.
—¿Por mí? No soy más que un idiota que no
ha sabido disfrutar el tiempo que tuve a su lado. –Su camiseta gris en mis
manos no me abandonaba y estaba dispuesto a matar por ella—. No me han dejado
coger nada de su cuarto. Se lo han llevado todo y lo han quemado. Esto se lo
dejó la última vez que estuvo aquí. –Tiemblo mientras huelo en ella su aroma y
es tan doloroso que no puedo evitar encogerme en mí mismo al creerme que aún
sigue a mi lado.
—¿Quieres hablar? Si quieres puedo irme…
—No, por favor. –Le supliqué convencido de
que enloquecería si no hablaba con nadie—. No te vayas.
—Está bien. –Antes de darme cuenta ya
estaba contándole en resumidas palabras todo lo que he escrito en estos
papeles.
—Recuerdo el día que nos conocimos. Yo me
incorporé a BTS con siete años y él con dos más que yo ya estaba aquí. Desde un
principio nos odiamos a muerte. –Ríe—. Era siempre muy callado y yo muy
extrovertido así que no congeniábamos bien, cuando yo pretendía darle
conversación se alejaba o simplemente me mandaba lejos a mí.
—¿De veras? –Sonreí sin evitarlo.
—Él siempre estaba con Hoseok y yo con
TaeHyung, amos entramos juntos. Cuando comenzábamos a entrenar nuestras
especialidades todos estábamos en la sala de entrenamientos pero él desaparecía
y volvía a la hora de comer. Cuando supe que lo que hacía era estudiar
psicología y conducta del comportamiento tuve una excusa para burlarme de él. Apelaba
a mi capacidad física para enorgullecerme de ella y tener algo con lo que
amenazarle.
—¿Le amenazabas?
—No de malas, es decir. Le decía cosas
como: Con tus libros no vas a poder defenderte de esto. –Señalé los músculos en
mi brazo.
—Vaya…
—Yo en realidad estaba envidioso de él
porque sabía que comprendía mi comportamiento mejor que yo mismo. Sabía lo que
yo pensaba, el porqué de mis actos. Todo. Y lo usaba a su favor para soltarme
palabras envenenadas. “Te especializas en la fuerza porque te acomplejas de tu
cuerpo” “Odias quien eres” “Te conocerán siempre como el hijo del presentador,
el señor Park, y no por méritos propios”. Siempre supo cómo hacerme daño.
—Esto que me cuentas… Nunca se lo has
contado a nadie, ¿cierto? –Me encogí de hombros tremendamente avergonzado por
las cosas que le estaba confesando.
—¿A quién se lo cuento? Cuando me decía
esas cosas algunas veces incluso pensé en golpearle pero yo no podía.
Físicamente, era incapaz de hacerle daño. Me engañaba pensando que me
compadecía de su físico o de que sabía que él no me golpearía pero en realidad
sabía que si le dañaba me arrepentiría hasta morir. –Lloré de nuevo—. Siempre
pensaba: “Si le pasa algo, yo… yo…”
Lloré unos minutos y cuando conseguí
calmarme continué.
—Un día, sobre mis dieciséis años,
intentaba dormir pero comenzó una tormenta terrible. Todas las paredes
retumbaban y siempre tuve miedo de las tormentas así que subí al cuarto de
Yoongi con la excusa de molestarle. Él me dejó pasar sin inconvenientes a pesar
de que le dije explícitamente: “He venido a molestarte”. Como he dicho, él sabe
todo lo que me pasa por la cabeza. –Suspiré—. Yoongi se metió en la cama como
seguramente estaba antes de que yo viniese y yo hice lo mismo junto a él.
Comencé a hablarle pero estaba de espaldas a mí y se hacía el sordo. “Eh tú,
mírame cuando te hablo. ¿No me oyes? Venga, no te hagas el sordo, maleducado”.
Nunca le traté de hyung a pesar de que era mayor. Siempre me gustó pensar que
debía ser yo quien le protegiera y no al revés.
—Ya veo…
—Y de repente, él se giró y se puso de
cara a mí. Me miró unos segundos y a fin habló. “¿Tienes miedo de la
tormenta?”. Me negué en rotundo como unas mil veces hasta insultarle pero él
solo escuchaba lo que yo gritaba en mi mente. Suspiró y besó mis labios rápido
y tímido. Sonrió ante mi cara de asombro y se abrazó a mí para que ambos
pudiéramos dormir. Creo que no he dormido mejor en mi vida.
—Eso es hermoso. –Dijo.
—Fue genial pero cuando ambos alcanzamos
una edad comenzaron las peleas. Siempre eran sobre lo mismo. O el estado y la
patria o él. He escogido la opción equivocada toda la vida y ahora que acepto
mis sentimientos, el estado me arrebata lo que tanto quiero.
—Tienes mala cara. –Me dijo como si
intentase desviar el tema lejos de Yoongi pero él no entendía que YoonGi ya
forma parte de mi A.D.N. Él ya estaba tan arraigado en mi mente y corazón que
incluso mirándome a mí mismo encontraba a YoonGi en mil situaciones, en mil
escenas diferentes. Cientos de sus palabras. La calidez de sus besos.
—No he dormido en toda la noche.
—Deberías dormir. ¿Quieres que me quede
hasta que te duermas? –Asentí necesitado de un abrazo y me acurruqué entre sus
brazos olvidando por completo que yo era mucho más mayor que él o incluso que
me avergonzaba de mí mismo en la situación pero necesitaba contacto, necesitaba
dormir y necesitaba sus palabras—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro…
—¿Le dijiste a Yoongi de tus sentimientos?
—El otro día, cuando te fuiste, Yoongi
estaba extraño. Como si algo pesara sobre él. Me preguntó si le amaba como ha
hecho tantas veces.
—¿Qué sueles responder?
—Cosas como “Si pero no” o “No más que al
país” o “Déjame en paz”. –Le mentí. ¿Cómo explicar qué me había mantenido en
silencio? Le conté lo que se espera de mi comportamiento—. Pero el otro día
sonreía mientras me lo preguntaba. No sentía la presión de mi respuesta. Le
pregunté que porqué me preguntaba eso ahora y me dijo que cuando le dispararon
tenía mucho miedo. Pensaba que me perdería. Yo le dije que también pensé que le
perdería y tenía miedo. Nos abrazamos y le repetí mil veces que le amaba.
—¿De veras?
—Sí, y creo que me sentí liberado. No
habría superado su muerte si se fuera al otro mundo sin haberme escuchado
decirle que le amo. Me habría dejado fusilar yo también. Yo… yo no quiero
seguir viviendo, JungKook. Quiero defender lo que él calló tantos años. Tenía
razón, Jeon. El país en el que yo creía jamás habría permitido que le pasara
nada malo a alguien como él. Quiero matarlos a todos, pero no tengo fuerza. –Mi
voz se quiebra y me obligo a detenerme acurrucándome en el pecho de Jeon
mientras aun sostenía la prenda. A los segundos él lloró conmigo y su voz en
una canción me hizo estremecer hasta el punto en que creí que me estaba
volviendo loco.
—Dónde
sea que vaya, lo que sea que haga
Le
mostraré, lo mucho que he afilado mi
espada
Lo mucho que ha trabajado
A
todas las personas que me miraban con desprecio.
Le
detuve sintiendo que me faltaba el aire para respirar.
—¿Cómo conoces esa canción? –Le pregunté
más que enfadado, triste.
—Es una canción que cantaba mi madre. Sé
que es una canción prohibida pero no me sé… —Volví a interrumpirle.
—Esa canción la cantaba Yoongi cuando se
deprimía. –Rápido pidió perdón pero me negué a que se entristeciera con ello.
—¿Qué significa? –Preguntó curioso.
—Es una canción de protesta. La cantan los
que están en contra del país, los que están en contra de las leyes y el estado.
Se canta en las manifestaciones.
—No debería seguir cantándola entonces…
—No, por favor. –Me acurruqué de nuevo en
él y le abracé con fuerza—. Cántala, así me siento mejor.
—Arrójame
una piedra sólo si has hecho
tantas
cosas como yo
Nos
esforzamos, no tenemos miedo
Dámelo
Mejor
ponte nervioso
Los
últimos reyes para el final
Somos
a prueba de balas
Somos
a prueba de balas
A
prueba de balas.
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