PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 46
Capítulo 46
Jimin POV:
A los minutos Jeon me mandó un mensaje y
salí por la puerta de mi cuarto tardando menos de un minuto en llegar y cuando
estuve frente a la puerta y antes de llamar por su nombre, limpié mis mejillas
y recé porque mis ojos no estuvieran demasiado hinchados o enrojecidos porque
no soportaría un interrogatorio a pesar de que Yoongi me conocía como un libro
abierto.
Jeon abrió la puerta y regresó a mí la ID
que dejé por cualquier parte después de haber cerrado detrás de mí. Sintiéndome
avergonzado por mi comportamiento minutos antes en soledad caminé alrededor de
la cama algo nervioso tal vez intentando evitar mirarle a los ojos pero hice mi
mayor esfuerzo por parecer distraído y no prestar atención a mi propio problema
mental. Queriendo disuadirle de que me preguntase rápido saqué un tema de
conversación.
—¿Se lo has dicho? –Le pregunté y él
asintió—. No parece que se lo haya tomado mal.
—Es un chico fuerte. Ha vivido toda la
vida al borde de la muerte. No es como nosotros. Está hecho de otra pasta.
—¿Dices que soy más débil que él?
–Pregunté con una sonrisa pero él asintió a mi pregunta.
—Sí. Sin duda. –Me sentí insultado y le
retiré la mirada cruzándome de brazos de pie al lado de la cama—. Al principio
estaba un poco en shock pero tras despejarse unos minutos lo ha comprendido.
Tal vez necesite unos días para entenderlo del todo.
—Bien, me alegro que ahora lo sepa. No me
hubiera gustado ser él y vivir engañado. –Negué con el rostro mientras miraba
la pared, el escritorio, cualquier cosa lejos de su rostro.
—Jimin. –Dijo mientras suspiraba. Mi
nombre había sido un suspiro que había escapado de sus labios y tras el segundo
en silencio después de mi nombre no creí que hubiera sido pronunciado con el
consentimiento de su racionalidad. Sin embargo, ya era tarde, debía decir algo.
Y dijo lo peor que podía decirme entonces—. Te amo. ¿Tú me amas?
El silencio se hizo en todo el cuarto y
tras girarme a él con los brazos aun cruzados esperé porque dijera algo más ya
que yo no podía vocalizar por el nudo aún permanente en mi garganta. Se vio
obligado a continuar y no hizo sino empeorarlo todo.
—No lo soporto por más tiempo Jimin, mi
amor. Te quiero pero estoy harto de la vida que tengo. De esforzarme para nada, de ser otra persona
para mantenerme vivo. De negarme a mí mismo mis pensamientos por miedo a que me
maten, a que nos maten a ambos. Cuando me dispararon sentí mucho miedo de
morir, de perderte. Cuando tú mismo sufriste el accidente creí que me moriría
sin ti. Tengo miedo. No quiero vivir con miedo, Jimin. Pero temo por ti. Y por
mí. Y sin embargo lo único que quiero es estar contigo el resto de mi corta o
larga vida. Para siempre hasta que se me corte el aliento.
Sus palabras golpearon tan duro mi corazón
que yo mismo lo sentí partirse en mil pedazos. Sus ojos estaban encharcados
pero felices porque había conseguido formar palabras de sus pensamientos y al
fin sacarlos a la luz. No sería porque no me lo había dicho veces o porque no
lo supiera, pero escucharlos aquel día, escucharlos sabiendo que realmente no
viviríamos para hacer verdad todos nuestros sueños era tremendamente triste y me
planteé muy seriamente qué hacer a continuación teniendo como opciones salir
corriendo o golpearle por sus palabras. Nada de eso sucedió sin embargo cubrí
mis labios con mi mano ocultando mi expresión horrorizada por un llanto que
comenzaba aflorar y me acerqué dos pasos a la cama donde estaba sentado y al
tercero caí de rodillas a sus pies. Él se debió quedar impactado por mi acto
pero no lo sé. Yo ya no podía mirarle y oculté mi rostro entre las sábanas en
el borde del colchón. Lloré como un niño que descubre por primera vez la
verdadera realidad de la muerte, como un bebé que echa en falta el abrazo de su
madre o el de un hombre que pierde al amor de su vida a pesar de que está
frente a él. Frente a mí estaba y le sentía mucho más lejos que en toda mi vida.
Me lo arrebatarían y no fue hasta ese momento que quise abrazarlo y dejar que
me matasen a mí para no ver cómo me lo arrancaban de mis fríos y muertos
brazos. Lloré y grité todo lo alto que me dejó el nudo en mi garganta y él
comenzó a llorar también. Sus lágrimas cayeron cerca de mí en la cama pero él
no era capaz de decir nada, de hacer nada y cuánto habría deseado que al menos
me acariciase los cabellos sobre mi cabeza. O que me hubiera incitado a
mantenerme firme e insensible ante él pero no lo hizo. Yo no pude aguantar por
más tiempo el dolor en mi alma.
—¡Te amo, maldita sea! ¡Joder! –Grité
contra las sábanas—. ¡Te amo Min Yoongi! Tanto que duele. Me duele tanto, mi
amor. –Levanté el rostro para verle casi horrorizado por mis palabras porque no
era capaz de sonreír. Cogí su mano para dirigirla a mi pecho—. Mátame, por
favor, porque no quiero seguir viviendo con este dolor dentro de mí. Perdóname
por todo el daño que te he causado y por las veces que te he despreciado cuando
te sincerabas conmigo. –Su mano temblaba en las mías—. Te amo más que a nada en
este mundo. Sé que he tardado mucho tiempo en decirlo pero, ¿cómo hacerlo? Mis
sentimientos no son nada en comparación con lo que tú eres. No te mereces nada
mío y menos mi amor. Pero esto es todo tuyo. –Dije apoyando aún más su mano
sobre mi pecho—. Te amo con locura, mi amor.
Yoongi comenzó a llorar con una sonrisa de
satisfacción en su rostro. Se sentía tremendamente aliviado y con los minutos
yo comenzaba a sentirme igual pues por primera vez hablaba con sinceridad
aunque con miedo y total decepción cuando él no me contestaba.
—¿No vas a decirme nada? –Le pregunté aun
llorando ambos.
—Ahora ya puedo morir feliz. –Sus palabras
me dolieron mucho más que mi propia confesión y me abracé a su cuerpo temblando
y lloramos en el abrazo del otro. Me subí a la cama sin soltarle y tras oler
sus cabellos el tiempo suficiente como para no extrañarlo si me separaba de
ellos, besé sus labios equivocado pues anhelaba el abrazo nuevamente pero el
beso lo compensaba. El beso que surgió en ese momento no era nada con otros
besos que habíamos tenido antes. Era ardiente y cálido. Era cariñoso y
excitante. Perfecto e imperfecto, como ambos éramos. Tras separarme de él le
miré con los ojos encharcados aún y él me miró de igual manera.
—Tenía razón, yo no sé hacer el amor. Solo
se follar. Yoongi, mi vida, permíteme hacerte el amor como tenía que habertelo
hecho desde un principio. –Sin contestarme besó mis labios nuevamente y noté en
ellos un ligero temblor que me hizo estremecer a mí también. Tomé aquello como
un sí y tras coger fuerzas del llanto me incorporé en la cama y le hice tumbar
poco a poco sin apartar su mirada de la mía. Le hice mirarme incluso cuando se
sentía avergonzado o cohibido. Yo también lo estaba y tal vez incluso más que
él pero no podía permitirme que dejase de mirarme. Él me daba la fuerza que
necesitaba para amarle como se merecía.
Le desnudé no después que él a mí y besé
cada pequeña parte de su cuerpo con el más sutil cuidado hasta hacerle estremecer
de placer. Hice todo lo que me pidió y le complací de mil maneras aun
conteniendo mis necesidades. Él se dejó hacer por mí tan sumisamente como
siempre pero estuve con mil ojos en todos sus puntos erógenos y los estimulé
todo lo mejor que pude. Le oí gemir con placer como nunca antes había hecho y
le sentí desvanecerse en mis manos con cada embestida. Fui cuidadoso de no
dañarle y seguí los ritmos que él me pedía y no los que yo necesitaba. Mis
instintos se vieron sometidos a un segundo plano por las necesidades de Yoongi
y jamás había sentido un placer igual pues solo verle complacido me hacía feliz
hasta un extremo que yo no había conocido nunca.
Cuando terminamos le abracé y él lloró en
mi pecho. Yo lloré con él.
Ambos lo sabíamos. Esta era nuestra última
vez.
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