PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 44

 Capítulo 44

 

Jimin POV:

 

La luz del reloj digital en la sala de espera de la enfermería era tal vez la imagen más horrenda que he podido presenciar y tal vez se deba a que me pasé tres horas mirándola sin descanso. Desde el momento en que Yoongi entró a quirófano hasta que salió al fin, pero mientras estuve allí en la salita intenté distraerme con cualquier tontería solo por no pensar que estaban operando a Yoongi de su pierna. La bala se había alojado cerca del hueso y debían extraérsela lo antes posible para evitar una posible infección y después coser la herida. Uno de los enfermeros estuvo conmigo alrededor de un cuarto de hora explicándome la afortunada situación en la que el paciente se encontraba y lo que harían a continuación de extraer la bala. Tras la operación debería quedarse en cama varios días y tras que la herida cicatrizase le retirarían la escayola y podría andar de nuevo. Todo el proceso nos llevaría dos semanas mínimo hasta que pudiese andar y asintiendo y haciendo caso omiso de los detalles sin importancia que me decía, regresaba a mirar el reloj que se empeñaba en no avanzar.

Pasadas dos horas una televisión lejana llamó mi atención y recorrí los pasillos buscándola hasta encontrarla frente a una pequeña recepción en donde varios enfermeros y enfermeras la miraban desazonados. Varios renegados habían regresado a las lindes del muro y habían intentado quemarlo de nuevo. Gracias a las cámaras de vigilancia se había podido detener la protesta pero eso había llevado a acabar con la vida de veinte hombres y cinco mujeres que colaboraron en ello. No sé si la persona que lea este escrito será consciente de las barbaridades que mi país ha hecho o si está o no de acuerdo con ellas pero he de expresar aquí mi más sincero desagrado con la idea de juzgar y condenar a muerte a una persona que aún no había hecho nada. Llegué a pensar que ni siquiera tenían intención alguna de quemar de nuevo el muro pero nos lo vendieron así y nos mostraron unas imágenes borrosas y dañadas en las que nos hicieron interpretar lo que ellos consideraron oportuno. Ya no sabía hasta qué punto la realidad en la que vivía era autónoma del estado y hasta qué punto ellos controlaban mi vida. Pues si todo a mi alrededor estaba colgando de hilos como marionetas, ¿qué me hacía pensar que yo no era una de ellas? Me intenté convencer a mi mismo de que yo podía elegir y tenía la capacidad de decidir sobre mi vida. Una mentira tan grande como el muro que nos rodeaba y nos distanciaba de la cordura.

—¿Señor Park? –Me llamó el mismo enfermero que me había entretenido antes. Rápido aparté mis ojos de la pantalla y los posé en él, que traía una carpeta negra con un folio sobre la cubierta—. El señor Min acaba de salir del quirófano. Todo ha salido bien, como le dije. Está en la habitación 16, pero está dormido aun por la anestesia… oiga… señor Park…

A mí ya me importaba una mierda si estaba dormido o no, solo quería escuchar los latidos de su corazón a través de su pecho y comprobar que respiraba tranquilamente. Sabía que eso me haría sentir bien a mí también y nada más entrar le vi ahí tumbado, con ojos cerrados y la boca entreabierta. Su pierna colgaba de una venda a un gancho como estuve yo cuando me torcí el tobillo pero él se veía mucho más hermoso y perfecto. Aunque tras tres horas de quirófano su cuerpo estaba agotado y demacrado, a mi ojos era el ser más perfecto de la Tierra y las palabras en mi garganta dolían por no poder ser expresadas. A cada día estaba más seguro de mis sentimientos pero a cuanto más conocía de ellos más me daba cuenta de que menos me conocía a mí mismo. 

Dormido como estaba no se percató de mi presencia cuando entré y me senté a su lado en una silla. Suspiré y desviando la mirada a mi DC descubrí que eran las dos y media de la mañana y mandando un mensaje a cada uno como prometí hacer me acomodé en la silla ya algo menos nervioso y escribí:

—Ya ha salido de quirófano. Está dormido. Pasaré la noche con él.

Algunos me respondieron como TaeHyung o Jeon diciéndome que se pasarían a verle por la mañana o me deseaban suerte y una apacible noche a su lado. El resto ni se inmutó. Y sin embargo me sentí feliz de estar al lado de Yoongi y poder estrechar su mano en la mía aunque él no pudiera notar mi contacto, a pesar de que no me fuera a contestar si le decía que le amaba o ni siquiera me dignase una de esas miradas enfadadas, avergonzadas o incluso decepcionadas que tanto me gustaban de él. Acaricié sus falanges en la palma de mi mano y los miré detenidamente asombrándome de lo grande que era su mano en comparación con la mía y me sentí avergonzado por saber qué clase de perversiones y locuras hemos llegado a hacer con nuestras manos pero sonreí de repente al imaginarnos en pleno éxtasis con nuestras manos entrelazadas como habíamos hecho tantas veces. Su cuerpo sobre el mío sentado en mi regazo y sus manos en las mías. Su mirada cansada y extasiada de placer sobre la mía. Sus labios besando los míos.

Su mano se apretó con fuerza en la mía de repente y di un respingo en cuanto sus ojos se abrieron de golpe. No pude reaccionar porque no parecía consciente, sino más bien un sonámbulo que no es capaz de saber que ocurre a su alrededor. Mirando a todas partes confuso, desorientado pero cuando fijó su mirada en la mía pude ver que estaba más lúcido de lo que yo pensaba. Temiendo que le pudiese dar un ataque al corazón, pues sus  ojos estaban como platos y sus pulsaciones aceleradas, decidí levantarme y salir para llamar a alguna enfermera que calmase su repentino choque de adrenalina pero su mano agarrada a la mía me impidió hacerlo y me mantuvo a su lado mientras me miraba con los ojos fuera de sus órbitas.

—Era para él. –Dijo de repente y me acerqué a él porque no creí escucharle bien pero me equivoqué—. La bala era para él. Van a matarle, corre peligro. Todos lo corremos si nos interponemos en el destino.

—¿Qué? ¿Qué dices Yoongi?

—Es más fuerte que nosotros. El país pisa a los débiles y ensalza a los poderosos. Nosotros somos los más débiles. –Sus palabras tenían sentido pero me faltaba el contexto que se reproducía en su mente. Algo muy malo surcaba por ella y al contrario de estar contándome un pensamiento o una historia más bien parecía que repetía un dogma que había cavilado durante mucho tiempo—. Somos prescindibles. Somos… somos débiles. –Comenzó a perder la fuerza de la adrenalina y poco a poco se sumía de nuevo en el sueño—. Somos más débiles que los renegados. Somos prescindibles y… nadie… nos quiere… ni nos necesita.

Solté su mano en el momento en que calló dormido de nuevo y me dejé caer en el respaldo de la silla mucho más nervioso de lo que estaba cuando se despertó de golpe. No sabía hasta qué punto sus palabras habían sido conscientes o si las recordaría una vez se levantase. Tampoco estaba seguro de haber escuchado bien o de estar escribiendo exactamente lo que dijo porque sus palabras sin sentido junto con mi estado de nervios probablemente haya trastocado mis recuerdos pero creo haber sido fiel con sus palabras y tras pensarlas durante varios minutos seguí sin comprender parte de su teoría que de seguro dentro de su mente tenían algún sentido pero no para mí.

Algunas palabras quedaron en mi mente mucho más tiempo de lo que habría deseado.

Débiles

Prescindibles.       

 

    

 

 

 

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