PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 42

 Capítulo 42

 

Jimin POV:

 

Los pasos de mis muletas era lo único que se escuchaba mientras entrabamos Yoongi y yo en mi cuarto en silencio. No era necesario que se lo pidiera y mucho menos que él buscase mi permiso porque sabía que lo tenía. Ambos entramos dentro y cerró detrás de él mientras observaba con los ojos fijos mi camino torpe y descuidado con ayuda de las muletas hasta la cama y me senté allí dejando sobre el colchón los dos elementos de metal que me habían torturado las manos.

—Coge lo que quieras. Ya sabes dónde está la ropa. –Le dije y asintió mientras se conducía al armario en busca de cualquier cosa para pasar la noche.

Yo comencé a desvestirme quitándome primero los zapatos y dejándolos caer al suelo en cualquier parte. Yoongi odiaba el desorden pero jamás me dijo nada cuando estábamos en mi cuarto pues entendía que aquí no tenía jurisdicción. Siempre me gustó, de todas maneras, su mohín enfadado cuando me veía tirar los zapatos por doquier y no me importaba lo más mínimo.

Poco a poco me quité los pantalones y la camisa llevándome conmigo la corbata desajustada de mi cuello.

—¡Pásame algo de ropa! –Le dije y salió a medio vestir del vestidor con su torso al descubierto. No pude evitar mirar allí pero en mi mente no apareció ninguna idea sucia o sádica. Solo admiré su cuerpo con envidia y él me trajo un pantalón largo de chándal holgado y una camiseta blanca de manga larga. Antes de regresar al vestidor se detuvo a medio camino y se giró a mí para mirarme pensativo.

—Pon la tele. –Me dijo como si buscase algo en mi gesto a parte de llenar la estancia con el sonido del televisor. No fue sino las noticias lo primero que me sorprendió y no solo eso sino que salían imágenes de la plaza en donde minutos antes habíamos estado con todas las personas corriendo de un lado a otro muertas de miedo. Histéricas y perdidas.

Nada más que Yoongi rescató una camiseta como la mía pero en color negro salió de allí poniéndose frente a la tele observando como yo hasta qué punto la histeria había provocado la masacre en la plaza. Sus palabras me dejaron mucho más frío que antes.

—Parecen animales encerrados. –Su voz era de total admiración—. Se hubieran ahogado en su propio miedo. –Me miró buscando en mí el reconocimiento de sus palabras pero me limité a ignorarle y seguir mirando la pantalla que ahora mostraba lo sucedido en la muralla y como unas cámaras habían grabado a los renegados al otro lado lanzando bolas engrasadas y llameantes, haciendo que la escasa y seca vegetación del otro lado, es decir, de nuestro lado, ardiese en llamas rápidamente y sin control. De seguro que en una hora y con el viento a favor las llamas habrían alcanzado la ciudad pero no fue así gracias a Dios y las imágenes siguientes mostraban la sofocación del incendio y cómo poco a poco se capturaba a los renegados que habían sido los causantes de aquello.

Yoongi desapareció unos segundos en el baño y regresó de nuevo al cuarto con un cepillo de dientes en su boca no queriendo perderse ni un solo instante de las noticias. Yo me retraje en la cama hasta sentarme contra el cabecero y me arropé con las mantas cansado. Algo me decía que no dormiríamos en horas viendo la televisión pues a pesar de mi cansancio estaba tremendamente preocupado. Algo me decía que esto nos traería consecuencias pero no sabía hasta qué punto nos involucrarían en esto.

 

 

Desperté con el sonido de la respiración de otra persona a mi lado. Abrí los ojos muy lentamente y vi como el sol salía poco a poco por el horizonte. Respiré fuertemente queriendo estirar mi cuerpo acomodado al colchón pero otro había en mis brazos que me lo impedía. El cuerpo de Yoongi hecho un ovillo respiraba de mi cuello y me alejé unos centímetros de él para verle mejor. Era sin duda la imagen más hermosa que se podía recibir para comenzar el día y queriendo reprimirme sin conseguirlo, besé sus labios los cuales me respondieron al instante provocándome que me separara de él. Él se rió de mí.

—¿Estabas despierto? –Pregunté mientras él abría los ojos para mirarme sonriendo.

—Sí, llevo ya un rato.

—¿Por qué no me despiertas? —Pregunté enfadado.

—Te ves hermoso dormido. Pareces un bebé.

—Estúpido. –Susurré y me interné entre las sábanas para torturar su cuerpo con mis labios pero rápido nuestros DCs sonaron y nos incorporamos de golpe preocupados. No debían sonar pues entendimos que nos darían el día libre y teniendo en cuenta la hora, era aún demasiado pronto para nada. Un mensaje nos avisaba. Debíamos reunirnos todos de inmediato.

Y así procedemos vistiéndonos con nuestros trajes de entrenamiento y subiéndonos a una furgoneta que nos llevó hasta el límite de la ciudad donde los renegados la noche antes quemaron el muro. Los culpables se presentaban ante nosotros vestidos con ropas sucias y ajadas, probablemente las suyas propias, y con unas bolsas de tela sobre la cabeza ocultando sus rostros para que las cámaras que estaban por doquier no los gravasen y pusieran las personas compadecerse de ellos pues de un momento a otro, los fusilaríamos.

—Procederemos al fusilamiento de los líderes del intento de golpe de estado. –Dijo YongGuk y acto seguido ya estábamos arrebatándoles la vida de la manera más chapucera que había visto jamás. Todos lo hicimos sin excepción e incluso cuando le tocó la hora a Jeon lo hizo casi con ensañamiento seguramente por el propio odio que sentía ante la situación. Todo parecía normal pues no era la primera vez que hacíamos algo parecido y tras que comenzaramos a retirarnos comencé a sentir como algo dentro de mí se descomponía con el grito de Jeon que anunciaba su más horrible pesadilla.

—¡PADRE! –Oímos todos y nos detuvimos para mirar a Jeon arrodillado al lado de sus dos víctimas, una de ellas con el rostro descubierto y mirando a la nada mientras la sangre brotaba de sus labios ya sin vida. El grito de Jeon me hizo sentir el mismo miedo o casi el mismo que le recorría por dentro pues fue tan agónico que incluso a mí se me encharcaron los ojos y me vi obligado a aparecer a su lado para retener su espectáculo temiendo porque le fusilasen a él, o peor, nos fusilasen a todos—. ¡MAMÁ! –Gritó una vez había descubierto el rostro de su madre en su segunda víctima y aferrándose a los cadáveres comenzó a sollozar gritando y blasfemando contra su suerte. Desgraciada la mía que me vi obligado a separarlo de ellos aunque me partiese el alma.

—JungKook, vasta. —Dije con Hoseok a mi lado intentando, como yo, sacarle de allí pero mis palabras no hicieron sino obligarle a gritar más fuerte y, desesperado por regresar junto con los cuerpos, pataleaba y gritaba haciéndome pensar que en cualquier momento podía estallar frente a nosotros para matarnos a todos. Su odio no apareció, al contrario. A los segundos recapacitó y se incorporó yéndose con nosotros de allí.

—¡Perdonarme! ¡No lo sabía! –Rogaba mientras aún se debatía en su mente

—Jeon. –Le dijo Jin casi como justificación—. No lo sabía. Yo… no lo sabía.

Sus últimas palabras antes de desaparecer de la escena fueron demoledoras. Consiguieron entristecerme mucho más de lo que creí posible conseguir.

—Mamá, papá. No os olvidaré. Os quiero. Perdonarme.

No sabía hasta qué punto llegaría a sentir lo que él estaba sintiendo en aquél momento.       

 

    

 

 

 

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