PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 39
Capítulo 39
Jimin POV:
A pesar de verme con una pierna colgando
de un gancho y con un brazo vendado me sentía tremendamente ligero y pequeño.
En mí la morfina ya comenzaba a hacer efecto y la enfermera me hizo compañía en
mis ratos de soledad en los que se veía en la obligación de cambiarme los
vendajes, de curarme las heridas en las manos o en el rostro, o simplemente a
cambiarme el gotero de morfina. Había pasado un día y aun seguía esperando la
presencia de Yoongi a mi lado. No apareció y estaba seguro de que no lo haría.
Algo más fuerte que tú y que yo lo sabía, él no aparecería a visitarme.
Desde mi ingreso Taehyung y Hoseok me
ayudaron llevándome mi DC y cosas básicas para poder entretenerme y que no me
aburriese. Namjoon y Jin hablaron conmigo haciendo de intermediaros entre
YongGuk y yo ya que se veía que no le debió gustar mi descuido en el momento de
revisar las cuerdas que utilizaría pues estaba yo más pendiente en el avión de
cómo Yoongi y Jeon hablaba que de mi propia seguridad.
—¿Quiere que le traiga el desayuno? Ha
pasado mala noche, señor Park, tal vez desea dormir un rato. –Me dijo la enfermera
con una agradable sonrisa y no pude evitar responderle de la misma manera
negando con la cabeza en respecto a la comida.
—No tengo hambre, pero gracias. –Unos
golpes en la puerta llamaron nuestra atención y ambos vimos a Jeon golpeando
sutil y tímidamente la madera mientras miraba dentro comprobando mi deplorable
estado. Rápido la mujer habló.
—El señor Park desea dormir, no es bueno
que…
—No importa. –La corté deseoso de mantener
al fin una conversación con alguno de mis compañeros. A falta de Yoongi, Jeon
ocuparía su lugar.
—Hola Jimin. –Dijo cuando nos quedamos a
solas y cerró la puerta detrás de él para dejarnos aún más intimidad.
—¿Qué tal, Kookie? –Le pregunté ansioso de
conversación. De saber de él, de su bienestar. De él y de Yoongi, desde luego.
—Bien. ¿Y tú? –Palmeé la cama a mi lado y
le hice sentar a mi vera.
—Ya me ves. Un poco dolorido pero la
morfina es deliciosa. –Sonreí infantil—. Dijeron que he tenido mucha suerte en
no romperme las costillas pero que debo permanecer en cama tres días.
—¿Te dejarán salir para el cumpleaños de
Jin? –Preguntó y asentí aunque mis ganas de ir eran mínimas.
—Tienes mala cara… —Le dije sonriendo, él
me miró también con esa expresión.
—No más que tú. –Suspiró reconociendo su
deplorable estado y culpándome a mí de él—. No he dormido por tu culpa.
—¿Mi culpa? –Me mostré sorprendido pues no
alcanzaba a comprender que su preocupación por mí llegase a tal extremo de
robar su sueño. Me sentí confuso. No era a él a quien debía molestarle.
—Sí. Estaba preocupado por ti. –Ambos
reímos por sus palabras y sintiendo cómo poco a poco la morfina se apoderaba de
mi cuerpo me tumbé a su lado mirando al techo. Estaba un poco sucio pero así
pensé mejor y cambié de conversación a una que me interesase más.
—¿Tú estás bien? –Asintió—. ¿Y Yoongi?
¿Está bien?
—También. Todos estamos bien, Jimin. –Su
pequeña mano va a mi frente y retira de allí algunos mechones que debían
estorbarle a la hora de mirar mi rostro. No me importó ni mucho menos y más
aún, me recordó a mi madre cuando ella me acariciaba los cabellos. Comencé a
sentirme indefenso y desnudo y creí que podría controlarlo y mostrarme ante él
como estaba acostumbrado a aparentar pero a medida que pasaban los segundos y
con ayuda de la morfina, mi lengua se fue soltando para proporcionarle una
información que no debería adquirir y menos de mí.
—Soy muy descuidado. Debí asegurar bien la
cuerda y comprobar que no corría peligro.
—Ya no importa. Aprenderás para otra vez.
—Kookie… —Cambió el tono de mi voz por
culpa de un nudo en mi garganta—. Pensé que no tendría miedo.
—¿A qué te refieres? –Fui incapaz de
mirarle nuevamente sintiendo como estaban las lágrimas aflorando en mis ojos.
—Si muero. Siempre he sido valiente.
Cuando me herían solo aumentaban mi ira para contraatacar. Pero esto ha sido
diferente.
—¿Hum?
—Cuando sentí la cuerda romperse en mis
manos fue un subidón de adrenalina que me heló el cuerpo. Mientras caía pensé
que iba a morir. Estaba seguro de ello y tenía miedo, JungKook. Cuando nos
embarcamos en las misiones mi cabeza fría no me permite tener miedo pero hoy
que he corrido serio peligro, me hizo replantearme tantas cosas…
—¿En qué pensabas?
—En mi mamá. En su comida casera y en qué
pensará si me pasara algo. Tenía miedo por ella. En mi papá. Pensé en Yoongi
también. No pensé en cómo se sentiría él si me pasara algo, sino en que nunca
le he expresado mis sentimientos abiertamente y… yo… —Me mordí los labios hasta
hacerme daño solo porque no me viese llorar—. No quiero morir aun, JungKook.
–Su mano en la mía era muy agradable y sin darme cuenta la apreté temblando.
—Tal vez, si le dices lo que sientes… —Sus
palabras dolían.
—No me creerá. Le he hecho tanto daño… He
interpuesto demasiadas cosas a su felicidad. A la nuestra.
—¿Qué cosas?
—Yo… creí que sería feliz. No lo soy Jeon.
–Al fin las lágrimas aparecieron y cubrí mi rostro con el brazo avergonzado—.
Pensé que si trabajaba por el estado este me recompensaría. Creí que era algo
mejor que nosotros. Algo que… debíamos…
—Jimin…
—Ningún hombre debería sentir miedo.
Nunca.
—¿Miedo?
—Miedo a perder. Miedo a hablar. Miedo a
ser quien realmente somos.
—¿Quién eres realmente, Jimin? –Su
pregunta me descolocó más que por inquietante porque no pude proporcionarle una
respuesta clara, ni yo mismo la tenía.
—No soy nada. Nadie que valga ya la
pena. Soy valiente para huir y no para
enfrentar mis sentimientos. Mientras caía, Jeon, tenía miedo pero cuando mi
cuerpo al fin chocó contra el coche por un segundo me creí muerto y ¿sabes qué?
Tan solo por un segundo fui feliz pensando que ya no tendría que seguir con una
vida que no quiero.
—¿Quién eres realmente, Jimin? –Preguntó
de nuevo.
—Alguien cansado de no verse recompensado
por un esfuerzo que me ha costado la felicidad.
Ahogado con mis propias lágrimas me giré en la
cama y escondí mi rostro en su pierna aferrándome a ella para sollozar como un
niño. Me sentía débil y perdido más que por mi estado físico por todas las
palabras que acababa de soltar de golpe pero dentro de mí se desató un nudo
bien apretado que me había estado torturando por mucho tiempo. Al fin pude
expresar, aunque con palabras burdas y sin sentido, lo que sentía de verdad. Yo
mismo me había visto reflejado en esas palabras y era un sentimiento maravilloso
expresarlas y mostrárselas a otro que pudiera juzgarlas por él mismo. No lo
hizo sin embargo no se movió del lugar cuando le abracé y menos me dijo nada al
respecto. Se mantuvo en silencio probablemente en shock y escuchándole suspirar
varias veces hablé de nuevo ya casi al borde del sueño.
—Me arrepiento de tanto, Jeon… Perdóname.
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