PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 38

 Capítulo 38

 

Jimin POV:

 

            Cuando el frío ya comenzaba a hacer mella en nosotros nos encomendaron otra misión pero esta era diferente pues con nosotros estaba Jeon y cuando supe que sería YoonGi quien se encargaría de él sentí un alivio enorme al mismo tiempo que un temor inmenso. En ningún momento me había planteado hacer de niñera de nadie pero menos aún me agradaba la idea de que a YoonGi le pasara nada por culpa de él o incluso de protegerle. Sabía que lo haría si era necesario.

Nada más estuvimos todos en el pabellón nos dieron los detalles de la misión y rápido me asignaron con Taehyung y Hoseok para colarnos en la habitación del susodicho y robar lo que en este caso era un pendrive. No tenía la misma experiencia que TaeHyung y Hoseok en este tipo de cosas ya que normalmente era yo quien iba con Yoongi pero por la cualidad de ser inocente y probablemente un blanco fácil, eligieron a Jeon para ocupar mi lugar. Celoso no es la palabra más indicada porque sentí ira absoluta. Quise hacer que no me importaba, pero no era cierto y menos cuando los vi sentados el uno al lado del otro durante todo el trayecto a Nueva York.

Cuando aterrizamos, Tae, Hoseok y yo nos metimos en una furgoneta y vi de lejos a Yoongi introducirse en la limusina que le llevaría al hotel. Le miré y sentí verdadero miedo al pensar que tal vez era la última vez que le veía porque era muy probable que le pasase algo y muriese. Me torturaba pensando que posiblemente lo matasen allí dentro y no tuviese la oportunidad de despedirme de él y menos de recoger su cadáver. Lo enterrarían en una fosa común o lo triturarían para servirlo de comida en aquel hotel. En ningún momento pensé que sería a mí a quien le sucediese lo peor.

Una vez comenzamos el trayecto el silencio era inmenso y mirando a ambos lados en la furgoneta solo encontraba rostros tristes, deprimidos o incluso distraídos como eran Hoseok y Taehyung. ¿Cómo explicar hasta qué punto los había perdido? ¿Cómo saber si podría confiar en ellos en caso de una emboscada? Nada me lo aseguraba así que preferí mantenerme en silencio temiendo provocar la ira de alguno y se tomase la misión como excusa para quitarme del medio. Yo era para ambos un estorbo.

Cuando llegamos nos bajamos de aquella furgoneta que desapareció escondiéndose en unos callejones cercanos y vimos el camino despejado hasta la trasera del hotel pues se habían encargado de dejarlo limpio de seguridad Jin y Namjoon. Cuando nos situamos en la calle en donde unos coches ocultaban nuestros cuerpos, cogimos unas pistolas de nuestras cinturas y las disparamos hacia la parte alta, no demasiado, del hotel hasta que unos enganches se encaramaron en la repisa de la azotea. Una cuerda se descolgaba desde allí y con ayuda de esta comenzamos a escalar los tres; yo en medio y los otros dos compañeros a ambos lados de mi cuerpo.

La mayoría de las habitaciones estaba desocupadas o a oscuras y el resto con las cortinas echadas con lo que no podían reconocer nuestra presencia. Cuando llegamos a uno de los ventanales más amplios Hoseok nos hizo detenernos y sacó de su bolsillo un láser que desprendía suficiente calor como para cortar el cristal. Lo vi hacer, con pulso de acero, un círculo perfecto en el cristal por donde cupiésemos y tras completarlo activó en sus guantes unas ventosas en sus yemas que sujetaron el cristal desplazándolo con sumo cuidado al interior. De no haberlo hecho el ruido habría provocado que el personal de seguridad que custodiaba la puerta o simplemente el de limpieza hubiese querido entrar a comprobar qué ocurría. Fuimos más cuidadosos que eso y una vez dentro dejamos las cuerdas colgando dentro para poder encaramarnos a ellas una vez quisiésemos salir. El miedo dejó de dominarnos una vez pisamos el suelo del cuarto y Taehyung informó desde el micro en su muñeca que acabábamos de entrar.

—Estamos dentro. –Informó a todos los pinganillos de los siete en la misión. Su voz me hizo sentir más seguro de mis actos y rápido nos pusimos a buscar desesperados por todo el cuarto con cuidado de no dejar huellas o signos de que habían rebuscado por doquier. Fui yo quien lo encontré, el pendrive. Estaba en un pequeño estuche de terciopelo escondido en un cajón de la cómoda. Allí, bajo un pañuelo blanco estaba oculto y rápido se lo extendí a Taehyung dejando todo tal y como lo habíamos encontrado. Suspiré aliviado y antes de salir Taehyung se aventuró a informar de nuestra salida—. Estamos fuera.

Ambos cogimos nuestras respectivas cuerdas y nos encaramamos de nuevo fuera. Ya sentí mi misión completa y esas mariposas en el estómagos después de un trabajo bien hecho me hicieron sentir confiado. Mis manos estaban cubiertas por guantes y me aferraba con decisión mientras descendíamos paso a paso con cuidado de no resbalar y caer al vacío pero algo dentro de mí gritó auxilio cuando la cuerda cedió un poco a mi peso. Fue un tirón extraño como si poco a poco la materia de la que la cuerda estaba hecha se deshilachara. Temí que fuera cierto pero un segundo tirón me hizo ascender la mirada para toparme con la posibilidad muy probable de caer. Lo supe incluso antes de que sucediera y el pánico me inundó de repente. Fui plenamente consciente y primer testigo de cómo la cuerda cedió en mis manos. Se partió a la mitad e incluso sentí como el brazo de Taehyung intentaba sujetarme antes de caer. Demasiado tarde porque la cuerda se partió y mi peso me llevó al vacio.

Como se puede entender no morí, pues no estaría escribiendo esto pero sí tengo que recalcar que me creí muerto incluso antes de impactar contra el coche bajo mi cuerpo. Mientras descendía agarrado a nada, la adrenalina era total en mi torrente sanguíneo. Antes de impactar vi a mi madre abrazándome el día antes de ingresar en BTS y a mi padre a través de la pantalla anunciando las noticias. Extrañé de repente el olor del pelo de mi madre y la calidez con la que me acariciaba el rostro cuando le sonreía. Sentí el impacto del cuerpo de un niño de once años chocar conmigo y el puchero enfadado de sus labios cuando me vio por primera vez. Vi su palidez, su rostro contraído en una mueca de desagrado constante. Sus manos acariciándome, sus labios besándome y fue en el instante antes de detener mi caída cuando me sentí totalmente arrepentido de mi comportamiento, de mi vida entera en respecto a Yoongi y en respecto al resto de mis compañeros. Durante años habíamos tenido misiones pero jamás estuve tan seguro de que moriría. Y así me creí.

Mi cuerpo impactó brutalmente contra la luna de un coche y rápido la chapa de este se amoldó a mi cuerpo todo lo que pudo. Caí de lado y rápido el dolor invadió todo mi lado golpeado. Mi tobillo palpitaba como nada y dejé de sentir el brazo para compensar el tremendo dolor en mi hombro. Estaba seguro de que me había roto miles de huesos y de que allí me quedaría a morir porque no estaba muerto pues el dolor era tanto que gritaba vivamente por ayuda. Antes de lo esperado o tal vez después de una eternidad los gritos de Taehyung y Hoseok aparecieron.

—¡Chim—Chim! ¡Chim—Chim! ¿Estás bien? –Mordí mis labios mientras les escuchaba intentando aguantar las lágrimas y los insultos. Sus brazos me recogieron y rápido vi sus rostros mareados y aterrorizados por mi aspecto. Debía ser desagradable sin duda y apenas me habían sostenido unos segundos y sus manos se habían manchado de sangre. Más me preocupé de no poder mover un brazo y de que mi tobillo se hinchase por momentos. La furgoneta apareció de repente y a partir de ese momento el dolor era tan intenso que los recuerdos están borrosos. Recuerdo estar en la furgoneta con Hoseok y Taehyung mientras ambos me preguntan qué siento, qué me duele, de qué padezco.

—¡El tobillo! ¡Me duele! ¡Y el brazo! ¡Creo que me lo he dislocado! –Recuerdo que giré, pero no estoy seguro porque tal vez solo susurrase, presa del miedo y el dolor. Sin embargo, y entre mis lamentos y sollozos, conseguí escuchar la voz de Yoongi a lo lejos. Era él, que había llamado porque Namjoon no podía contactar con nosotros y alarmado por nuestras voces en los pinganillos se habrían asustado.

—Suga. ¿Qué tal ha salido todo? –Preguntó Hoseok a la nada. Oír su nombre me hizo poder tomar una gran bocanada de aire.

—Bien. ¿Qué le ha pasado a Chim—Chim?

—Usamos cuerdas de escalada desde la azotea para descender hasta el dormitorio del señor Kang pero al salir de él la cuerda de la polea de Chim—Chim se rompió y cayó al vacío. Menos mal que no era una gran altura. Se ha torcido un tobillo y tiene el hombro dislocado.

 —Maldita sea. ¿Estáis ya en la furgoneta?

—Sí. Ya vamos.

—En quince minutos nos encontramos. –Cuando dejé de oírle mi dolor se hizo más fuerte y rápido mis lágrimas comenzaron a limpiar mi rostro ensangrentado.

Cuando la furgoneta se detuvo mis dos compañeros me ayudaron a salir de ella cargando conmigo cada uno a cada lado de mi cuerpo. Oigo la voz de Jeon llamándome y sus pasos rápidos al interior del avión. Yo mismo no recuerdo haber llegado dentro porque subir las escaleras supuso un dolor mucho más intenso que caminar dentro, ante la atención de todos, me condujeron a uno de los asientos y el avión despegó para alejarnos de aquel inmundo país. Una vez allí Jin se acercó a mí para recolocar mi hombro haciéndome creer lo imposible, que el dolor no podía ser más.

Jeon estuvo a mi lado todo el tiempo curando los cortes en mi rostro y en mis manos mientras otros vendaban mi pie y posaban sobre él una bolsa de hielos comprobando que no estuviese roto. Solo un esguince. Me tomé unas pastillas que rápido comenzaron a adormecerme y antes de darme cuenta, ya estaba desvariando e incluso creía ver el rostro de Yoongi sentado frente a mí. Nadie había más alrededor y creyéndome en un sueño, hablé.

—Te vi. –Le dije y su ceño frunció sin entenderme—. Antes de chocar, te vi. Tenías once años y me mirabas enfadado porque había chocado contigo y no me disculpé. –Yoongi llevó su mano a sus labios completamente sorprendido por mis palabras y juraría que se pondría a llorar pero Jeon llegó para hacerle fingir que nada pasaba. Desdibujo esa apariencia sorprendida cuando Jeon se sentó de nuevo a mi lado y no pude aguantar más y caí en un dulce sueño en donde el dolor no existía y yo no era más que un niño perdido por unos grandes y largos pasillos de oro.   

 

    

 

 

 

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