PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 35
Capítulo 35
Jimin POV:
Al día siguiente en los vestuarios se
criticó de nuevo mi casi instintivo gesto en la prueba por salvar a Jeon y el
único que pareció defender mi decisión fue Jeon mientras que el resto parecían
ausentes a la conversación o bien se sumaban al conjunto de críticas. Yo me
ceñí a asentir cabizbajo y dejar que Jeon me defendiese aunque lo único que
provocase es que el enfado del resto aumentase. Yo sabía que no me perdonarían
mi comportamiento y menos viniendo de mí, siempre fiel a las normas, siempre
tan predecible. Comenzaba a cansarme de ser quien todos esperaban que fuese y a
actuar según el resto quería solo para satisfacer el orgullo herido de otros.
No.
Los días posteriores nada ocurría y eso
era lo que más me dolía pues a cada hora que pasaba extrañaba con más fuerza la
presencia de Yoongi a mi lado. A pesar de ello era consciente de que en
cualquier momento él regresaría a buscarme, vendría a mi lado nuevamente y
queriendo evitarle el jueves por la tarde en vez de ir al gimnasio, donde
siempre estaba yo entrenando, me refugié en la piscina climatizada con
intenciones de entrenar allí mientras nadaba pero nada más llegar, me sentí en
paz conmigo mismo. Una extraña atmósfera, mezcla de la luz azul desde la base
del agua y el olor del cloro me hizo sentir recogido y a gusto en el ambiente.
Me senté en el borde de la piscina y me arremangué los pantalones para no
mojarlos. Solo sumergí mis pies desnudos hasta las pantorrillas pero era
suficiente para hacerme sentir bien.
Durante días me había creado un dolor de
cabeza que no se desvanecía y temía comenzar a tomar medicación al respecto
pues no sabía hasta qué punto mi cuerpo podía acostumbrarse a ella y necesitar
posteriormente una dosis más alta para saciar los síntomas. Yo sabía que el
problema estaba en mí y en que ni en un segundo paraba para dejar de pensar en
Yoongi. Mi amor se había tornado obsesión y no una sana y hermosa. Me estaba
matando por dentro y más aún me dolía saber que yo le dañaba a él. El camino se
había cerrado para mí y ya no estaba seguro de cómo solucionar nuestro
problema. Ya no sabía si lo mejor era realmente dejarle a un lado o continuar
adelante. Algo me decía que no podía evitar estar con él. Yo lo sabía, pero no
quería aceptarlo. No podía.
La puerta sonó a mi espalda mientras las
ondas del agua azul se reflejaban en las paredes del pabellón. El sonido de
unos pasos inconfundibles parecieron aumentar mi dolor de cabeza y antes de
darme cuenta ya se estaba sentando a mi lado mientras miraba mis pies
sumergidos en el agua algo confuso. Su mueca, la reconocí sin necesidad de
verla, era un tanto extrañada por mi anormal comportamiento pero le pareció
gracioso y sonrió encogiéndose de hombros. A los segundos, habló.
—Te he estado buscando. –Su voz dolía como
un hierro al rojo vivo sobre mi piel. Dolía más que no es escucharla y no creía
que hubiese dolor mayor que ese.
—¿Para…?
—Para verte, solo eso. –No aparté los ojos
del agua. Era difícil no hacerlo pues la más bella y hermosa persona del mundo
estaba sentada a mi lado y era todo un reto no atreverse simplemente a
fisgonear de reojo. Más el dolor podía aumentar y no estaba dispuesto a hacerlo.
—Pues ya me ves. –Comencé a mover los pies
bajo el agua, nervioso.
—Ya me ha contado Jeon… —Dijo sin más y ya
supe a qué se refería.
—No hacía falta que me entregases como a
un caramelo. ¿Me veo como a una puta, Yoongi? ¿Eres mi chulo, acaso? –Mi voz
era tranquila, ya no me quedaban fuerzas para discutir sin embargo él se rió de
mis palabras, inocente por mi suave tono de voz.
—No lo veas así, sino como un ajuste de
cuentas.
—Ya veo. ¿Crees que no puedo conseguir
sexo por mi cuenta?
—Yah, déjalo. ¿Te divertiste? Pues eso es
lo que cuenta.
—Me fascina la facilidad que tienes para
no sentirte celoso. –Se encogió de hombros—. No sabía que me regalases así de
fácil. Debo importarte bien poco…
—Pensé que así ya no estarías de morros.
Sé que desde que estuve con Jeon ya no confías en mí así que quise…
—¿Tú que sabes lo que pienso? ¿Lo que
siento? No sabes nada. –Dejé de mover mis pies y me apoyé en mis manos en la
piedra sobre el suelo.
—Sé muy bien lo que piensas…
—No te las des de psicoanalista, por
favor. Si supieses lo que pienso no me vendrías buscando. ¿Qué quieres de mí,
Yoongi? ¿Eh? ¿Sexo? ¿Quieres sexo? Ve con Jeon, con quien quieras, pero déjame
en paz.
—¿Ves? Estás celoso por lo de Jeon.
–Suspiré amargamente. Yo no era bueno con las palabras e intentaba escogerlas
con cuidado para no dañarle pero él estaba cegado pensando que mi estado era
tan solo una rabieta infantil.
—Lo de Jeon me importó en su momento,
claro que sí, pero ese no es el problema.
—Admites que hay un problema. Bien. –Ahora
sí le miré atónito.
—¿Cuál es el problema para ti,
exactamente?
—Mi problema eres tú.
—Mi problema soy yo mismo. —Dije y él me
miró confuso—. Cuando te vi llorando en el baño, Yoongi, terminé por darme
cuenta de todo. Es culpa mía. Soy yo el problema y la solución es muy sencilla.
—¿Qué solución? –Pareció incluso asustado.
Yo no lo estaba menos que él.
—Se acabó. No sé si alguna vez tuvimos algo
o no pero esta cosa, esto que tenemos, tiene que terminar aquí y ahora. Se
acabó. –Repetí pero él no parecía entenderlo, más bien no lo asimilaba.
—¿A qué te refieres? ¿Acaso me has amado
alguna vez? ¿Acaso somos pareja? No.
—No lo sé. Solo sé que de ahora en
adelante no somos nada. Nada. –Dejé de mirarle, no soportaría verle atónito
ante mis palabras.
—¿Por qué? –Se atrevió a preguntarme.
—¿Por qué? –Mostré incredulidad—. ¿No es
evidente? No soy bueno para ti. No soy bueno para nadie y menos para mí mismo.
Me muero cada vez que discutimos y sé que a ti tampoco te hace bien. Quiero ser
mayor y hacerme viejo, vivir muchos años, y en cada pelea que tenemos me quito
años de vida. Si tenemos una discusión más ya no sé si querré seguir adelante
así que prefiero terminarlo todo ahora. Aquí. En este momento.
—No hemos intentado no discutir…
—Eso no se concibe. ¿Crees acaso que
alguna vez no hemos discutido? Siempre que estamos juntos acabamos por
gritarnos y tirarnos de los pelos.
—No, hay momentos en los que…
—Cuando tenemos relaciones no cuenta,
Yoongi. Y lo sabes. Buscamos el sexo desesperados, como una salida a nuestra
ira o a nuestro estrés.
—Eres muy egoísta. –Dijo al rato.
—¿Por qué? Solo pienso en ti cuando hago
esto, ¿no te das cuenta?
—No me has preguntado en ningún momento
qué es lo que yo quiero. –Suspiré.
—¿Qué es lo que tú quieres? –De repente
enmudeció. Le miré a los segundos porque no contestaba y miraba el agua tan
abstraído como hacía yo antes para aislarme de todo. Sabía que no me contestaría
y no lo hizo. Permanecimos en silencio unos minutos hasta que por fin hablé yo,
presa del miedo de su silencio—. Espero que hayas entendido todo lo que te he
dicho y lo que conlleva.
—Sí. –Dijo sin más y suspiró.
—Bien. Ahora, ¿puedes dejarme solo? Seguro
que tienes mucho que hacer. –Intenté que mis palabras sonaran amables y al
menos así pareció entenderlas por lo que asintió y se levantó de mi lado para
marcharse sin más. Cuando el silencio regresó me sentí completamente dolorido
como si acabase de pelearme hasta quedar moribundo. Suspiré y rápido se formó
un nudo en mi garganta. Cubrí mi rostro con mis manos y rápido comencé a
llorar. Mis lágrimas cayeron en el agua de la piscina donde podía dejar de
distinguirlas de entre toda el agua que la llenaba. Sollocé amargamente hasta
sentir mis ojos arder y aun cuando creí que no podía doler más mi alma, fui
plenamente consciente de mis palabras y comprendí que jamás volvería a tener a
Yoongi entre mis brazos, jamás cataría de nuevo sus dulces besos. Jamás podría
oler la curva de su cuello en medio del orgasmo. Él ya no era mío y eso me
mataba.
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