PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 32
Capítulo 32
Jimin POV:
Cuando la furgoneta se detuvo con nosotros
dentro sentí como toda la responsabilidad de mis gestos cayera de repente sobre
mis hombros. Temí por mi mismo en el momento en que nos castigasen y temí por el
resto de mi equipo, víctimas de mi imprudente conducta. Comencé a imaginarme
cómo nos castigarían y como me vería obligado a ver cómo castigaban a Yoongi
por algo que sabía, él consideraba buena conducta. Pero este extraño miedo se
consumió al instante en que las puertas se abrieron y comenzamos a bajar.
Regresó el cuerpo de Jeon a mis brazos y cargué con él a la enfermaría. Todos
nos reunimos allí y esperé por minutos a que me recriminasen algo.
No fue hasta que las enfermeras terminaron
su trabajo que nadie habló cuando al fin estuvimos a solas.
—Jimin.
—Dijo YongGuk— Sabes que lo que has hecho va en contra de las normas de la
prueba. —Asentí mientras pronunciaba un firme y sonoro "Si"—. Tú y tu
equipo tenéis que ser penalizados por tu comportamiento. —Suspiró de repente
alicaído como quien se ve forzado a aplicar un castigo a un inocente—. Mañana
es tu cumpleaños. —Habló de repente con una sonrisa compasiva en sus labios—.
Considéralo un regalo de cumpleaños. —Palmeó mi hombro y se marchó dándonos a
entender que no obtendríamos castigo alguno.
Namjoon y Yoongi agradecieron aquél gesto
pero a mí me pareció del todo hipócrita y era muy probable que no me hubiese
castigado por no tener que soportar después una reprimenda de Jeon aplicando a
este estado corrupto y demacrado su utópica justicia. Yo no di las gracias
porque dentro de mí deseé que me castigasen porque me aferre a la convicción de
que aquello que hice estuvo mal. Debí haberle dejado allí y sin embargo algo me
decía que hiciera lo que hiciese habría sentido los mismos remordimientos. Si
hacía lo que mi conciencia me dictaba mi mente se aferraba a la convicción de
que no debía saltarme las normas establecidas, y de haber actuado según mi
criterio jurídico, los gritos de Yoongi me hubiesen torturado por días y noches
enteras. No me intento excusar de mi comportamiento ni tampoco imponer mi
mentalidad ni mi justicia a nadie. Solo explico cómo dentro del sufrimiento
escogí el dolor menos agónico con el que vivir.
El cuerpo de Jeon se removió en la cama y
frunció su ceño tentándome a sentarme a su lado y acurrucarme con él entre las
sábanas. Le envidiaba por estar ajeno a todo a su alrededor porque aun sin ser
mago podía oír claramente lo que todos pensaban. Yoongi me alababa, TaeHyung me
agradecía, Hoseok me odiaba, a NamJoon le decepcioné y a Jin, él estaba más
preocupado de que su padre no se enterase de mi comportamiento extravagante o
probablemente cancelaría el proyecto BTS.
Uno a uno fueron marchándose hasta que nos
quedamos Taehyung, Yoongi y yo a solas en la habitación que le asignaron a Jeon
pero por poco tiempo más estuve allí. TaeHyung se acercó a la cama de Jeon,
besó su frente y se marchó tras despedirse de ambos con una sonrisa. Nada más
que la puerta se cerró el ambiente se tornó tenso o tal vez fuese tan solo
impresión mía pero algo me decía que yo sobraba en esa escena o incluso que
Yoongi lo hacía. No. El verdadero problema allí era yo y Jeon incluso con su
ausencia habría hecho que todo fuese mucho más difícil. El silencio no perduró
por mucho tiempo.
—Jimin, yo. ... —Intento decir Yoongi pero
yo me giré de espaldas a él y me conduje a la puerta. Muchas voces parecidas a
la suya había ya en mi mente como para escucharlas en estéreo.
—Déjalo
estar. —Le dije queriendo evitar una conversación. Era de noche y lo único que
deseaba de él era su silencio—. No podemos convivir el uno con el otro sin que
uno de los dos salga dañado. —Agarre el pomo de la puerta y le miré de soslayo.
No era capaz de enfrentar su mirada—. Lo mejor será distanciarnos. Ya no te
molestaré más. — Mis propias palabras dolían más que mil disparos, quemaban
mucho más que mil infiernos y aun así me aliviaron con su salida pues aunque
renunciaba al amor de mi vida, sabía que era lo mejor. De esto si estaba seguro
dentro de la confusión en mi mente. Él sin embargo parecía mucho más perdido
que yo.
—No, Jimin yo... —Conocía el tono de su
voz mucho mejor que la mía propia y pondría la mano en el fuego por apostar que
estaba a punto de disculparse conmigo o de valorar y ensalzar lo que había
sucedido pero queriendo evitar una nueva discusión y sintiendo unas nauseas
terribles me conduje fuera del cuarto y cerré con fuerza queriendo acallarle a
él y a todas las voces en mi cabeza.
Cuando llegue al fin a mi cuarto me
desvestí y me tire en la cama sintiendo un terrible dolor de cabeza
invadiéndome. Algo muy malo había hecho que no me dejó dormir y pasadas las
tres de la mañana salí de la cama para conducirme al cuarto de baño y mirarme
en el espejo. Necesitaba comprobar que seguía siendo yo y que nada en mí había
cambiado lo suficiente como para no reconocerme. Llevé mis manos a mis ojos y
estiré de la piel bajo ellos haciendo que las ojeras parecieran desaparecer.
Delinee la forma de la nariz. Los pómulos, los labios incluso. Todo parecía
estar en su sitio pero era como ver un cuadro abstracto en que las partes por
separado parecían tener sentido pero el conjunto de ellas sobre la superficie
de mi rostro no era coherente. Me lavé el rostro confuso, me miré de nuevo y
sonreí triste. Hablé con mi reflejo quien me respondió con una agradable
sonrisa.
—Feliz cumpleaños, Park Jimin.
…
Desperté aturdido y miré a todas partes
creyéndome en un día de diario en que tuviéramos que trabajar pero rápido me
desplome en la cama consciente no sólo de que estábamos en un día libre sino
que era mi cumpleaños. La angustia comenzó a invadirme y el dolor en mi cabeza
era tal que incluso no recordaba cual era mi edad y cuántos años cumplía hoy.
Tras pensarlo por un rato sin encontrar una respuesta que me satisficiera, deje
de buscarla y me acomode entre las sábanas. ¿Qué importaba? Nada en absoluto.
Cuando mi cerebro comenzó a funcionar con
más claridad pude incluso vislumbrar un recuerdo borroso de mi nombre siendo
llamado. El de Yoongi probablemente en medio de la oscuridad. Los golpes de una
puerta también y se me paso la posibilidad de que tal vez había venido a verme
de madrugada o incluso apenas minutos antes pero no podía estar completamente
seguro de ello y tal vez fuesen sólo pequeños fragmentos de distorsionados
recuerdos que se afanaban por aparecer de la nada para perturbar mi sueño.
Debía levantarme. Debía hacerlo pues estaba cercana la hora de la comida pero
no tenía fuerza ni para moverme así que opté por no hacerlo.
Cuando dieron las cinco de la tarde las
sábanas comenzaban a estorbarme y para liberarme de ellas me levanté de un
salto enfadado y me conduje a la ducha esperando que el agua, borrase los malos
pensamientos de mí y pareció funcionar porque cuando salí de ella deje de darle
importancia a lo sucedido y me miré en el espejo mucho más a animado que anoche.
Mi cerebro comenzó a resetear todo lo sucedido ayer pero el presente se ocupaba
de recordármelo nada más que salí de mi cuarto camino a las cocinas. Dadas las
horas mi estómago rugía enfadado y hambriento. Mis pies me llevaron a las
cocinas para pedir algo de las sobras pero en el camino me topé con Hoseok que
me detuvo del cuello de mi camiseta mientras pasaba por su lado. Rápido sus
gestos se tornaron amenazantes y mi mirada no pudo ser más agresiva. No estaba
de humor para una discusión y menos para agredirle pero si tenía que hacerlo no
dudaría ni un instante. Dadas las circunstancias de lo sucedido el día anterior
creí que me recriminaría mi comportamiento con Jeon pero este no era su
problema. Sus verdaderas intenciones se alejaban mucho de lo que yo creía que
hice mal.
—¿Se puede saber qué diablos te ocurre? —Le
pregunté mientras me miraba de esa manera que de tantas veces verla me acabó
asqueando.
—Ponle una mano encima y tendrás que
vérselas conmigo y mis cuchillos. Sabes que no tienes nada qué hacer. —Pensé en
Jeon y rápido fruncí mi ceño. Nuestras voces no sobrepasaron el volumen normal
pero aun así eran fuertes y agresivas.
—Le recogí del suelo aun a riesgo de que
me castigaran. ¿Qué diablos dices?
—No hablo del renegado, estúpido de mierda.
Hablo de Yoongi. —Un escalofrío recorrió mi cuerpo sintiéndome completamente
desnudo e indefenso ante sus posibles conocimientos de nuestra relación. Si es
que entonces se podía llamar así.
—¿Qué tiene que ver Yoongi?
—No te hagas el estúpido. ¿Crees que
estamos ciegos? ¿O sordos incluso? Ayer gritabais como para que os oyesen desde
el otro lado del muro. —Rápido lo comprendí. Él nos había escuchando en la
prueba. Probablemente incluso me vio amenazarle con el fusil.
—Tu hyung no necesita un guardaespaldas.
Sabe protegerse solo, ¿no crees? Ya es mayor.
—Si no llego a interrumpir la conversación
a saber cómo habríais acabado.
—Tú le disparaste. —Saberlo me hizo hervir
la sangre. Era una prueba, lo sé, pero le destrozaría la cara por herir a
Yoongi.
—Claro que fui yo y os escuché lo
suficiente como para saber que algo más de lo que queréis mostrar ocurre entre
vosotros.
—No te metas donde no te llaman. Ve a
sonsacar a Yoongi si quieres porque de mí solo vas a obtener golpes.
—No necesito saber qué diablos ocurre
entre vosotros dos, bastante tengo con pagar por vuestro infantil
comportamiento.
—Entonces, ¿qué diablos te ocurre? ¿Qué
tienes en mi contra?
—Solo te advierto. No le pongas una mano
encima, no se te ocurra hacerle daño o te prometo que te mataré. —Soltó mi
camisa y se alejó de mí dejándome ahí parado. Confuso y desorientado me giré
para ver como se marchaba y llegué incluso a creer que Hoseok se había
enamorado de Yoongi, que lo amaba tan intensamente como yo. Pero no, su amor no
era algo carnal ni sentimental. Lo que le torturaba era la admiración hacia su
hyung y la imposibilidad de alcanzar a ser como él. Lo que para mí era el amor
de mi vida, para él era un ídolo a quien admirar. Y nuestra rivalidad coincidía
en que yo destrozaba todo lo que él admiraba de su Dios.
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