PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 31

 Capítulo 31

 

Jimin POV:

 

Al fin la semana de entrenamientos concluía con la prueba semanal, no sin antes presenciar con total repugnancia como discutían sobre ella frente a mis ojos. Yoongi y Jeon no podían ser más cercanos.

—¿Nervioso, Jimin? –Preguntó YongGuk mientras comíamos hablando acerca de mi cumpleaños del cual distábamos aún dos días.

—Sí, seguro que todo será genial.

—¿Qué ocurre? –Preguntó Jeon a Tae confuso.

—Este domingo es el cumpleaños de Jimin, como todos los años se celebrará una fiesta en el palacio de Luces de Oro. El hijo del presentador más famoso del país cumple años. Todo el mundo asistirá.

—¿Yo puedo ir? –Tae asintió a su pregunta pero de haberme preguntado a mí no le habría dejado ir—. ¡JIMIN! ¡Podré ir a tu fiesta de cumpleaños! –Gritó y le miré enfadado. Sentí como en cada uno de sus gestos se burlaba de mí y de su condición con Yoongi.

—No puedo creerlo, ya veinticinco años, que mayor. –Dijo Jin sonriendo. Mi edad me importaba un bledo.

—No olvidéis que mañana será la prueba, chicos. No os emocionéis. –Nos recordaba Namjoon mientras nos abofeteaba con sus crueles palabras.

—¿Qué será esta vez? –Todos miramos a Jeon por sus palabras.

—Kook, no sé si tú deberías participar esta vez.

—Pero, Namjoon, he mejorado mucho. ¡YongGuk! Yo quiero hacerlo. –La manera en la que se comportaba como un niño conseguía sacarme de quicio. 

—Lo mejor es que se acostumbre a las prácticas cuanto antes. –En todos nosotros estaba el miedo de que Jeon no fuera capaz no solo de no superar la prueba con dignidad, sino de cargar con su torpeza y falta de práctica. Solo rezaba para que si al final se animaban a dejarle participar, no fuese en mi equipo.

—¿Seguro? –Preguntó Jin.

—Sí.

—¿Qué ocurre, YongGuk? –Preguntó Suga.

—Es una práctica nueva. Creemos que estáis lo suficientemente capacitados como para soportarla.

—JungKook no lo está. –Dijo Suga. Todos reímos.

—Ni siquiera os he contado en qué consiste aún.

—No me hace falta. Él no irá.

—Estoy de acuerdo, Kook aún debe practicar más. –Añadió Tae.

—El problema no es la práctica, chicos. –Susurró YongGuk—. Utilizaremos balas del tres. –Todos detuvimos nuestros gestos, esto no nos lo esperábamos. Nos mataríamos.

—¿Tres? –Pregunté sintiendo como la comida ya no se deslizaba por mi garganta.

—Sí, sé que es un cambio brusco pero debéis estar preparados.

—Jeon no irá. –Afirmó Suga serio y negando con la cabeza decidido a no dejarle ir. Ni yo estaba seguro de que debiese hacerlo.

—Es lo mejor, ¿no lo entendéis?

—Es un dolor horrible.

—Lo sé pero…

—Iré. –Dijo Jeon de repente haciéndonos enmudecer a todos. Sin duda mis golpes habían hecho mella en él pues le había dejado idiota—. No puedo tener ventajas sobre otros. Tengo que ponerme al día ya.

—Bien dicho. –Alabó Jin confundiéndome. Jeon no debía hacerlo, no estaba preparado.

—Pero… —Tae intentó recriminarle.

—Antes de que se me olvide. –Nos recordó YongGuk—. La prueba de mañana se realizará a partir de que el sol se meta. –Todos nos miramos entre nosotros—. Mañana hasta las diez de la noche, disfrutad de vuestro día.

La cena terminó con un silencio sepulcral, y sin embargo en mi mente comenzaba un sentimiento desconocido. Injusticia. Tratar a Jeon como a uno más, con los mismos privilegios y con los mismos castigos que el resto, tan solo con dos semanas de estancia aquí, me torturaba. Si le dejaban participar demostrarían que no se tomaban en serio nada de lo que hacíamos. Qué locura, la seriedad no era algo que caracterizase nuestro estado.

 

 

El cielo oscuro siempre me había producido desde pequeño la inseguridad de la ceguera. Siempre tuve miedo de la oscuridad pero con los años aprendí a controlar ese miedo y a utilizar la tensión que este me provocaba para estar en constante alerta. En mi mano el fusil era tres veces más pesado que otros días porque sus balas podrían provocarnos el dolor más agónico que hubiésemos conocido y sin embargo estaba dispuesto a usarlo a mi favor a la mínima en cuanto se me presentara la oportunidad de salvar mi integridad.

Mis pasos resonaban lentamente en cada pisada de la tierra con escombros. Ya en la prueba Namjoon, Yoongi y yo nos separamos para conducirnos individualmente por caminos diferentes en busca de los cuatro contrincantes a los que teníamos que disparar. Todos pensábamos en que ninguno sufriría el dolor de las balas pero por muy concienciados que estuviéramos la realidad era otra muy diferente.  Mínimo tres de nosotros tendrían que ser disparados para que esto terminase. No estaba dispuesto a dejar que me dispararan.

Pasados veinte minutos desde que nos separamos comencé a escuchar unos pasos cercanos. Se acercaban a los míos que probablemente también él hubiese oído y me detuve de inmediato. Me escondí tras un muro derruido y suspiré varias veces cogiendo el fusil con fuerza, el miedo atenazó mi cuerpo porque no solo no sabía quién era sino que dependiendo de quien fuese, debía dispara o no. O, ¿qué más daba? Nos dispararían a todos igual. Cuando los pasos estuvieron ya a la vuelta de la esquina donde estuve parado salté fuera apuntando a mi victima con el arma pero la reacción que recibí fue de total sumisión a mi comportamiento, viendo a un Yoongi tembloroso, alzar las manos mostrándose débil.

—¡Soy Yoongi, idiota! –Dijo y rápido bajé mi arma preocupado de dispararle y provocar una agonía innecesaria—. ¿No miras tu DC? ¿No ves que ese punto de ahí soy yo? –Me dijo mientras cogía mi muñeca y me lo mostraba. El miedo había dominado mis sentidos lo suficiente como para olvidar el resto del mundo. Solo pensaba en no sentir dolor.

—Perdona, estoy asustado. –Reconocí y él ignoró mis palabras a lo que hubiera deseado que se preocupase y me diese ánimos.

—Te has desviado de tu ruta. ¿Qué diablos haces buscando por ese sector?

—Me he perdido. –Asumí—. La verdad es que no iba pensando en nada. Lo siento.

—Vuelve a tu camino. –Me dio un pequeño empujón para que me alejase de él y Yoongi siguió caminando lejos conduciéndose entre las calles de edificios en ruinas. Yo no quería estar a solo así que le seguí—. ¿Qué diablos haces? ¿Por qué me estás siguiendo?

—No hables tan alto, pueden escucharte. –El miedo caló en su cuerpo igual que en mí y me dejó caminar a su lado hasta que no pudo contenerse por más tiempo comenzando a susurrar enfadado.

—¿No tienes a otro a quién acoplarte?

—Te he dicho que no hables. ¿No me escuchas?

—¿Y tú a mí? ¡Vete! –Gritó mientras me empujaba de nuevo—. ¡No quiero tenerte cerca!

—¡Voy a dispararte yo si no te callas!

—¿No te repugno, Park Jimin? ¡Pues vete y déjame en paz! –Le detuve agarrando su brazo, mi sangre comenzaba a arder y seriamente quería dispararle—. ¿Por qué paras? Deja de hacer el idiota, estamos en una prueba.

—Hablemos. Tenemos que hablar de lo que ocurre.

—¿Qué ocurre? No ocurre nada. –Comenzó a hacerse el loco tal vez temeroso de que alguien nos oyera—. No es el mejor momento para solucionar nuestros problemas, ¿no crees?

—Me da igual. –Agarré de nuevo su brazo porque me dio la espalda. Odiaba que me ignorase y si había algo más doloroso que su indiferencia era su rostro de insensibilidad con la situación. Le apunté con mi arma y rápido se detuvo cuando me oyó cargarla. Se giró a mí lentamente y esbozó una sonrisa cínica, creyéndose a salvo conmigo.

—No vas a dispararme.

—¡Háblame o te disparo!

—Creí que había quedado claro. Se terminó, no lo soporto más. –Sus palabras intentaban sonar calmadas pero no lo eran. A mitad de la frase su voz se quebró.

—¿Qué no soportas? ¿No me soportas a mí o no soportas tus sentimientos? ¡Afróntalos!

—¡Basta! –Yoongi me apuntó con su arma y estaba completamente seguro de que me dispararía. Yo no era capaz pero él sí y más aún cuando sobrepasara el límite de razón y sensatez—. ¡No lo aguanto más!

El sonido del disparo se produjo pero estaba seguro de que yo no había disparado. El sonido parecía lejano, nada que ver con nosotros pero el miedo fue el mismo que si hubiese sido a nuestro lado porque la bala sí nos alcanzó haciendo que Yoongi cayese al suelo agarrándose el hombro. Su arma cayó de sus manos y un grito aterrador cruzó la noche naciente de sus labios. Habíamos atraído al enemigo con nuestras voces y sin embargo aún aferraba con fuerza mi arma creyéndome culpable del disparo. Me sentía agresor y víctima al mismo tiempo. Salí corriendo mientras Yoongi se retorcía en el suelo y me disparaban sin alcanzarme perdiendo las balas en el suelo. Antes de darme cuenta perdí a mi perseguidor y me detuve aun escuchando los gritos de Yoongi que no sabía si eran reales o tan solo un producto de mi mente. Quise regresar a donde le dejé. También pensé en marcharme a casa a llorar. Pero algo me obligaba a continuar pues tenía la responsabilidad de ganar por mi equipo ya que por mi culpa, nos habíamos quedado sin un compañero.

Pasaron unos minutos hasta que comencé a oír pasos. La noche se me hizo mucho más negra. Mucho más tenebrosa y el frío se instaló en mis huesos después de la intensa carrera por salvar el trasero. Cuando esos pasos se intensificaron siendo evidente que se dirigían a mi posición comencé a escabullirme entre las rocas en el suelo ocultándome tras ellas. Pude ver sin duda alguna el brillo de la luna en el pelo de TaeHyung y sus rasgos a medias. Suspirando y tragando saliva le apunté mientras caminaba despreocupado y le disparé, arrastrando con él, el cuerpo de Jeon al suelo.

—¡Corre! –Gritó Taehyung mientras empujaba a Jeon de su lado que insistía en quedarse con él. Deseaba que lo hiciera para que su “muerte” me resultase más sencilla pero inducido por el miedo salió corriendo hasta que le hice creer que le perdí la pista. Me alejé de la recta ruta que seguía y cuando detuvo sus pasos yo detuve los míos en el camino paralelo. Oía su acelerada respiración incluso desde mi posición y creí incluso sentir los latidos de su corazón. Tal vez fueran los míos que se veían desbocados por la carrera. No pude controlarme por más tiempo y me lancé contra su cuerpo creyéndose libre de mí. Caí sobre él en el suelo y su arma salió disparada por los aires. Indefenso, fácil, sencillo. Y sin embargo me costó horrores dispararle. Creí que no sería capaz.

—Te dije que me la pagarías. –Mi voz hizo que me reconociese al instante e intenté convencerme a mí mismo de que esto era la verdadera justicia, de que lo que estaba a punto de hacer, era mi deber, mi trabajo. Mi único cometido en la vida. Apunté el fusil en su pecho y presioné allí hasta hacerle temblar. Él lo apartó de sí con un manotazo pero yo le apunté de nuevo. Tanto Jeon como yo sabíamos que iba a dispararle y hacerle ver consciente de ello, le hizo enloquecer desesperado por el miedo.

—¡JIMIN! ¡No me dispares, te lo suplico! –Mordí mis labios con fuerza por sus gritos y sonreí cínico. Se veía demasiado teatrero como para hacerme creer que realmente sentía tanto miedo—. ¡POR FAVOR! –Apunté con más firmeza el cañón en su pecho y cerrando los ojos disparé haciendo que el retroceso golpease levemente mi hombro. Esperé que gritase, que convulsionarse debajo de mi cuerpo y estaba preparado para presenciarlo pero nada más que la bala golpeó su pecho sus manos apretaron con fuerza mis piernas a cada lado de su cuerpo y gritó agónico los primeros cinco segundos. De sus ojos rodaron dos gruesas lágrimas y de repente sus manos dejaron de tener fuerza. Su ceño se relajó y perdió toda fuerza desplomándose en el suelo.

Se había desmayado por el dolor pero increíblemente su grito aun seguía en mi mente y no cesaba.  Sentí como su miedo se acercaba a mí y me abrazaba, me ahogaba hasta asfixiarme. Sentí náuseas, sentí ardor en el pecho. Una cálida sensación de nostalgia y desazón me invadió y al no reconocerla enfurecí. Me levanté de su cuerpo siendo un peso muerto para él y tiré mi fusil al suelo con el miedo de que se disparar y me dañase pero a pesar de ello lo hice y lo pateé mientras gritaba enfadado. Me revolqué en mis propios sentimientos intentando reconocer en ellos algo racional que me permitiese continuar con la prueba  pero su grito no cesaba y llamaba mi nombre con lágrimas en los ojos. Cuando el silencio de mis voces me permitió escuchar más detenidamente el sonido de mi corazón pude comprobar cómo el grito de Jeon se degradaba hasta un grito que oí una vez a alguien de su edad cercana. Un grito que perduró en mis sueños y que se manifestaba en mis pesadillas cada noche.

De repente todo parecía simple y tan solo un camino se me iluminaba. Desconecté mi DC y me acuclillé al lado del cuerpo de Jeon en el suelo mientras retiré de su rostro uno de sus mechones que ocultaba sus facciones y desprendí la bala de su piel. Suspiré enfadado conmigo mismo y lo cargué en mis brazos levantándome con él. Mi cuerpo estaba mucho más rebosante de adrenalina que antes y cuando me incorporé con él en mis brazos Namjoon apareció de la nada alarmado porque no detectaba mi señal en el DC. Nada más verme, su rostro palideció.

—Se ha desmayado. –Dije y en ese mismo momento su miedo pasó a ser enfado y decepción no con Jeon sino por mi comportamiento.

—¿Y qué demonios te crees que haces? Déjalo en el suelo y sigue. –Buscó por todas partes mi fusil y cuando lo halló en el suelo me miró ahora sí comprendiendo mi comportamiento. No me dijo más porque sabía que no cambiaría de parecer y con el cuerpo de Jeon en mis brazos me conduje a la furgoneta que nos esperaba medio kilómetro al sur.

Mientras caminaba me convencía de que lo que hacía era lo correcto y no hacía falta que me autoadoctrinase, no era necesario pues con cada paso los gritos de Yoongi en mi memoria disminuían y perdían fuerza porque mi conciencia se calmaba. Era una sensación incluso agradable, por primera vez mis demonios desaparecían.

Cuando llegué a la camioneta allí estaba YongGuk que nada más verme salió a mi encuentro completamente confuso. No necesité explicarle nada porque Namjoon nos había seguido de cerca y él le explicó todo. Yo no escuché nada de lo que hablaron y me interné en la camioneta mientras me sentaba en uno de los asientos laterales con Jeon en mi regazo. Ahora sí pude escuchar bien su repugnante conversación.

—Mandaré un mensaje a todos para que vengan. –Dijo YongGuk.

—¿Puedes creerlo? Las normas estaban muy claras. –Decían Namjoon con un tono de decepción.

—¿Qué le ha ocurrido a Jeon?

—Se ha desmayado por el dolor. Ha interrumpido toda la prueba por el puto renegado.

—Ya veo. ¿Y qué debo hacer? Ya hablaré con él.

—Déjalo estar, vaya a ser que empeoren las cosas.

—¿Debería permitir que se vuelva a repetir?

—No he dicho eso, solo… —Cayó cuando el resto aparecieron, los vi venir de lejos  por la puerta estando como estaba, abierta de par en par.

—¿Qué ha ocurrido? –Preguntó Taehyung mientras se acercaba corriendo a la furgoneta. Su voz estaba quebrada y probablemente desgarrada por los gritos de dolor. Él fue el primero en entrar a la furgoneta y nada más verme, intentó descifrar lo que había pasado por mi mente para comportarme de tal manera. El resto hablaron fuera y tras informarse de lo sucedido, subieron todos dentro. Todos sin excepción y comenzamos a regresar a casa.

Durante todo el trayecto no despegué los ojos de Jeon temiendo las miradas de mis compañeros los cuales me juzgaban hasta puntos inalcanzables o eso me creí yo. Estaba confundido, sin duda porque TaeHyung miró más por la salud de Jeon que por la prueba en sí y Yoongi, mirándome con una sonrisa tímida, se enorgullecía de mi acto. Este fue el peor momento de todos, haberme dado cuenta de que actué según como Yoongi hubiera hecho y traicioné mi propia personalidad para cumplir sus deseos. Suspiré angustiado mientras retomaba la mirada al rostro de Jeon que se veía plácidamente dormido. Le abracé colocando su rostro en la curva de mi cuello y rodeé su cuerpo con mis brazos queriendo acunarle.

Con gran dificultad me quité la chaqueta y la puse sobre su cuerpo temiendo que el frío le dañase. En el espacio vacío a mi lado que debía ocupar Jeon se sentó TaeHyung que sonriéndome de manera cálida y acogedora me sustituyó en mi tarea de reconfortar a Jeon y lo dejé en sus brazos confiando en que supiera cuidarle mucho mejor que yo.

Nuevamente miré los ojos de Yoongi que me analizaban sin reparo. Cuando me sonrió de aquella manera, todo mi mundo se tornó confuso perdiendo el norte. ¿Qué estaba bien? ¿Qué estaba mal? Yo ya no lo sabía.      

 

    

 

 

 

 

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