PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 24

 Capítulo 24

 

Jimin POV:

 

Al día siguiente se nos plantea la prueba semanal. He de reconocer que no recordaba una prueba tan complicada y tan dolorosa físicamente. El final del combate no tuvo nada que ver con ello pero no es algo que se pueda olvidar. Comenzaré por el principio. La jaula es un entrenamiento que ya hicimos otras veces pero en aquella nos pasamos los unos con los otros cansados siempre de perder en pruebas insignificantes y que el dolor de los disparos no compensaran el esfuerzo hecho. Aquél día nos tomamos en serio aquella prueba por nosotros mismos y porque JungKook supiera de qué pasta debía hacerse. Irónicamente, él ganó a costa de golpear mis debilidades más íntimas.

Escogimos los números de manera ciega quedándome yo con el número uno, Taehyung el dos, Hoseok el tres, Jin el cuatro, Yoongi el cinco, Namjoon el seis y el pequeño Kook, el siete. Pobre de él si yo llegaba al final, pensé pero se me mostraba difícil. De todas maneras y entrando los dos primeros en la jaula nos miramos Taehyung y yo desafiantes. Yo portaba en mis manos dos katanas y él una maza. Nada más que le vi escoger aquello supe que se rendía a mí desde el primer momento por eso, y por la poca amistad que ya nos unía, decidí no ponerle las cosas difíciles y tras dejarle que me quitase una de las katanas de la mano, enganché la punta de la otra en la cadena metálica de su arma y le dejé desnudo ante mí. Le apunté con mis armas en su cuello y tras rendirse oficialmente, entraron los otros dos contrincantes.

Mis otros dos contrincantes no eran fáciles porque Hoseok estaba entre ellos y portaba dos de sus armas favoritas, dos cuchillos pequeños. Agradecí haber sido inteligente porque me quedé con las katanas que en sus manos habrían sido mortales pero aun así, sabía que se me haría difícil salir de aquello sin ningún rasguño. Jin, en cambio, llevaba en sus manos una lanza de dos metros que no engañaba a nadie. La habían puesto como opción desesperada para aquellos que estaban ya de los últimos. Creyó tener oportunidad pero no fue sino en los primeros segundos que mientras intenté mantener a Hoseok a raya, partí su lanza en dos.

A partir de ese momento todo resultó complicado porque yo no sabía usar mi arma pero Hoseok manejaba con precisión y puntería las suyas y me lo demostró lanzando uno de sus cuchillos a mi pierna. Lo sentí cortando la piel de mi muslo y caí al suelo sin poder evitarlo. Me palpé unos segundos gimiendo y viendo como la sangre abandonaba mi cuerpo. Miré a Hoseok, el cual me miraba compadeciéndose de mi desgracia pero con una sonrisa triunfante, dándome a entender que si él hubiera querido, me habría matado al instante clavándome el cuchillo en la yugular. Era injusto, porque yo hacía mi mayor esfuerzo pero él se rebajaba a mi nivel solo para no acarrear con una muerte en su conciencia.

Yo intenté incorporarme pero antes de conseguirlo el cuerpo de Hoseok cayó sobre el mío haciéndome perder el control de las katanas en mis manos. El cuchillo de su mano en lo alto brillaba con la luz de los halógenos. Me miró furioso y gritando, clavó el cuchillo en mi hombro llevándose consigo parte de la tela de mi ropa. Me vi por un segundo agonizando bajo su cuerpo y el dolor era tremendamente ensordecedor. Tanto como los gritos procedentes de mis labios. Furioso por el propio dolor le pateé lejos y con toda la fuerza de voluntad que mi cuerpo almacenaba, saqué el cuchillo de mi hombro y me abalancé a su cuerpo en el suelo. Yo no me rendía, no lo haría jamás y menos delante de él. El rostro de Yoongi apareció de la nada en mi mente para acongojarme y hacerme sentir impotente como ayer. Su expresión cansada y derrotada. Triste y perdida. Por culpa del hombre bajo mis puños. Le golpeé ciego por la ira de un dolor completamente dentro de mi cuerpo, nada superficial.

Él perdió pero no me pareció suficiente y el miedo y la adrenalina en mi cuerpo se vieron comprimidos porque tocaba el desdichado momento de competir contra Yoongi. Los vi entrar a él y a Kook con Namjoon. JungKook, con el rostro descompuesto y con ojos brillantes vino a mí en el suelo y me miró temeroso de la sangre en mi cuerpo. Intentó preocuparse por mí pero sus palabras no hacían sino hacerme sentir mucho más furioso. Le tiré lejos y me incorporé como pude mirando a Yoongi a los ojos. Él me miraba sin expresión alguna y lo agradecí en sobremanera porque de haberme mostrado pena o preocupación, yo mismo habría sucumbido a sus sentimientos para comenzar a palidecer. Pero no. Él estaba inamovible y eso me mantuvo fuerte.

Todo comenzó y me enfrenté a un hacha en las manos de Yoongi y un martillo en las de Namjoon. Para intentar administrar mi trabajo primero me deshice de Yoongi y le alejé de mí golpeando con una patada en su pecho de lo que más tarde me arrepentiría porque comenzó a toser y de la imposibilidad para remediarlo me enfrenté a Namjoon con todo lo que tenía. Mis katanas no sirvieron para mucho pero tras patear su pierna le hice caer y después golpeé su cabeza haciéndole perder. El filo de mis katanas me condujo al cuello de Yoongi el cual también eliminé sin que hiciera mayor esfuerzo.

Solo me quedaba JungKook y lo vi ahí parado, tan indefenso con una mísera navaja en sus manos que me pareció una presa fácil. En mis manos, el hacha y el martillo, predominaban en fuerza y voluptuosidad. Él me miró al principio temeroso de Dios pero tras que yo y mi lengua del diablo le hiciéramos enfadar se dirigió a mí con carrerilla y me pateó mis partes haciéndome caer al suelo mientras el mundo se me caía encima. Un mareo momentáneo y unas náuseas traicioneras. Me vi frente al ganador y me arrepentí de haberle provocado. Todo el dolor que aún permanecía en distintas partes de mi cuerpo no había merecido la pena y había jugado mal. Este dolor ya no se comparaba al disparo que habría recibido de perder. Pero lo peor es que había perdido. Me dispararían de todas maneras.

Y así fue. El primero por ser el último en perder. El dolor fue insoportable pero más aún fue la vergüenza de que alguien como Jeon, que no estaba acostumbrado a verme en esa faceta, tuviera que escuchar mis gritos de dolor. El minuto pasó antes de lo esperado pero mi cuerpo seguía doliente y por cada una de las heridas seguía sangrando. Creí que esta sería mi mayor preocupación después de que me dispararan pero cuando llegó el último de nosotros, todo perdió su sentido.

—¡Taehyung! –Gritó YongGuk pero no se quedó solo ahí—. Por perder, una bala. Por tramposo, otra más. –Mis ojos se abrieron porque jamás me esperé de él que hiciera trampas. Al parecer, todo por defender a Jeon de salir el segundo. Rápido la decepción me invadió siendo consciente de que Taehyung jamás habría hecho nada parecido por mí, pero mi más putrefacta envidia se desvaneció cuando las palabras de Jeon inundaron la estancia.

 —¡Alto! –Se interpuso en el disparo—. Asumo su castigo.

Aquello no solo me produjo un extraño sentimiento de odio sino también de miedo porque sabía que este comportamiento suyo no nos traería más que desgracias y cuando la palabra justicia salió de sus labios, algo dentro de mí se recompuso. Tapé mis oídos a aquellas palabras y me protegí a mí mismo de él. Yoongi por el contrario le miraba atento y triunfante. Las palabras de Jeon no hicieron sino ensalzar los confusos y extraños pensamientos de Yoongi que siempre debieron permanecer ocultos. Por primera vez me di cuenta de que ellos se parecían más entre sí que Yoongi conmigo y no fueron los celos, los culpables de odio hacia él. Sino la autocrítica que me hice durante años y que ahora no me permitía asemejarme a Yoongi.

 

 

Nada más que terminamos la prueba me conduje directo a la enfermería acompañado de YongGuk y en su expresión se denotaba una tremenda ira contenida por el desafiante espectáculo de JungKook. Esperó a que me atendieran y una vez estuve en manos de las enfermeras él parecía con intención de marcharse pero le hice contenerse con una sádica sonrisa.

—¿Ocurre algo?

—Nada. –Dijo y miró algo el su DC despreocupado. Queriendo parecer ausente.

—No te gusta que te lleven la contraria, ¿no? Ese niño nos llevará a la desgracia.

—Ya aprenderá cómo son las cosas aquí.

—Ya puedes meterle en vereda antes de que se te suba a las barbas, este no tiene pinta de haber tenido una buena educación. –Cavilando mis palabras y con una seria expresión se marcho despidiéndose con un movimiento de cabeza. Tras quedarme a solas me desvestí hasta que me quedé en ropa interior y me desinfectaron las heridas en la pierna y en el hombro para luego coserlas y darme unos calmantes. Estos no comenzaron hacer efecto hasta que no me terminé la escasa y asquerosa comida que me sirvieron, sobras de lo que el resto había comido.

Cuando estaba comenzando a quedarme dormido alguien golpeó la puerta y por el trozo de cristal transparente pude ver el rostro de Yoongi sonriéndome compasivo. Sonreí junto con él y ese fue el permiso que le di para entrar junto conmigo en la pequeña habitación.

—¿Cómo estás? –Me preguntó y yo me incorporé en la cama intentando no hacer fuerza con el brazo del hombro dañado. Acercándose una silla se sentó a mi lado.

—Bien.

—¿Te duele? –Negué con una sonrisa.

—No demasiado.

—¿Cuánta morfina te han metido? –Preguntó con una enorme sonrisa y acarició los cabellos en mi frente para apartarlos.

—No es eso, idiota. Yo soy muy fuerte.

—Ya claro. –Rodó los ojos—. ¿Seguro que estás bien? –Susurró y llevó su mano a la mía para estrecharla en ella. Su tacto era el más cálido que había tenido de él en tiempo y me aferré con fuerza a ella.

—Sí, no te preocupes. Peores las he pasado. ¿Hum? –Asintió—. Todo por culpa de tu estúpido amigo Hoseok.

—Lo sé. –Se encogió de hombros—. Jeon ha sido muy valiente, ¿verdad?

—Ha sido estúpido. Sabía del dolor que producían las balas y aun así ha querido hacerse cargo de las dos de Taehyung. Deberían haberle disparado dos veces en solo una.

—Tal vez pero no me digas que no se te detuvo el corazón cuando lo oíste pedir el alto al castigo de Tae.

—Sentí náuseas. Ahora resulta que mi amigo va salvando vidas por ahí. Otro que cojea. Nos mataran a todos por su culpa.

—No debió hacerlo pero es normal que sintiera pena por el chico, apenas ha llegado y ya le han disparado, Jimin.

—A nosotros nos dispararon con un año menos que él. –Le espeté—. ¿No lo recuerdas?

—Pero nosotros estuvimos entrenando para eso años. Él lleva aquí solo dos días. Tres con hoy. Debe pensar que somos hombres horribles.

—Lo que no debe pensar es que tenemos conciencia ni principios porque nosotros matamos gente por nada, Yoongi.

—¿No es por el estado y su seguridad? –Me recordó alzando una ceja y yo desvié la mirada.

—Me refiero a que no cobramos dinero por ello. Somos una asociación que trabaja por y para el país. No es desinteresado pero tampoco nos dan dinero en metálico por cada muerte.

—Lo sé. Pero él debe ver que nosotros al menos sabemos distinguir entre…

—Nada. Déjalo estar. –Le corté y solté su mano para cruzarme de brazos. Él no pareció agradado con mi gesto y regresó con el tema.

—Creo que ya sé porque han traído a Jeon aquí. –Sus palabras me tentaron. No solía fallar con estas cosas.

—¿Y bien? ¿Cuál es tu conjetura?

—Creo que ha sido a causa de las revueltas de renegados.

—¿Tiene él algo que ver con eso?

—No pero creo que han pensado que introducir a un renegado en una de las mejores instituciones de privilegiados  puede calmar a los renegados que se quejan de las desigualdades. Y si además le permiten ser la imagen del equipo, podrá demostrar que todos estamos en igualdad de condiciones, aunque no sea así. –Pensé unos segundos en sus palabras que aparte de ser precisas y calculadas, eran bien ciertas.

—Puede ser. ¿Crees que él lo sabe?

—No. Creo que los únicos que lo saben son YongGuk y Jin.

—Y ahora tú y yo. –Le guiñé un ojo y él pareció asqueado por ese gesto porque hizo una mueca desagradable.

—Prométeme que serás bueno con él. –Me dijo como si creyese que por pedírmelo le fuera a obedecer.

—¿Por qué iba a hacer yo eso?

—Por favor, ¿no te da pena? A mí demasiada. –Hizo un puchero.

—No digas esas cosas. Me avergüenzas. –El puchero en él se mantuvo—. No pienso ser agradable con él así que adviértele de que no me moleste. –Yoongi suspiró y se cruzó de brazos como yo estaba. Miró a todas partes y se fijó solo en la bandeja de comida a medio terminar. Me miró acusándome de no haberme alimentado bien pero me encogí de hombros por sus pensamientos. Al rato, alcancé de nuevo su mano con la mía y él no pareció negarse. Le miré triste.

—Me han dicho que voy a tener que pasar la noche aquí. ¿Me harás compañía?

—¿Yo? –preguntó.

—Tú. ¿Quién si no? –Hice mi mejor puchero y él miró a todas partes enfadado—.

—¡No me pongas esa cara de perro abandonado! No lo haré. –Besé su mano en la mía sin cortar el contacto visual. Accedió sin poder evitarlo.    

 

    

 

 

 

 

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