PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 23

 Capítulo 23

 

Jimin POV:

 

Tras el entrenamiento matutino y ya al que estaba acostumbrado, fuimos a comer y tras la comida sin incidentes me dirigí a mi cuarto para reposar la comida. Allí mis propias palabras y las de Yoongi rebotaban dentro de mi cabeza como cada vez que hablábamos. Siempre era igual y llegué incluso a plantearme la posibilidad de que la mejor manera de sobrevivir a esta experiencia era negándole la palabra y así evitar posibles discusiones. Me quedaría sin relaciones sexuales pero eso no era lo que verdaderamente temía. No obstante su sonrisa si valía la pena sufrir todas las palabras feas del mundo. Me giré varias veces en la cama y llegando a la conclusión de que le retiraría la palabra por unos días hasta que se le pasara el enfado que yo mismo le provoqué, me levanté, y me puse en camino al gimnasio porque deseaba verlo y esperé que allí me encontrase. Fuese él a buscarme porque ¿a quién engaño? Le amaba.

Estuve en el gimnasio por unas horas pero cuando comenzaba a ver que él no vendría, un rostro curioso y algo tímido apareció por entre las máquinas y me hubiera gustado decir que solo verle me hizo enfurecer, pero la verdad es que necesitaba hablar con alguien y distraerme porque si hubiera seguido a solas con mis pensamientos un segundo más, hubiera acabado por enloquecer. Unos pequeños ojos negros me miraron y una sonrisa de conejo apareció acompañándolos. Con timidez se puso cerca de mí y comenzó a hacer ejercicios de brazos con una pequeña pesa que ni siquiera fue capaz de coger. Me pidió ayuda. Yo huí de él a otra máquina.

—No huyas de mí, solo quiero hablar…

—Búscate a otro. –Le dije con un deje enfadado pero he de reconocer que me hacía gracia su insistencia.

—No. Venga, dime. ¿Qué te gusta hacer? –No contesté—. A mí me gustaba ayudar a mi madre con el arroz. Me enseñaba a que quedara siembre delicioso. Y depuraba el agua con mi padre. También me gustaba leer. –Sus palabras sonaron tremendamente adorables—. ¿Qué tipo de lectura te gusta?

—No lo sé. –No me gustaba leer.

—Nosotros teníamos dos biografías del presidente. Mi madre se enfadaba cada vez que las leía. Pero a mí me gusta leer. –No me gustaba oírle hablar de sus padres renegados así que cambié el tema.

—¿Estás preparado para la prueba de mañana?

—Estoy muy nervioso. –Susurró—. ¿En qué consistirá?

—No lo sabemos. No nos lo dicen pero tiene que ver con la especialidad de la semana. Seguro que es la jaula, hace mucho que no la repetimos. –Sonreí recordando mi última victoria. Hacía mucho de ello.

—¿Qué es…?

—No importan las especialidades, lo único que te salva es usar lo que se te de bien y punto.

—Nada se me da bien. –Susurró. Yo le miré confuso. Para algo estaba él aquí.

—¿Te dieron ya la Identificación? –Asintió sacando de su bolsillo la pequeña tarjeta semejante a la nuestra pero cuando miré su especialidad algo se quemó en mi interior. El fuego de aquello candente dentro de mí ardía como el demonio y se llama envidia—. ¡¿Qué diablos es esto?! –Le grité y me levanté frente a él para intimidarle—. ¿IMAGEN?

—Sí, ¿qué significa eso?

—Ni siquiera sabes… Wow… —Tiré su ID enfadado al suelo y reprimí mis ganas de destrozarle la cara con la más noble intención de eliminarle su habilidad de un plumazo. Me largué lejos. A la sala de juegos donde pudiera entretener mi mente en algo más productivo que discutir con un chico que ni siquiera sabía qué era él.

Allí, en la sala de juegos se oía el sonido de unas pelotas rebotando en alguna plataforma y me dirigí a ellas no con la intención de entablar conversación con aquél que estuviese jugando sino simplemente para rezar porque no fuera Hoseok o Taehyung, los cuales se degradaban cada día en mi escala de prioridades. Pensándolo fríamente Namjoon y Jin tampoco eran demasiado importantes dado que por culpa de la edad que nos separaba no pude entablar la misma amistad que con alguien más cercano y, descartando, solo quedaba Yoongi en mi lista de prioridades. Tal vez él tuviera razón y de veras me importase.

Cuando llegué a la fuente del sonido mi corazón se apaciguó descubriendo el cuerpo de Yoongi de espaldas a mí lanzando unas pelotas de baloncesto sobre una canasta anclada en la pared y con un medidor para apuntar cuantas entraban. Las pelotas se le devolvían por una rampa desde la canasta y su marcación era tremendamente impresionante. Me quedé escondido entre los juegos mirándole como muy de vez en cuando fallaba alguna y me percaté de que era más imperfecto de lo que le creía en mi mente. Cuando el tiempo estipulado terminó se quedó con una pelota de la mano a punto de lanzarla y refunfuñó algo en lo bajo.

—Ciento ochenta puntos. –Dije y se giró a mí asustado y apretando como acto reflejo la pelota en sus manos—. Me decepcionas, Min Yoongi. –Él ignoró mis palabras pero inducido por ellas, retomó la partida volviendo a lanzar las pelotas esta vez intentando superarse a sí mismo—. ¿Estás enfadado? –Le pregunté como un novio receloso de su actitud pero él seguía ignorándome. Era evidente que sí. Si algo odiaba de él y él perfectamente sabía, era que me ignorase porque su silencio era mucho más dañino que sus palabras o sus golpes. Me acerqué a él desde su espalda y le quité una de las tres pelotas que utilizaba y la lancé lejos entre el resto de juegos y máquinas. Aún le quedaban dos así que no hizo demasiado esfuerzo en recuperarla y se limitó a jugar con dos. Palmeé una en sus manos que salió botando lejos y como con una no hacía nada, la dejó a parte y yo la cogí en mis manos mientras le hice que me mirase.

—¿Qué diablos te pasa ahora? ¿Por qué no me dejas jugar en paz y te vas al gimnasio o a lamerle los huevos a Taehyung?

—Vengo del gimnasio. Pero ALGUIEN no me dejó entrenar.

—¿Kook? –Preguntó mientras se apartaba de mí y recogía las pelotas por la sala caídas.

—El mismo. Su especialidad es la Imagen, ¿te lo puedes creer? –Yoongi se encogió de hombros como si fuera algo normal.

—Hasta ahora has sido tú quien ha hecho el trabajo de presentador e imagen de BTS. Ese no es tu trabajo. –Me dijo y fue como un puñal en mi pecho.

—Soy mucho más guapo que ese renegado, más listo, más mayor, más todo. Él no es más que un pobre renegado. Valga la redundancia.

—Estoy de acuerdo. –Me dijo mientras buscaba con la mirada la última pelota.

—¿Ah, sí? ¿Crees que soy más guapo y…?

—¡Cállate! –Me miró avergonzado e intentando parecer enfadado—. Entiendes lo que te da la gana. –Suspiró mientras recogía la última pelota y se dirigía a dejarla en su lugar, trabajo que debía haber hecho yo—. Solo déjalo estar. Tú tienes tu función, céntrate en ella.

—Ya… —Suspiré.

—¿Y qué quería? Te ha ido a ver, ¿y qué?

—Quería que le ayudara a entrenar y que le diese conversación, el gilipollas…

—Cierto, el señor Park Jimin no concede entrevistas si no es con cita previa. –Dijo y rodó los ojos, sarcástico.

—Idiota.

—Seguro que ya no está en el gimnasio. Ve. Déjame en paz. –Hice un puchero y miré a todas partes.

—Vale, pero antes, te echo una partida al futbolín. –Él no pudo declinar mi oferta.

 

 

Pasadas dos horas más en las que supuse que el resto estaba ya cenando me quedé aún un poco más en el gimnasio haciendo abdominales sobre una plataforma en la que apoyaba mi cuerpo. Cada vez que me incorporaba, miraba la estructura de hierro que sujetaba los pies delante de mí. Cuando caía de espaldas, miraba los halógenos en el techo que me deslumbraban. En mis pensamientos no cabía más que la idea de que mañana tendríamos la prueba semanal y necesitaba estar listo para ella pero sin pasarme por lo que podría tener agujetas y no me vendría bien si no quería recibir un disparo. Seguían siendo horribles pero no porque la intensidad aumentase, ni porque mi cuerpo no se acostumbrara, sino porque cada vez que me disparaban me recordaba aquella primera vez, tan horrible, tan dolorosa. Los gritos de Yoongi aparecieron en mi mente una vez más y perdí la fuerza que me impulsa para ejercitarme cayendo sobre la plataforma exhausto.

Cerré los ojos respirando con fuerza pero unos labios me sorprendieron besándome con dulzura e intensidad. Abrí los ojos asustado a pesar de que correspondí el beso para ver a Yoongi despegándose de mí y mirándome desde la altura a mi espalda. Sonreí por su gesto totalmente kamikaze y miré a todos lados comprobando que nadie nos espiaba. Sin darme explicaciones ni excusas de su presencia allí, se sentó en un banco delante de mí y me miró cruzándose de piernas.

—¿Qué haces aquí? –Pregunté mientras me incorporaba y le miraba con una sonrisa pícara, culpa de su beso.

—¿No puedo venir a ver cómo te entrenas? –Me preguntó y me hubiera encantado creer que solo venía para verme pero le conocía demasiado bien y eso no era más que una excusa.

—Es un honor tener a Min Yoongi como animadora en mis entrenamientos. –Dije y comencé a ejercitarme de nuevo sin perder de vista su rostro que poco a poco perdió la atención en mí y se centró en sus manos sobre su regazo entre sus piernas cruzadas. Paré de golpe y me levanté quedándome sentado mirándole—. Me parece genial que no me quieras contar tus cosas pero no me trates como si fuera idiota. ¿Qué ha ocurrido?

—Nada. –Negó.

—¿Entonces qué haces aquí?

—Nadie vendría a buscarme aquí sabiendo que estás tú. –Miré en sus ojos el verdadero significado de sus palabras pero encontrándolas demasiado confusas, fruncí el ceño arriesgándome a la respuesta más evidente.

—¿Hoseok ha vuelto a molestarte? –Suspiró cansado y asintió sin querer formular una respuesta—. ¿Qué te ha dicho esta vez?

—“Solo Suga sabe cómo seducir a Jimin, ¿cierto? ¿Cómo vivir sin Jimin? ¿Son frías las noches sin un Jimin en tu cama, Yoongi? Cuéntanos, Yoongi. ¿Cómo sobrevivir sin un Jimin en nuestras vidas?” –Tras intentar imitar las palabras de Hoseok suspiró mirando sus manos en su regazo. No podía hacer nada porque se suponía que esta información no debía llegarme y de defender a Yoongi se demostraría lo evidente. No me convenía inmiscuirme pero esto estaba ya sobrepasando un límite.

—¡Voy a golpear a ese hijo de puta! –Dije pero no me moví.

—Me he levantado y me he ido. –Me dijo—. Pensé que si me iba a mi cuarto podrían ir a molestarme de nuevo así que sabiendo que estabas aquí, he preferido venir contigo.

—¿No será extraño que vengan y te vean aquí conmigo?

—No vendrán aquí. ¿Qué van a decir? “Oye, venimos a buscar a Yoongi porque se ha enfadado por nuestras incesantes burlas sugiriendo que vosotros mantenéis una relación”

—Cada día le tengo más asco. –Reconocí y regresé a hacer abdominales intentando calmar mi ira con ejercicio.

—Solo está celoso. –Dijo y yo asentí.

—No entiendo de qué, pero sí lo parece.

—De que pase tiempo contigo, ¿no es evidente?

—¿Conmigo? ¿Acaso te ocupo las veinticuatro horas del día? Vete con él cuando quieras.

—No es eso, me refiero a que el tiempo que ahora paso contigo antes estaba con él y ahora siempre que estamos juntos, ya sea a solas o con el resto, se burla de mí constantemente. Es algo agotador, de verdad. Y ni siquiera sabe nada. Si llegase a saber…

—Si todo el mundo supiera… —Dije y me paré a pensar en lo que acababa de decir. Él habló por mí.

—Nos fusilarían.   

 

    

 

 

 

 

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