PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 19

 Capítulo 19

 

Jimin POV:

 

Con el tiempo todo comenzó a cambiar. La vida nos golpeaba duro y yo comencé a alejarme de Yoongi más de lo que quería y no solo por mi parte sino también por la suya. Si antes no me buscaba ahora me rehuía y siempre que le encontraba estaba escondido entre los libros de la biblioteca o fuera con Hoseok. A veces, incluso cuando me humillaba yendo a su habitación para estar con él, no me contestaba. Hacía como que nadie había dentro pero yo sé que era mentira porque cuando apoyaba mi oreja en la puerta podía oír la respiración al otro lado igualmente apoyada como la mía.

Algunos días había en que ambos nos sentíamos tan cansados de rehuir el uno del otro que acabábamos follando en cualquier parte aun a riesgo de que nos pillasen. Nos acostamos en los vestuarios del pabellón, en ambos cuartos, en la sala de cine. En cualquier parte en donde el calentón nos pillase desarmados y completamente sumisos, pero esto solo nos calmaba por unas horas. Rápidamente retornábamos a ser quienes realmente éramos.

—¡Buuh! –Grité asustándole, haciendo que sus libros en la mano cayesen al suelo y provocando en él un respingo adorable. Cuando sintió mi presencia cerca de él su ceño se fruncía de nuevo. Siempre esa expresión cansada.

—¿Qué diablos haces? Deja de hacer el idiota. –Me dijo mientras recogía los libros en el suelo. Allí en la biblioteca nadie podía escucharnos y aun así no dijimos nada que no se pudiera escuchar.

—Llevo viéndote un rato. ¿No pensabas ir a verme?

—No. Iba a leer.

—¿Qué has hecho hoy?

—He salido con Hoseok. Hemos paseado por Campo Azul.

—¿Ah, sí? ¿Cuándo saldrás a pasear conmigo?

—¿Por qué iba a pasear contigo? –Preguntó tremendamente confuso y tras terminar de recoger varios libros se alejó de mí pero yo le seguí a su lado sabiendo que nos dirigíamos a su cuarto. Él no se opuso a que le acompañase pero ambos sabíamos que la conversación no tenía pinta de acabar bien. Aun así yo la necesitaba. Aun así, no hice nada para reconducirla a algo más agradable y ameno.

—¿Y por qué no? Lo que no entiendo es por qué con él sí y conmigo no.

—Porque él es mi amigo. –Se encogió de hombros.

—¿Yo no?

—¿Somos amigos? –Preguntó sincero y la verdad es que no supe darle una respuesta por lo que me encogí de hombros como él hizo y le miré esperando que él supiera contestar—. Yo creo que no.

—Qué bien. –Dije sarcásticamente.

—¿Cómo podría ser amigo de alguien como tú?

—¡¿Cómo?! ¿Qué quieres decir con eso? –Llegamos al ascensor.

—¿Te sorprende? ¡Estás corrupto! Te han envenenado con sus palabras.

—¡Otra vez con esto!

—Otra vez. –Afirmó—. Mi amistad no vale que cambies tus ideas pero ya que no quiero que cambies, espero que seas feliz. –Se despidió de mí en el ascensor creyendo que me iría pero le seguí hasta su puerta.

—No sabes nada de mis ideas.

—¡Claro que sí! El país es lo primero, tú eres lo segundo y el resto no importa nada.

—¡Exacto! –Dije—. ¿Y qué hay de malo? Así es como tiene que ser.

—Ese es el problema. –Abrió la puerta con dificultad y ambos entramos cerrando detrás de nosotros—. Que creas que eso es lo correcto no está bien.

—¿Vas a decirme tú qué es lo importante?

—No, nadie debe decidirlo por ti. ¿No te das cuenta? Debes decidir tú qué es lo importante. Nadie debe imponerte prioridades. –Pensé unos segundos.

—Elijo al país.

—Genial. Buena elección. Ahora, si no es molestia, lárgate de mi cuarto.

—No. –Dije igual de firme que antes.

—¿No? ¿Qué quieres entonces?

—Quiero estar contigo. –Dije como si nada y era la verdad.

—Oh, pero no puede ser, el país es lo más importante y él te necesita, ve corre. –Me señaló la puerta.

—Deja de ser así. Deberías estar agradecido de que te preste atención.

—Qué pena porque no me siento afortunado, al contrario, eres peor que un dolor.

—Serás idiota… —Susurré pero él me escuchó y se encogió de hombros mientras colocaba los libros en una pequeña estantería donde otros ya ahí los acompañaban—. Ah, ya entiendo, lo que quieres es que te diga que me importas, que eres mejor que el país y que yo mismo.

—Yo no quiero nada.

—Pues dime, que puedo hacer para tenerte en la cama ahora. –Me miró comprendiendo mis verdaderas intenciones.

—Nada, no quiero nada. –Repitió—. Vete a ahora antes de que me hagas enfadar, Jimin. –Más le molestaba que insistiera y no le dejase en paz que el hecho de ser un juguete sexual.

—Si no quieres nada, no te doy nada. Pero déjame follarte. –Me acerqué a él y sostuve sus brazos pero él comprendió que me sobrepasaría con él de un momento a otro y se deshizo de mi agarre. Me miró serio y distante pero acorté la distancia con un beso del que se retiró.

—¡No me toques! –Grito y eso hizo que me enfadase aún más con lo que le acorralé contra una pared tras tirarle contra ella y mientras con una mano intentaba aferrar sus muñecas con la otra me deshacía de sus pantalones. Mi respiración estaba agitada y la suya entrecortada por el esfuerzo de intentar contenerme lo cual lo tenía difícil. Cuando se quedó con las piernas desnudas y el frío tocó su piel me empujó nervioso, jamás había hecho yo nada parecido pero una vez comencé no podía detenerme y le arrebaté también la camiseta entre forcejeos.

—¡Jimin! —Gritaba mientras le besaba el cuello intentando deshacerse de mí y no lo consiguió hasta que en un intento de alejarme de él para yo mismo desnúdame me abofeteó la cara. Era la primera vez que me ponía una mano encima, la primera vez que me golpeaba fuera de los entrenamientos y porque él verdaderamente lo necesitaba. Creí que ese golpe me produciría mucho más deseo de consumar con él pero al contrario de lo que pensaba, me sentí derrotado y como yo, completamente enloquecido por el amor que sentía por él, no era capaz de devolverle el golpe, me quedé ahí paralizado, mirando su rostro a punto de romper a llorar y su cuerpo desnudo y con algunas marcas de reciente forcejeo. Ambos nos miramos y comprendimos que jamás podríamos ser felices, que las discusiones serían algo eterno y que el sexo no solucionaría nada. Sin hablar, sin llegar a un acuerdo mutuo aquél día sufrimos un impasse en que ambos representaríamos un papel diferente. Seríamos nosotros mismos y nos esforzaríamos por una amable convivencia porque si de algo estábamos seguros era de que no podíamos vivir sin el otro.

El silencio se prolongó unos minutos y cuando creí oportuno salí de su cuarto esperando porque él me dijese algo o me detuviese. Nada. Una vez fuera miré al interior y recé porque me suplicase. Pero no.

—Hyung. –Dije—. Lo siento. –Él se cruzó de brazos y me miró con el ceño fruncido pero su expresión cambió radicalmente cuando el ascensor sonó dejando detrás de mí a un Hoseok confuso que miraba la escena pensativo. Yo saliendo del cuarto de Yoongi mientras este permanecía casi desnudo en el interior. Aquella escena nos la repetiría como prueba de que Yoongi y yo manteníamos relaciones y aunque la negué, ¿cómo hacerlo? Si era tan evidente.

Nada más comprobé que la escena no era la más adecuada para nuestra reputación me marché dejando a Hoseok a solas con Yoongi que aunque me dolió y hoy no lo habría hecho, no tuve otra alternativa. Ni podía quedarme ni ninguno de los dos quería que lo hiciera. Yoongi porque me odiaba y Hoseok por la férrea envidia que le suponía mi persona.    

 

 


 

 

Capítulo 18                       Capítulo 20               

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares