PARTE DE LA ÉLITE [PARTE II] (YoonMin) - Capítulo 15

 Capítulo 15

 

Jimin POV:

 

Tras caminar durante quince minutos al final vemos el edificio a lo lejos. Es un edificio medio en ruinas con calles desiertas rodeándolo y acompañado de edificios similares. Nada más que nos pusimos en camino y mi adrenalina me abandonaba pude notar un intenso dolor en el brazo y tras tocarme allí descubrí la sangre bañando mis dedos. No le di importancia porque apenas era un corte producido por una bala que no había alcanzado bien su objetivo, y no queriendo alarmar a Yoongi no le dije nada. El dolor no remitía pero sí lo hacía cuando intentaba pensar en otra cosa o cuando Yoongi comenzaba una conversación. Me acerqué a él y escuché detenidamente sus escasas palabras hasta que al fin conseguí evadirme de mi herida.

—Hemos llegado. –Me dijo y miró al frente a un edificio en ruinas. Ni siquiera era seguro entrar, como para mantener una conversación o un simple intercambio dentro.

—¿Seguro? No tiene buena pinta.

—Vamos. –Tiró de mi abrigo y ambos entramos dentro abriendo una puerta de hierro sin cerrojo. Las escaleras ascendentes eran de piedra y el olor en el interior resultaba algo desagradable pero soportable al fin y al cabo dado que estaba acostumbrado, pues vivía con otros cinco chicos y en los vestuarios nunca olía a rosas. Subimos a tientas, ya que las ventanas escaseaban pero la verdadera ceguera se debía a que nos sentíamos inquietos y muy desconfiados. Cuando llegamos a la tercera planta Yoongi se detuvo frente a una puerta de madera y yo me puse a su lado, temiendo por su vida.

—¿Aquí? –Pregunté en susurros y él, con intención de llamar, apoyó sus nudillos en la madera pero la puerta estaba abierta y esta se deslizó sola dejándonos paso al interior. Ambos nos quedamos escuchando como los engranajes chirriaban y el eco de estos retumbaba en toda la estructura del edificio.

—¿Oiga? ¿El señor Fredek? –Preguntó Yoongi aun desde fuera y como no obtuvimos respuesta nos adentramos pisando con cuidado, yo sujetando fuertemente mi pistola en mi cintura y Yoongi mirando a todas partes nervioso. La casa estaba en ruinas pero aún conservaba la mayoría de los muebles que aunque antiguos, mantenían su encanto. Polvorientos, sin duda, pero en otra época hermosos. El pasillo desembocó en un salón y este a su vez en varias habitaciones. Una voz proveniente de una sala a nuestra izquierda nos hizo dar un respingo.

—¿Tengo visita? –Preguntó la voz de un hombre en una especie de despacho. Ambos miramos dentro, a la izquierda había un escritorio de madera con apariencia muy antigua y a la derecha una chimenea apagada sobre la que había varias botellas de whiskey y coñac. El hombre estaba allí, sirviéndose un poco de un líquido amarillento ocre en un vaso. El hombre aparentaba la misma edad que los muebles e incluso su aspecto era el mismo. Sucio y demacrado. El hombre era occidental, con ojos azules y barba canosa de varios meses. En su cabeza ya comenzaban las entradas a hacer sus efectos pero de seguro moriría antes de quedarse calvo pues las miles de arrugas de su cara me vaticinaban que ya era de una avanzada edad.

—¿Señor Fredek? –Preguntó de nuevo Yoongi y el hombre, respondiendo en nuestro idioma de una manera casi perfecta, asintió y nos invitó a pasar a la sala. Ambos entramos y nos quedamos de pie en la puerta. Antes siquiera de levantar su vaso de la piedra sobre la chimenea nos observó. De arriba abajo y sin preámbulos se rió.

—Pero si no sois más que unos críos. –Dijo y su risa de fumador se hizo mucho más evidente.

—Señor, hemos venido…

—Sí, sí. –Cortó a Yoongi—. Ya, ya. Cómo cambian los tiempos. ¿Hum? Tal vez no seáis jóvenes sino yo, que me hago mayor. –Rió de nuevo poniéndome los pelos de punta que aunque bonachón, se veía algo desconfiable—. ¿Cómo estáis chicos? ¿Es vuestra primera misión?

—No. –Mintió Yoongi pareciendo firme y serio pero nuestra edad demostraba que si no era la primera, no habíamos tenido muchas antes.

—Nah, nah, no os preocupes. A todo se acostumbra uno. Vamos, sentaos. –El hombre cogió la copa de whisky con un cubito de hielo y paseó por la estancia hasta acomodarse en la silla de su mesa de trabajo. Allí, frente a nosotros, dos sillas nos esperaban y Yoongi ocupó una y yo la otra.

—¿Vive usted aquí? –Preguntó Yoongi.

—Claro que no. Vivía antes. Cuando todo era mejor. La guerra nos ha quitado todo, muchacho. –Comenzó a recordar, casi como un anciano común, su época de infancia. Yo miraba el whiskey y como el hielo bailaba en su interior. Después los cuadros rotos y ajados tras su espalda y por último una figurita pequeña que usaba de pisapapeles. Era un soldadito de plomo—. De seguro que vosotros no conocisteis la guerra. ¿Cierto? ¡Ups! No he sido buen anfitrión, ¿queréis algo de beber? ¿Whisky, vodka, algún licor…?

—No, gracias. –Contestó Yoongi con una amable y sincera sonrisa que fue devuelta por el hombre ante nosotros—. Si pudiera darnos los papeles y…

—¿A qué tanta prisa? –El hombre rió de nuevo y comprendiendo nuestra situación suspiró—. Voy a ser claro, muchacho. ¿Tu nombre…?

—Suga. –Dijo Yoongi y ahora el hombre me miraba a mí—. Él es Chim—Chim.

—Está bien, Suga y Chim—Chim. –Pronunció con dificultad—. Las cosas están así, me han ofrecido un puesto en una agencia de investigación periodística en San Petersburgo*, algo que podría rechazar pero que no quiero hacer. El sueldo es mejor y blah blah. Cosas de esas. –Yoongi frunció el ceño y yo tensé mis manos por su gesto—. La cosa es que solo me darán el trabajo si demuestro que he dejado de trabajar para el Renacido. Llevo aquí muchos años y ya me he acostumbrado a esta vida, incluso me gusta.

—¿Qué quiere usted decir?

—Sabes, mi nombre es Fredek. —Dijo cambiando de tema—. ¿Sabes qué significa? “Guerrero de la paz”. Irónico ¿cierto?

—¿Podría no cambiar de tema, por favor? –El hombre suspiró porque al parecer no estaba acostumbrado a tratar con chicos jóvenes que viven de la rapidez de la vida. Yo, sintiéndome cansado del sonido de su voz, llevé mi mano a mi brazo y palé el abrigo empapado en sangre. Me miré la mano con disimulo pero sin duda a Fredek no le pasó desapercibido.

—Tal vez tu amigo necesite un médico. –Le dijo como si nada a Yoongi y este me miró de repente alarmado y palideciendo. Frunció el ceño confuso porque no le había advertido de esto antes y casi sentí como me propinaría una reprimenda por mi comportamiento pero el hombre ante nosotros comenzó a hablar de nuevo y Yoongi hizo un esfuerzo por centrar sus cinco sentidos en él—. La vida es muy dura y yo ya soy muy mayor para andar de aquí para allá buscando a personas, recabando información y lo que desearía es quedarme en casa o sentado en la mesa de una oficina escribiendo artículos para un periódico.

—¿Significa que no va a darnos la información?

—Exacto, chico. Eso significa.

—Lo siento pero ese no era el trato.

—Las cosas cambian y me han dado un ultimátum para aceptar la oferta. Esta es mi demostración. Desde este instante dejo el espionaje y comunícale al hombre para el que trabajes que ya no sirvo a su país. ¡Ah! Y de lo contrario, revelaré toda la información que tengo en su contra. –Yoongi comenzó a ponerse muy nervioso y no solo ya no controlaba sus manos en su regazo sino que tampoco el volumen de sus palabras.

—No podemos volver sin la información. De ninguna manera. Me niego. No pienso irme de aquí sin los papeles. –El hombre ante nosotros frunció su ceño confuso y rápido su mano desapareció bajo su mesa. Tal vez Yoongi no se diera cuenta pero yo lo hice y conduje mi mano a la pistola en mi cintura.

—Eso tiene fácil solución. –Dijo y acto regido el cañón de una pistola se erguía por el borde de la mesa. No me apuntaba a mí porque yo no había sido el principal intermediador pero sí sentí como me arrebataban la vida al ver como Yoongi estaba en peligro. Agarré la chaqueta de Yoongi y tiré de él al suelo para esquivar una bala que afortunadamente no le dio. Ambos caímos en el suelo y mi primer y único impulso fue interponerme entre el hombre y Yoongi y con mi pistola apunté al cuerpo del hombre que se levantaba de su asiento para poder tener mejor perspectiva en un tiro más certero. En cuanto vi su cabeza salir del borde de la mesa, disparé sin miramientos.

El sonido del disparo me pareció mucho más intenso y gutural. Mi respiración se detuvo y no regresó hasta que no sentí el cuerpo del hombre caer al suelo y el sonido de su arma soltarse de su mano y rebotar lejos de su alcance. Cuando quise regresar a mí me vi con un Yoongi escondido tras mi espalda en el suelo y miré por encima del hombro como su rostro acongojado cerraba sus ojos asustado.

—Vamos, Yoongi. –Me levanté de un saltó y le ayudé a incorporarse también. Ambos nos condujimos al otro lado de la mesa para ver un cadáver en el suelo con un disparo en medio de su rostro. Aquél fue mi primer asesinato. La primera vez que mataba a alguien y de haberse dado en otra circunstancia me habría arrepentido de matar una vida inocente. Pero saber que gracias a esa muerte había salvado la vida de Yoongi, no me preocupé lo más mínimo. Cuando me giré, Yoongi ya no estaba a mi lado y le vi rebuscar por todas partes como un demente enloquecido.

—Tienen que estar por aquí. –Decía—. Tiene que aparecer.

—¿Qué haces? –Pregunté confuso.

—Buscar los papeles. Tienen que aparecer. Tienen que estar aquí.

Ambos comenzamos a buscar por todas partes. En las estanterías, entre los libros, en el escritorio incluso lo tiramos al suelo para destrozarlo. Rebuscamos incluso entre las ropas del cadáver ensangrentado pero nada aparecía. Yoongi acabó posando sus manos en sus sienes y apretó allí mientras murmuraba cosas inconexas.

—Déjalo, Yoongi. Este tío es un traidor.

—¡No! Están aquí. Este hombre no nos había citado si no hubiera tenido la información. El ultimátum se lo dieron después de citarnos y ya no tenía vuelta atrás. Estoy seguro.  –Seguía mirando a todas partes enloquecido—. Están aquí. Lo sé. A ver. Cuando llegamos estaba sirviéndose una copa. –Dijo y se puso exactamente como estaba aquél hombre—. Después caminó por aquí, dando un rodeo… un rodeo… se dijo y miró al suelo alfombrado. ¿Por qué rodearía? ¡Porque la madera hueca suena cuando la pisan! –Rápido se tiró al suelo y me exhortó a que levantase la alfombra. Lo hicimos para descubrir un suelo completamente impoluto pero sin rendirse comenzó a presionar con sus manos madero por madero hasta que uno de ellos crujió y ambos nos detuvimos—. ¡Ayúdame a levantarlo!

Yo, mirando a todas partes, alcancé un palo de hierro acomodado al lado de la chimenea que se usó para remover las brasas candentes, y utilizándolo de palanca conseguí levantar la madera, dejando al descubierto un sobre beige en un espacio vacío en el suelo. La pálida mano de Yoongi fue rauda a cogerlo y se incorporó de inmediato comprobando que la documentación correspondía con la que necesitábamos. Tras asegurarse cogió mi mano rápido y salimos de allí corriendo.

Una vez en la calle retrocedimos por la misma avenida desierta por la que habíamos llegado pero una furgoneta negra se detuvo a nuestro lado. Estuve a punto de sacar la pistola de nuevo y arremeter contra cualquiera que se interpusiera en mi camino pero las puertas laterales se abrieron dejando al descubierto un rostro infantil con una sonrisa cuadrada que nos esperaba excitado a que entrásemos dentro. Lo hicimos sin titubear.

Una vez dentro Yoongi le dio el sobre a Namjoon y pasé de tener criterio y voz para no ser más que un muñeco de trapo manejado por las manos de Yoongi. Rápido me sentó en uno de los asientos y él se colocó a mi lado deshaciéndome de la chaqueta que al parecer le estorbaba sobre mi cuerpo. Sus manos se dirigieron al corte en mi brazo y apretó allí haciéndome gritar de dolor por primera vez en todo el rato.

—¿Qué le ha pasado? –Preguntó Jin.

—Me dispararon cuando nos metimos en un coche.

—¿Por qué no lo dijiste antes? –Me dice Yoongi recriminándome.

—No es para tanto. –Me hizo quitarme el suéter y me quedé sin ropa delante de los cinco que me miraban. Ellos solo tenían ojos para la sangre en mi brazo que Yoongi rodeaba con una gasa blanca. Yo solo pensaba en que se fijaban en mi cuerpo y me jugaban por él. Cerré los ojos y cuando se aseguraron de cubrir bien el corte y de que nada más nos ocurría, Yoongi se sentó a mi lado y no soltó mi brazo en todo el camino de regreso, procurando que la gasa presionase sobre la herida. Incluso en el avión se puso a mi lado y comprobaba cada cinco minutos si la sangre continuaba saliendo o si yo necesitaba algo. Era extraño verle preocupado pero se lo tomaba más a pecho como algo que debía hacer más que como algo que quería hacer.

—Déjalo ya, estoy bien. Ya no sangra, ¿ves?

—Deja de hacer el idiota. Si ese hombre no llega a darse cuenta ni siquiera habrías dicho nada. Te conozco. –Probablemente tenía razón.

—No quería preocuparte. –Cubrí mi cuerpo aún más con una manta que pedí cuando llegamos al avión avergonzado de estar desnudo.

—No me preocupas. –Dijo—. Me avergüenzas.

—¿Por qué?

—Porque eres un egocéntrico y solo piensas en ti. Si no estás bien no puedes cumplir tu misión. Punto.

—Solo te preocupa la misión. –Aclaré.

—¿Y si te mueres? –Me preguntó en susurros mientras el resto nos ignoraba como hacían en cada una de nuestras discusiones—. ¿Con quién riño yo? ¿Eh?

Sus palabras eran gruesas pero delicadas. Suspiró y se levantó para marcharse lejos. Yo me quedé allí en el asiento, sonriendo como un idiota.

 

———.———

 

*San Petersburgo: (en ruso, Санкт—Петербург /sankt pʲɪtʲɪrˈburk/ Sankt—Peterburg) es la segunda ciudad más poblada de Rusia, con 5.026.000 habitantes (2013) y un área metropolitana de 5,85 millones. Está situada en la Región de Leningrado, nombre que compartía con la ciudad durante la época soviética (1924—1991). Los otros nombres de la ciudad fueron Petrogrado (en ruso, Петроград, Petrograd; del 31 de agosto de 1914 hasta el 24 de enero de 1924) y Leningrado (en ruso, Ленинград, Leningrad; después de la muerte de Lenin, el 24 de enero de 1924 hasta el 6 de septiembre de 1991).

 

 

 

 

 

Capítulo 14                       Capítulo 16               

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares