PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 48 [Final]

 Capítulo 48 [Final]

 

JungKook POV:

 

Ninguno de nosotros había estudiado psicología, conducta del comportamiento ni nada parecido pero sin necesidad de ello estoy convencido que todos podíamos entendernos con solo mirarnos. Las palabras eran calladas por la presencia de cámaras por doquier. Los extraños comportamientos se han acabado apaciguando ayer tras horas de alboroto y hoy, en la noche de la víspera de navidad, nuestros comportamientos no pueden ser más ejemplares. Cada uno hace de su vida una mentira como ha hecho siempre y no nos dejamos llevar por el caos que nuestra mente amenaza con volvernos locos.

Un libro en mis manos ya no me satisface tanto como antes. Las palabras me harían pensar y ya tengo bastantes ideas en mi cabeza por ese momento. Paso las páginas sin darme cuenta solo para aparentar una pacífica lectura. Respiro apesadumbrado y sigo con mi teatro. Aquí, en el sofá donde estoy sentado tengo un amplio campo de visión de todos los sofás en este gran espacio abierto de la librería, donde se colocan para asegurar un plácido lugar donde sentarse y leer en paz. Recuerdo la primera vez que estuve aquí. En el sofá a mi derecha fue donde me presenté a Jimin y donde este rechazó mis palabras con su amarga expresión.

El ascensor suena y de él sale Jimin mirando como sus pies andan, tal vez sorprendido por ello ya que no se ha levantado de la cama por voluntad propia. Si por él fuera, se dejaría pudrir en ella, pero por hoy, es necesario su esfuerzo, igual que el de todos. Coge un libro cualquiera como hice yo y se sienta en aquel asiento donde nos conocimos. Me pregunto si ha sido solo casualidad, sea que le tiene apego a ese lugar o realmente podamos leernos la mente.

Una vez se ha sentado suspira alicaído y me mira. Sonríe con algo de esfuerzo y abre el libro lo que me permite ver la portada. “El arte de la guerra”.  De Sun Tzu. Es incluso irónico, no creo que haya sido casualidad.

—Eso sería genial. Tendríamos que ir un día. –Dice Namjoon animado mientras sale del ascensor junto con Hoseok.

—Me han dicho que el pollo frito allí es un poco caro pero de muy buena calidad. –Ambos nos miran y nos saludan educadamente. Nosotros les correspondemos y acaban perdiéndose entre las estanterías. Vuelven con unos cuantos comics y tebeos de guerrillas. Nuestras palabras muestran una realidad pero en nuestro subconsciente, otra parte de nosotros se manifiesta en nuestros actos. Miro la portada de mi libro que ni me he molestado en conocer y descubro que es cierto. “El haiku de las palabras perdidas” de Andrés Pascual. Lo escogí basándome en que la portada simplemente me resultaba familiar. Y es así, lo leí hace un mes y me sorprendo al comprobar que trata la Segunda Guerra Mundial vivida desde un chico de Nagasaki. Todos llevamos la guerra marcada ya en nuestra memoria y actúa por nosotros.

Namjoon y Hoseok regresan a nosotros en el momento exacto en que V también lo hace y ellos se sientan en un sofá más grande frente a mí, a la izquierda. Delante de mí aún hay un sofá vacío que no lo ocupará Taehyung porque nada más verme sonríe y se tira a mí lado para abrazarme y apoyar su rostro en mi cuello.

—Sabía que vendrías. –Le digo en susurros.

—¿Qué debería hacer, si no? Nadie me extrañará.

—Si no quieres hacerlo, no te sientas obligado. No permitiría que…

—No, Jeon. Quiero hacerlo. –Me dice firme y seguro y yo me subordino a sus palabras de nuevo y fijo la vista en el libro que se ve interrumpida por la última presencia de nosotros saliendo del ascensor. Viene hasta nosotros y sin saludarnos siquiera se sienta en el sofá delante de mí. Todos alzamos la mirada y vemos como Jin suspira pesadamente y de repente sonríe.

—Bueno chicos. Mañana navidad. –Sonreímos.

—Esta noche nevará mucho. –Afirma Jimin recostado en uno de los sofás.

—¿Qué me comprarás, Jeon? –Me pregunta V sonriendo.

—¿Qué quieres?

—Libertad. –Sonrío. Todos lo hacemos.

—Eso no existe, hyung. –Sonreímos aún más y me digno a leer al menos la página de la que no me despego.

Se llamaba Kazuo, hombre de paz, por lo que no tenía que tener miedo de enfrentarse a la peor de las guerras esgrimiendo como única arma el fiero corazón de un samurái enamorado.

Nosotros no vamos a ninguna guerra. Ya hemos vivido en una mucho tiempo. Simplemente, nos desharemos de ella.

 

 

Mi DC suena. Pero no me hace falta ya. Estoy despierto.

Me levanto y escojo el mejor de todos los trajes que tengo. Uno simple y negro. Una camisa blanca y una corbata negra a la par que el traje y los zapatos. Me miro en el espejo y aunque quiera llorar me obligo a sonreír y en vez de compadecerme, me enorgullezco de lo que soy. Por primera vez en mucho tiempo me siento orgulloso de mí mismo.

Sobre mi cama, la bandera del país se mantiene firme y expectante a la espera de que la arranque de su sitio. Lo hago sin titubeos y una vez está en mi mano salgo con ella llevándome conmigo mi DC y mi identificación. Suspiro fuerte y sonoro y bajo hasta la planta baja donde en vez del desayuno de cada mañana nos espera una montaña de regalo. Compruebo que no soy el primero en llegar porque ya estaban el resto mirando recelosos las cajas de colores varios.

Doblo la bandera en mis manos y la guardo en la chaqueta del traje. YongGuk, de pie al lado de la mesa nos observa atentos esperando que nos lancemos como animales a la mesa. Ninguno lo hacemos y nos quedamos firmes y seguros de pie observándole.

—¿No os hacen ilusión? Me los quedaré yo todos. –Nos amenaza y me parece que es hora de que aprenda que no somos niños.

—Puedes quedártelos. Nosotros nos vamos a dar una vuelta. –Dice Jin con un intento de sonrisa—. Hoy hace un día maravilloso.

Todos le seguimos como el más fiel ganado que se haya visto y una vez estamos fuera no se borra de mi mente el frío rostro del YongGuk ante sus palabras. Todo mi cuerpo tiembla pero me mantengo firme, igual que hacen ellos por mí. No debemos perder la compostura.

Salimos a la calle y mis pies pisan la nieve produciendo un extraño ruido. Es incluso divertido y estoy seguro que a Taehyung ya se le ha ocurrido la idea de revolcarnos en la nieve y tirárnosla en forma de bolas. No lo dudo pero no debemos detenernos. A esta hora todo el mundo está en la calle, festejando el dulce día que se presenta. Dulce, como el azúcar.

—¿Lo habéis traído todo? –Pregunto.

Sin dudarlo un segundo Jimin saca de su bolsillo una pequeña barra de metal que extiende hasta alcanzar los dos metros de longitud y anuda la bandera en uno de sus extremos. Me propongo para llevarla yo todo el camino pero él niega con la cabeza.

—He cargado con ella muchos años. Un poco más no me hará daño. –Sonríe triste y sigue hablando—. Suga me habría apaleado, ¿cierto? –Asiento también sonriendo. Duele. Sonreír duele tanto… pero el dolor no durará mucho.

La gente se detiene para saludarnos a nuestro paso. Nosotros con la mirada al frente ignoramos cualquier muestra de respeto y seguimos nuestro camino al centro de la ciudad. A la plaza de Los Recuerdos.

—¿Sabes por qué se llama así? –Me pregunta Hoseok y yo asiento.

—En honor a todos los que lucharon para que hoy haya un muro que separa la zona privilegiada. Murió mucha gente protegiendo al presidente de todos los que quisieron quitarle del cargo.

—Así es. –Dice Jin—. Mi abuelo fue quien hizo que se llamara así. Por eso vamos allí. Para que la ironía ponga un punto de inflexión. –Asiento ya habiéndolo supuesto.

Las calles están blancas. El color blanco predomina a nuestro alrededor y la felicidad también. El rostro de las personas nos insulta, nos daña y nos hace que les odiemos aún más. Yo no soy feliz igual que el resto de nosotros. Algunos copos de nieve caen sobre nosotros. Pocos y muy esparcidos en el espacio pero hace que todo sea incluso más difícil. Sobre el pelo de Taehyung se han quedado algunos y paso mi mano para eliminarlos y hacer que se deshagan con el calor de mi mano. Me mira sonriendo probablemente porque en mi cabeza se almacenen también.

—¿Nervioso? –Le pregunto aunque al instante me arrepiento porque forma un involuntario puchero con sus labios. Su barbilla tiembla unos instantes pero acaba negando con la cabeza—. Yo también lo estoy.

—¿Unas palabras de apoyo, Jin? –Pregunta NamJoon cuando ya vemos la plaza a lo lejos.

—¿Yo? –Pregunta sonriendo.

—Claro. Eres nuestro líder. –Le nombra Hoseok.

—No soy el líder de nadie. No quiero ni nunca he querido. Todos somos iguales.

—Entonces, porque eres el hyung. –Le digo, sonríe al fin satisfecho y se resigna a darnos unos ánimos que realmente necesitamos.

—No obligo a nadie a quedarse. Nadie está obligado a hacer esto pero según quedamos ayer, entiendo que todos estáis dispuestos. Esto no es más que una misión más. Pensar en todo lo que habéis querido y os han arrebatado. Pensar en la traición, en la desilusión. En la ira, en el odio. En el miedo. En todo lo que nunca nos permitieron tener y que tanto hemos necesitado. Pensar en que nos merecíamos haber sido felices, y nunca lo fuimos. Pensar en lo que queráis que os haga fuerte. Pero ser valientes.

—No hay miedo. –Dice Jimin sonriendo.

—No hay miedo. –Repetimos todos y sin querer reímos como niños. Somos niños aun.

Cuando nuestros pies alcanzan la plaza parece que nuestros cuerpos pesan pero seguimos caminando por una inercia que nos obliga a no detenernos. Llegamos al centro y nos detenemos. A nuestro alrededor las personas se detienen, nos miran y nos señalan expectantes a lo que sucede. Por norma no solemos presentarnos en público y menos sin una escolta preparada para cualquier circunstancia y sin cámaras o cualquier dispositivo que se disponga a grabar nuestra presencia. Nada. Pero no digo que no vayamos a ser grabados ya que las personas que se han percatado de nuestra presencia, muchos, sacan sus DC como los nuestros y nos gravan o nos fotografían para sentirse superiores por dar la casualidad de estar en el lugar exacto, en el momento exacto.

Jimin, con su fuerza bruta, clava el hierro en el suelo y la bandera ondea sobre nuestras cabezas. La miro una vez más y me doy cuenta, por primera vez que es un símbolo que no me representa  como persona, como ciudadano menos. Los colores son desagradables y la forma en la que ondea, diría, que se burla de mí a cada instante.

—¿Quién quiere hacer los honores? –Pregunta Taehyung sacándose un mechero del interior de la chaqueta. Nos miro a todos y compruebo que todos llevamos trajes negros. Perfectos para nuestro funeral.

—Debería hacerlo Jin.

—¿Yo otra vez? Yo voto a Kookie.

—No, no. –Niego con la cabeza—. Debes ser tú. –Le doy el mechero zipo y lo mira unos segundos en sus manos. Asiente y sonríe unos segundos. Creo que por hoy hemos sonreído más que todos estos días pasados. De espaldas a la bandera nos colocamos todos y miramos al palacio donde el presidente y el resto de escoria se encuentran. Los miramos fijamente y echando un vistazo a mi espalda soy testigo de cómo la llama del mechero arde en este frío día de navidad para comenzar a quemar uno de los extremos de la bandera. Esta sigue ondeando pero ahora lo hace en llamas.

Las personas a nuestro alrededor se escandalizan y comienzan a sentirse inquietas. Sus voces se alzan unas a otras hasta que un evidente barullo se forma a nuestro alrededor. Ahora ya sí que no pueden evitar inmortalizar este momento y la información vuela tan rápido que en menos de quince minutos, antes de que la bandera se consuma al fin, unos coches de policía, otros tantos del ejército y el resto de seguridad llegará a nosotros. Mientras tanto Jimin me mira asintiendo con su rostro y de mis labios, comienza una canción ya conocida por todos los presentes.

 

Dónde sea que vaya, lo que sea que haga

Le mostraré, lo mucho que he afilado mi

espada Lo mucho que ha trabajado

A todas las personas que me miraban con desprecio

 

 

Mis compañeros de equipo también la conocen porque es una canción que durante muchos años temieron escuchar. Miedo inducido por las palabras de sus tutores o sus entrenadores. Ya no tenemos miedo de unas letras ni de unas palabras. Todos unimos nuestras voces y cantamos juntos.

 

Arrójame una piedra sólo si has hecho

tantas cosas como yo

Nos esforzamos, no tenemos miedo

 

Los paisanos cubren sus bocas horrorizados y sus oídos por miedo a que les embrujemos con nuestras lenguas de oro. No intentamos sino escandalizar ya que no tenemos ninguna intención de que nadie se una a nosotros. Algunos valientes se acercan y gravan a cinco metros de distancia nuestra presencia pero cuando tienen suficiente se alejan de nuevo y salen corriendo.

 

 

Arrójame una piedra sólo si has hecho

tantas cosas como yo

Nos esforzamos, no tenemos miedo

 

Antes de lo que esperábamos ya hay un coche negro aparcándose delante de nosotros. De él, salen los padres del Jimin los cuales conozco de vista por la televisión. Al conocer la noticia ha venido hasta aquí y temo que eso cambie el comportamiento de Jimin pero me temo que sus presencias le hacen enfadar aún más.

—Jimin… —Susurra el padre pero no se acerca. Se lanzan unas miradas y la voz de Jimin supera la nuestra al cantar. Mi cuerpo sufre un escalofrío. Jimin a mi derecha se hace notar. Taehyung a mi izquierda está fascinado por su propio comportamiento.

Los siguientes en llegar son YongGuk acompañado del presidente y su escolta, como no. Hombres vestidos de negro con fusiles en sus manos. Como los que nos impidieron interponernos en el asesinato de Yoongi.

—¡Basta! –Grita YongGuk mientras ve arder la bandera—. ¡Basta he dicho! —Nuestras voces se detienen porque el escarmiento ha sido satisfactorio—. ¿Se puede saber qué diablos hacéis? ¿No os da vergüenza? –Miro al presidente que solo tiene ojos para su hijo. Un traidor a la patria.

—¡No nos avergonzamos! –Grito sacando el valor del miedo. Grito bien alto para que toda la población nos oiga—. Ni nos arrepentimos. ¡Representamos el descontento y nos manifestamos contra ello! Acatamos y aceptamos cualquier castigo o condena que se nos imponga.

Llega otro coche con los padres de Hoseok y los de Namjoon. Taehyung deja caer su rostro al suelo. Sus padres no vendrán.

—Dejar de hacer estupideces y volver a…

—¡NO! –Grita Jimin y juraría que se lanzaría contra ellos para devorarlos—. ¡Estoy harto de todos vosotros! ¡De todos y cada uno que me ha arrebatado a la persona que amo! ¡Y os hacéis llamar hombres! ¡MENTIRA TODO!

—¿Pero qué dices, hijo? –Le pregunta su padre intentando acercarse a nosotros pero se lo prohíben los guardias.

—He crecido bajo tu sombra padre, jamás seré un hombre satisfecho conmigo mismo por tu culpa. Me pusiste un listón demasiado alto. Pero al fin, alguien me quiso olvidando todos mis defectos. –Lleva la mano a su corazón—. Todos mis compañeros, a los que consideré rivales, son mi familia. Moriré con ellos siendo yo mismo. Mejor que vivir siendo quien no soy. –Sus palabras terminan por condenarle y el llanto de su padre es inevitable. Su mujer lo abraza y yo le miro orgulloso. Sé que su mente abraza el recuerdo de Yoongi con cariño pero al llamarnos familia me hace querer vivir por él. Por nosotros. Por todos nosotros. Pero me temo, no sería una vida feliz.

—¡Kim Seok Jin! –Dice el presidente y todos los espectadores silencian—. Mi hijo, ¿cómo has podido? –Se lamenta profundamente ofendido y humillado.

—Porque no creo en ti. Porque no me gusta este país. Porque no me gustas tú. Pero sobre todo, porque no me gusta el hombre en que intentas convertirme. Esta es la única salida. –Su padre silencia sus palabras. Yo suspiro.

—¿Alguien busca más explicaciones a nuestro comportamiento? –Pregunto sarcásticamente—. En ese caso, como nadie se nombra, déjenos cantar en paz.

—¡Renegado! –Grita YongGuk—. Eres la manzana podrida. Les has envenenado las ideas. Los has confundido a todos.

—¿Acaso no acribillaron a Yoongi por eso mismo? –Pregunta Hoseok—. Intentaron eliminar el problema de raíz. Ya era demasiado tarde y la solución fue peor que la enfermedad.

—Era la ú—única solución. –Tartamudea YongGuk asumiendo que esto va en serio. Muy en serio.

—Esta también. –Digo y sin esperar a más palabras inútiles canto de nuevo seguido del resto del grupo—.

Dámelo

Mejor ponte nervioso

Los últimos reyes para el final

Somos a prueba de balas

Somos a prueba de balas

A prueba de balas

 

El presidente lleva su mano temblorosa a cubrir su boca. YongGuk le sigue y se gira retirándose el pelo de la frente. En su cabeza mil estrategias deben saltar como pulgas pero se resigna a cumplir el protocolo y mandar a los guardas que cumplan su misión ante una manifestación como esta. Miro la bandera. Los últimos trozos se consumen lentamente.

—¡CARGUEN! –Seis hombres cogen sus fusiles y se colocan delante de cada uno de nosotros. Sus cañones nos apuntan y suspiro mientras seguimos cantando. El pánico toma el control de nuestros cuerpos pero no nos movemos excepto TaeHyung que estrecha mi mano. Su tacto es frío y al principio me pone los pelos de punta pero cuando le veo, con los labios temblorosos y la mirada encharcada en agua, mi corazón se ablanda y estrecho fuertemente su mano infundiéndole el valor que a mí me sobra.

—¡APUNTEN! –Sin poder evitarlo por más tiempo estrecho mi otra mano restante a la de Jimin a mi derecha. Él me mira seguramente igual de sorprendido como yo miré a Taehyung. Accede al agarre y sujeta la mano de Jin a su otro lado. Todos nos damos las manos pero yo no retiro a Jimin de mi mirada. Ha sido un orgullo conocerle y haber trabajado en equipo con él. Pero más orgullo ha sido conocer al verdadero Park Jimin. Al chico que sufre, al que llora y al que ama. Seguimos cantando. Ya nada nos detiene. Ya no hay miedo y aunque no es un mismo sentimiento el que nos une, todos sabemos que este es nuestro lugar. El odio por la muerte de mis padres, el despecho por la muerte de Suga, la desilusión por la falta de cariño de unos padres que no supieron valorar a un hijo. La decepción por la caída de unos ideales. La falta de valentía por años para saber valorar un pensamiento.

—¡FUEGO! –El grito viene seguido por el primer disparo y le suceden los llantos y los gritos de los padres aquí presentes. El primero en ser disparado por mi izquierda es Namjoon al extremo de nuestra línea.

Seguimos cantando.

El siguiente es Hoseok y cae soltando la mano de Taehyung, este cierra fuertemente los ojos sin apartar su rostro y aprieta sus dientes. Cuando le disparan a él en el pecho cae al suelo con un golpe seco. La adrenalina controla mi cuerpo y no soy capaz de mirar al suelo. Ya no. el fusil delante de mí me mira amenazante pero no hay miedo y me dispara haciéndome caer de espaldas como a Taehyung. Mi rostro cae de su lado pero aun sigo con vida. El cadáver a mi lado no. Sus ojos abiertos me muestra la misma falta de vida que los de mis padres meses atrás. De su comisura, un hilo de sangre se mezcla con la nieve en el suelo y el dolor atenaza mi cuerpo haciéndome retorcer.

Gimo unos segundos y llevo mi mano a mi vientre. No tardaré en morir pero habría deseado que el disparo hubiera sido algo más certero y me ahorrase la agonía de los últimos instantes de vida. Giro mi rostro y veo a Jimin del otro lado sonriéndome. Me sonríe y maldita sea, es una sonrisa preciosa. Radiante y mostrándome la verdadera felicidad en él. De entre sus dientes, el color de la sangre es llamativo pero permanece conmigo unos segundos más apretando fuertemente mi mano que no ha soltado en ningún momento.

Los disparos ya han terminado. Nadie ya hay en pie y todo el mundo guarda silencio. La bandera se ha consumido. La nieve sigue cayendo lenta como en el principio y se acumula poco a poco en el pelo de Jimin. Me gustaría estirar su brazo y retirarla pero en unos segundos ya no podré moverme.

Mi respiración es fuerte. Siento el límite de mi vida jugueteando con la muerte. Jimin a mi lado ya ha muerto pero su expresión de total paz interior permanece en él. Comienzo a transpirar y el miedo ahora sí me invade a límites inimaginables. La adrenalina hace que el corazón bombee más sangre y muera más rápido.

Jimin tenía razón, cuando ves a la muerte, todo pasa ante tus ojos. Recuerdo a mis padres y confío en volver a verles. Aun siento el remordimiento y espero que me hayan perdonado porque hoy, muero por su causa. Recuerdo el arroz y las píldoras, recuerdo los besos de Taehyung, los cálidos labios de Yoongi, el sexo con Jimin. Recuerdo el dolor por mis padres, recuerdo el miedo en las misiones. El cansancio, la fatiga.

Veo como mi sangre corre como un pequeño río entre la nieve. Es libre al fin y no tiene miedo de conducirse sin rumbo. A Yoongi no le habría gustado morir en un día así, sin embargo a mi me encanta. Es la primera navidad especial de mi vida.

 

FIN


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💬 Gracias por llegar hasta aquí. Esta es la primera temporada de dos. (Si quieres seguir leyendo la continuación de esta historia, puedes continuar directamente con el primer capítulo o acceder al índice de capítulos en el enlace que te dejo aquí): "Parte de la élite (BTS) [Parte II]"

Espero que esta historia te haya gustado y estés preparado para una nueva temporada. Disfruta.

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