PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 47

 Capítulo 47

 

JungKook POV:

 

¿Qué es la perfección?

El diccionario la define de mil maneras pero yo me quedo con la explicación que Yoongi me habría proporcionado: Eso no existe.

Y me temo que tiene razón. ¿A qué viene esto? A que cuando me ingresaron en BTS creí que jamás superaría las expectativas que me había creado del resto de mis compañeros. Me temo que aquí no soy el único con problemas emocionales o personales. Todos tenemos una cruz que debemos cargar, un peso muerto que nos amenaza con destruirnos y hundirnos en el barro. Todos confiamos en que ese lastre no se haga evidente y han sabido ocultarlos a mis ojos pero dada la situación ya nadie se hace cargo de sus vidas y asumen con franqueza y firmeza su condena, al dejarse sumir en el abismo de nuestros demonios personales.

Los días pasan, las calles se han decorado con los típicos adornos navideños que solía ver en televisión. Los medios de comunicación ya se han cansado de jactarse de trasmitir el asesinato de Suga y al fin podemos ver la tele en paz, sin miedo. Y aun así, las imágenes parecen tan recientes, tan nítidas. Aun me despierto por las noches con el sonido del disparo, los gritos de Jimin también me hacen temblar pero cuando me despierto, descubro que estos últimos sí son reales. No consigue salir adelante.

Vamos todos los días a entrenar, y habría que vernos. Es la imagen más deprimente que jamás se me ha mostrado. Jin camina cabizbajo, pensativo y a veces incluso diría cansado. Suspira resignado a unas órdenes que está cansado de recibir. Namjoon le sigue con el mismo comportamiento y yo también. Taehyung a veces está preocupado y otras inquieto. Ha llamado estos días a sus padres para desahogar sus sentimientos de congoja pero ellos no atienden sus llamadas. Nunca lo supe hasta que no vino un día llorando a mi cuarto. Sus palabras aún permanecen claras en mi mente.

—Ellos nunca me quisieron. Nunca han tenido tiempo para mí. –Dice mientras se abraza a mis piernas en el suelo. Intento levantarle pero se aferra a mí desesperado, suplicando por un poco de atención—. Mi padre siempre está con sus cosas de la banca y mi madre en el casino y salas de juego. Se gasta todo el dinero, Jeon, y ni siquiera pueden venir a verme. Nunca.

Jamás supe de los problemas de ludopatía de su madre aunque sí conocía la profesión de su padre. Recuerdo aquella vez que vinieron sus padres a verle y su rostro de emoción. No me extrañó dado que yo no podía ver a los míos pero mi curiosidad por el tema se fue acentuando cuando comprobaba que el resto de los miembros visitaban a sus padres con frecuencia.

Por todo esto, el comportamiento de Taehyung llega al extremo de la violencia consigo mismo y con todo lo que se encuentre, despechado de la falta de atención por parte de sus padres. Pero rápido, esta ira se convierte en arrepentimiento y llanto hacia cualquiera que le preste cariño.

—¡ESTOY HARTO! –Gritó hace tres días en medio de uno de los entrenamientos. Tiró los cuchillos al suelo y se largó como si nada. ¿Qué había detonado su ira? Ver cómo sin querer Hoseok cortaba superficialmente mi brazo. Apenas lo sentí pero cuando palpé aquella zona, de mi mano un color rojo le hizo despertar la ira y salió enfurecido y con pasos fuertes. El exceso de violencia, el sufrimiento innecesario. Todos queríamos marcharnos como él. Pero no lo hicimos.

Hoseok por el contrario no se ve desanimado, ni mustio ni cabizbajo. Alza su rostro orgulloso al fin de poder ensalzar las ideas que tanto tiempo calló. El arrepentimiento le devora, desde luego, pero lo acalla con palabras firmes, con frialdad en sus gestos. Su sonrisa ya no es celosa, es temeraria y sin duda orgullosa. Es uno de los soportes fundamentales por los que nos mantenemos en pie.

Y Jimin, ¿qué decir de él? aparece a las tantas de la mañana golpeando sin fuerza la puerta de mi cuarto solo para dormir en el abrazo de alguien. Hay días en los que ni sale de su cuarto. No entrena, no come. No habla y mucho menos no reacciona ante estímulos externos. Queda decir que hace días que no le veo sonreír. Ni se esfuerza en esbozar una falsa sonrisa que apacigüe nuestros corazones. Nada.

Yo perdí las ganas de vivir hace mucho pero estar en esta constante depresión colectiva me hace sentir mucho peor. El recuerdo de mis padres, las pequeñas cosas que saltan en mi mente a cada momento de soledad se me hace muy pesado de llevar y más aun cuando soy el pilar de Taehyung y Jimin para hacer que no se derrumben. Hay días que ni yo puedo evitarlo y caigo junto con ellos en la depresión, y las lágrimas nos alivian. Pero solo es un alivio momentáneo. Llegué a cuestionarme si merecía la pena incluso vivir. Hoy lo tengo claro. No.

Estamos todos sentados a la hora de cenar y fuera se oye el ajetreo típico de dos días para el día de navidad. La comida ante nosotros es abundante. El ánimo de YongGuk es excelente y todos los trabajadores tienen una sonrisa en sus rostros. Mientras, nosotros portamos la muerte y la depresión en nuestro semblante y todo lo que no sea sufrimiento nos parece cruel y despiadado, más aún cuando se nos muestra con tanta insensibilidad.

¿Qué nos faltaba entonces para caer decididamente en los brazos de la locura? Un detonante.

El ansiado resorte llegó aquella noche.

Jimin a mi lado tanteaba la comida en sus palillos. De vez en cuando, algún pequeño trozo de carne era afortunado de introducirse en su boca. Otros, no tanto. Taehyung a mi otro lado bebía vino como si eso fuera suficiente para alimentarle. Algún suspiro se desvanecía de sus labios y sus pies, nerviosos, daban golpecitos en el suelo al lado de los míos. El resto cada uno en su mundo particular. Al lado de Jimin ya no hay ninguna silla vacía porque la mandaron retirar. Ya no era necesaria y esa vez que al llegar éramos el mismo número de personas que de sillas se hizo evidente que ya no volvería jamás. Perdimos toda esperanza. Pero aquello sabíamos que llegaría, no fueron sino las palabras de YongGuk lo que nos hizo enloquecer.

—Hoy hay Sujebi*. Que rico. –Sonríe—. Seguro que a Yoongi le habría encantado.

Algo parece activarse dentro de nosotros, en todos a la vez pero cada uno parece exteriorizar este sentimiento de una manera diferente. Jin se lleva las manos al rostro y deja sus codos apoyados en la mesa. Sus hombros se convulsionan y acaba cediendo al llanto que todos queremos alcanzar. Jamás vi a Jin llorar y ahora, enfrente de mí en la mesa creo que se me cae un mito.

Namjoon cae en lágrimas pero este no oculta su rostro, se dedica a negar con la cabeza. Hoseok es el único de nosotros que habla y le recrimina a YongGuk sus palabras pero ya es demasiado tarde porque dentro de nuestras cabezas se repiten una y otra vez. Taehyung por su parte no cesa sus golpes en el suelo sino que los hace más evidentes y tira su cabeza hacia atrás en la silla con los dientes muy apretados.

Jimin golpea la mesa y tira de su silla hacia atrás. Yo, sin pensarlo demasiado y habiendo observado ya este comportamiento por mucho tiempo, me levanto y me giro para conducirme al ascensor. Por hoy, es suficiente. Acabo de ver, que todos, llevamos muy hondo el rencor en nuestros corazones.

 

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*Sujebi (수제비): Es una sopa tradicional coreana consistente en copos de masa cortados gruesamente a mano, con diversa verdura. El sabor y receta se parecen a los del kalguksu, excepto porque éste se hace con fideos más que con copos de trigo. Se suele considerar un plato para consumir los días lluviosos, junto con el bindaetteok. El caldo para el — suele hacerse con anchoas secas, marisco y algas. Para obtener un sabor rico a umami los ingredientes deben cocerse a fuego lento durante muchas horas. A este caldo se añaden fideos tiernos y diversa verdura o kimchi, especialmente calabacín y patata.

 

 

 

 

 

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