PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 46
Capítulo 46
JungKook POV:
—A él no le hubiera gustado verte así. –Le
digo a Jimin mientras se mantiene tumbado en la cama mirando a ninguna parte.
Yo, observo la ciudad desde su ventana.
Suspiro de vez en cuando y otras dejo escapar alguna lágrima pero no quiero
mostrarme débil ante él o será peor.
—Seguro que sí. –Me contradice—. Le
hubiera encantado verme sufrir por él todo el tiempo que no lo hice antes.
—No digas eso. –Suspiro de nuevo. Se me
hace muy difícil hablar con él mientras llora y gimotea. Yo también quiero
tirarme en la cama y llorar.
Ha pasado un día desde que asesinaron
cruelmente a Yoongi. Nada más vimos como se llevaban el cuerpo nos llevaron de
vuelta al edificio y nos sentaron en la mesa a comer. Como si nada hubiera
ocurrido y sin embargo nuestros estómagos cerrados no asimilaban el alimento.
Jin salió corriendo a vomitar nada más probar un poco de carne. Hoseok se cruzó
de brazos y no se despegó de su postura hasta que todos nos levantamos.
Taehyung y Namjoon quedaron en shock a la par que yo. Y Jimin se balanceaba en
la silla mientras cubría su rostro y murmuraba cosas solo para él.
Me fue muy extraño que no hubiera sentido
un ataque de ira repentino y nos hubiera lanzado la mesa a todos. Creí que era
una de esas personas que se enfadaban a la mínima y que por un golpe tan duro
como este no reaccionaria de otra manera. Sin embargo el Jimin que se me
muestra es alguien débil, miedoso, temeroso de todo y triste. La ira en él
terminó en el momento en que mataron a Yoongi.
—Jimin. –Le digo y abre sus ojos para
verme ahora de cara a él. Se incorpora en la cama y yo me siento de frente—.
¿Qué sientes? –Le pregunto no por hurgar en el dolor sino para que se exprese.
Para que muestre sus sentimientos.
—De todo a la vez.
—Me sorprende que no sientes ira. –Le digo
mostrándole mis pensamientos—. No estás enfadado, siempre te enfadas por todo y
ahora, pareces muy frágil.
—No siento ira. Jungkook. Ya no tengo nada
por lo que luchar.
—Lucha por ti mismo.
—¿Por mí? No soy más que un idiota que no
ha sabido disfrutar el tiempo que tuve a su lado. –Manosea una camiseta gris en
sus manos—. No me han dejado coger nada de su cuarto. Se lo han llevado todo y
lo han quemado. Esto se lo dejó la última vez que estuvo aquí. –Se abraza a la
prenda. Veo como sus pies descalzos se encogen y todo su cuerpo tiembla. Lleva
puesto una camiseta blanca de tirantes y unos pantalones grises holgados.
—¿Quieres hablar? Si quieres puedo irme…
—No, por favor. –Me suplica con los ojos
rojos—. No te vayas.
—Está bien. –Y sin pedírselo comienza a
contarme cosas de él. Cosas que no hace falta que me diga pero lo hace solo
para tener al menos su nombre en la boca.
—Recuerdo el día que nos conocimos. Yo me
incorporé a BTS con siete años y él con dos más que yo ya estaba aquí. Desde un
principio nos odiamos a muerte. –Ríe—. Era siempre muy callado y yo muy
extrovertido así que no congeniábamos bien, cuando yo pretendía darle
conversación se alejaba o simplemente me mandaba lejos a mí.
—¿De veras? –Asiente sonriendo.
—Él siempre estaba con Hoseok y yo con
TaeHyung, amos entramos juntos. Cuando comenzábamos a entrenar nuestras
especialidades todos estábamos en la sala de entrenamientos pero él desaparecía
y volvía a la hora de comer. Cuando supe que lo que hacía era estudiar
psicología y conducta del comportamiento tuve una excusa para burlarme de él.
Apelaba a mi capacidad física para enorgullecerme de ella y tener algo con lo
que amenazarle.
—¿Le amenazabas?
—No de malas, es decir. Le decía cosas
como: Con tus libros no vas a poder defenderte de esto. –Señala sus músculos en
el brazo.
—Vaya…
—Yo en realidad estaba envidioso de él
porque sabía que comprendía mi comportamiento mejor que yo mismo. Sabía lo que
yo pensaba, el porqué de mis actos. Todo. Y lo usaba a su favor para soltarme
palabras envenenadas. “Te especializas en la fuerza porque te acomplejas de tu
cuerpo” “Odias quien eres” “Te conocerán siempre como el hijo del presentador,
el señor Park, y no por méritos propios”. Siempre supo cómo hacerme daño.
—Esto que me cuentas… Nunca se lo has
contado a nadie, ¿cierto? –Se encoge de hombros.
—¿A quién se lo cuento? –Asiento y le
invito a que continúe—. Cuando me decía esas cosas algunas veces incluso pensé
en golpearle pero yo no podía. Físicamente, era incapaz de hacerle daño. Me
engañaba pensado que me compadecía de su físico o de que sabía que él no me
golpearía pero en realidad sabía que si le dañaba me arrepentiría hasta morir.
–Las lágrimas caen de sus ojos—. Siempre pensaba: “Si le pasa algo, yo… yo…”
Llora unos minutos y cuando consigue
calmarse continúa.
—Un día, sobre mis dieciséis años,
intentaba dormir pero comenzó una tormenta terrible. Todas las paredes
retumbaban y siempre tuve miedo de las tormentas así que subí al cuarto de
Yoongi con la excusa de molestarle. Él me dejó pasar sin inconvenientes a pesar
de que le dije explícitamente: “He venido a molestarte”. Como he dicho, él sabe
todo lo que me pasa por la cabeza. –Suspira—. Yoongi se metió en la cama como
seguramente estaba antes de que yo viniese y yo hice lo mismo junto a él.
Comencé a hablarle pero estaba de espaldas a mí y se hacía el sordo. “Eh tú,
mírame cuando te hablo. ¿No me oyes? Venga, no te hagas el sordo, maleducado”.
Nunca le traté de hyung a pesar de que era mayor. Siempre me gustó pensar que
debía ser yo quien le protegiera y no al revés.
—Ya veo…
—Y de repente, él se giró y se puso de
cara a mí. Me miró unos segundos y al final habló. “¿Tienes miedo de la
tormenta?”. Me negué en rotundo como unas mil veces hasta insultarle pero él
solo escuchaba lo que yo gritaba en mi mente. Suspiró y besó mis labios rápido
y tímido. Sonrió ante mi cara de asombro y se abrazó a mí para que ambos
pudiéramos dormir. –De nuevo se arranca a llorar—. Creo que no he dormido mejor
en mi vida.
—Eso es hermoso. –Reconozco.
—Fue genial pero cuando ambos alcanzamos
una edad comenzaron las peleas. Siempre eran sobre lo mismo. O el estado y la
patria o él. He escogido la opción equivocada toda la vida y ahora que acepto
mis sentimientos, el estado me arrebata lo que tanto quiero.
—Tienes mala cara. –Le digo comprobando
que sus ojeras son enormes.
—No he dormido en toda la noche.
—Deberías dormir. ¿Quieres que me quede
hasta que te duermas? –Asiente con un mohín en sus labios y se tumba en la
cama. Yo me tumbo junto a él y acaricio su rostro hinchado por el llanto—.
¿Puedo preguntarte algo?
—Claro…
—¿Le dijiste a Yoongi de tus sentimientos?
—El otro día, cuando te fuiste Yoongi
estaba extraño. Como si algo pesara sobre él. Me preguntó si le amaba como ha
hecho tantas veces.
—¿Qué sueles responder?
—Cosas como “Si pero no” o “No más que al
país” o “Déjame en paz”. Pero el otro día sonreía mientras me lo preguntaba. No
sentía la presión de mi respuesta. Le pregunté que porqué me preguntaba eso
ahora y me dijo que cuando le dispararon tenía mucho miedo. Pensaba que me
perdería. Yo le dije que también pensé que le perdería y tenía miedo. Nos
abrazamos y le repetí mil veces que le amaba.
—¿De veras?
—Sí, y creo que me sentí liberado. No
habría superado su muerte si se fuera al otro mundo sin haberme escuchado
decirle que le amo. Me habría dejado fusilar yo también. Yo… yo no quiero
seguir viviendo, JungKook. Quiero defender lo que él calló tantos años. Tenía
razón Jeon. El país en el que yo creía jamás habría permitido que le pasara
nada malo a alguien como él. Quiero matarlos a todos, pero no tengo fuerza. –Su
voz acaba quebrando y se acurruca en mi pecho para llorar. Acaricio su cabello
que baila entre mis dedos. La prenda de Yoongi aún huele a él, Jimin huele a
Yoongi de alguna manera y eso me hace llorar a mí también.
—¿Quieres
que cante? –Le pregunto y él asiente.
—Dónde
sea que vaya, lo que sea que haga
Le
mostraré, lo mucho que he afilado mi
espada
Lo mucho que ha trabajado
A
todas las personas que me miraban con desprecio.
Me corta a la cuarta estrofa.
—¿Cómo conoces esa canción? –Me pregunta
frunciendo el ceño.
—Es una canción que cantaba mi madre. Sé
que es una canción prohibida pero no me sé… —Vuelve a interrumpirme.
—Esa canción la cantaba Yoongi cuando se
deprimía. –Todo mi cuerpo tiembla y pido perdón al instante pero él niega con
la cabeza porque le ha reconfortado.
—¿Qué significa? –Pregunto curioso.
—Es una canción de protesta. La cantan los
que están en contra del país, los que están en contra de las leyes y el estado.
Se canta en las manifestaciones.
—No debería seguir cantándola entonces…
—No, por favor. –Se acurruca de nuevo en
mí y me estrecha fuerte entre sus brazos—. Cántala, así me siento mejor.
—Arrójame
una piedra sólo si has hecho
tantas
cosas como yo
Nos
esforzamos, no tenemos miedo
Dámelo
Mejor
ponte nervioso
Los
últimos reyes para el final
Somos
a prueba de balas
Somos
a prueba de balas
A
prueba de balas.
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