PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 42

 Capítulo 42

 

JungKook POV:

 

Con el paso de los días las cosas comenzaban a aclararse en mi mente y aunque aún pesaban los recuerdos allí, me vi obligado a pensar las cosas de una manera más fría y comprender que nadie me devolvería a mis padres y debía comenzar a llevar la vida con normalidad. Comprendí que debería cargar siempre con el sentimiento de culpa y el dolor conmigo pero con los días, con las semanas ese dolor se acababa por mitigar e incluso comencé a hablar nuevamente a pesar de hacer un gran esfuerzo. Los entrenamientos me los tomaba como una manera de mejorar y despejar mi mente saturada y mi rendimiento era mucho mejor que al principio. Ganaba algunas pruebas, en los días normales me veía más capacitado.

Un día descubrí la nieve saludándome con su bienvenida. Esta no se ha ido desde entonces porque estamos ya a mediados de diciembre.

Mis pasos se dirigen firmes y decididos a un lugar que he olvidado por un tiempo y he dejado apartado a la espera que mi mente pudiera asimilar toda la información que almacena. No me veía capacitado para volver aquí. Allí, sobre un sofá y con un libro de los muchos que nos rodean, está sentado Yoongi leyendo pacíficamente.

—¡Oh! –Exclama al verme y me regala una dulce sonrisa que se ve compensada por otra similar de mi parte—. ¿Cuánto hacía que no pasabas por aquí?

—Mucho tiempo. –Dije simple y me acerqué a la estantería más cercana a él. No quiero alejarme de él.

—Eso está bien, que regreses. –Aclara. Le miro por encima del hombro viendo su rara vestimenta. Unos vaqueros grises, muy ajustados a sus delgadas piernas y sin embargo sobre el resto de su parte superior un jersey negro unas tayas más grandes que él. No necesito acercarme a oler para saber que esa prenda es de Jimin.

—Me estaba aburriendo.

—¿Buscas algo en concreto? Sabes que soy buen consejero.

—Nada seguro. Cualquier cosa que me llame la atención. Solo quiero entretenerme. –Vaya. He dicho muchas palabras de seguido y me siento algo incómodo.

—¿Política? ¿Aventura? ¿Historia? –Suspiro sintiéndome decepcionado porque nada de lo que veo agrada a mi vista. Resignado regreso a su lado y me siento en el sofá junto a él.

—¿Qué lees tú?

—Haruki Murakami. Tokio Blues. –Me dice y me enseña la tapa del libro—. Lo he leído mil veces pero no me canso nunca.

—¿De qué trata?

—Me gustaría decirte de que amor, miedo, muerte, sufrimiento, sexo, pero no es nada en concreto y sin embargo todo a la vez. ¿Entiendes? –Asiento y le pido que me lea un poco en voz alta. Asiente encantado—. Hasta entonces había concebido la muerte como una existencia independiente, separada por completo de la vida. “Algún día la muerte nos tomará de la mano. Pero hasta el día en que nos atrape nos veremos libres de ella.” Yo pensaba así. Me parecía un razonamiento lógico. La vida está en la orilla; la muerte, en la otra. Nosotros estaremos aquí, y no allí—. Coloqué mi cabeza en su hombro y descansé un segundo mi vista cerrando los ojos y deleitándome en el sonido de su voz—. La muerte no se contrapone a la vida. La muerte había estado implícita en mi ser desde un principio. Y ese era un hecho que, por más que lo intenté, no pude olvidar.

—Es un poco deprimente. –Le digo cortando su narración.

—Lo siento, pero es así. El libro es un poco triste incluso en los momentos felices.

—No te pega leer estas cosas. –Le digo escuchando su risa nasal—. Creí que tus libros favoritos serían sobre política o revoluciones bolcheviques. –Ambos reímos nuevamente. Sonreír me hace sentir un poco más cálido.

—No he dicho que este sea mi libro favorito, solo que cada vez que lo leo es como la primera. Siempre es agradable.

—Entiendo.

—¿Te ocurre eso con alguno? –Niego con la cabeza aun apoyada en él.

—No he leído tanto, Yoongi. –Asiente y sigue leyendo para él porque entiende que hablar de muertes en mi prematuro estado no es lo más aconsejable pero su tranquilidad no dura demasiado porque nuestros DCs suenan a la par y ambos damos un respingo mirándonos entre nosotros. Acabamos por ceder a la presión y ambos comprobamos un mensaje en nuestros dispositivos.

Misión.

La sola palabra ya me pone los pelos de punta.

 

 

Miro a mi alrededor comprobando los rostros de mis compañeros. Algunos emocionados, otros nerviosos. Jimin a mi lado juguetea con sus manos. Taehyung frente a mi sonríe de manera algo cohibido. Todos en la furgoneta. Llevamos más de tres horas aquí y fuera ya ha oscurecido. Nuestra misión. Entrar en un almacén en China, requisar armamento que estará en cajas de madera, llevarlas a unos tráiler que nos siguen conduciendo ahora mismo y volver. Parece sencillo e incluso yo me siento aliviado pero YongGuk se mantiene serio como siempre y me preocupa que su exceso de disciplina nos lleve a la perdición.

Jin está mirando a sus manos en su regazo. Creo que durante estas semanas no le he visto de otra manera que no sea así. Cuanto daría por saber que pasa por esa cabeza suya pero seguro que si se lo preguntase me lo diría con franqueza. Y sin embargo es más fácil darle todas mis posesiones que buscar el valor para decirle nada. ¿Qué temo? Sus palabras.

Doy un salto en el asiento de manera involuntaria cuando me doy cuenta de que sus ojos me miran y el miedo desaparece junto con su triste sonrisa que se ve recompensada por una radiante de mi parte. Después de eso baja de nuevo su mirada a sus manos y las contempla como si leyese en ellas el libro más interesante del mundo. La curiosidad regresa a mí de manera inevitable.

—¿Kook? –Pregunta Hoseok delante de mí, al lado de Taehyung—. ¿En qué piensas? Danos conversación. –Pide ya que el ambiente es un poco silencioso. Jimin me mira incitándome a hablar también.

—Pensaba en la nieve que cae afuera. –Miento.

—¿Te gusta la nieve? –Me pregunta Hoseok sonriendo—. Yo odio el invierno. –Hace un mohín con los labios.

—Ni me encanta ni me desagrada. –Reconozco.

—Yo la amo. –Salta Jimin sonriendo de una manera infantil—. Me encanta jugar con ella. Es divertido. –Suga arruga su cara como un anciano.

—No digas tonterías, se pasa frío y se te cala el cuerpo hasta los huesos. –Dice y todos reímos no por sus palabras sino por su expresión—. ¿De qué reis? –Pregunta enfadado.

—No te enfades, hyung. –Le pido—. Lo mejor del invierno es poder comer comida calentita, arroparte por las noches con una manta bien gruesa y poder ponerte miles de capas de ropa para no pasar frío. –Todos asienten a mis palabras.

—¿Cuál es tu estación favorita? –Me pregunta Taehyung.

—El otoño. –Me miran todos esperando una explicación a mi elección—. Hace viento pero no frío. Hay luz pero no calor. Huele a humedad pero no termina de llover. Me gustaba saltar sobre las hojas secas y chapotear en los charcos.

—Para mí el otoño es incluso más triste que el invierno. –Dice NamJoon—. Ves como todo se degrada y muere. –Se encoge de hombros—. Es frío y deprimente.

—¡Como Yoongi! –Salta Hoseok en una repentina lucidez y todos reímos por la ocurrencia y por la graciosa expresión de Yoongi ante sus palabras. Incluso Jimin a mi lado se destornilla y Suga nos fulmina a todos con la mirada mientras se cruza de brazos.

El sonido de nuestras risas se oye por toda la furgoneta pero YongGuk no parece muy contento con este comportamiento. Nos mira a todos serio y algo incómodo. Algo me hace pensar que tal vez, esta buena relación y el ambiente agradable y discernido entre nosotros, no existía antes de que yo llegara. Miro por última vez a Jin, perdido en sus pensamientos antes de que YongGuk nos hable con voz firme y ruda.

—Cinco minutos, chicos.

 

 


 

 

 

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