PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 40
Capítulo 40
JungKook POV:
La mano de Taehyung aprieta fuertemente la
mía mientras ambos quedamos paralizados en su cama sentados. Las imágenes que
se nos muestran creo que son lo peor que he visto jamás. Todo mi cuerpo tiembla
y duele con cada golpe que veo en la televisión. Pero la voz de la reportera es
lo que se graba a fuego en mi mente.
—Los renegados que provocaron el incendio
han sido apaleados por los guardias de seguridad y serán ajusticiados por el
intento de golpe de estado.
—Es horrible. –Dice Taehyung a mi lado y pienso en darle la razón cuando
continúa hablando, haciendo que me dé cuenta de que no coincido con su
pensamiento—. Los renegados son tan idiotas. Saben que no tienen ninguna
posibilidad.
Tanto me gustaría deshacerme del agarre en
su mano pero a pesar de todo es lo único que me da fuerzas. Miro la ventana
viendo como amanece y no puedo creerme que me haya pasado la noche en vela
viendo imágenes de este calibre. Mi cerebro está saturado por horas. En mi
interior algo arde como el fuego, algo duele como la sangre que brota de mis
compatriotas. Pero algo mucho más fuerte aún me mantiene anclado junto a
Taehyung
—A las ocho será el fusilamiento de los
líderes del golpe. —Miro la hora.
—¿Fusilamiento? –Pregunto a Tae.
—Kookie… —No puede seguir con sus palabras
porque ambos DCs suenan y nos vemos obligados a reunirnos con el resto del
equipo en la planta baja después de habernos puesto los trajes con los que
entrenamos.
Los miro a todos allí y analizo todo lo
mejor que sé sus rostros pero solo consigo alcanzar a comprender el derrotado
rostro de Yoongi que mira sus botas negras como si fuera lo más interesante a
nuestro alrededor. Tal vez lo sea. Todo sucede muy rápido. Nos llevan en
furgoneta hasta el límite de la ciudad donde el muro nos separa del resto del
mundo. Allí, arrodillados sobre el suelo, hombres y mujeres con las cabezas
cubiertas por sacos de tela ocultan sus rostros. Varias cámaras graban nuestro
progreso hacia ellos y nos colocamos cada uno delante de una persona o una
pareja. El primero es Jin que recibe un fusil. El siguiente Hoseok y le
proporcionan lo mismo. Después Namjoon, Yoongi, Jimin, TaeHyung y por último
yo.
Aun no comprendo qué diablos pasa hasta
que no comienza a hablar YongGuk. Sus palabras son firmes, autoritarias y
siempre dirigidas a las cámaras.
—Procederemos al fusilamiento de los
líderes del intento de golpe de estado.
Todo mi cuerpo se sumerge en la
adrenalina, en el miedo y la ira. Y sin embargo no me muevo de mi sitio. Veo
las tres personas arrodilladas, con las ropas ensangrentadas y cubiertos sus
rostros de las víctimas de Jin. Con pulso firme y sin pensarlo, Jin lleva su
arma a su hombro y dispara tres veces acertando de lleno en las cabezas de
aquellos que no esperaban tan fría muerte. Doy un respingo con el sonido de los
disparos y antes de que mi cuerpo se recupere de la adrenalina provocada por su
crimen, Hoseok ya se prepara para matar a la mujer frente a él. Tampoco titubea
y miro a Taehyung evitando mirar una muerte más con mis inocentes ojos. Aún
vírgenes de tal catástrofe.
—Tae… —Susurro pero él me hace callar y
mira firme los asesinatos.
Namjoon hace lo propio con la pareja que
se le muestra y el siguiente, Yoongi parece incluso titubear pero al verle
disparar algo me dice que esto se ha hecho más a menudo de lo que yo me creía.
Jimin es más rápido y acaba rápido con su víctima. Después TaeHyung a mi lado y
veo, alora sin miedo, como el hombre cae de espaldas por la potencia del
disparo, certero en el cráneo.
Todo sucede rápido, es mi turno y llevo mi
fusil al hombro pero debo tardar demasiado porque Taehyung me mira y me lanza
unas siniestras palabras de ánimo.
—Vamos Kookie, las cámaras te graban. No
es para tanto. –La presión es tan grande, el miedo tan abrumador y mis ideales
de justicia tan pequeños y endebles que me veo sumido en un caos mental. Miro a
mis dos víctimas una vez más recreándome en sus ropas cubiertas de sangre,
rotas, ajadas. Sucias y estropeadas. Sus rostros, cubiertos por unos sacos
viejos que cubren hasta sus hombros. Ambos con las manos atadas a la espalda y
tan indefensos que quisiera compadecerme de ellos pero no se me está permitido—.
Jeon.
Oír mi apellido me hace enloquecer y
aprieto el gatillo una, dos, tres, todas las veces hasta que no quedan balas ya
en mi fusil. Respiro con un alivio impropio de mí y todo de repente queda en
silencio. Desfrunzo mi ceño y aprieto mis dientes con fuerza. Pasan los
segundos y las cámaras se apagan. Ya grabaron todo lo que tenían que grabar.
Devolvemos las armas y pretendemos marcharnos pero al dar el primer paso un
sudor frío recorre mi columna. Una adrenalina desconocida se apodera de mi
cuerpo y sin embargo un miedo irracional detiene mis pasos. Suspiro una vez más
y me giro para ver los cadáveres que yo mismo he mandado al otro mundo.
Inmóviles en el suelo y ensangrentados en el frío asfalto.
Un peso cae sobre mis hombros pero no
soporto esta sensación que poco a poco me devora por dentro y me encamino a
pasos cada vez más rápidos hasta los dos cuerpos ahí tirados. Oigo mi nombre
por ahí pero está lejos, ya muy lejos de mi control detenerme. No lo hago y
cuando estoy ahí de pie a su lado me arrodillo y quito el saco de la cabeza de
una de las personas. Del hombre primero y descubro el rostro conocido de mi
padre ahí debajo. La sangre brota de sus labios ya sin vida y lo que siento
nacer en mi interior es algo indescriptible.
—¡PADRE! –Grito con todos mis pulmones y
hago que todo el mundo silencie sus palabras. Todo el mundo detiene su marcha y
sus ojos solo tienen un único objetivo. Yo y la naciente desesperación que se
apodera de mí ser.
Sin pensarlo por más tiempo quito el segundo
saco para encontrar a mi madre con el rostro descompuesto en dolor que ha
permanecido en su cuerpo hasta el último halo de vida.
—¡MADREE! –Me gustaría tanto poner una
palabra para este sentimiento. Tanto… Pero es imposible. Llevo mis brazos a su
cuerpo ensangrentado y cruelmente fusilado para acercarlo a mí y abrazarla por
última vez mientras grito “madre” “mama” “lo siento, mamá” con todas mi
fuerzas. Las lágrimas brotan de mis ojos con todo mi consentimiento y mis dedos
se vuelven blancos al aferrarme tan fuertemente a ella. El peso sobre mis
hombros ahora me aplasta y me ahoga. Acaricio sus cabellos que se enredan en
mis manos y son tan suaves como siempre. Su olor aún permanece en ella y me
hace pensar que sigue aquí conmigo, con vida. Pero su sangre ahora en mis ropas
me recuerda cruelmente que yo la he asesinado.
—¡MAMÁ! –Grito al cielo rogando por que
vuelva. Rogando por su perdón de mi inocencia por mi desinformación. Perdóname
madre por sumirme en la ira que me ha provocado este lugar. Perdóname por
haberme sumido en esta locura que ellos llaman buena vida.
Unos brazos fuertes sujetan uno de los
míos intentando alejarme de ella pero otras dos personas ayudan a la primera y
al fin, a pesar de todos mis intentos por resistirme me obligan a abandonar su
cuerpo ahí tirado.
—JungKook, vasta. –La voz de Jimin me hace
gritar por ella mucho más alto. Por mi padre también. Pido nuevamente su
perdón.
—Kookie, Kookie. –Dicen Hoseok y Yoongi
mientras me retiran poco a poco de ellos.
—¡Perdonarme! ¡No lo sabía! –Ruego y
suplico mientras mis piernas flaquean y no podré resistirme por mucho más
tiempo. Con la fuerza de los tres me giran para que mi vista no se vea tentada
pero lo que veo no es mucho más reconfortante. El rostro paralizado de Taehyung
mirando a la nada, a la sangre correr por el piso. Namjoon con su boca cubierta
por su mano, extasiado y conmovido. Y Jin, llorando con sus puños apretados.
—Jeon. –Me dice—. No lo sabía. Yo… no lo
sabía. –Se justifica como si sirviera de algo.
A la fuerza, consiguen alejarme y sacarme
de allí y todos nos encaminamos de nuevo a la furgoneta pero miro una última
vez sus cuerpos tirados en el suelo.
—Mamá… —Gimo llorando—. Papá. No os
olvidaré. Os quiero. Perdonarme.
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