PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 39

 Capítulo 39

 

JungKook POV:

 

Los días pasaron lentos. Fueron como losas que debía sostener, aguantar y soportar sin remedio alguno. El miedo que se había instalado por un momento en el cuerpo de Jimin pareció invadirme a mí también con su lenta agonía. Las palabras que de sus labios había liberado ahora no hacía otra cosa que quitarme el sueño, que mostrarme la realidad de una persona pero por lo que veo en el paso del tiempo, solo yo soy consciente de esa verdad y tal vez solo gracias a la morfina porque no ha vuelto a decaer de esa manera desde entonces y mucho menos ha hablado con Yoongi de nada en absoluto.

Y en este momento mucho menos. Unas copas de champán decoran elegantemente nuestras manos y nuestros cuerpos portan unos trajes carísimos que nos sientan como un guante. La noche ha caído ya hace horas y las luces de la ciudad se han detenido por un momento haciendo el máximo protagonista al palacio donde nuestro presidente y su hijo hablan y expresan su agradecimiento a toda la gente que hemos venido. Yo, junto con el resto de espectadores de la clase privilegiada, miramos desde el suelo ambas presencias en el balcón del palacio.

—Precioso ¿cierto? –Pregunta Tae a mi lado mientras ambos miramos la expectante escena. Asiento sonriendo y cuando el presidente termina su discurso todos aplauden y yo les sigo con dificultad por culpa de la copa en mi mano—. ¿Quieres entrar?

—¿Dónde? –Pregunto viendo como la gente vuelve a sus conversaciones dentro de la fiesta.

—Al palacio. ¿Quieres ver como es por dentro?

—¿Podemos entrar? –Él ríe de mis palabras.

—Claro, Kookie. ¿Has traído tu identificación? –Asiento—. Entonces claro que podemos. ¡Chicos! –Se dirige al resto del equipo—. Vamos dentro. Kookie quiere ver el interior.

Veo a Jimin sonriendo con las manos ocupadas en muletas y Hoseok asiente despidiéndonos con un gesto de cabeza. La mano de Taehyung se estrecha con la mía y caminamos unidos entre el arremolinamiento de las personas que no se percatan de nuestra presencia. Al menos no la mayoría. Algunas ancianas se detienen y nos hacen detenernos a nosotros también para alabar nuestro trabajo y nos sonríen envidiosas de nuestra juventud. Algún hombre también y nos estrecha las manos.

Tras cinco minutos ya estamos pasando las puertas que se encontraban abiertas aunque no a todo el público. Enseñamos nuestras identificaciones y los hombres que ahí estaban nos dan el paso elegantemente. Mi corazón da un vuelco cuando estamos al fin en el gran salón donde algunos guardias y familiares del presidente se pasean por ahí. Las paredes están pintadas de color beige y blanco. Algunos detalles en oro y un montón de toda clase de objetos de valor por todas partes. Del techo cuelga una lámpara dorada de la que cuelgan pequeños cristalitos brillantes.

—Diamantes. –Me dice Tae y vuelvo a mirar al techo comprobando que puede tener razón.

—No escatiman en gastos. –Digo sonriendo y él ríe también.

Nos encaminamos por unas escaleras cubiertas de una alfombra roja y cuya barandilla es dorada y blanca. Me apoyo en ella sintiendo como mi mano es indigna de acariciar siquiera este material. Apenas me encuentro cómodo aun dentro de este gran palacio sin embargo Taehyung camina con soltura y ligereza como si se encontrara en su propia casa.

—¿A dónde vamos?

—A la penúltima planta. Hay unos balcones pequeños que dan a la parte trasera del edificio. Hay unas vistas preciosas de toda la ciudad.

—¿Subiremos por las escaleras? –Pregunto sintiendo ya la pereza de la distancia.

—Era por enseñártelo mejor. Pero si quieres cogemos el ascensor. –Nos dirigimos a este y subimos hasta donde dijo. Salimos a un pasillo completamente vacío y aún así iluminado. Caminamos unos segundos y tras comprobar que nadie nos observará estrecha mi mano nuevamente para balancear nuestros brazos por el camino. Es agradable a la par que morboso porque puedan llamarnos la atención, pero sin duda estamos solos en la planta.

—¿Esto está bien? –Pregunto y no necesito aclararle sobre qué hablo.

—Supongo que no. –Alicaído suelta mi mano pero yo retomo el agarre.

—No he dicho que me sueltes, tonto. –Sonríe con esa infantil sonrisa cuadrada que tanto me gusta, en estos inocentes momentos se ve mucho más joven que yo.

Cruzamos el pasillo y al final comienza a haber varios balcones pequeños, no tan grandes como me los había imaginado. Cabemos tres personas así que, para nosotros dos, es íntimo, discreto y acogedor. Nada más poner un pie fuera, la altura a la que estamos y el hecho de que estemos a principios de noviembre me hace recordar que el frío existe y ahora mismo se cuela por mis huesos.

—Vaya. –Digo por las vistas. Ante nosotros, los edificios que parecían altos no son nada. Puedo verlo todo. Y todo, está en paz y sosiego.

—Es genial, ¿cierto? –El murmullo de la gente en la fiesta al otro lado del edificio se oye muy apagado. Asiento fascinado a su pregunta y llevo mis brazos a mi propio cuerpo para arroparme—. ¿Tienes frío? –Asiento y coge nuestras copas de las manos que aún conservábamos y las deja sobre la barandilla. Ahora, permaneciendo a mi espada rodea con sus brazos mi cuerpo y me dejo entrar en calor.

—Gracias. –Susurro y él no responde más que con varios datos de interés.

—¿Ves ahí? –Señala un gran conjunto de casas a nuestra izquierda—. Donde ese gran edificio con luces de colores. Ahí está Leones. Mi urbanización. –Asiento—. Ahí en la derecha está Perlas. Más lejos está Las aguas. Y allí, aún más, Tierra Seca. No son grandes urbanizaciones pero son especiales todas.

—¿Qué hay más lejos?

—¿No lo ves? El muro. –Intento agudizar la vista y le doy la razón. Las luces de la cuidad lo iluminan a pesar de no tener iluminación propia. Se ve muy lejos pero aun así puedo reconocerlo.

—¿Estamos en la urbanización más rica de todo el país? –Asiente.

—Sí. Aquí nacieron Jin y toda su familia. También la familia de Jimin. Puente de plata también es una zona muy adinerada pero no tanto como esta.

—Ya veo…

Permanecemos un tiempo en silencio, comprobando el horizonte ante nosotros.

—Oye, Kookie. –Dice Tae de repente y giro mi rostro para verle con el rabillo del ojo.

—¿Sí?

—Hace mucho que no dormimos juntos. ¿Has acabado por acostumbrarte a estar solo por las noches? –Sus palabras tiemblan. Está haciendo un esfuerzo por soltarme esto así de golpe. No tanto como yo hago en recibirlas porque sonrío.

—Claro, hyung. Ya soy un niño mayor.

—Oh… —Parece incluso decepcionado con mi respuesta. No dice nada por unos segundos.

—¿Me echas de menos por las noches?

—Hum. –Contesta asintiendo y coloca su barbilla en mi hombro suspirando.

—¿Hay algo más que extrañes?

—Besarte. –Dice tan bajo que si no fuera porque está en mi hombro no le habría oído.

—Solo hazlo. –Le digo. Suelta mi cuerpo para girarme y hacerme apoyar mi espalda en la barandilla. Sus manos van a ella para sujetarse y acorralar mi cuerpo evitando una posible huida. Por una vez es valiente por mis palabras y besa muy lenta y tiernamente mis labios. Al principio no es más que un inocente roce. Algo insignificante para preparar el momento, para no ser brusco y realmente lo agradezco porque hace tanto tiempo que no saboreo sus labios. Con los segundos aumenta la presión y después me obliga a abrir mi boca donde introduce su lengua para buscar a ciegas en mi cavidad bucal.

Mis manos, urgentes de contacto y muy necesitadas van a sus hombros y me aferro fuerte a la chaqueta de su esmoquin. Él también ansiando tocarme rodea mi cintura y junta al fin nuestros cuerpos provocándonos un calor muy agradable aquí en la intemperie del frío.

—Hyung… —Susurro y ambos sonreímos en el momento en que nos detenemos para coger aire. Nos miramos unos segundos antes de volver a sumergirnos en el baile de nuestras lenguas pero cuando sus labios ya están abiertos y a menos de un milímetro de los míos se detienen. Sus ojos, buscan algo en las tinieblas de la noche y enfocan la vista en algo detrás de mí—. ¿Tae? –Pregunto y me giro para no ver nada. Nada que no sea la misma tranquila noche que hace unos segundos me fascinaba con su imponente presencia.

—¿No ves algo allí? –Señala con el índice una dirección completamente remota y hago un esfuerzo por encuadrar la zona que él ve. Pero no encuentro nada que me llame la atención.

—No… ¿Dónde?

—En el muro. –Sus palabras me hielan la sangre pero todo mi cuerpo arde en llamas cuando descubro una luz allí, a lo lejos sobre el muro. Una luz roja anaranjada, fuerte y radiante. Tintineante y temblorosa. Una luz, que con los segundos es más grande y llamativa—. Fuego.

Son sus palabras antes de cogerme de la mano y guiarme de nuevo dentro del edificio. Entramos en el ascensor y utiliza el tiempo de reposo en este para llamar a YongGuk que estará en la fiesta, como el resto de las personas.

—¡YongGuk! –En la otra línea del teléfono se oye todo el barullo de la gente, el bullicio de las personas. La fiesta inocente de lo que sucede. Yo tampoco sé qué diablos pasa pero Taehyung sí parece ser al menos un poco más consciente—. ¡Fuego! ¡Hay fuego en el muro!

—¿Cómo?

—En el Sur de la ciudad. En la parte sur, YongGuk. Está en llamas.

—¿Cómo es posible? –Pregunta mientras se oye como habla con Namjoon que debe estar a su lado.

—No lo sé. Evacua a las personas. Manda personal cualificado para apagar el incendio y busca a los responsables. –Vaya, es la primera vez que veo a TaeHyung dar órdenes de esta manera, y aún más sorprendente es que sea a YongGuk a quien esté dirigiendo con sus palabras. Termina la llamada y mira al frente pero se dirige a mí—. Vas a darme la mano fuerte, muy fuerte y no vas a soltarme por nada del mundo.

Asiento y respiro profundo entrelazando nuestros dedos fuertemente. Me siento con autoridad, con fuerza pero nada más salir del ascensor, nos consume el desasosiego y el miedo de las personas. Y tan solo lo escuchamos.

Taehyung sale corriendo y me veo obligado a seguir el ritmo de sus pasos para no soltarme. Una vez en la calle, las personas corren a ciegas por el pánico por el que se ven embriagadas. Las mujeres tropiezan y caer por culpa de sus tacones, los hombres que se dignan a ayudarlas caer también por la cantidad de personas que está corriendo desconcertadas y acaban en el suelo pisoteados por unos inocentes pies que solo buscan una salida. Que en realidad no tienen.

Comprendo el miedo cuando al pensarlo fríamente me doy cuenta que no son más que ratones encerrados en ellos mismos. En una jaula ardiente que los consumirá si no salen de aquí. Cuando Tae y yo nos adentramos entre la multitud ya siento como me empujan, me hacen perder el sentido orientativo y por poco no me hacen caer a mi también pero Taehyung me sujeta fuertemente y me acerca a él para que no me separe bajo ninguna circunstancia.

Gritos. Es lo único que se oye. Pasos acelerados.

Gente desesperada. Es lo único que se me muestra. Y es increíble como su miedo se instala también en mi cuerpo sin permiso alguno. Yo he visto nada más que un pequeño fuego a kilómetros de distancia y sin embargo ellos creen que el apocalipsis llega. ¿Tal vez me he perdido algo? Pregunto en mi mente.

—¡TAEHYUNG! –Oigo su nombre por alguna parte y de repente YongGuk aparece ante nosotros para llevarnos a una furgoneta negra donde ya está el resto del equipo preparado—. Volvemos al departamento. –Genial. Pienso en mi mente. Volvemos a casa.

—¿Estáis bien? –Pregunta Jimin con las muletas sobre sus piernas—. ¿Cómo lo habéis visto?

—Estábamos en los balcones de la parte sur del edificio cuando a lo lejos se veía el fuego. –Asiento corroborado las palabras de Taehyung.

—¿Era muy grande? –Pregunta Jin.

—No. –Digo yo ahora. –Solo el comienzo de un incendio.

—Tal vez si no lo hubiéramos visto se habría acabado extendiendo mucho más.

—Ya he mandado varios camiones de bomberos y la policía se encargará de averiguar qué ha sucedido.

—Ya sabes lo que ha pasado. –Dice Jin mirándonos a todos. Pero algo me dice que tiene que ver conmigo porque al pasar su mirada sobre mí se detiene y frunce el ceño.

—No sabemos si ha sido eso, Jin.

—¿Qué puede haber sido si no? Y justo en mi cumpleaños.

—Ya se demostrará. –Dice Suga incluso enfadado con el infantil comportamiento de Jin. Jimin se limita a mirar ambas personas sin comprender como yo, y me planteo la posibilidad de preguntar qué diablos ha podido suceder pero sin reparo alguno TaeHyung posa su mano delicadamente sobre mi pierna y le veo como mira al frente desconcertado. Es entonces cuando prefiero mantenerme en silencio a la espera de llegar a nuestro edificio y sosiego mis nervios deleitándome en el tacto de la mano de Taehyung sobre mi pierna.

Después descubriría que no me miraba culpabilizándome de lo sucedido, ni mucho menos. Se limitaba a recordarse, una vez más, quien soy.

 

 

 

 

 

Capítulo 38                        Capítulo 40              

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares