PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 38

 Capítulo 38

 

JungKook POV:

 

La noche ha sido muy larga. No he podido dormir en horas mientras la sangre y los gritos de Jimin llenaban mi mente. La forma en que me miraba cuando subía al avión, o como todo su cuerpo temblaba por el dolor. Me ha recordado que la vida puede acabarse de un momento a otro pero también que mi hyung es el mejor y el más fuerte.

Giro a un lado y a otro en la cama a pesar de que ya debería haber caído rendido porque son las siete de la mañana. Como ayer tuvimos una misión hoy nos han beneficiado quitándonos el entrenamiento. Un precio muy caro al sufrimiento de Jimin, sin embargo él no hará nada por días. Está descansando y recuperándose en la enfermería y su imagen no abandona mi mente. Me levanto ya incluso enfadado y retiro las sábanas de mí como si me dañasen con su solo contacto. Toda la noche esperando porque me abrazaran pero solo he conseguido su frío aliento.

Me dirijo al baño, me doy una ducha rápida y me pongo la ropa más cómoda que tengo. Salgo del cuarto con un único objetivo que es ir a la enfermería tan solo para asegurarme que el cuerpo de Jimin se recupera favorablemente. Ni siquiera me importa si está despierto o no. Solo, saber cómo diablos está.

Al llegar se ve que no hay demasiado alboroto dado las horas de la mañana pero sí entran y salen enfermeras de una de las habitaciones y me dirijo allí para ver a un Jimin despierto, sentado en la cama y hablando pacíficamente con una de las mujeres que le está cambiando el líquido del gotero. Llamo con un par de débiles golpes a la puerta abierta y aunque la enfermera me recomienda que no debe Jimin recibir visitas, a este no le importa lo más mínimo y me invita a pasar.

—Hola Jimin. –Digo cuando las enfermeras han salido y cierro la puerta detrás de mí.

—¿Qué tal, Kookie? –Su labio está hinchado, los cortes en su cara ahora son moratones y su pierna está colgada con una venda rodeándola de un gancho para que no la apoye. Su brazo. Sujeto a su cuello con una venda para que su dislocado hombro no se vea forzado a los movimientos habituales que haría.

—Bien. ¿Y tú? –Palmea la cama a su lado y se mueve un poco para dejarme espacio y me pueda sentar a su vera. Al principio me niego pero cuando me he acercado lo suficiente tira de mi brazo para que me siente.

—Ya me ves. Un poco dolorido pero la morfina es deliciosa. –Sonríe. Sin duda está drogado—. Dijeron que he tenido mucha suerte en no romperme las costillas pero que debo permanecer en cama tres días.

—¿Te dejarán salir para el cumpleaños de Jin? –Pregunto y asiente.

—Tienes mala cara… —Me dice de forma irónica.

—No más que tú. –Sonrío y acabo suspirando porque tal vez tenga razón—. No he dormido por tu culpa.

—¿Mi culpa?

—Sí. Estaba preocupado por ti. –Comienza a reír y se tumba en la cama para descansar un poco mientras yo estoy sentado en el borde mirándole. Sus ojos revisan el techo y cuando se cansan me mira y habla de nuevo. O tal vez considere que ambos llevamos el tiempo suficiente en silencio como para comenzar otra conversación.

—¿Tú estás bien? –Asiento—. ¿Y Yoongi? ¿Está bien?

—También. Todos estamos bien, Jimin. –Acaricio su pelo y lo retiro de su frente.

—Soy muy descuidado. Debí asegurar bien la cuerda y comprobar que no corría peligro.

—Ya no importa. Aprenderás para otra vez.

—Kookie… —El tono de su voz cambia drásticamente por algo estorbando en su garganta—. Pensé que no tendría miedo.

—¿A qué te refieres? –Ya no es capaz de mirarme.

—Si muero. Siempre he sido valiente. Cuando me herían solo aumentaban mi ira para contraatacar. Pero esto ha sido diferente.

—¿Hum?

—Cuando sentí la cuerda romperse en mis manos fue un subidón de adrenalina que me heló el cuerpo. Mientras caía pensé que iba a morir. Estaba seguro de ello y tenía miedo, JungKook. Cuando nos embarcamos en las misiones mi cabeza fría no me permite tener miedo pero hoy que he corrido serio peligro, me hizo replantearme tantas cosas…

—¿En qué pensabas? –El nudo en su garganta no le deja hablar por unos segundos. Sus ojos se humedecen.

—En mi mamá. En su comida casera y en qué pensará si me pasara algo. Tenía miedo por ella. En mi papá. Pensé en Yoongi también. No pensé en cómo se sentiría él si me pasara algo, sino en que nunca le he expresado mis sentimientos abiertamente y… yo… —Se muerde los labios y yo trago saliva cohibido—. No quiero morir aun, JungKook. –Estrecha mi mano fuertemente y temblando.

—Tal vez, si le dices lo que sientes…

—No me creerá. Le he hecho tanto daño… He interpuesto demasiadas cosas a su felicidad. A la nuestra.

—¿Qué cosas?

—Yo… creí que sería feliz. No lo soy Jeon. –Cubre su rostro con el brazo—. Pensé que si trabajaba por el estado este me recompensaría. Creí que era algo mejor que nosotros. Algo que… debíamos…

—Jimin…

—Ningún hombre debería sentir miedo. Nunca.

—¿Miedo?

—Miedo a perder. Miedo a hablar. Miedo a ser quien realmente somos.

—¿Quién eres realmente, Jimin?

—No soy nada. Nadie que valga ya la pena.  Soy valiente para huir y no para enfrentar mis sentimientos. Mientras caía, Jeon, tenía miedo pero cuando mi cuerpo al fin chocó contra el coche por un segundo me creí muerto y ¿sabes qué? Tan solo por un segundo fui feliz pensando que ya no tendría que seguir con una vida que no quiero.

—¿Quién eres realmente, Jimin? –Pregunto de nuevo palideciendo por sus palabras.

—Alguien cansado de no verse recompensado por un esfuerzo que me ha costado la felicidad.

 Suspira pesadamente y se gira en la cama para que su rostro quede escondido en mi pierna estirada a lo largo de su cama. Llora ahí hasta que la morfina le hace el suficiente efecto como para que se quede dormido pero yo no me muevo un milímetro no por temer molestarlo sino porque sus palabras se repiten en mi mente y se enredan formando sentimientos, posibles creadores del discurso que acaba de soltar sin avisarme. Sentimientos hermosos, por una parte, pero muy peligrosos porque no solo pueden destruirlo a él sino que la onda expansiva puede alcanzarnos a todos.

Vine aquí pensando que un hombre fuerte y valeroso era el mejor ejemplo a seguir y acaba de mostrarme que la debilidad que durante años ha pesado en su espada ha acabado por apoderarse de toda su persona, torturándola. Pensó que ser fiel a un ideal corrupto y estricto le traería la felicidad y por eso se negó a aceptar la que una persona le proporcionaba. La que todos le intentamos dar cada día y él responde con su arisca expresión.

Creo que mi corazón no puede golpear más duro en mi caja torácica cuando sus palabras, influidas por un profundo sueño me hacen dar un respingo.

—Me arrepiento de tanto, Jeon… Perdóname.

 

 

 

 

 

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