PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 37

 Capítulo 37

 

JungKook POV:

 

La limusina se detiene frente a la puerta de un hotel y nada más salimos compruebo el suelo mojado bajo mis pies, el barullo incesante de la gente y el tráfico de los coches. Yoongi a mi lado camina con un reluciente aire de superioridad y su vista alta, sin miedo, sin nada que esconder y me fijo en él para imitarle y poder embriagarme de ese sentimiento de pura arrogancia.

Se abrocha la chaqueta del esmoquin y me mira de reojo haciéndome sentir tan fuera de lugar que ojalá pudiera tirarme al suelo a lloriquear, pero no. dejo mi mente en blanco y sigo sus pasos cual corderito que se dirige al matadero.

Vamos, Jeon. Quiero un buen copazo. –Me dice una vez estamos dentro y a mi alrededor puedo ver el lujo del lugar con toda clase de objetos y muebles caros. Como si ya se conociera el lugar nos dirigimos al bar donde nada más entrar nos sorprende una agradable música de piano en directo ya que sobre una gran plataforma un pianista nos deleita con el arte que sabe crear sus dedos. Unas cuantas mesas rellenan el espacio sobrante y en uno de los laterales cercanos a la puerta, una larga barra con un camarero vestido casi incluso más elegante que nosotros.

—¿Un copazo? –Le pregunto sonriendo—. Yo quiero otro.

—Deja de decir tonterías, dongsaeng. –Ambos nos detenemos en la barra al lado de un hombre. Yoongi es quien se ha puesto a su derecha mientras que yo sigo al otro lado de Yoongi. Miro a ese hombre algo despreocupado, lleva un traje gris, con una corbata roja, su rostro es asiático al contrario que el resto del personal en el local. Es mayor, tal vez más de cuarenta años, y sin duda, por la forma tan concentrada en la que mira la copa seguro que algo hay en su mente que le perturba.

—Pero tengo sed…

—¿Quieres un té? Con el frío te vendrá bien algo de beber. –Su tono de voz es más alto y llamativo que de costumbre por lo que yo le imito.

—No hyung. Un café, mejor. –Se encoge de hombros y con un despreocupado gesto de su mano hace venir al camarero para hablar en un perfecto inglés que me pone los pelos de punta.

—We want to take a glass of whiskey Jack Daniel’s and a late. Please. Thanks so much. –Nosotros queremos tomar un vaso de whiskey Jasck Daniel’s y un café con leche. Muchas gracias.

—Hyung… —Susurro—. Eres el mejor.

—Lo sé, dongsaeng.

—Oh, —nos llama la atención el hombre a nuestro lado en coreano. Mi cuerpo tiembla—, ¿hablan mi idioma?

—Vaya… —Yoongi se gira a él dejándome un espacio para verle yo también. Ambos sonreímos sorprendidos—. No me diga que usted es del país de antes.

—Así es. ¿Y vosotros también? –Pregunta con una extraña mueca en los labios.

—En realidad no. Nuestros padres huyeron antes de que El Renacido se consolidara. Nacimos aquí pero en nuestra casa seguimos hablando el idioma. Para algo bueno que tenemos… ¿cierto? –La expresión de Yoongi es afable, sonriente y muy agradable. La conversación que crea con sus palabras parece de seda, quieres seguir en ella todo el tiempo posible antes de que se deshaga como el polvo.

—Oh, ya veo. Yo escapé de allí también antes de que el tirano ese nos sometiera a todos. –Ambos ríen y yo me veo obligado a hacerlo mientras me sirven el café y lo remuevo mientras la leche candente echa humo. Yoongi hace el amago de pagar pero el hombre se adelanta—. Oh, no, no. A uno de mi sangre le invito yo, señor. No se preocupe. –Yoongi sonríe agradecido y se inclina un poco para darle las gracias. Le robaremos y encima nos paga las bebidas. Este será una presa muy sencilla.

Bueno, déjeme presentarme. –Dice Yoongi—. Somos Min Yoongi y Min JungKook. Actualmente vivimos en Venecia con nuestros padres pero los hemos convencido para que nos dejen irnos de vacaciones. –Se encoge de hombros mientras rodea los míos con su brazo acercándonos más y mostrando un vínculo fraternal inexistente.

—Eso está muy bien. –El hombre me mira y sonríe con condescendencia—. ¿Te gusta Nueva York, muchacho?—. Siento a Yoongi nervioso a mi lado pero me limito a contestar de una forma linda y amable.

—Claro señor, la comida rápida de este sitio es la mejor. Las mejores hamburguesas. —Digo y miro a mi hermoso hermano—. Como las que cenamos ayer, ¿cierto? –Él asiente orgulloso de mi comportamiento—. No estamos acostumbrados a comer ese tipo de cosas ya que nuestro presupuesto nos pone el listón más alto pero es como visitar Italia y no comer una pizza casera. –Me encojo de hombros y sonrío contento con mi respuesta, haciendo alegación a nuestro supuesto lugar de origen, confiando en él y en su comida.

—Ya veo. Ah, no me he presentado. –Nos extiende la mano a cada uno—. Soy el señor Kang DaeSol. Encantado.

—Un gusto conocerle. Y dígame. ¿Qué hace aquí?

—Asuntos de negocios sin importancia. –Pruebo mi café. Me quemo un poco los labios pero Yoongi se debe quemar la garganta cuando da un trago a su whiskey.

 

——Ya estamos dentro——

 

Oímos Yoongi y yo a la vez por nuestros pinganillos bien escondidos en nuestras orejas. Yo doy un leve respingo involuntario mientras que Yoongi sigue dándole conversación hasta que nos informen que están fuera y con lo que buscaban. Tal vez hasta dentro de ocho minutos no podamos despegarnos a este hombre de nuestro lado.

—Y dígame. ¿Tiene esposa e hijos? –El hombre niega con la cabeza y una sonrisa triste adorna su rostro.

—No, muchacho. Los negocios no me han permitido tiempo para una vida privada. –Yoongi suspira.

—No me diga más. –El señor rebaña hasta la última gota de coñac en su copa y la deja fuertemente sobre la barra suspirando por el ardor en su garganta. Todo mi cuerpo comienza a temblar y el de Yoongi también porque su aliento se entrecorta—. La vida de empresario no es fácil. –Sus palabras son tranquilas pero no despega la vista del vaso vacío del hombre igual que yo.

—Bueno… —dice el señor Kang ajustándose la chaqueta al cuerpo—, muy agradable conversación pero tengo que volver a mi suit. –Le veo despegarse de la barra y Yoongi comienza a poner excusas.

—Vaya, pero no es tan tarde, quédese que me interesaba…

—Lo siento, muchacho. Otra vez será… —Ya se aleja a pasos desorbitados—. Gracias pero…

—¿No nos irá a hacer el feo de negarse a que le invitemos a una copa doble de lo mismo que estaba tomando? –Me apoyo sobre la barra sonriendo por mis palabras y el hombre se detiene mirándome de reojo, con una sonrisa infantil pero al mismo tiempo temeroso de haber dado en su debilidad. Desabrocha el botón de su chaqueta y suspira pensando en la posibilidad tan tentadora que acabo de proponerle—. No sea maleducado, es lo justo. –Él señor Kang se encoge de hombros como si no tuviera otro remedio.

—Si no hay otra alternativa… —Dice y Yoongi, sonriendo satisfecho llama al camarero para que le sirva lo que yo propuse. Cuando parece que de nuevo otra agradable conversación comienza, Yoongi roza levemente mi mano y es incluso reconfortante. Me mira de reojo y me sonríe. “Buen trabajo, Jeon” Puedo leer en su mente y eso me da confianza para continuar. Para seguir adelante bajo una máscara que no me representa.

Pensé que entablar conversación con un desconocido, y más aún con un hombre que es un criminal, sería algo enrevesado y muy complicado pero estaba confundido porque desde el principio todo ha sido muy agradable y las palabras fluían de nuestra boca con facilidad. No es muy diferente a una persona normal, tal vez él también sea otra persona bajo la personalidad que nos muestra pero entre tanta mentira se ve incluso una conversación como cualquier otra.

Hablamos de temas comunes como el tiempo, moda, cosas más complejas como literatura clásica, música, teatro. Cosas banales pero que nos muestran. De todo hasta que una voz conocida nos informa por el pinganillo que el tiempo ha terminado.

 

——Estamos fuera——

 

Veo sin más demoras a Yoongi terminarse su copa y hago lo mismo con el café.

—Hyung. –Tiro de su chaqueta—. Tengo sueño, ¿Podemos irnos ya? –Pregunto mientras asiente y pasa un brazo por mis hombros.

—Bueno señor Kang, ha sido un placer. –En las mejillas del señor Kang ya se hace evidente una notable ebriedad por nuestra culpa. Río por dentro mientras todo mi cuerpo se ve sumido en la adrenalina. Él nos insiste un poco más para que nos quedemos pero hacemos oídos sordos y la puerta se ve ya muy cerca.

—Hyung. –Digo cuando la cruzamos—. ¿Ha salido todo bien?

—Genial, Kookie.

La limusina blanca nos espera de nuevo fuera y nos introducimos dentro confiados y seguros. Respiramos profundos mientras conduce está de nuevo al aeropuerto donde dejamos el avión. Sin esperar más tiempo Suga coge su DC y llama a Jin para ponerlo en alto y que ambos escuchemos.

—¿Suga?

—Sí, ¿Todo bien?

—Nosotros bien. Pero creo que le ha pasado algo a Chim—Chim.

—¿CHIM—CHIM? –Preguntamos los dos a la vez sintiendo un subidón de adrenalina impresionante.

—Sí, ninguno de los tres consigue contestar a las llamadas y cuando intenté conectar por los auriculares solo se oiga “Chim—chim” “Chim—chim ¿estás bien?” –Intenta imitar una voz y yo comienzo a ponerme nervioso.

—Vale. Voy a colgar ahora e intentaré contactar con ellos.

—Vale. Adiós. –Miro el rostro descompuesto de Yoongi y como libera su frustración con insultos y malas palabras hacia Jimin.

—Maldito enano. Siempre tiene que pasarle alguna. No se puede estar quieto. –Solo detiene sus nerviosas palabras cuando al fin alguien contesta al otro lado una vez ha llamado a Hoseok.

—Suga. ¿Qué tal ha salido todo?

—Bien. ¿Qué le ha pasado a Chim—Chim?

—Usamos cuerdas de escalada desde la azotea para descender hasta el dormitorio del señor Kang pero al salir de él la cuerda de la polea de Chim—Chim se rompió y cayó al vacío. Menos mal que no era una gran altura. Se ha torcido un tobillo y tiene el hombro dislocado. –Tras su voz puedo oír sus lamentos.

—Maldita sea. –Dice Yoongi—. ¿Estáis ya en la furgoneta?

—Sí. Ya vamos.

—En quince minutos nos encontramos. –Dice Suga y cuelga la llamada apretando fuertemente sus puños. Yo, con un gran nudo en la garganta aferro fuertemente el pantalón de Yoongi sobre su pierna y ambos nos miramos temiendo que nuestros corazones se salgan de nuestro pecho.

Creo que jamás viví quince minutos tan horribles en mi vida. Sin poder hacer nada. Sin poder salir corriendo, sin poder ponerme en el lugar del conductor y acelerar hasta que el motor se fundiera, o hasta estrellarnos y juntarnos en la agonía del dolor físico con Jimin. Pero al mismo tiempo no quiero llegar y es en este sentimiento donde me rompo al ver como la limusina se detiene y nos obligamos a bajar, a la par que bajan Jin y Namjoon de su furgoneta negra y nos miramos entre nosotros. Yoongi sale corriendo junto con Namjoon para explicarle lo sucedido mientras que a lo lejos veo llegar otra furgoneta negra a toda prisa.

—¡Son ellos! –Esta aparca cerca de las escaleras del avión y de la puerta sale primero Hoseok y después Taehyung con Jimin sujeto en su hombro. Hoseok les ayuda y cojeando, Jimin se encamina con los otros dos a cada lado de su cuerpo hacia las escaleras.

—¡Jimin! –Grito y salgo corriendo pero Yoongi me lo prohíbe y me mira serio.

—Entremos para adecuar el avión. Busca hielo para su pie. Medicamentos. Todo. –Ambos subimos dentro seguidos de Jin y NamJoon para hacer lo que Yoongi nos ha pedido.

—AH… Ah… joder… —Ya oigo los lamentos de Jimin entrando por el avión y estando dentro la puerta se cierra y despegamos. Me mintieron. No solo su brazo y su pie están dañados. Su labio está roto. Todo su rostro está cubierto de cortes sus manos igual y estas sangran. De su nariz, un torrente de sangre me hace sentir inútil a pesar de que mil clases de medicinas llenan mis manos.

—Dejarme a mí. –Veo a Jin acercarse al maltratado cuerpo de Jimin y coge su brazo con cuidado pero bien decidido a su siguiente acto. No se lo piensa y posando su mano sobre el hombro de Jimin hace girar el brazo para recolocarlo. Yo me veo obligado a girarme y no presenciar la escena pero es ya inevitable que los gritos de Jimin entren en mis oídos y se repitan una y otra vez a pesar de que dejó de gritar hace ya mucho tiempo. Muerdo mi labio. Cierro los ojos fuertemente y escojo de entre todas las cajas de analgésicos, las pastillas con mayor graduación de anestesia.

Cuando voy a Jin le pregunto si mi elección es la correcta y asiente mandándome a buscar una bolsa con hielos. La traigo todo lo rápido posible y ya veo como Jimin se toma varias pastillas y como su pie en alto está siendo vendado y colocado sobre un cojín. Suga está sentado frente a él mientras Namjoon y Taehyung miran en sus manos el pendrive que han rescatado. Suspiran aliviados porque al menos la misión no ha terminado mal y lo guardan en una caja fuerte para asegurarse que nada malo le pase.

—Ji—Jimin. –Le llamo y me mira de reojo mientras respira por la boca y traga saliva fuertemente. Sus ojos están llorosos, su rostro medio ensangrentado—. ¿Cómo estás?

—¿Tú qué crees?

—¿Qué te pasó? –Pregunto con un puchero.

—Caí sobre un coche aparcado en la acera. Me estampé contra la luna. –Sonríe triste y de repente una expresión de dolor agónico al fijar bien la venda de su tobillo.

—Trae eso aquí, Kookie. –Le doy a Jin la bolsa de hielos y me mira comprendiendo mi cara de susto por la situación—. ¿Quieres ayudar a hyung? –Asiento—. Aquí tienes el botiquín. Cúrale los cortes en las manos y en la cara ¿Hum?

—Sí hyung.

Cuando todo parece tranquilizarse y a Jimin comienzan a hacerle efecto los calmantes voy a buscar un pequeño recipiente con agua y una gasa para poder primero limpiar sus manos y quitar de ellas pequeños cristales que él me dice, tiene clavados. Su cabeza cae en su asiento relajada y solo se contrae cuando le escuece el alcohol que echo en sus heridas o cuando no trato con debido cuidado la mano del hombro dolorido.

En el momento en que termino con sus manos cojo la gasa húmeda y la paso por las partes de su rostro donde la sangre es muy evidente. Ya en algunos lugares seca pero en otros reciente. Hago un pequeño taponcito con papel y lo introduzco en su nariz. Pongo un pequeño trocito de tirita en su labio para que se selle bien y no se abra para que la sangre brote. Con un bastoncillo mojado en alcohol repaso todos los pequeños cortes y creo que he terminado cuando su cabeza cae sobre mi hombro. Miro confuso a Suga frente a él y lleva su dedo índice a sus labios indicándome que silencie. Se ha quedado dormido por las pastillas.

Le miro de reojo viendo como sus gruesos labios suspiran y su nariz se mueve tímida. Apoyo mi cabeza en la suya y ambos descansamos al fin exhaustos de la noche que se nos ha presentado.

 

 

 

 

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