PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 36
Capítulo 36
JungKook POV:
El tiempo pasa rápido y más aún cuando se
puede ver la degradación de la estación otoñal a una de puro invierno. Eso es.
Noviembre está por terminar y las lluvias y la nieve ya comienzan a ser más que
abundantes, pero por suerte, hoy solo el frío nos acompaña con su incesante
presencia. Es ahora cuando los días encerrados en la habitación, metido entre
las sábanas y con la calefacción puesta se hacen agradables. Cuando sudar en
los entrenamientos es incluso beneficioso porque al fin sientes calor. Cuando
follar es mucho más llevadero cuando el calor del éxtasis del orgasmo te golpea
y te aferras a él con desesperación. Después de terminar, las mantas calientes
son el mejor abrigo después de los brazos con quien te hayas desfogado.
Una manta color lavanda envuelve mi cuerpo
con la espalda apoyada en el cabecero, mientras las manos están libre, aun así
presas del peso de un libro que leo pacíficamente. Delante de mí, Suga tirado
en su cama con otro libro en sus manos sobre su cabeza. La lectura ya cansa mis
ojos y soy incapaz de concentrarme en las palabras cuando mi pie se escapa de
la manta y se atreve a retirar su mano del libro que sostiene sobre su rostro y
este cae precipitado a él. Cuando las páginas han cubierto ya su rostro sus
manos caen al lado de su cuerpo y queda inerte, como si de veras no tuviera
vida.
—¿Yoongi? –Pregunto entre las carcajadas
pero él no responde y me veo obligado a acercarme y levantar la portada para
descubrir el traicionero rostro ahí escondido, aguardando a mi debilidad por su
bienestar. Rápido se incorpora asustándome y se lanza a mí para torturarme a
cosquillas—. ¡Basta! –Grito y no es hasta que ambos DCs en la mesilla suenan a
la par que se detiene y con su rostro tenso y pálido los coge ambos
entregándome el mío. En la pantalla unas palabras desconocidas alteran mi ritmo
cardíaco.
Misión.
—¿Qué es esto, Yoongi? –Pregunto algo
aturdido. Él se levanta rápido y me hace incorporarme a mí también.
—Tenemos una misión, JungKook.
Tal vez el tiempo haya hecho mella ya en
mi memoria y por un momento olvidé la verdadera misión de estos hombres que
trabajan duro día a día. El verdadero motivo por el que el estado les permite
todos estos lujos y por el que los mantiene y les promociona. Porque somos la
defensa de este. Leí sobre nosotros y el tipo de misiones que se nos asignan
pero tras entrar aquí y encontrarme con un entrenamiento diario y una libertad
incalculable, realmente creí que esto quedaría así por siempre. Una
equivocación que ahora paga mi corazón al borde de sufrir un ataque de nervios.
Sin poder evitarlo por más tiempo a pesar
de que no quiero hacerlo, leo el mensaje con la palabra “Misión” como portada.
Ambos con nuestros apodos estamos asignados a unas tareas diferentes en la
misión. ¿Y en qué consiste esta?
—El hombre de negocios estará en el bar—restaurante,
en la barra tomando su copa. –Nos indica YongGuk mientras nos dirigimos todos a
la parte trasera de la sala de entrenamientos—. Suga y JungKook, vosotros le
distraeréis mientras Hoseok, Jimin y Taehyung os encargáis de entrar en su suit
y rescatáis el pendrive que se encuentra oculto allí. Namjoon y Jin, vosotros
eliminareis a los guardias de seguridad. –Todos asienten y soy consciente por
sus actos que esta no es la primera vez que algo como esto ocurre.
Y las sorpresas no paran de saltar frente
a mí como pulgas porque al entrar en una especie de nave tras la sala de
entrenamientos, del suelo y haciendo círculos, asciende un yet privado de color
blanco, muy brillante. Todos subimos ahí dentro con las mismas ropas con las
que estábamos cada uno haciendo nuestros oficios. Yoongi no me ha indicado que
me cambie ni nadie lo ha hecho.
—Dentro os esperan vuestros uniformes.
–Dice YongGuk abajo mientras nosotros estamos ya subiendo las escaleras—. Buena
suerte chicos. –Yo soy el último en verlo porque la puerta del avión se cierra
a mi espalda, él aun en tierra.
—¿No viene con nosotros? –Pregunto a la
nada y Taehyung me contesta algo nervioso—. No. él se queda aquí y desde la
central controla nuestros movimientos. –De repente un hombre cruza todo el
largo del avión hacia la cabina del piloto pero al verme se detiene y me saluda
cordialmente.
—Hola, soy vuestro piloto, Kim HimChan. –Estrecha
mi mano serio pero cordial a la vez—. En dos horas estaréis en Estados Unidos.
–Y sin más, desaparece camino a la cabina para que despeguemos.
—Jeon, —me dice Tae lejos—, ven a ponerte
el traje.
Cuando me acerco a ellos veo sobre unas
perchas prendas de ropa plastificadas para protegerlas. Todos son vestimentas
negras con chalecos antibalas y el escudo de nuestro equipo excepto dos. Solo
dos de ellos son esmóquines, de los cuales, me ofrecen uno y me veo obligado a
ver a Suga con el otro de la mano.
—Tú y yo seremos el motivo por el que el
señor llegue tarde a su cuarto. Y cuando lo haga descubrirá que lo que tanto
guarda, ya no está.
—Nos matará. –Digo preocupado.
—No temas, Kookie. Para cuando se percate
de que el pendrive ya no está en su poder nosotros deberemos estar ya aquí
dentro. –Sonríe reconfortante y me hace sonreír a mí también.
—¿Cómo lo distraeremos? –Le pregunto
cuando el resto del equipo se ha ido a cambiar ya.
—Con mi conversación y tu rostro inocente
e infantil. Un par de copas, una agradable sonrisa y no querrá marcharse.
—¿Hay que llevarlo a la cama? –Pregunto
susurrando.
—No. –Ríe de mi comentario—. Solo dar
tiempo al resto del equipo para que se cuelen y consigan lo que es nuestro.
–Asiento.
—¿Y si algo sale mal? ¿Y si se entera de
quienes somos?
—En ese caso, nos disparará y moriremos.
–Se encoge de hombros pero yo trago fuerte y sonoro—. No dejaré que te hagan
nada malo, Kookie. –Estrecha mi mano fuertemente.
—Gracias, hyung.
…
Salgo del baño en el momento exacto para
escuchar el piloto avisarnos que estamos a punto de aterrizar. Todos comenzamos
con unos nervios internos que aunque no queramos expresar, todos sabemos que
están ahí y sin duda los más evidentes son los míos que busco la fuerza y el
valor en la mirada de mis compañeros, pero ¿acaso no es la mirada el reflejo de
alarma? Nada me ayuda más que suspirar y mirar al frente mientras el avión
aterriza y la puerta de este se abre.
Tras bajar nos esperan dos furgonetas
negras y una limusina blanca. Yoongi va delante de mí y me dirijo junto con él
dentro de la limusina a la espera que el conductor nos lleve a un destino el
cual no necesita que le recordemos. Por los cristales de esta veo como el resto
de mis compañeros se suben por grupos antes ya marcados a las furgonetas y se
conducen lejos de nosotros.
—¿A dónde vamos? –Pregunto porque quiero
oírlo de nuevo.
—A uno de los hoteles más caros y lujosos
de Nueva York. Allí, nos dirigiremos directos al bar.
—¿Podré…? –No me deja terminar.
—No pienses ni por un segundo que te voy a
dejar probar una gota de alcohol. –Hago un puchero con los labios y compruebo
mis manos que comienzan a temblar.
—¿Cómo debo comportarme, hyung?
—Tranquilo. Solo estás con tu hermano
multimillonario, tomando un copazo porque estamos de vacaciones.
—¿Hermano? –Pregunto pero él asiente
sonriendo.
El paseo en limusina es muy agradable y
sin duda aún más son las vistas fuera de ella. Edificios enormes sucumbidos por
las luces de neón que iluminan las fachadas y carteles publicitarios, como en
la zona privilegiada de nuestro país pero puedo notar un claro descenso a la
hora de hablar de material tecnológico porque aquí los coches siguen usando
ruedas todos y nuestros DCs son modernos en comparación.
—No debería sacar el DC, ¿verdad?
–Asiente.
—Sabrán de dónde somos y no nos conviene.
Es un hombre que nació en nuestro país pero aunque viva aquí sabe muy bien que
es un DC. ¿Entendido? –Asiento—. Malditos americanos. —Farfulla—. No me gusta
mi país pero este menos aún. Y al hombre al que vamos a entretener peor,
vendido a esta sucia y corrupta sociedad.
—Yoongi. –Digo sonriendo—. ¿Hay algo en
esta vida que te agrade?
—Sí, tú.
—¿Solo yo? –Pregunto con una pícara sonrisa
en el rostro.
—Vale… Y Jimin. –Se resigna a mi humilde
interrogatorio y acaba haciendo un mohín con los labios enfadado. Yo sonrío
feliz.
Comentarios
Publicar un comentario