PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 35
Capítulo 35
JungKook POV:
El combate cuerpo a cuerpo es más complicado
de lo que pensé en un principio sin duda y no tuve en cuenta que el primer día
era solo de calentamiento. Taehyung acaba cayendo sobre mi cuerpo y
reduciéndome como puede mientras me revuelvo debajo de él. He conseguido ganar
a Yoongi pero solo a él y no siempre. Sin duda no soy capaz de mejorar.
—Hemos terminado por hoy. –Nos informa
YongGuk. Todos suspiramos aliviados y con principios de moratones en nuestros
cuerpos que ahora no son más que dolores pesados.
—Genial… —Digo y mis pasos ya me conducen
lentamente a los vestuarios pero la autoritaria voz de Jimin me detiene.
—Espera Jeon. Aun necesitas mucho
entrenamiento. –Deja de dirigirse a mí para hablar con YongGuk—. ¿Podemos
quedarnos un poco más para seguir practicando? Hay cosas que aun hace mal.
YongGuk se encojo de hombros sin darle
importancia alguna y yo dejo caer mis hombros derrotado, ya agotado y
suspirando efusivamente por mi descontento ante la estúpida iniciativa de Jimin
por seguir entrenando. Todos han desaparecido ya y Jimin prepara las
instalaciones para alzar una plataforma rodeada de una valla.
—Sube ahí. –Me dice firme y todo mi cuerpo
vibra por un cobarde miedo de seguir torturando mi cuerpo.
—Hyung… —suplico arrastrándome como una
mierda—, no seas brusco, me duele todo el cuerpo. –Ambos estamos ya con el
rostro enrojecido, el pelo pegado a nuestra frente y nuestra ropa empapada de
sudor por todo el esfuerzo y no sé hasta qué punto puede aguantar él pero yo
sin duda no podré seguir su ritmo.
—No seas nenaza Kookie. –Hace crujir sus
dedos y se prepara para embestirme con toda su fuerza. Yo me posiciono también
pero cuando viene directo a mí me aparto viendo como, pensando que pasaría de
largo, agarra mi brazo y me tira al suelo provocando que todo mi cuerpo quede
tendido con el suyo encima.
—Hyung… —Me revuelvo debajo de su peso
pero sujeta mis manos para que no pueda agredirle y mis piernas se ven
prisioneras también por las suyas temiendo que se dirijan a su entrepierna.
—Kookie, un castigo por cada vez que no
sepas como contrarrestarme. –Dice de manera infantil pero al mismo tiempo
autoritario. Sin dejarme tiempo a replicar sus palabras, sus gruesos labios
alcanzan mi cuello y lamen y chupan fuerte hasta hacerme tal vez incluso un
poco de molestia pero el subidón de adrenalina porque nos puedan ver es incluso
más excitante que su solo gesto.
—Hyung… ¿qu—que haces?
—Un chupetón, Kookie. Una marca para que
sepas de quién eres.
—¿So—soy tu—tuyo hyung? –Mis manos van a
sus cabellos para aferrarlos con fuerza sintiendo mis piernas flaquear y
enredarse ambas a su cadera. Maldita sea, siento como la sangre abandona mi
cabeza de una manera traidora y se dirige a mi entrepierna al sentir sus
dientes clavarse en mi piel.
—Claro, Kookie. –Se despega de mí y se
levanta de nuevo dejándome en el suelo para que me incorpore y comencemos de
nuevo. Se pone en posición y yo de igual forma pero de poco sirve porque cuando
se acerca a mí me sujeta ambos brazos y patea mi pierna haciendo que pierda el
equilibrio. Caigo de nuevo y creo que me gusta perder porque de nuevo se sienta
en mi regazo y estira de la tela para mostrar mi piel y succionar esta vez en
la clavícula.
—Ah… Hyung… —Le llamo y sé que le encanta
porque cuando termina ahí hace otro un poco más abajo, cerca del pezón. Cometo
el gran error de mirarle. Maldita sea, sus labios seductores y tentadores a ser
mordidos están brillando por su saliva y se hinchan con los segundos haciendo
que el delirio en mi mente aumente sin remedio. Sus dientes torturan
delicadamente mi piel solo para hacerme gemir pero me cohíbo de ello. Y su
lengua. Dios, que es eso tan maravilloso que juguetea tan sutilmente. Tan larga
como diestra en sus movimientos, tan húmeda como ahora duele mi entrepierna.
—Muy bien. –Me suelta y se incorpora de
nuevo para alejarse. No. Yo quiero más.
Ya está a cinco pasos y se detiene cuando
me ve acercarme a él de forma indecente, con las mejillas ardiendo y un
creciente bulto entre mis piernas y su ceño se frunce confundido. No le dejo
reaccionar cuando me aferro a sus hombros y salto a su regazo esperando que sus
manos sujeten mis piernas y me sostenga aferrándome a él.
—Jimin Hyung… —Sin decir una sola palabra
más beso sus labios los cuales me corresponden sin dudar. Muerdo y succiono sus
labios igual que ha hecho él con mi carne pero soy más cruel de dejarle ver mi
mirada de picardía.
—Kookie. –Deja de besarme—. Tenemos que
seguir con el entrenamiento. –Maldita infantil excusa que tu sonrisa delata que
es.
—No haberme provocado. –Me quito la camisa
de tirantes aun en su regazo y me lanzo de nuevo a sentir esos jugosos labios
entre los míos. Su lengua explora sin permiso mi boca y la mía juega con la
suya dentro de mí. Terriblemente caliente.
—No era una provocación, era un castigo.
—Hyung, no sabes castigar. –Sonrío
mientras niego con la cabeza y volvemos a besarnos.
—Mi mano no es muy grande Kookie, pero
tengo suficiente fuerza como para darte unos azotes, niño impertinente. –Muerde
su labio cuando termina de hablar y estruja mi trasero en sus manos.
—No me des ideas, que tu culo parece mucho
más apetitoso. –Me relamo y sus mejillas arden pero de repente parece entrar en
cólera.
—¡Ahora verás! –Camina conmigo en su
regazo hasta que una de las paredes de valla metálica choca con mi espalda
produciendo un ruido alto que me pone los pelos de punta. Me suelta cuando mi
peso empieza a hacer mella en sus brazos y me pone de espaldas a él de manera
que mis manos van a las rejas y aprieto fuerte mientras siento su cuerpo detrás
de mí, cavilando posiblemente en la manera de hacérmelas pagar.
Primero se acerca a mí y toca mi torso
desnudo con sus manos mientras sus dientes torturan mi oreja. El bulto ya muy
evidente en sus pantalones se restriega contra mis nalgas para masturbarse ahí.
Cree que es suficiente y desabrocha mis pantalones dejándome desnudo, ya que ha
quitado mi ropa interior junto con ellos.
—Date la vuelta, pequeño. –Obedezco y
apoyo mi espalda contra la verja—. ¿De quién eres, Kookie? –Me pregunta
mirándome desde una superioridad que le proporcionan los zapatos porque ya
somos de la misma altura.
—¿Tuyo? –Pregunto y él se arrodilla
delante de mí y sujeta mis nalgas posesivamente.
—¿Lo preguntas?
—No, no… —Su sonrisa se hace más grande y
sus ojos se deleitan con la imagen de mi polla bien erecta—. Tuyo, hyung. Soy
de Jimin hyung.
—Así me gusta, mi amor. –Con sus pequeñas
manos coge mi poya y relame sus labios mientras su expresión cambia a ser una
muy inocente, casi infantil. Masturba mi pene despacio mientras suspiro
aliviado de que me esté tocando. Besa el glande y saca su lengua para jugar débilmente
con la punta. Se forma un puente de saliva y líquido preseminal entre su lengua
y mi glande y me obligo a no mirar más o acabaré delirando.
Poco a poco introduce toda la longitud
dentro de su boca y cuando estoy en mi límite le detengo porque no quiero
venirme ahora. Él comprende mi sentimiento y se torna brusco y rudo de nuevo
para ponerme de cara a la valla y coger mi cadera para alzar mi trasero y que
sea más fácil penetrarme. Y confío en que lo haga con sus dedos pero es su
juguetona lengua lo que me sorprende violando mi entrada. Sus dientes muerden
mi alrededor y gimo aferrando mis manos a los hierros desesperado.
Su lengua entra por completo y la siento
rozar mis paredes, y como estas la estrujan sin poder yo controlarlo. Sus manos
arañan mis nalgas y las aplastan entre los dedos hasta dejar marcas. De repente
sale de mí y dejo caer mi cabeza con mi glande palpitando.
—¿Necesitas unos azotes o te portarás bien
y me dejarás hacer lo que te pida?
—De pende qué me pidas.
—Te pido que gimas mi nombre muy alto.
–Coloca mi cadera junto a su glande y juega con él entre las nalgas pero aun no
penetra.
—Haré lo que me pidas, pero hazlo ya.
—Muy bien Kookie. –Abro un poco más mis
piernas y siento como su glande entra partiéndome en dos. Grito su nombre
mientras cierro los ojos fuertemente y él parece haber perdido el control de su
cuerpo porque empieza con las embestidas mucho antes de que yo me acostumbre a
su volumen en mi interior. Ahora todo mi cuerpo se mueve adecuado a sus fuertes
empujes.
—Mmm… que rico, Park… —Le miro por encima
del hombro como sus ojos negros reaccionan a mis palabras apartándome la mirada
pudoroso.
—No me digas esas cosas, Kookie. –Gime por
lo bajo.
—¿Te correrás dentro? –Pregunto gimiendo—.
Lléname por dentro, Jimin. Córrete dentro. –Sus mejillas arden igual que lo
hace mi glande mientras lo masturbo rápido. Siento como golpea repetidas veces
mi próstata y me siento deshacer.
—¿No prefieres tragarla como la otra vez?
¿No estaba deliciosa?
—Deliciosa, hyung. Pero ahora quiero que
me llenes con tu semen. Quiero ver tu corrida goteando por mis piernas.
—Ko—Kookieee… —Mis palabras le excitan en
sobremanera y le hago venir a la par que yo me corro en mi mano. Un par de
embestidas más y me llena como le he pedido, junto con unos agudos gemidos de
parte de ambos. Mis piernas flaquean cuando me giro para recibir sus besos
socorridos por mis labios.
Nuestros corazones poco a poco se adecuan
de nuevo a su pálpito normal y sujetar mi mano manchada para chupar mi semen
ahí.
—Jimin… —Intento detenerle pero no me
escucha.
—Vamos a darnos una ducha. –Propone y yo
asiento para que me levante en su regazo de nuevo y me lleve bajo unos chorros
de agua caliente.
…
El agua cae sobre nuestras cabezas
eliminando todo rastro de sudor y semen que ensucie nuestro cuerpo. Ambos el
uno al lado del otro y lanzándonos pudorosas miradas cargadas de vergüenza.
—Hablé con Yoongi. –Dice como si nada y al
darse cuenta de mi fruncido rostro, aclara—: le conté lo que hicimos y no le
importó, es más, tal vez me insinuara que ayudó a hacerlo posible. –Me mira
haciéndome cómplice del complot y no me queda otra que sonreír con la más
tierna y tímida sonrisa corroborando su idea.
—¿Debo entender por eso que Yoongi y tú
tenéis una relación, pues?
—Sí, algo así. –Asiente sonriendo y al fin
alguien me da una clara respuesta de lo que ocurre entre estos dos. Alabo a
Dios por ello.
—Siento haberme entrometido. –Digo
cabizbajo.
—No hay problema, no por mi parte y ya he
comprobado que por la de Yoongi tampoco. Suele ser un chico celoso, pero
contigo ha hecho una excepción. –Me encojo de hombros.
—¿Y eso por qué? –Y de repente, ahí está
la sonrisa más triste y a la vez más tierna que he visto jamás. Algo en su
mente se rompe y queda esclavo de ello.
—Porque ambos tenéis las mismas estúpidas
ideas en la cabeza. Justicia, igualdad y hermandad.
Comentarios
Publicar un comentario