PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 32
Capítulo 32
JungKook POV:
La semana pasa lenta entre entrenamiento
matutino con la mierda de la tecnología y con el entrenamiento físico por las
tardes de manera voluntaria en el gimnasio. Cuando termino me encierro en mi
cuarto y comienzo a leer estupideces que no hacen otra cosa que revolverme las
tripas. Comienzo a ver las mentiras escritas en libros los cuales creí tenían
algo de criterio. Comienzo a cuestionarme si el resto de libros que he leído
hasta ahora también son mentira y cultivo mi mente a base de materia
inservible. Inexistente. Tal vez la mentira haya estado en un abrigo de
inocencia que mantuve toda la vida que viví fuera del muro, de la zona privilegiada.
Las páginas ante mis ojos parecen mucho
más pesadas que unos simples folios impresos. Tiro el libro por ahí
deshaciéndome de esas estúpidas ideas que no son más que absurdas mentiras sin
fundamentos. Mis padres no son monstruos incapaces de amoldarse a la sociedad.
Ni yo tampoco, me niego a creerlo. Hoy me desperté pronto sin ganas alguna por
dormir a pesar de que debería haberlo hecho porque hoy es nuestra prueba.
Tampoco quiero bajar a desayunar, no tengo hambre después de no haber podido
dormir con tantas palabras recorriendo mi aun infantilmente. No, nada de eso.
Salgo de la cama para vestirme con algo
cómodo y bajar cuando todo el mundo ya está terminando su desayuno y me siento
para acompañar su retirada.
—¿Dónde estabas? –Pregunta YongGuk algo enfadado.
—Estaba duchándome, ¿algún problema?
–Pregunto serio.
—Sí, debiste desayunar, hoy el día será
duro así que lo siento si te mueres de hambre.
—No lo sentirás. –Recalco conociendo sus
debilidades de conciencia y todos me miran dejando ya de masticar.
—Taehyung te explicará qué haremos hoy ya
que no te has dignado a aparecer.
—Sea lo que sea no voy a salir vivo, no sé
manejar ningún aparato electrónico.
—Por eso no te preocupes. –Me sonríe
olvidando el enfado y haciéndome temblar—. Será irónico.
—Miro a Tae el cual está pálido como el
arroz y su expresión denota total falta de ánimo. No me he dado cuenta antes
centrado en mi propio enfado y me percato que el resto del equipo está igual.
El miedo invade mi cuerpo y ni siquiera sé
el motivo pero al parecer no es nada de lo que deba alegrarme. Algo me dice que
acabaremos todos inconscientes como yo la última vez. Y no me equivoco porque
cuando nos hacen bajar del camión y nos quedamos ahí, sin más que lo que
llevamos encima, todos a mí alrededor se desesperan y comienzan a ensimismarse
de manera que se pierden en la locura. No, se entregan a ella de la manera más
egoísta posible.
Un páramo desierto, sin nada más que
tierra a nuestro alrededor se extiende en todos los puntos cardinales por los
que me intento ubicar. Abandonados los seis sin provisiones ni víveres.
Veinticuatro horas en las que tenemos que sobrevivir con el calor del día que
se nos presenta y el frío de la noche que nos aguarda con sus helados dientes
para devorarnos. Normas. Una valla metálica nos rodea a kilómetros a la redonda
y no podemos salir de ella. Sobrevivir lo mejor posible y mantenernos alejados
de todo canibalismo o asesinato por locura.
Esto último no suena tan desquiciado
porque aun la furgoneta no se ha perdido en el horizonte y ya comienzo a ver
como sus mentes enganchadas como drogadictos a unas comodidades innecesarias y
a una tecnología básica se degradan al punto que Jimin se ha sentado en el
suelo y se ha cubierto la cabeza con las manos. Habla para él mientras la mano
de Yoongi palmea su hombro dando ánimos que se degradan a lamentos inducidos
por el estado de Jimin que le consume a él también.
Taehyung comienza a caminar en círculos
grandes, casi inapreciables a nuestro alrededor pensando o más bien reteniendo
en su mente la poca cordura que le queda. ¿Qué diablos les pasa?
—Sin DC, sin ID, sin cama, sin… —Enumera
una a una todas las cosas sin las que va a pasar el día e incluso algunas las
repite haciéndome notorio que las necesita más que las demás.
Jin y Namjoon hablan entre ellos nerviosos
y agobiados, completamente perdidos en esta situación y Hoseok se ha puesto a
gritar alejándose de nosotros. Lejos hace varios gestos y salta intentando
calmar los latidos de su corazón que le dice, como al resto, que no saldremos
de esta. Siento que no son más que peces fuera del agua, pequeños animalillos
perdidos en medio de la nada sin más que sus propios cuerpos.
De repente y sacándome de mis
pensamientos, una lagartija verde aparece de la nada y se esconde en uno de los
tantos agujeros en la tierra seca y cuarteada que pisan mis pies.
Flashback On
—No la cogerás JungKook. –Como siempre la
voz de mi padre desanimando hasta mi última gota de autoestima cuando se trata
de conseguir algo. Pero yo sonrío y salgo corriendo frente a él y detrás de la
lagartija que se chulea de su velocidad para al menos divertirme un rato.
Esta, siendo no solo más rápida sino más
lista se esconde en la primera pequeña zanja que ve y desaparece de mi vista y
del alcance de mis manos. Desanimado vuelvo a la vera de mi padre para caminar
en busca de agua y algo de comer más que la mierda que el estado nos
proporciona.
—Te lo dije, Kookie. –Me recrimina.
—Es muy difícil, papá. –Hago un puchero y
se encoge de hombros riendo con esa grave voz que tanto me gusta—. ¿Por qué
cerca de casa no hay?
—Porque estamos lejos de casa. Y en este
lugar pueden vivir mejor.
—Aquí hace mucho calor. –Me quejo porque
apenas hay árboles que nos resguarden del incesante sol.
—Es por eso que están aquí, Kookie. Cada
uno pertenece a su hábitat.
Flashback Off
Los gritos y los lamentos de mis
compañeros son obstinados e incesantes. Acabarán por hacerme enloquecer a mí
también si no se detienen de una maldita vez.
—¡BASTA YA! –Me giro a ellos y grito
sintiendo como se desgarra mi garganta y funciona, sin duda alguna, porque
todos levantan su vista para mírame y se congelan esperando que dé una
explicación de mi reacción—. Maldita sea, no me dejáis pensar.
Miro al cielo y veo el sol cerca de unas
montañas al horizonte. Ese es el este, porque ha salido el sol apenas una hora.
Siempre mi padre y yo caminábamos con el sol a nuestra derecha y era por la
mañana entonces nuestra casa está por ahí. –Señalo—. Esta zona no me suena, por
lo que no llegábamos tan lejos para conseguir el agua ni la comida. Así que
debemos caminar por donde señalé, con el sol a nuestra izquierda.
—¿Qué piensa el renegado? –Pregunta Jimin
y la palabra “renegado” hace eco en mi mente dándome coraje para contestar.
—¡Sé dónde estamos! –Hoseok ríe a la par
que Jimin y el resto me mira expectante a mis palabras—. Venía aquí con mi
padre a coger comida y agua. Deberemos dormir a la intemperie pero la prioridad
es hacer un fuego para ahuyentar a los insectos y los reptiles que puedan
aparecer en la noche. ¡Por allí! –Señalo la nada y comienzo a caminar confiado
en que el resto me sigue pero tras diez pasos me giro y veo que no se han
movido del lugar en que su depresión los tiene sometidos—. ¡Vamos! –Grito sin
éxito.
—Nos harás caminar horas para encontrar
nada, JungKook. –Dice Namjoon enfadado.
—¿Pretendes quedarte ahí quieto? Haz un
esfuerzo por sobrevivir.
—¡Esta es mi semana! –Me grita—. Me he
esforzado todos los días para sobrellevar la prueba y ahora resulta que no hay
nada de lo que tenía planeado. No vas a quitarme el protagonismo. –Sin
pensarlo, se sienta en el suelo y se cruza de brazos.
—Genial, no colabores. ¿Alguien se viene
conmigo o tendré que ir yo solo? –Nadie se mueve y todos se miran entre ellos—.
Mejor, más comida para mí. –Me giro y comienzo a caminar cuando alguien grita a
mi espalda.
—¡Yo iré! –Suga se levanta de la vera de
Jimin y se acerca pero el comportamiento infantil de Jimin le detiene.
—Si te vas con ese renegado atente a las
consecuencias. –Le amenaza. Suga me mira dudando pero me acaba sonriendo y
viene hasta mí para pasar un brazo por mis hombros sonriendo.
—Yo también me apunto.
—¿Tu también, Taehyung? –Pregunta Namjoon.
—¿Tenemos algo que perder? –Tae se encoge
de hombros y los tres nos encaminamos siguiendo mis prudentes pasos con el sol
a nuestra siniestra siempre.
Con mi padre siempre era entretenido el
camino pero con estos dos es aun mejor porque la conversación es más amena y
ambos confían en mí incondicionalmente, y lo agradezco porque me da seguridad a
mi sentido orientativo y sonrío cuando, una vez perdidos al resto del grupo en
el horizonte, comienzo a ver las características hierbas y la tierra se ha
vuelto mucho más fina y manejable. Aquí incluso la temperatura no es tan
agresiva.
—¿Qué son estas plantas? –Me pregunta Tae
y yo me agacho sobre una y acaricio las cinco hojas que salen de la tierra.
—Esto será nuestro alimento.
—¿Esas hojas?
—No, no. –Niego sonriendo y mis dos amigos
se acuclillan como yo alrededor de la planta.
Retiro la fina tierra de las hojas y las
sujeto las cinco a la vez para tirar de ellas y que una raíz salga de entre la
profundidad. Es grande como una mandarina, de color rojo y algo sucia, sin duda
pero la limpio con mi camisa todo lo que puedo y le doy un mordisco saboreando
su sabor cítrico y crujiente. Sus rostros, repugnados por mi gesto, cambian a
asombro cuando doy el segundo mordisco degustándome en el sabor.
—¿Eso de veras se come? –Pregunta Suga
atónito con mi comportamiento.
—Claro. Las comía siempre que podía. Mi
madre me daba una cuando me levantaba y otra antes de irme a dormir. –Le
ofrezco el tubérculo a Suga, el más transigente de los dos y aunque su nariz se
arruga, la coge en sus manos y da un pequeño muerdo cauteloso pero acaba dando
otro fascinado con la verdad de mis palabras.
—Taehyung, esto está bueno. Y hay un
montón. –Señala la tierra a nuestro alrededor con raíces de estas esparcidas
por doquier. Ahora es Tae quien la prueba y sonríe alabando mi sorprendente
comportamiento.
—Tengo una idea, Tae. –Me mira expectante—.
Quítate la camiseta y…
—Alto Kookie… —Sus ojos titilan—. ¿Qué me
vas a hacer?
—Solo me refería a que atáramos el cuello
y las mangas y la usáramos como un saco para guardar todas las que podamos.
–Ahora su rostro enrojece por las barbaridades de sus impuros pensamientos.
—Oh… está bien, claro.
Durante al menos treinta minutos me ayudan
a llenar el improvisado saco con las raíces. Debo repetir el acto un par de
veces para que sepan hacerlo a la perfección sin que necesiten escavar la
tierra pero son buenos muchachos y aprenden muy rápido. Cuando está lleno aún
no se sienten satisfechos y cogen unas cuantas más para no tener que volver y
que todos tengamos suficientes como para pasar el día. Me pongo en pie y retiro
el sudor de mi frente sonriendo y disfrutando del olor de la tierra. Extraño
tanto a mi padre y estos eran los únicos pocos momentos que pasaba con él, de
madrugada antes de que se fuera a trabajar y despedirme hasta la noche muy
tarde.
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