PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 31

 Capítulo 31

 

JungKook POV:

 

Martes, y hoy sí empezamos ya con el entrenamiento de la tercera semana. Ayer se nos perdonó porque estuvieron la noche anterior de fiesta pero hoy es ya una obligación. Esta semana, tecnología e informática.

¿Qué es el perdón? Para mí es cuando papá no traía demasiado dinero y mi madre, aunque se enfadaba, siempre acababan dándose un beso. Era cuando ella quemaba la comida y mi padre se pasaba el día alicaído pero al llegar la noche ya volvían a ser los de siempre. Era cuando yo, jugando en casa rompía algo y me obligaba a pedir perdón y ellos me perdonaban siempre. Creí que también era una expresión de perdón, un abrazo sincero después de dos orgasmos muy bien disfrutados. Pero me equivoco, por lo que veo, ya que nada más bajar a desayunar saludo a Jimin con una sonrisa enorme y él no me devuelve más que una respiración un poco más fuerte, al parecer exasperado ya de mi presencia.

Frunzo el ceño sin creerme su actitud y comienzo a desayunar intentando olvidar esta reacción por su parte.

 

 

Ante nosotros, unas pantallas táctiles y transparentes encendidas esperando para ser usadas. Apenas sé usar aún mi DC como para controlar esto. Este tipo de prácticas consisten en que nos dan una información a buscar en toda la red y debemos encontrarla en tiempo record. Me doy cuenta de hasta qué punto llega mi desconocimiento cuando ni encenderlo sé. Las horas pasan y caigo en una depresión horrible al oír a mis compañeros marcarse puntos en menos de segundos y yo apenas termino de escribir la palabra. Sin duda, esta no será mi semana.

—Ya mejorarás, —dice Namjoon una vez estamos en los vestuarios—, no te preocupes, tan solo es el primer día.

—Eso me dijisteis la semana pasada y acabé inconsciente en la prueba. –Todos callan por mis palabras pero me pienso que ha sido por mi severo tono de voz y me equipo al pensarlo. Veo las miradas de mis compañeros, todas a Jimin—. ¿Qué ocurre? –Pregunto a la nada y tan solo Jin contesta.

—Perdieron por su culpa. –Señala a Jimin.

—Lo sé, ¿y?

—¿Qué vas a hacer? –Le pregunta Namjoon a Jimin—. ¿Te vas a dedicar a rescatar a todos los cadáveres que veas por la calle, de ahora en adelante?

—Basta, Namjoon. –Le dice Suga.

—Sabes cuál es tu misión, —Le dice ahora Jin—, cíñete a lo que te mandan. –Jimin asiente cabizbajo y no puedo creerme que incluso Jin, que estaba en mi equipo, le diga eso. Miro a Tae a mi lado y se encoge de hombros dándoles la razón. No. yo no acepto esto.

—No es justo, no era una situación real y yo sufrí un desmayo por culpa de la estúpida manía de poner balas del nivel tres.

—Cállate Kook. –Coloca Tae su mano en mi hombro y yo me niego a subordinarme por lo que le aparto de mí.

—No. Él solo me ayudó. Cuando llegué aquí me dijisteis que seríamos como hermanos. Los hermanos se ayudan, ¿no?

—No en las pruebas, JungKook.

—Me dan igual las putas pruebas. Si a TaeTae le pasa algo, o a Yoongi, o a Jimin o a cualquiera de vosotros. No voy a pensármelo dos veces.

—No deberías pensarlo. –Me dice Jin dándome a entender que debiera seguir con mi misión.

—No lo haré. –Frunzo el ceño cerrando mi taquilla con un golpe seco—. Te lo prometo. –Me marcho sin más sintiendo mis piernas débiles.

 

 

—Renegado. –Digo en alto—. ¿Qué significa exactamente?

Estoy tirado en la cama de Taehyung mientras él organiza algo en su escritorio. Las tardes siempre son algo aburridas después de que me paso dos horas en el gimnasio.

—Los que no aceptan el poder del estado. Los que están en contra de todo lo que el presidente ha hecho por nosotros. No se merecen vivir los lujos que nos pertenecen, por eso están fuera. Ellos lo decidieron así.

—Mis padres no decidieron pasar hambre cada día. –Aclaro frunciendo el ceño.

—Me temo que sí, Jungkook. Al no estar de acuerdo con las ideas del presidente. –Me incorporo en la cama para mirarle pero él me da la espalda.

—Ellos dicen que la vida de antes era mejor. Que no te mataban por hablar, que la comida era más sabrosa, que había más canales de televisión, que el estado no permitía que…

—Basta. –Me dice Tae alzando la voz—. Tus padres tienen lo que se han merecido, punto. –Me levanto de la cama enfadado.

—Mis padres no son felices, no han elegido su vida. Ellos estudiaron duro y ahora no pueden tener el futuro que les prometieron.

—Nadie tiene el futuro que quiere, Kookie. Nadie. Lo más fácil es conformarse con lo que se tiene.

—Para ti es muy fácil, has nacido con todos los lujos y comodidades.

—Lujos y comodidades que ahora tú también tienes. ¿Se puede saber que me recriminas?

—No me gusta que digas que mis padres tienen lo que se merecen. Ellos simplemente piensan de manera diferente…

—Y eso está condenado con el destierro.

—¿Incluso eso controlan? –Pregunto—. ¿Pueden controlar lo que pienso?

—No, desde luego. Nadie puede entrar en tu mente, pero sí juzgarte por los actos que esta provoca, JungKook. Y yo que tú dejaría esas raras ideas si no quieres volver de donde saliste.

—¿Y eso es tan malo?

—No volveré a verte, así que sí. Te retendré aquí. –Hace un puchero y suspira no queriendo discutir más. Yo sin embargo aún tiemblo sin sentido—. Te quiero Kookie. –Se sienta a mi lado y me abraza fuertemente. Sin duda es reconfortante—. No quiero perderte.

 

 

Es ya casi de noche pero no paro de pensar en las palabras contradictorias a mi pensamiento de Taehyung. Doy vueltas en la cama pensando en algo que pueda distraerme y lo más fácil es coger el DC y mandarle un mensaje a Yoongi.

——¿Te has ido a dormir ya?

——No.

——¿Estás ocupado?

——¿Por qué? –Siempre tan simple.

——Iré a la biblioteca ahora, ¿quieres acompañarme? Eres buen consejero de libros.

——Está bien. Espérame por allí.

Llego allí y comienzo a rebuscar entre las estanterías cuando unas manos cubren mis ojos y solo el olor y el tacto ya es conocido pero me gustaría jugar más.

—¿Quién soy? –Pregunta.

—Mmm… no lo sé.

—Creía que me conoces.

—No lo creo. ¿Vienes a matarme?

—Claro que sí, ¿Cómo puedes dudarlo?

—¿Ah sí? Espero que no sea de aburrimiento…

—Tonto. –Quita sus manos de mis ojos y palmea mi hombro sonriendo—. Y dime, ¿me has traído aquí solo para buscar libros?

—Solo quería conversar.

—¿Tae no sabe satisfacerte? –Pregunta como si nada mientras mira los libros en la estantería a nuestro lado. Yo me encojo de hombros.

—Digamos que no conseguimos cuadrar nuestros puntos de vista. –De repente se detiene y me mira serio.

—No habréis estado hablando sobre cosas de política, ¿cierto?

—Sí, ¿cómo lo sabes?

—No se debe hablar de esas cosas. –Se encoge de hombros.

—Pero tú y yo… hablamos…

—Pero yo… —Piensa unos segundos—. Comprendo tu punto de vista. Nadie más aquí lo hará.

—¿Por qué?

—Ellos, son fieles al régimen, al país.

—¿Acaso tú no?

—Yo, debo serlo. Yo lo soy. –Dice alto y claro. ¿Cómo es que es tan evidente que me miente?

—Una vez le pregunté a Taehyung que me describiera la personalidad de todos los miembros de este equipo. No me supo contestar, se limitó a decir que todos somos iguales. Creo que no. ¿Sabrías tú ayudarme?

—Claro. Es muy sencillo. Jimin y Taehyung son ciegos y sordos, Hoseok no tiene valor, y Jin y Namjoon son esclavos del poder.

—Gracias, —digo sarcásticamente aun cavilando sus palabras—, no has ayudado mucho.

—Lo sé. Pero ¿qué gracia habría en que te dijera las cosas claras?

—Gracia ninguna, pero así entendería como reaccionar con cada persona.

—Haz lo que hago yo, sé quien ellos quieren que seas.

—¿Eso no es acaso denigrante? –Él ríe de mis palabras.

—¿Solo eso? Ha ha ha. –Niega con la cabeza y se interesa de nuevo en los libros—. ¿Qué clase de libros has venido a buscar esta vez? Seguro que te estás llevando tantos que vas a empezar a dormir sobre una montaña de ellos.

—Algo sobre los renegados. –Hace un puchero y asiente comprendiendo.

—Muy bien. Están allí. –Ambos caminamos y mientras me pregunta algo sobre lo que sabía, acabaríamos hablando tarde o temprano—. ¿Nuestro plan acabó dando resultados?

—Claro, muchas gracias.

—¿Así que debo entender que os acostasteis?

—Hum. –Asiento sintiendo las mejillas arder.

—Muy bien. ¿Te gustó? ¿¿Cómo fue?? –Vaya, nunca le había visto tan interesado por nada.

—Me da vergüenza… —Hago un puchero.

—Va, no me vas a contar nada nuevo. –Suspiro y asiento.

—Pues empecé provocándole con el espejo y eso, acabó enfadándose y me cogió y me sentó en su escritorio y me lo hizo ahí pero no me dejó que me corriera y le tiré sobre la cama y entonces fui yo quien…

—¿Le hiciste ser el pasivo? –Asiento.

—Al principio se creía que no iba a ser capaz pero uf, fue genial. –Él ríe y nos detenemos para escrutar entre unos cuantos libros.

—Aquí tienes, no hay mucho donde mirar pero creo que es suficiente. ¿Quieres que te haga de sujetalibros de nuevo? –Pregunta con una sonrisa de nuevo y asiento viendo como extiende los brazos y comienzo a poner sobre ellos los más grandes y llamativos. Aquellos que me puedan proporcionar la información de quien soy para ellos—. ¿No sabes quién eres? –Me pregunta y me encojo de hombros

—Pensaba que sí, pero ahora ya no estoy seguro.

—¿Quieres que te diga quién eres? –Le miro frunciendo el ceño—. Eres todo lo que amo. No dejes que te corrompan.  

 

 

 

 

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