PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 3

Capítulo 3

 

JungKook POV:

 

Nada más pongo un pie dentro del vagón tan solo acompañado por YongGuk este comienza a desplazarse a gran velocidad y sin embargo no se nota en absoluto, parecería que flotamos sobre los raíles. Este hombre a mi lado que me saca una cabeza de altura me acompaña por un pequeño pasillo que desemboca en un gran y amplio espacio, con una mesa central llena de cosas coloridas y llamativas que no reconozco.

Hay ventanas a ambos lados del vagón por donde puedo divisar el espacio a nuestro alrededor, nada más que una extensa explanada de tierra seca y sin cuidado. El sol ha terminado de salir hace unos minutos y nos saluda con su presencia iluminando toda la estancia ante mis ojos. Hay asientos bajo una de las ventanas frente a la mesa y al otro lado un pasillo que termina en la puerta al otro lado del vagón.

—¿Quieres comer? –Pregunta y yo busco arroz por todas partes sin encontrarlo.

—¿Dónde hay comida? –Me señala con su dedo cuidado e impecable la mesa a nuestro lado. Posa su mano en mi hombro y me conduce hasta sentarme en los asientos. Él queda de pie a mi lado.

—Todo esto es comida. Pruébala. –Mis ojos no asimilan que estas cosas raras delante de mí son comestibles. Mi dedo va directo a algo rosa con un mullido montículo de una extraña masa blanca que queda en la yema de mi dedo. La llevo a mis labios y el dulce explota en mi boca haciéndome adicto a ello de inmediato.

Ambas manos van a ese trozo de lo que sea y lo llevo a mi boca frenético, hambriento y dispuesto a probar todo lo que hay a mi alcance. Mancho mis labios, mis mejillas y mi barbilla pero no me importa porque la variedad de sabores llenan mi paladar haciendo que todo mi cuerpo tiemble.

Lo siguiente es una bola de color marrón crujiente, y rellena de una pasta líquida y negra que gotea por mis comisuras al morderla. Todo resbala por mi garganta mientras gimo.

—Chocolate. –Me dice pero no me importa—. ¿Te gusta el zumo de naranja frío?

—¿Naranjas de verdad? –Pregunto asombrado con la boca llena y se saca una copa de cristal transparente y una jarra con un líquido naranja, igual que la fruta. Lo sirve y antes de que termine ya la estoy aferrando en mis dedos para saborear la acidez que me hace cosquillas en la lengua.

—¿El batido de fresa? –Frunzo el ceño sin comprender qué dice. Imitando el gesto de la vez anterior y mientras cojo más de esas bolas de chocolate, saca otra copa y otra jarra esta vez con un contenido de color rosa y lo sirve allí. Esta vez es más denso pero mucho más dulce y suave.

—¿Todo esto es para mí? –pregunto cuando ya he toqueteado todo sobre la mesa.

—Claro. Y tendrás de esto todos los días. –Mis ojos se abren sin comprender.

—¿Por qué? –Frunzo el ceño confundido.

—Desde hoy, formarás parte de BTS. La policía de…

—Sé quiénes son BTS. –Le corto—. Pero, ¿por qué yo?

—Porque… —No le dejo explicarse.

—¿Es esto una broma?

—No. no. –Niega con las manos temiendo que de repente me ponga histérico—. Entrenarás con ellos y en un tiempo te presentaremos como un integrante más. –Se sienta a mi lado—. Las cosas se están poniendo difíciles ahí fuera, y necesitamos más personal, ¿me entiendes?

—Pero yo… —Tartamudeo mientras me sirve más batido de fresa—. Yo no soy fuerte, ni valiente, ni…

—Todo cambiará con el tiempo. No seas impaciente. Lo primero es presentarte a ellos. –Algo me dice que nada de esto es real. Todo mi cuerpo tiembla como si estuviera en un sueño. Mientras mi mente trata de asimilar todas las palabras en mi mente sigo comiendo desesperado.

—¿Volveré a ver a mis padres? –Pregunto como si no me costase decirlo, pero la verdad es que acordarme de ellos hace que se me forme un nudo en la garganta de nuevo.

—Todo se verá. –Ríe comprensivo—. No seas un niño impaciente.

—Esto es una broma. –Río convencido de mis palabras con un bollito en mis manos pero de repente las luces se apagan y este en mi mano cae primero en mi regazo y más tarde al suelo del vagón mientras miro por la ventana justo enfrente de mí como estamos atravesando un túnel de cemento. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… cuento mentalmente la longitud del puente y comienzo a asumir que estamos sobre el río Han.

Tras un tiempo todo vuelve a verse pero ante mí, se me muestra la más maravillosa visión que jamás creí posible. Edificios tan altos que es increíble que se mantengan en pie. Brillantes, transparentes y resistentes. Imponentes a la par que hermosos y con apariencia tan frágil. De todas las formas. Con todo tipo de detalles.

Los coches se deslizan sin necesidad de estar en una carretera y aún menos sin ruedas. Se notan tres niveles de altura para tres carriles. Carteles de publicidad anunciando cosas que no conozco y menos aún compraría.

—Estamos llegando. –Me dice y yo limpio mi rostro con la manga de mi sucia camiseta—. No te preocupes por eso. Ve ahí, —señala la puerta al lado contrario por el que hemos entrado—, es un baño, dentro, tienes un traje, espero que sea de tu talla. Dúchate y póntelo.

Asiento receloso y abro la puerta con cautela mirando dentro y descubriendo que son ciertas todas y cada una de sus palabras. Al fondo a la derecha, una ducha con muchos botones diferentes, a mi izquierda un lavabo y tras la puerta colgado un traje precioso. Imponente y elegante.

Quito toda mi ropa y pretendía lavarme primero las manos de chocolate antes de tocar nada pero no encuentro ninguna manilla para el grifo. Salgo de nuevo asomando mi cabeza con el cuerpo desnudo detrás de la puerta y le pregunto a YongGuk mientras este bebe un vaso de algo morado.

—¿Cómo acciono el grifo?

—Pasa la mano por debajo. –Sonríe por mi desconocimiento—. La ducha funciona igual. Una vez estés dentro tardará unos segundos y comenzará a caer agua. Puedes luego regularla con la pantalla táctil de… —Sabe que me he perdido en sus explicaciones y acaba suspirando—. ¿Quieres que entre contigo? –Hace el amago de levantarse pero yo niego con los brazos y de nuevo me meto adentro.

Lentamente hago lo que me ha dicho y al pasar la mano por debajo del grifo sale un gran chorro de agua que es caliente. Rápido retiro las manos y al segundo vuelvo a hacer lo mismo pero manteniéndolas ahí disfrutando de la temperatura. Es la primera vez que veo agua caliente y no es para cocinar.

Me pregunto si en la ducha será igual y rápido me meto dentro y cierro las puertas de cristal transparente. El espacio no es angosto pero tampoco demasiado grande por lo que un extraño sentimiento de claustrofobia me absorbe.

—Uno, dos… —No puedo continuar porque una agradable lluvia cae sobre mi cabeza eliminando la suciedad de mi cuerpo a la par que la fatiga y el miedo. Es agua calentita y agradable hasta hacerme sentir en el paraíso.

Miro una pantalla a mi lado donde hay varios apartados.

Gel . Champú. Mascarilla. Crema

Miro a todas partes buscando botones o un mando donde poder escoger el champú pero no encuentro nada que me permita seleccionar mi comanda. Suspiro y resignado me acerco más a la pantalla mientras el agua cae en mis ojos cegándome y llevo mi dedo pulgar al cuadradito donde pone Champú.

Sobre la pantalla aparecen de nuevo más apartados.

Rosas. Camomila. Anti—caspa. Lavanda

Anticaída. Seco. Antigrasa. Menta

Manzana. Limón. Fresas. Miel

Selecciono el último de Miel porque me dijo mi madre que era muy dulce y me pregunto si es cierto, pero siendo champú, no sé si debería probarlo. Pongo mis manos en un dispensador que sale sobre la pantalla y en mi mano cae un líquido viscoso con color amarillo trasparente. Miro a todas partes y acerco mi lengua a mis manos pero rápido la retiro comprobando que el sabor no coincide con el delicioso olor que desprende.

Frunzo el ceño escupiendo al suelo y me llevo el producto al pelo para limpiarlo bien. Apenas tardo unos segundos y ya selecciono el Gel sin esperar a leer todas las clases de gel que juraría hay más de treinta. El primero que veo, Gel de almendras.

El olor es maravilloso y la textura, delicada a la par que incluso sedosa. Me lo hecho en el cuerpo y me froto bien fuerte intentado quitar de mí el olor a mierda y comida. Cuando termino abro la cristalera y el agua inmediatamente se detiene. Cojo una toalla y seco todo mi cuerpo para alcanzar el traje y ponérmelo.

Me miro orgulloso en el espejo y coloco mejor la chaqueta sobre mis hombros. Es de un color rojo granate extraño.

—¿JungKook? –Llama YongGuk a la puerta—. ¿Estás listo?

—¡Sí! –Me miro una última vez en el espejo y suspiro. Demasiadas emociones y aún no es medio día.

 

 

 

 

 

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