PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 2

 Capítulo 2

 

JungKook POV:

 

Los días pasan en esta monótona vida pero hoy es un día muy especial, he conseguido convencer a mi madre para que me deje jugar con la pelota pinchada en la puerta de casa, a su vista. Mi padre se prepara para su trabajo y mi madre ya comienza a limpiarlo todo porque rápido entra polvo y mierda a nuestra casa. No tenemos cristales.

—No te vayas lejos, Kookie. –Me dice en un momento en que no puede verme pero no por mi culpa, sino por su marido que se interponía en su campo de visión. Está amaneciendo y aún las calles no son del todo visibles pero me encanta este olor de por las mañanas. Esa claridad para respirar, la falta de contaminación que se acumula a nuestro alrededor.

—Déjale, no pasará nada. –Dice mi padre.

Mamá dice que el cielo sea siempre gris es culpa de los privilegiados, con sus coches y sus fábricas. No lo sé, jamás he visto la zona privilegiada más que lo que la televisión nos muestra, seguro que no es mucho más diferente a nuestras casas medio derruidas y nuestras bicicletas, que por cierto, aun esperó que papá me compre una. Así seremos ya dos en kilómetros a la redonda los que la tenemos. 

Tiro la pelota al suelo y con mis pies la pateo muy suavemente para no trasladarla demasiado lejos. Una, dos, tres veces. Cuatro incluso pero mis pies son bien torpes y a la quinta se me escapa calle abajo. Miro a mi madre comprobando que esté distraída y salgo corriendo siguiendo la pelota hasta que esta choca con una pared de otra casa. La recojo en mis manos para comenzar a oír un murmullo extraño. Se acerca y el sonido de los neumáticos es ya muy característico.

Antes de darme cuenta, a mi lado hay una furgoneta negra, con la bandera del estado. Es la policía, los militares.

Suelto la pelota que cae con un sonido muy feo y salgo corriendo calle arriba gritando por mi madre tan solo en mi mente. Espero pasar desapercibido pero el gran coche conduce siguiéndome y a penas estoy a dos metros de mi puerta cuando alguien sale de la furgoneta y sus fuertes brazos me aprisionan.

—¡Mamá! –La adrenalina en mi cuerpo me hace revolverme en los brazos de ese hombre y mi madre, ante mi grito, no duda en salir seguida por mi padre. Poco a poco, a pesar de mis intentos por liberarme, consiguen arrastrarme dentro y aunque mamá pretenda salvarme, mi padre rodea su cintura igual que están haciendo conmigo para impedir que ella se interponga.

Mi rostro se rompe en decepción por el gesto de mi padre y el de mi madre en desesperación por no tener opción ante un poder superior a ella. Sus gritos son aterradores, los míos aún más. Mis lágrimas salen sin permiso de mis ojos.

—¡Mamá! ¡Ayúdame!  —Nada parece surtir efecto en nadie porque a los segundos ya estoy viendo como la puerta negra se cierra ante mí y la pierdo de vista sin embargo sus gritos aún atraviesas cualquier coche.

—¡Te quiero, hijo mío! –Lloro escuchándolos y cuando dejo de oírlos, todo mi cuerpo se relaja lo suficiente como para dejarme sentar en uno de los asientos negros. Ahora soy capaz de ver a mi alrededor, unos cuantos hombres, todos ellos con un uniforme al parecer de un material muy resistente y brillante, negro, como no, y con la bandera cosida sobre su brazo izquierdo. Suspiro con un gran nudo en mi garganta y aun sigo lloriqueando hasta que tras varios minutos de viaje tenso, aparcamos delante de una parada de tren que siempre consideré abandonada.

Me equivoqué porque veo sobre él un vagón de tren blanco, plateado, brillante, muy reluciente que me hace sentir muy pequeño. Me obligan a bajar y uno de los hombres que me sujeta por el brazo me hace caminar hasta situarme frente a la puerta del vagón. Mi corazón se acelera una vez esta se abre y baja un hombre a recibirme. No quiero saber nada de nadie en este momento pero cuando ante mí se presenta una cara conocida me veo obligado a dejar de lado mi drama personal para atender a su presencia.

—¡Inclínate! –Me obliga el hombre que sujeta mi brazo y yo inclino mi cuerpo para saludarle. Él conocido porta un traje de color azul oscuro y blanco. Se ve muy bien con él y sin embargo juraría que normalmente lo he visto con un traje militar. Este, hace una seña para que me suelten creyendo innecesario tanta precaución.

—Hola, chico. –Me saluda y de nuevo me inclino—. ¿Sabes quién soy? –Yo asiento energético—. Yo también sé quién eres, eres Jeon JungKook.

—¿Sabes mi nombre? –Pregunto asombrado.

—¡Por supuesto! Hemos venido a buscarte expresamente a ti.

—¿A mí? –Digo.

—Sí. –Se acerca a mí y extiende su mano para presentarse formalmente—. Soy Bang YongGuk, el instructor de estrategia militar de BTS. –Mis labios forman una “O” y el llanto, rápidamente, desaparece.

 

 

 

 

Capítulo 1                           Capítulo 3                

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares