PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 28
Capítulo 28
JungKook POV:
La furgoneta en la que todos estamos ha
comenzado a moverse bruscamente de manera que ya no estamos en un pavimento
liso y bien asfaltado.
—¿A dónde vamos? –A las diez nos hemos
puesto los trajes para entrenar y nos han dado los fusiles que tanto pesan en
nuestras manos al saber que todos están cargados con balas del nivel tres.
—Al oeste. –Dice YongGuk a nuestro lado.
—¿A la zona inacabada? —Pregunta Yoongi.
Conozco esta zona por noticias de la televisión. Es una urbanización algo
alejada del centro de la ciudad donde hay muchos edificios a medio construir
pero tras varios intentos de golpes de estado se paralizaron las obras y hasta
hoy, no son más que las estructuras de edificios vacíos.
—Sí. Os explicaré en qué consistirá la
prueba ahora que estamos todos. Hay dos equipos. Tae, Kook, Hoseok y Jin por un
lado; y por otro Jimin, Namjoon y Yoongi.
Miro a mi lado a Yoongi que se ve obligado
a ser mi contrincante y frente a mí a Tae que me sonríe y asiente con la cabeza
sabiendo que me va a ayudar en todo lo que necesite.
—Dejaremos al primer equipo en un punto y
al otro a un kilómetro de distancia para que se encuentren tras un rato.
Simplemente para luchar. Normas, nada de golpes bajos. –Me mira y yo retiro la
mirada rápido—. Si se tiene la oportunidad, hay que disparar. Estaréis
controlados por cámaras por lo que evitad todo golpe de remordimiento o cobardía.
—¿Quién gana?
—Ganará el equipo que consiga derribar a
todos sus contrarios. Muerte por cada dos disparos en extremidades y por uno en
el pecho. –Todos asentimos a sus palabras y sin quererlo puedo ver en el rostro
de mis compañeros un verdadero miedo al dolor. ¿Será así siempre que vayamos a
misiones?
Creo que voy a sentir también ese miedo
gracias a que ellos me lo influyen hasta que una mano se enreda en la mía y
entrelaza mis dedos con los suyos. Los fusiles en nuestros regazos lo ocultan
todo a la perfección y evito mirarle para que no sea muy evidente pero Suga
suspira y yo acabo por agotar mi valentía y me entrego al miedo apretando muy
fuerte su mano para que pueda sentir que realmente necesito su valor y la
promesa de que no se pondrá a tiro de mi fusil. E intentaré no ponerme en el de
nadie.
…
Mi equipo baja conmigo y todos nos
quedamos mirando a YongGuk dentro del camión con las tres personas restantes.
—Cuando la señal diga, avanzad. –El camión
se marcha y yo me quedo mirando la noche que se extiende entre los edificios
mal construidos. Pareciera que se van a caer de un momento a otro o que
cobrarán vida para devorarnos porque solo la escena de una noche sin luna entre
los hierros y el hormigón de este espacio se me hace infumable.
—¿Señal? –Le pregunto a Tae.
—¿Trajiste tu DC como te dije? –Asiento y
lo saco de uno de los bolsillos dándoselo. Él sin necesidad de encenderlo lo
extiende y lo dobla de manera que lo engancha a la medida de mi muñeca. Ahora
si presiona su pantalla y puedo ver ahí un mapa donde puedo situar a mis tres
compañeros de equipo pero no a los contrarios—. Vibrará cuando debamos salir.
–Asiento.
Jin comienza a cargar su fusil con las
balas y Hoseok le imita. Yo me veo obligado a hacerlo también aunque mi mano
tiembla y me veo obligado a respirar profundamente primero para calmar mi
pulso.
—No te separes de mi, Kookie. ¿Entendido?
–Me dice Taehyung sujetando fuertemente el fusil.
—Tengo mucho miedo. –Le digo con una falsa
sonrisa en mi cara.
—Es normal.
—YongGuk se ha pasado. –Dice de repente
Hoseok ante la atenta mirada de Jin ya cuando la furgoneta no está en nuestro
campo de visión—. Balas del tres. Es una locura.
—Es lo mejor si queremos enfrentarnos a… —Intenta
aclarar Jin.
—Prefiero que me maten, antes que soportar
esto.
—No habléis de eso delante del niño,
bastante asustado está. –Me protege Tae, o al menos lo intenta porque ya he
oído todo.
—¿Algún consejo? –Pregunto a la nada.
—Uno muy importante. –Me dice Jin—.
Dispara sin pensar en nada. –Nada más termina sus palabras todos damos un
respingo porque nuestros DCs vibran y nos vemos obligados a olvidar todo miedo
y adentrarnos poco a poco en este laberinto de escombros que me hace sentir
completamente minúsculo.
—Camina muy despacio. –Me susurra Tae a
pesar de que quedan minutos hasta que nos encontremos cara a cara—. Sin pisar
brusco para que no se te oiga. Respira suave y mantén los oídos bien atentos.
Cualquier ruido puede ser alguien. –Asiento.
—Somos cuatro y ellos solo tres. –Dice
Jin, nuestro líder no elegido, mientras piensa una estrategia de ataque—. Nos
dividiremos en dos grupos para intentar tenerles rodeados. Ellos no se
dividirán.
—Yo iré con Jeon. –Dice Tae a mi lado y
pone su mano en mi hombro. Yo le sonrío y dejo que pasen los minutos hasta que
nos vemos solos en medio de la noche.
—Tae Tae. –Susurro lo más bajo que puedo
después de cinco minutos caminando.
—Shhh… —Me hace callar. Me resigno
suspirando y de repente un disparo quiebra el perturbante silencio. Por un
resorte ambos nos agachamos donde unos grandes bloques de piedra nos protegen
del lado donde el disparo ha sonado. Un grito quiebra nuestros corazones. Una
agonía que no se detiene me hace temblar hasta tal punto que Tae debe empujarme
desde mi espalda para que camine a cuclillas lejos de nuestra posición actual.
—¡Vamos! –Me susurra a gritos cuando me
detengo porque ya nada nos protege—. ¡Sigue! –Salgo corriendo con Taehyung
siguiéndome muy de cerca y otro disparo suena, seguido del grito incesante de
TaeHyung que cae al suelo arrastrándome a mí también. Miro a todos lados
esperando que alguien me dispare también pero nada veo más que la oscuridad
cegadora.
—¡Taehyung! –Me tiro en el suelo a su lado
mientras él se retuerce como nunca antes he visto agonía parecida. Agarro su
brazo pero la fuerza que el dolor le proporciona hace que me tire lejos de él y
me grite de nuevo.
—¡Corre Kook! ¡Corre ya! –Oigo unos pasos
acelerados dirigirse hacia nuestra posición y me obligo a dejarle ahí mientras
corro lejos seguido de esos pasos muy de cerca. La adrenalina ha tomado el
control de mi cuerpo hasta tal punto que no siento los pies chocar contra el
suelo. Solo la velocidad que me consume, el miedo que me impulsa, y la
incesante ráfaga de disparos que se empeñan en querer proporcióneme un dolor
agónico pero que fallan en el intento.
Por un tiempo dejo de oír los disparos
para esconderme detrás de un muro no más alto que mi cabeza. Miró detrás de mí
para no ver nada. Llevo mi mano a mi corazón mientras la otra sujeta el fusil
fuertemente. ¿Y de qué sirve si no estoy en posición de disparar? No me
importa. Ya nada parece seguirme. Miro mi DC descubriendo que solo quedan dos
puntos de mi equipo. Yo y otra persona. Perfecto.
Miro a mi alrededor de nuevo y camino
sigilosamente hasta que el muro a mi izquierda termina y un cuerpo se lanza
contra mí de una forma burda y sin duda efectiva porque mi arma sale disparada
lejos y el choque de mi espalda contra el suelo y el peso de la persona sobre
mí me hacen perder el aire por un momento pero lo recupero tras toser. Nada más
termino el cañón del fusil me apunta directo a la cabeza. Yo solo quiero ver a
la persona pero se mantiene a oscuras.
—Te dije que me la pagarías. –La voz
inconfundible de Jimin me pone los pelos de punta y mis manos van rápidas al
fusil para desviarlo sin éxito porque las aparta y me apunta de nuevo.
—¡JIMIN! –Grito desesperado por el miedo
al dolor—. ¡No me dispares, te lo suplico! –Acerca más su rostro a la luz y veo
sus gruesos labios mordidos por sus dientes. Su ceño fruncido y de repente, una
sonrisa sádica, encantado de tener la oportunidad de su vida. No la
desaprovechará—. ¡POR FAVOR! –Jadeo mientras mis ojos bailan entre su perversa
mirada y el amenazante cañón que apunta mi pecho con firmeza.
El disparo suena y retumba ya en mi cabeza
antes de que la bala se estampe contra mi pecho, y cuando lo hace, Dios me
perdone por mis pecados porque la muerte debe ser incluso menos dolorosa. Ya no
es el fuego que se extiende por mi cuerpo haciendo que el de Jimin también se
mueva por los espasmos, o la opresión por la poca distancia entre el fusil y mi
cuerpo. Es una sensación tan dolorosa que ya no es dolor físico sino que mi
cerebro no es capaz de almacenar la información de todos los nervios que le
envían señales indiscriminadas. Grito pero no me oigo. Lloro, tal vez, pero no
me siento las lágrimas correr por mi rostro. Unos dulces brazos rodean mi
cuerpo y me llevan consigo a las suculentas garras de la muerte. Y doy gracias,
no te quepa la menor duda porque unos segundos más con ese horrible dolor y me
habría matado yo. La oscuridad me ayuda a despedirme porque todo se vuelve
negro.
Comentarios
Publicar un comentario