PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 20
Capítulo 20
JungKook POV:
¿Qué es el amor? –Me he preguntado toda la noche mientras los brazos de
Taehyung me protegían de las pesadillas.
Para mí, amor, era cuando mi papá besaba
en los labios a mamá. Cuando ambos se miraban y sabían sin necesidad de
palabras lo que el otro sentía, pensaba o quería. Cuando al sonreír uno, el
otro se veía obligado a hacerlo por un resorte incapaz de ser visto. Cuando
tras un duro día mi papá descansaba en los brazos de mi madre siendo arropado
por ellos. Eso es amor.
Pues he debido estar equivocado toda la
vida porque en uno de los libros de la biblioteca no pone nada de eso.
1—. Sentimiento de vivo afecto e
inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno.
2—. Sentimiento de intensa atracción
emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en
común.
3—. Afición apasionada que se tiene hacia
una cosa.
Relación amorosa o sexual.
4—. Gusto, esmero y cuidado con que se
hace algo.
…
Tantos significados para una sola palabra
y en ninguno encuentro los besos de mis padres, tan delicados y sinceros, o sus
sonrisas traviesas. ¿Una vida en común? No sé si eso es cierto porque hasta
hace poco yo formaba parte de esa vida y ya no estoy ahí. ¿Su amor se rompe por
ello? No lo creo.
Dejo el diccionario en el suelo de mi
habitación y me siento en la cama cavilando cual es el sentimiento exacto de
esa palabra cuando alguien llama a la puerta.
—¿KOOKIE? –Grita Tae desde fuera y
emocionado salgo corriendo para abrirle. Entra animado y sonriendo tan solo con
un bañador—. ¿Vamos a la piscina? –Me pregunta pero miro a fuera y veo que está
casi anocheciendo en nuestro día libre y el tiempo no es muy favorable. Ante
mis dudas dispara—. En la climatizada, idiota.
—¿Quiénes vamos a estar?
—Tú y yo, solos. –Se encoge de hombros
mostrándomelo como una situación normal.
—Vale. –Digo frunciendo el ceño—. Pero no
intentes ahogarme. Eh…
—Promesa. –Une sus manos delante de su
cara y confío en él.
—¿Tengo bañadores en el armario? –Pregunto
y su rostro se contrae en risa por mi estúpida pregunta.
—Supongo. ¿No has mirado? –Niego con la
cabeza—. No soy una persona curiosa.
—Idiota, es lo que eres. –Se adelanta a mi
paso y rebusca en un cajón específico encontrando varios bañadores parecidos al
suyo—. ¿Cuál es tu color favorito?
—No tengo ninguno. –Me encojo de hombros—.
¿Cuál es el tuyo?
—El verde. –Me señala un bañador negro y
verde.
—Pues ese mismo. –Lo cojo de sus manos y
me meto en el baño para cambiarme. Al salir me mira de arriba abajo sonriendo y
encantado de ello. Nos dirigimos a la penúltima planta—. Hyung, ¿cómo son cada
uno? –Pregunto de repente haciéndole sentir confuso.
—¿A qué te refieres?
—Las personalidades de los miembros. Es
decir, ¿son discretos? ¿Alegres…?
—¿No
te ha dado tiempo a averiguarlo en estos tres días?
—Habrá cosas que no se sepan con tan solo
tres días. –Asiente y al fin entiende a lo que me refiero.
—¿Por quién quieres que empiece?
—Jimin.
—Muy bien, es siempre silencioso y
agresivo. –Dice sin más esperando pasar al siguiente. No me está ayudando.
—¿Qué cosas le gustan?
—Nada, no le gusta nada más que el país.
—¿Color favorito? ¿Comida favorita? –Se
encoge de hombros. Vaya ayuda—. ¿Hoseok?
—Alegre, siempre sonriendo… ¿Por qué me
preguntas estas cosas?
—¿Suga? –Insisto esperando esta respuesta
con ansias.
—Igual que todos, Kook. Algo callado a
veces, siempre en la biblioteca o durmiendo. –No me dice lo que quiero oír. Tal
vez no lo vea con los mismos ojos con los que se ha mostrado a mí—. Difícil de
enfurecer, pero atento a todo. –Se encoge de hombros mientras abre la puerta
que da a la piscina. Una gran piscina con ventanas a ambos lados. Silenciosa,
muy acogedora.
Tae, ante mi rostro decepcionado se gira y
me pregunta:
—¿Tú cómo lo ves? –Pienso unos segundos
mientras en uno de los asientos de piedra que rodean la estancia dejo mis DC y
mis zapatillas. Él imita mi gesto.
—Él… —Pienso aclarando al fin mis ideas—.
Es como mis padres.
—Vaya tontería. –Ríe de mí mientras ambos
caminamos hasta el agua—. Yoongi no es un renegado. –Renegado. Repito la
palabra en mi mente hasta que al fin cobra un sentido—. Venga Kookie. Vamos a
bañarnos. –Viene corriendo a mi olvidando toda la conversación y me hace olvidarla a mi también porque
abraza mi cintura y con malicia en su mirada amenaza con tirarme.
—¡No! ¡TaeTae! Me prometiste que no me
ahogarías. –Ambos reímos mientras forcejeamos al borde de la piscina donde hay
dos metros de profundidad.
—¡Mentí! –Grita con una risa diabólica
pero en un rápido movimiento nos giro y le empujo para que sea él quien caiga
dentro. Le veo un segundo en el aire sujetándose con un pie pero la gravedad
aumentada por mi fuerza le hace estamparse contra el agua. A los segundos sale
a flote y me mira frunciendo el ceño, enfadado pero sonríe divertido. No es más
que un niño, en mi opinión. Sí, ese es él, un niño aun.
—Eso por mentiroso. –Le espeto y me siento
en el borde hundiendo mis pies. El agua está a una temperatura perfecta.
—¡Tengo una idea! –Rápido sale del agua y
va hasta un dispositivo en la pared cercana a la puerta. Toquetea unos botones
en la pantalla y veo como todas las grandes ventanas a nuestro alrededor se cierran
dejándonos en una oscuridad perturbadora.
—Tae… —Le digo porque no me gusta
demasiado la oscuridad pero antes de poder decir nada más unos focos bajo el
agua se encienden iluminando todo a nuestro alrededor con el color cristalino
del agua. Es precioso. Rápido vuelve corriendo al agua y salta para estrellarse
ahí delante de mí. Gracias a los focos puedo ver su sombra en el agua mientras
bucea se acerca a mí.
Cuando llega al borde donde aún me
mantengo sentado sale a la superficie para intentar asustarme pero lo
verdaderamente sorprendente es que al salir besa mi mejilla con su rostro
empapado. Me retiro riendo pero él no vuelve a sumergirse y queda apoyado entre
mis piernas.
—¿No vas a meterte?
—Ahora… tenemos todo el tiempo del mundo.
–Hace un puchero y me moja adrede con su mano—. Tae…
—¿Hum?
—No hago pie. –Le digo.
—Lo sé. Por eso nos hemos quedado aquí.
—Pero…
—Me gusta que me abraces. –Envuelve mi
cintura con sus brazos y me ayuda a bajar del borde. Nada más estoy dentro me
abrazo a él fuertemente.
—¿Así? –Le pregunto y él asiente con una
sonrisa. Sus manos sujetan firmemente mi espalda pero no debe gustarle porque
se conducen lentamente y sin que me dé cuenta a mi trasero y mis muslos. Me
obliga a entrelazar mis piernas a su cintura pero esto no es lo que yo quiero—.
Hyung…
—¿Sí?
—¿Podemos bucear? –Asiente y me coloco en
su espada para repetir lo de ayer. Fue maravilloso y esta es incluso mejor
porque las luces bajo el agua me hacen ver aún mejor a mí alrededor. En un
momento dado me hace que me suelte de su espalda y me da ambas manos para
hacerme aprender a mantenerme a flote. Lo siento, no sirvo para esto. Debe
estrecharme en sus brazos de nuevo.
—¿Aguantas bien la respiración? –Me
pregunta y asiento aunque temiendo en lo que pueda estar pensando. Nos veo a
ambos coger aire y me sumerge con uno de sus brazos rodeando mi cintura y
haciendo fuerza. Con otro estrecha mis cabellos y una vez bajo el agua me mira
unos segundos haciéndome sentir tan indefenso. Estoy en sus manos y sin dudarlo
confío plenamente en él, aun cuando poco a poco acorta la distancia entre
nosotros hasta que sus labios tocan los míos de forma débil. Una delicadeza que
con los segundos se torna necesidad por continuar y llevo mis manos a sus
hombros para acercarlo más aún.
Nuestros pulmones duelen y nos vemos
obligados a salir a la superficie para enfrentarnos a unas miradas cómplices de
lo sucedido. No somos diferentes personas y sin embargo al sumergirnos dejamos
de ser nosotros mismos. El agua a nuestro alrededor pareciera acompañar
nuestros latidos acelerados y nuestras condenadas respiraciones con su música.
Le doy gracias porque hace este incómodo silencio algo más ameno.
—Hyung, eso no se hace. –Le digo ya que es
lo primero que se viene a mi mente.
—Lo sé. Pero no ha estado mal, ¿cierto?
—Es condena de muerte. –Se encoge de
hombros.
—No tengo miedo, y tú tampoco deberías
tenerlo.
—Dame un motivo para repetirlo.
—Que lo has correspondido. –Sonríe,
maldita sea.
—¿Y tenemos que volver a sumergirnos para
repetirlo o no hace falta? –Me impulso en el agua y rodeo mis piernas en su
cintura de nuevo para mirarle desde una altura algo notable. Él me mira
esperando que nuestros labios se junten de nuevo y ¿qué me detiene? Nada en
absoluto más que la distancia. La elimino por completo volviendo a saborear sus
labios de una manera mucho más caliente y apasionada. Tal vez él no lo sepa
pero es mi primer beso y me siento muy torpe.
—Kookie… —Dice separando nuestros labios
para coger aire pero antes de que nos volvamos a besar le detengo.
—Hyung, no sé hacer esto.
—¿No sabes besar? –Me pregunta sonriendo—.
Lo haces genial.
—Nunca había… —Sus mejillas se enrojecen y
las mías le siguen.
—No lo sabía. Pero ahora que ya hemos
empezado… —Nos lleva al borde y apoya mi espalda allí para que no huya de su
beso. Jamás lo haría.
Su cuerpo choca contra el mío produciendo
miles de descargas de adrenalina. Nuestros labios bailan sin control
devorándose unos a otros. Mis piernas se enrollan en él con fuerza, quiero
tenerlo cerca y sus manos exploran mi cuerpo sin ningún pudor. Las mías
prefieren aferrarse al cabello mojado de su cabeza para atraerle aún más a mi
si es posible.
Esto está mal, repito en mi mente, muy
mal. Moriremos todos y Dios, si merece la pena, porque soy tan ligero en sus
brazos como el agua que nos rodea. Estoy tan caliente que incluso las
salpicaduras en mi rostro parecen agua helada. Estoy tan lejos de la realidad
que en cualquier momento caerá sobre nosotros para aplastarnos a ambos. No
parece que a él le importe.
—Kookie… ¿Por qué eres tan adorable? –Me
dice bajándome el lívido ya que me creía más sexy que adorable.
—¿Adorable? –Pregunto mientras me muerdo
el labio. Asiente mientras me aplasta más contra las baldosas de la pared.
—¿Cómo de grande es mi niño adorable? –No
entiendo sus palabras hasta que su mano vaga por mi vientre hasta aferrarse al
bulto en mi bañador. Bulto surgido del roce con su cuerpo. Tiemblo en sus
brazos—. Vaya, si que eres grande, Kookie.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás cuando
introduce la mano en el bañador para masturbarme ahí. Suspiro disfrutando de
las oleadas de calor que me proporciona. Nunca nadie me había tocado y menos
alguien como Tae. Tan mayor, tan caliente. Esto sí que es pecado.
—T—Tae. –Me mira y me besa el cuello para
bajar hasta mis pezones al borde del agua. Los muerde y me hace gemir mucho más
alto. Mis manos acarician su cabello y puedo ver su nariz rozando mis
pectorales. A los segundos siento que es suficiente y llevo mis manos a sus
orejas para estirar débilmente de ellas y hacer que me mire. Lo hace sonriendo
y le beso porque sentía ya hambre de sus labios.
Sin pensarlo llevo mis manos por sus
caderas hasta que rozan la línea de su bañador. Quiero hacerle sentir igual de
bien que él me ha hecho sentir pero mi pudor me prohíbe continuar.
—¿Pu—Puedo? –Pregunto y asiente sonriendo
mientras interna su rostro en mi cuello para lamer y chupar todo lo que se le
antoja. Las yemas de mis dedos curiosean unos segundos en la goma mientras la
deslizo hacia abajo dejando al descubierto el glande bien hinchado y
necesitado. Lo rodeo con una de mis manos mientras la otra la interno dentro y
agarro su base. Muevo ambas manos al unísono escuchando los gemidos llorosos
que suelta en mi oído. Sus manos siguen sujetando mi cintura pero ahora la
aprietan con más fuerza aún. Sus dedos se internan en mi piel a más velocidad
voy y sus gemidos aumentan hasta que llega un punto en que se deshace en mis
manos que rápido se limpian con el agua.
Tarda unos segundos en reaccionar y darse
cuenta que yo sigo con el problema entre mis piernas. Me mira con las mejillas
ardiendo y los labios hinchados para levantarme y sacarme del agua sentándome
en el borde con las piernas colgando dentro.
—Tae Tae… —No me da tiempo a nada porque
se incorpora y besa mis labios. Tan solo un sello que le obliga a descender por
mi cuello, mi pecho y llega a mi cintura. Se salta mi erección para besar y
morder mis muslos—. Duele, Tae…
Le ayudo a bajar un poco mi bañador y mi
erección salta delante de él. Le veo relamerse los labios y me pregunto qué
hará hasta que besa mi glande y me obligo a no mirar más. Traga toda mi polla
de una vez haciéndome gemir muy alto, tanto que estoy seguro de que nos oirán.
—TaeHyung, me… me… ahhh… —No tardo
demasiado y vengo en su boca. Encantado se traga todo mi semen y lo saborea
degustándose en él. Un beso más y vuelvo a meterme en el agua para refrescar mi
temperatura. Ya no me suelta. No va a soltarme de por vida.
…
—Ve tú, yo voy a ver a Jimin. –Le digo a
Tae cuando estamos en la puerta del ascensor. Él asiente y me obedece besando
mi mejilla. Por lo que veo la privacidad desaparece incluso en los pasillos. Me
resigno a ello y salgo en la planta de la enfermería dejándole a él en el
ascensor para que se vaya a su cuarto.
Poco a poco me encuentro caminando entre
pequeñas habitaciones con material médico de primera calidad. Algunos
enfermeros y unas cuantas enfermeras.
—¿Park Jimin? –Pregunto a una de ellas y
asiente señalándome una puerta blanca con una parte de cristal a la altura de
mis ojos por donde puedo ver desde fuera. Me acerco y espío dentro sin ser
visto y la escena que encuentro es incluso sorprendente. No es nada del otro
mundo, nada en comparación con lo que Tae y yo acabamos de hacer. Pero me
siento como si no debiera ver lo que estoy presenciando.
Jimin, en la camilla médica con una
sonrisa enorme. La más grande que le he visto nunca y sus ojos, desaparecidos
por culpa de sus dientes bien alineados. Sus mejillas sonrosadas y parece que
no ve las vendas en su cuerpo, que no siente dolor alguno porque es feliz.
Nunca le había visto de esta manera ya que la sonrisa que me mostraba en
televisión no era más que una obligación, y conmigo no me ha mostrado tal
sentimiento. Mírale, ahí feliz, mientras que yo me deshago en celos al ver que
su mano sostiene la de otra persona. Suga, a su lado. Sorprendentemente con la
misma sonrisa. Y por desgracia yo soy testigo.
O al menos eso creo cuando Jimin mira en
mi dirección descubriéndome ahí fisgoneando. Rápidamente su sonrisa se disuelve
y desaparece mientras me mira. Yoongi a su lado también es consciente de mi
presencia por su culpa y me veo obligado a dar media vuelta y salir corriendo.
Lo menos que quiero ahora es ser golpeado por alguno de los dos.
Comentarios
Publicar un comentario