EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 42
Capítulo 42
Jungkook POV:
27/07/1995
Entro en el interior de la habitación de
Taehyung girando el pomo con la más absoluta discreción, intentando que Jimin
en el sofá no se inquiete pero no consigo nada con ello, pues cuando doy un
paso al interior de la habitación, Taehyung ya está despierto y erguido en la
cama, levemente asustado por mi presencia ensombrecida entrando sin reparo en
su habitación. Pongo uno de mis dedos sobre mis labios hasta hacer que se quede
en silencio y él debe reconocerme en algún momento porque expresa una radiante
sonrisa infantil mientras termina de erguirse sobre la cama. Yo cierro detrás
de mí y camino hasta quedar al lado de su cama mientras él me mira sonriente
pero con una ceja en alto, preguntándose el motivo de mi visita.
—Que sorpresa tan inesperada. –Dice
haciéndose el interesante mientras se aparta un poco en la cama dejándome
espacio. Puedo ver que está tan solo con una camiseta de manga corta blanca,
con algunos cortes intencionados sobre el cuello, y unos calzoncillos azules.
Puedo ver sus blanquecinos muslos a través de las sábanas, dejándose ver
tímidamente—. ¿A qué se debe tu visita? –Me dice mientras yo me siento a su
lado en la cama y la luz que entra a través de las ventanas brilla en sus
oscuros orbes curiosos y divertidos. Me siento tremendamente excitado.
—Vengo a saldar mi deuda. –Le digo, aunque
mi voz ha sondado más resignada que divertida o entusiasmada.
—¡Oh! –Dice, y estoy seguro de que quiere
decir algo más, pero sus mejillas se han enrojecido por la frialdad de mi
decisión y él simplemente asiente sonriéndome mientras agarra con fuerza las
sábanas con una de sus manos al lado de su cadera. Se me queda mirando mientras
yo comienzo a acercarme hacia él y él hace lo posible por no sobresaltarse
cuando pongo una de mis manos en su muslo más cercano a mí.
—¿Con o sin preámbulos? –Le pregunto y él
me mira directo a los ojos buscando una respuesta que sea favorable. Acaba
encogiéndose de hombros y yo imito su gesto.
—Yo… no tengo prisa. –Dice medio
balbuceando lo que le dota de una expresión atontada e infantil. Me siento
terriblemente emocionado.
—Muy bien… —Digo mientras interno mi
rostro en la línea de su cuello mientras que con una mano lo atraigo a mí y con
la otra aprieto su muslo bajo las sábanas. Él da un leve respingo cuando siente
mis dientes raspando su piel con suavidad y su mano rodea mi cintura para
mantenerme a su lado.
—Hiciste que ganase la apuesta. –Dice en
un susurro mientras yo dirijo mi mano al bulto en sus pantalones, aún levemente
dormido.
—Es mentira. –Digo sonriendo y él ríe de
mis palabras. Con su mano me acaricia la cintura, y poco a poco, la espalda,
con leves movimientos circulares de su palma contra mi piel. Comienzo a dejar
marcas rosadas desde su mandíbula a través de su cuello hasta sus hombros. Su
pene comienza a crecer bajo mi mano. De vez en cuando suelta largos suspiros y
algún gemido ahogado.
—Yo… yo creo que sí. ¿Querías perder? –Me
pregunta y yo vuelvo a reír contra su piel.
—Estoy pensando que si no hubiese llorado
por mi culpa, tú le habrías hecho llorar solo por ganar.
—¿Admites que le hiciste llorar?
—¡Yo no lo hice! –Le digo apartándome de
él riendo y él niega con el rostro quitándole importancia mientras lleva su
mano a la mía en su pene y vuelve a moverla, tranquilo—. Túmbate. –Le pido y él
asiente en silencio mientras acata mis palabras tumbándose con la cabeza sobre
el almohadón y yo me siento entre sus piernas abiertas y me inclino para
levantar su camisa y besar sus pezones mientras él suelta alguna risa y me
acaricia el pelo. Sobre uno de ellos, cerca del hombro, hay una muesca sellada
con su propia piel, trabajo de los médicos en el hospital. Él me aparta la
vista cuando le descubro la herida de bala bajo la ropa pero yo no le doy
importancia y sigo besando su piel por todo su pecho.
—¿Estás seguro de esto? –Me pregunta
cuando estoy bajando el elástico del bóxer y yo asiento mientras le miro a él,
dubitativo.
¿Y tú?
—Sí. –Dice, seguro y yo asiento mientas
termino de bajar el elástico y lo quito por completo dejándolo a un lado.
Tumbándome también con el rostro entre sus piernas las levanto, con cada una a
mi lado, y comienzo besar sus muslos, jugueteando con su piel alrededor, hasta
haberle excitado lo suficiente. Dejo marcas de dientes por todos lados, y cuando
me canso comienzo a masturbar su pene mientras él sujeta con una mano mi pelo.
Al principio con leves caricias, acariciando mis mechones, pero luego es algo
más posesivo, agarrándose mientras se pasa la lengua por los labios y suelta un
gemido ahogado.
—¿Quieres que empiece? –Pregunto mientras
él asiente casi necesitado y yo me meto su longitud en la boca. Es la más
grande que he visto y al principio me siento levemente cohibido, chupando solo
hasta la mitad, pero él después insiste un poco más tirando de mis cabellos.
Frunzo el ceño mientras hago mi mejor esfuerzo y sus piernas tiemblan mientras
las araño con mis uñas. Él se sobresalta y se cubre la boca con la mano para no
gemir alto. En otra situación le prohibiría eso pero ahora mismo no quiero que
nadie nos oiga, y casi que prefiero que siga así.
A los minutos me detengo alarmado por un
ruido que viene de alguna parte y me sorprendo al descubrir que es la cama al
otro lado de la pared la que suena. Taehyung y yo nos miramos levemente
avergonzados por ser testigos de ese ruido pero no es la primera vez y ambos lo
obviamos mientras seguimos con lo nuestro.
Pasados otros cinco minutos él comienza a
sufrir leves espasmos. Sus piernas tiemblan a cada lado de mi cabeza y su
respiración se ha vuelto muy irregular. Una de sus manos cubre su boca y el
antebrazo del otro brazo cubre sus ojos mientras intenta controlar el rubor. De
vez en cuando suelta alguna risa nerviosa y otras graves gemidos que me animan
a continuar con mi trabajo. Aumento la velocidad de mi mano en la base de su
pene mientras mi boca sigue con el mismo.
—Voy a venirme. –Me dice posando una mano
en mi hombro y me aparta levemente mientras yo asiento relamiéndome los labios
y cojo su calzoncillo para rodear su pene con él y masturbarle de esta manera,
evitando que nos manche a ambos. Él no parece molestarse y mueve sus caderas
levemente al mismo ritmo que mi mano. Se deja hacer hasta que se corre
manchando mi mano y el calzoncillo de su semen caliente. Yo me quedo mirando
como su respiración comienza a regularse y todo él se deja caer en la cama con
cuidado y parsimonia. Cuando se descubre los ojos me mira avergonzado mientras
que yo caigo a su lado y beso sus labios mientras él me corresponde, aún algo
aturdido y con la frente con algunos mechones mojados.
—¿Lo he hecho bien? –Le pregunto inocente
y él asiente mientras yo me tumbo a su lado y él pasa su mano por mi cintura
para acurrucarse. Yo me dejo hacer mientras me quedo con el rostro apoyado en
su frente y el olor de su pelo húmedo me llega hasta las fosas nasales. Su
respiración ha vuelto a la normalidad y su cuerpo está mucho más relajado que
antes, está caliente pero poco a poco se va enfriando y le cubro con la sábana
para que no pase frío. La sensación de tenerle tan débil en mis manos me hace
sentir tan mayor y adulto que no consigo hacerme con la responsabilidad del
momento. Me siento terriblemente apabullado por una sensación extraña. Un
sentimiento de que el tiempo se me escapa y me levanto con cuidado cuando he
observado de antemano que está profundamente dormido y me deshago de su agarre
mientras piso con suavidad el suelo y me desplazo fuera del cuarto. Me llevo de
recuerdo la imagen de su rostro aplastado contra la almohada y su respiración
parsimoniosa.
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