EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 40
Capítulo 40
Yoongi POV:
27/07/1995
El día ha sido confuso y extraño para
todos. Algunos tenemos carencia de sueño mientras que otros se sienten aún
despistados ya aturdidos. Despertarme sobresaltado por la noticia de que Jimin
sale en los periódicos y en toda la prensa nacional, me ha supuesto un
despertar demasiado amargo, incluso para lo que yo estoy acostumbrado. El resto
del día ha venido como una losa sobre nosotros y cada uno lo estamos
exteriorizando a nuestra manera. Jimin ha perdido el habla durante el día
entero. Ha ido perdiéndolo de forma progresiva pero ahora a las doce y media de
la noche ya no habla para nada. Sentado a mi lado en el sofá se ha quedado
mirando a un punto fijo en la mesa con esa expresión entristecida pero
pensativa. Me gustaría saber qué hay ahí dentro entre sus ojos, dentro entre
los canales de información. Qué imágenes se están reproduciendo para tenerle
tan absorto. Seguro que es un viaje al pasado.
Jeon por el contrario intenta
contrarrestar la carencia de la presencia de Jimin siendo alegre y animado.
Camina de un lado a otro mientras prepara algo de cena y Taehyung le sigue un
paso detrás todo el tiempo. El sonido de sus risas llena este extraño piso de
un aire hogareño que extrañaba del piso en donde estuvimos todos al principio.
Cuando miro en dirección a ellos ambos están divirtiéndose juntos mientras
intentan manejarse entre cubiertos y platos sacándolos de los armarios. Parecen
dos pequeños niños divirtiéndose mientras colocan la mesa, comanda de su madre.
Yo, mientras tanto me quedo mirando el cigarrillo entre mis dos dedos, el
índice y el corazón. Después lo cojo entre el índice y el pulgar desde el filtro
y le doy un codazo a Jimin en el brazo a mi lado para que me preste atención y
ambos nos quedamos mirando el cigarrillo entre mis dedos.
—¿Sabes qué? He decidido dejar de fumar.
–Le digo pero él no parece escucharme del todo. Es como si le hablase tras un
cristal pues se me ha quedado mirando absorto, como aún nublado por sus propios
pensamientos.
—¡No le mientas! –Se sobresalta Jeon desde
la cocina mientras lucha con Taehyung por un paquete de macarrones congelados—.
A mí me dijo lo mismo hace una semana… —Jimin le mira de la misma forma absorta
en la que me ha mirado a mí y después vuelve a mirar el cigarrillo en mi mano.
—No le hagas caso. –Le digo a Jimin
mientras niego con el rostro y le doy una calada al cigarrillo. Después vuelvo
a dejarlo sobre mis dedos a la vista de los dos—. Este es el último.
Sin una sola palabra él lleva dos de sus
dedos al filtro de mi cigarrillo que se deja ver a través de mis dedos y lo
coge para mirarlo él unos segundos y después se lo lleva a sus propios labios.
Yo me quedo mirándole levemente sorprendido pero no le digo nada. Él le da una
larga calada y frunce el ceño cuando ha llegado a sus pulmones. La suelta y
contiene una tos. Después de unos segundos vuelve a darle otra y se queda
mirando el cigarrillo mientras esta vez es más pausado para expulsar el humo.
—He estado pensando en qué habría hecho si
no hubiese aceptado el robo al museo. –Me dice mientras sus palabras quedan
levemente opacadas por unas risas en la cocina. Yo frunzo el ceño en la
dirección de Jeon y le fulmino con la mirada a lo que él se disculpa con una
sonrisa y vuelvo a prestarle atención a Jimin a mi lado.
—¿Qué habrías hecho?
—No lo sé. –Dice, terriblemente asustado—.
Supongo que volver a casa de mis padres pero… no sé…
—Yo tengo una pregunta aún mejor. ¿Qué
habrían hecho ellos si no llegas a aceptar el trato? –Jimin me mira con ojos
atentos. Le da una calada al cigarrillo—. Te necesitaban a ti. ¿No te das
cuenta? Sin ti todo esto no habría sido posible.
—Gracias. –Dice de forma sarcástica—. Eso
me hace sentir mejor…
—No intento que te sientas mejor. –Me
excuso y él me mira ofendido.
—Que amable… —Me devuelve el cigarrillo y
yo le doy la última calada y lo apago en el cenicero delante de nosotros en la
mesa.
—¿Quieres que te haga sentir mejor? –Le
pregunto pícaro mirándole de reojo y él enrojece rápido y me aparta la mirada,
sobresaltado. Jeon aparece por delante de la mesa frente a nosotros y deja dos
platos con macarrones con queso humeantes. El olor no es del todo agradable
pero es comida, y tengo mucha hambre, con lo que rápido me adjudico un plato
que viene con tenedor incrustado y me siento en el borde del sofá, inclinándome
hacia delante. Jimin también hace el mismo gesto y se queda al borde del sofá
cogiendo el otro plato.
—Macarrones con queso. –Dice Taehyung
trayendo otros dos platos para Jungkook y para él—. Precocinados y
descongelados. –Dice esta vez menos optimista y se sienta en el suelo delante
de nosotros con Jeon a su lado. Jeon en frente de mí y Taehyung enfrente de Jimin.
Todos comenzamos a comer en silencio mientras Jungkook comienza a mirarnos a
todos alternativamente mientras mastica divertido. A veces me resulta tan
infantil, pero tan necesaria su sonrisa.
—Oíd, —nos llama Taehyung con una
expresión repentinamente sorprendida—. ¿Habéis sabido algo de Hoseok hasta
ahora? –Nos pregunta a Jeon y a mí pero sobre todo mira a Jimin, quien ha
estado fuera de nuestro círculo social por algún tiempo. Todos negamos con el
rostro, sorprendidos por la presencia de un nombre conocido de nuevo sobre la
mesa.
—Lo último que recuerdo. –Dice Jimin pensativo—. Es ver que en las
noticias fue a declarar como testigo del robo. Pero no han dicho nada de eso.
—Namjoon debe estar protegiéndolo. –Dice
Jeon pensativo mientras se mete dos macarrones en la boca y los mastica con una
expresión amarga. Diría que es por la situación y el tema de conversación, pero
los macarrones no son muy comestibles.
—Yo lo vi en el juicio. Declaró contra mí
diciendo que, como trabajador que era en el museo, dio la voz de alarma en
cuanto nos vio por las cámaras. Tenía pruebas para ello y además el jurado y el
juez estaban de su parte porque gracias a su rápida intervención pudieron
pillarnos. –Digo recordando el momento. Jeon vuelve a poner esa expresión
amarga.
—No sé cómo te contuviste. Yo habría
saltado la mesa y le habría golpeado hasta matarlo. –Dice pinchando los
macarrones en el plato con fuerza. Taehyung ríe divertido y Jimin asiente,
corroborando sus palabras.
—Pensé que estabais muertos. –Digo,
tranquilo, pero haciendo que Jeon levante su mirada hacia mí con una expresión
repentinamente entristecida—. Y de todas formas sabía que iba a acabar en la cárcel, así que me daba un
poco igual…
—¿Y de Jin? –Pregunta Taehyung—. ¿Alguien
ha vuelto a saber de él desde el día que se presentó en nuestro apartamento?
–Todos nos miramos entre nosotros y negamos con el rostro, compadeciéndonos de
nuestra mala suerte.
—Tendría que haberle pedido a tu amigo, el
compañero de Namjoon, que nos pasase información sobre ellos. –Me dice Jeon
mientras yo me encojo de hombros.
—Acudí a él para información sobre Namjoon
porque trabajan juntos, si hubiese querido información de Jin no le habría
llamado…
—¿A quién hay que llamar para obtener
información de Jin? –Me pregunta animado pero yo niego con el rostro.
—¿Yo qué diablos sé? –Le digo enfadado y
él sonríe divertido mientras sigue comiendo. Miro alrededor y busco algo de
agua pero no encuentro un solo vaso por lo que miro a Jeon con decepción—. A
ver si estamos a lo que tenemos que estar. –Le digo y me levanto en dirección a
la cocina. Cojo dos vasos y sirvo en ellos un poco de agua. Jeon me mira desde
lejos y se levanta detrás de mí, divertido.
—¿Solo pensabas llevar agua para ti y para
Jimin? –Me pregunta mientras me quita los dos vasos que estaba a punto de
llevar al comedor y yo le miro con una mueca ofendida.
—Claro que sí.
—Te hemos preparado la cena, hyung. –Me
dice sacándome la lengua y yo ruedo los ojos. Cuando me giro de nuevo a la
encimera en busca de otros dos vasos suenan unos golpes de nudillos contra la
puerta de la calle. Mi primera reacción es girarme en dirección a la puerta y
puedo ver como Taehyung da un respingo girándose por completo en dirección a la
puerta y Jimin detiene todos sus movimientos con el tenedor en el aire, en
dirección a su boca. Jeon es el único que reacciona correctamente, mirándome
directo a mí, atendiendo a mis indicaciones que son un dedo sobre mis labios en
señal de que no hagan un solo ruido. Después de los golpes de los nudillos se
oyen unos pasos alejándose de la puerta y un sucesivo trote bajando las
escaleras. La primera reacción ocurre de mi parte y es coger sin hacer ruido
una sartén de la cocina y llevarla conmigo mientras Jeon termina de desplazarse
al salón y deja con cuidado los vasos sobre la mesa y camina detrás de mí
creyendo que es protección suficiente, pero no es más que una banal ilusión
porque ante un arma, él solo es víctima, y no escudo.
—Mira por la mirilla. –Me dice en un
susurro y Taehyung se levanta del suelo para sentarse en el lugar del sofá que
yo ocupaba, poniendo una mano sobre el hombro de Jimin. Yo me acerco a la
mirilla y muy despacio descorro el pequeño visor de metal para ver a través del
cristal, y encontrarme la nada más absoluta. El vacío en todo el portal. Suelto
un largo suspiro dado que cientos de veces me he imaginado esta escena, la he
visto en tantas películas, aprovechar para mirar a través de la mirilla y que
alguien al otro lado de la puerta aproveche para disparar. Aun sujetando el
mango de la sartén que puede servirme como defensa abro la puerta en silencio y
miro alrededor, pero no encuentro nada. Lo cual me hace sentir terriblemente
apabullado y agobiado, pero frente a mis pies hay algo mucho más esperanzador.
Un sobre marrón.
Jungkook ha recaído en él antes que yo
pero no se mueve un ápice, sino que me mira desde una esquina sobre mi hombro
expectante. Al ver que nadie hay al otro lado de la puerta los nervios se han
calmado un poco me no me arriesgo y me agacho rápido a por el sobre y me
adentro de nuevo en casa cerrando detrás de mí con llave. Cuando me vuelvo al
interior Taehyung está levemente asomado detrás de la cortina, escrutando fuera,
siguiendo a alguien con la vista.
—Va encapuchado. –Lo describe—. Y se
dirige calle abajo. No parece nadie importante.
—Seguramente no lo sea. –Le digo a
Taehyung—. Solo es un palomo mensajero. –Le dijo jocoso pero nadie se ríe, y
menos Jimin que se torna pálido y levemente preocupado al mirar hacia el sobre.
Jungkook es el primero que habla sobre él.
—¿Es lo que creo que es? –Pregunta
divertido y emocionado y yo asiento mientras me dirijo hacia la mesa y Taehyung
retira los platos de macarrones a medio comer para que yo pueda maniobrar mejor
con ellos. Es un sobre de tamaño Dina A4 y con bastante información dentro. El
sobre va sellado con el propio pegamento de la solapa pero no me asegura que
alguien no lo haya abierto antes que yo y le haya vuelto a colocar pegamento.
Sin más dilación y viendo que en la parte exterior no hay una sola
identificación de qué puede ser, lo abro con el corazón encogido en un puño.
Jungkook a mi lado mira expectante todos mis gestos y saco toda la información
de golpe encontrándome con un fajo de folios que no sé por dónde empezar a
atacar.
—¡Cuánto papel! –Se queja Jimin
sobrecogido y yo le sonrío.
—Eso es que tiene mucha mierda encima. –Le
digo y Jimin asiente, asombrado. Comienzo a mirar folio por folio. Algunos van
grapados entre ellos, por lo que puedo entender que el asunto que tratan es el
mismo. Comienzo a leer en alto—. Contabilidad de la empresa no se qué, mordidas
por los sueldos de los trabajadores de la empresa no sé cuántos, inversiones
para el parque de atracciones de no sé donde…
—¿Corrupción? –Me pregunta Jeon y yo
asiento.
—Aquí es donde el hijo de puta ha metido
mano.
—¿Qué es esto? –Pregunta Jimin señalando
unos cuantos folios de color rosado, destacables entre el resto de los demás.
Yo los miro, pensativo.
—Parecen presupuestos de una ONG…
—¡Este soy yo! –Dice Jungkook sobresaltado
mientras coge de entre todo el montón de papeles uno con su rostro en él. Es un
curriculum. Es una ficha, mejor dicho, con todos sus datos y su función en la
“empresa” que íbamos a desempeñar. Y desempeñamos—. ¡Y aquí estáis vosotros! —Sigue
rescatando papeles—. Formamos parte de esta mierda…
—Eso me temo. ¿Qué te esperabas? También
somos chanchullos suyos.
—Aquí estás tú de nuevo. –Me dice Jimin
mientras coge un taco de folios grapados. En él aparezco yo, como parte de
varios robos en los que trabajé para Namjoon—. Vamos a condenarnos a nosotros
mismos… —Dice Jimin pesimista y yo me encojo de hombros.
Con un largo suspiro comienzo a separar
los papeles dependiendo del tema a tratar cuando de entre unos cuantos cae un
pequeño sobre marrón, del tamaño de una postal, a mis pies. Resbala a través de
la mesa y se queda en el suelo a mi lado entre Jeon y yo. Para mi sorpresa, las
iniciales J.J.K aparecen justo sobre el sobre y Jungkook da un respingo
sorprendido mientras coge el sobre y comienza a mirarlo por todas partes. Yo
frunzo el ceño pero al segundo niego con la cabeza, divertido.
—Es para ti, ábrelo.
—¿Para mí? –Pregunta, casi asustado y yo
me encojo de hombros, quitándole importancia.
—Claro, tú fuiste quien le ha pedido todo
esto, ¿no? –Jungkook asiente dubitativo y acaba abriendo el pequeño sobre para
encontrar en el interior un pequeño trozo de papel de color beige, del tamaño
de una pequeña postal con algo escrito sobre él. Jeon lo lee, tranquilo y
después rebusca en la parte de atrás del papel, dentro del sobre, comienza a
mirar por todas lados, algo confuso.
—¿Qué pone ahí? –Le pregunta Jimin curioso
y Jeon nos enseña el papel, en él hay escrita esta frase con caligrafía de
máquina de escribir.
—“Alea
iacta est* R.N.”. –Dice Jeon con el ceño fruncido. Después me mira a mí con
una sonrisa divertida—. Tú amigo es muy gracioso, pero un poco macabro, dado
que nuestras vidas están en juego. –Dice y yo tengo que fruncir el ceño para
entender lo que está diciendo, pero no lo consigo. Taehyung habla por toda
nuestra incertidumbre.
—¿Qué quiere decir?
—Alea
iacta est, es latín. R.N Supongo que son las iniciales de su nombre.
–Aclara Jeon—. Quiere decir “Los dados han sido lanzados”. Supongo que quiere
decir que él ya ha contribuido con su parte del trabajo y ahora el resto está
en nuestras manos. –Dice, pensativo, pero sigue buscando detrás del pequeño
papel, dentro del sobre. No se siente satisfecho.
—Tienes razón. –Le dice Jimin a Jeon—. Es
un poco macabro…
—Según Suetonio, esta es la frase que
pronunció Julio César al cruzar el Rubicón, el río que marcaba la frontera
entre la Galia e Italia, dando comienzo a la guerra civil. –Explica Jeon, y
después me mira a mí—. ¿Insinúa que vamos a desatar una guerra?
—¿A mí que me cuentas? –Le pregunto
enfadado, aun revisando los papeles—. ¿Tengo pinta de historiador o vidente?
—En fin. –Suspira Jeon, mirando con
entusiasmo pero tristeza a la par el montón de papeles delante de él—. “Audentes fortuna iuvat*”. La fortuna
ayuda a quienes se atreven a intentarlo.
———.———
*Alea iacta est. Los dados han
sido lanzados. Cayo Suetonio Tranquilo. Julio César 32.
Según Suetonio, esta es la frase que
pronunció Julio César al cruzar el Rubicón, el río que marcaba la frontera
entre la Galia e Italia, dando comienzo a la guerra civil. Aunque la frase en
latín hace referencia al juego de los dados, muy popular en la antigua Roma,
suele traducirse como “la suerte está echada”. Se utiliza esta expresión cuando
queremos decir que hemos arriesgado en una empresa y ya no hay marcha atrás,
quedando todo en manos de la suerte.
*Audentes fortuna iuvat. La fortuna
ayuda a quienes se atreven a intentarlo. Publio Virgilio, Eneida, 10, 284.
Una de las frases más conocidas de la
amplia obra del poeta Virgilio. Hasta cierto punto, toda su Eneida es una oda
al valor y la audacia. Una oda que queda resumida en este fragmento de un verso
del libro diez. Con estas tres palabras Virgilio pone de relieve que la
Fortuna, que en Roma era una divinidad venerada por muchos, siempre da su apoyo
a quienes no tienen miedo y se lanzan a acometer grandes empresas. Esta frase es,
sin duda, la sentencia de motivación por antonomasia de todo el corpus de
frases en latín.
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