EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 38

 Capítulo 38

 

Jimin POV:

26/07/1995

 

Despierto con la sensación de que un peso me aprisiona las costillas. Es una sensación agradable, dentro de un contexto en el que no puedo situarme, pero la angustia comienza a molestarme y me revuelvo nos segundos, sin conseguir ninguna mejora. Comienzo a respirar con dificultad y poso una mano sobre la presión en mis costillas, encontrándome con un brazo alrededor de mi cintura. Lo palpo unos segundos y me doy la vuelta para encontrarme de frente con un rostro plácidamente dormido. Estoy a punto de sobresaltarme pero la realidad es que reconocer ese rostro en medio de un salón en penumbra me hace sentir reconfortado y sonrío sin querer, a punto de que se me escape una risa infantil. Me acurruco sin pensarlo más tiempo entre sus brazos y él me recoge como un acto reflejo, de forma que cuelo mi rostro en la línea de su cuello y él se queda con su nariz pegada en mi coronilla.

—Jungkook. –Murmuro su nombre esperando que se despierte, pero no obtengo respuesta más que un gran resoplido. Me aprieta más contra él cortándome la respiración y yo paso una de mis piernas por encima de su cadera, entrelazándola con las suyas. Él no se mueve pero yo me acurruco aun más en su abrazo y respiro fuertemente. Su olor no ha desaparecido y es algo que ya no recordaba y no consideraba de gran importancia, pero ahí está, su olor de nuevo y esa sensación de protección que me ampara. Cuánto lo echaba en falta. Cuanto me he preocupado por él y resultaba que estaba incluso mejor que yo—. Kookie…

Vuelvo a llamarle pero obtengo la misma nula respuesta. Intento moverme pero nada. A lo lejos, en algún lugar de la casa alguien se está despertando. No sé qué hora es pero aquí en esta semioscuridad parece que no pasa el tiempo y que nada ha ocurrido. Me siento como en otra dimensión, en una en la que no somos nadie y nada hemos hecho. Animales enjaulados, criados en cautividad. Su olor de nuevo…

Taehyung aparece por el salón con una mueca adormilada y se dirige a la cocina en silencio mientras se frota uno de los ojos con una mano y con la otra se retira el pelo de la cara, haciéndose camino entre sus pasos endebles aún por el sueño. Me deshago por fin del agarre de Jeon y este, de nuevo como acto reflejo ante la incomodidad de mi cuerpo moviéndose a su lado, se gira dándome la espalda y está a punto de caer del sofá cama, con lo que yo le agarro de la camisa para que no complete su giro y él despierta, casi sobresaltado por notar que una de sus manos está apoyada en medio de la nada. Da un pequeño respingo mirando hacia el suelo del salón y se retira del borde aun dándome la espalda. Vuelve a apoyarse sobre la almohada y se duerme de nuevo en menos de un segundo. Yo me le quedo mirando con una mueca divertida y nostálgica y Taehyung nos mira a ambos desde la cocina con una sonrisa divertida mientras se come unas galletas que tiene en la mano. Con un gesto de la cabeza me dice “Buenos días”.

—Hola. –Le digo yo en un susurro y maniobro para bajarme del sofá cama sin molestar a Jeon y le vuelvo a tapar con la manta con la que nos hemos dormido ambos. Cuando piso el suelo con los pies descalzos me sorprende una ola de frío que agradezco y me encamino a la cocina junto con Taehyung que me recibe pasándome una de las galletas que estaba comiendo.

—No, gracias. No tengo mucha hambre… —Digo negando con una mano su oferta y él se encoge de hombros apoyándose en la encimera mientras come en silencio. Yo voy a la nevera y saco un poco de zumo de naranja, dado que eso o agua, y me sirvo un poco en un vaso para despejar mis papilas gustativas y darles algo con lo que divertirse.

—¿Has dormido bien? –Me pregunta y yo asiento mientras me revuelvo un poco el pelo, sintiendo que alguno de mis mechones desafía la gravedad.

—La verdad es que no me encuentro muy bien porque estoy como… —no encuentro la palabra concreta—. Despistado. Me sacan de la cama en plena noche y viajo una hora en coche para volver a dormir, esta vez en un sofá cama y con Jeon… —Niego con el rostro—. No sé qué hora es…

—La una del medio día. –Me dice y yo miro más detenidamente los pequeños huecos de la persiana en la ventana de la cocina y su intensa luminosidad me indica que tiene razón.

—Vaya…

—No deberíamos despertarle. –Me dice señalando a Jeon en el sofá cama—. No pasa nada porque hoy se salte el desayuno y la comida. Ya comerá algo cuando se levante—. Igual con Yoongi.

—Son unos cabezotas los dos. ¿Lo sabes? Anoche le dije a Yoongi de conducir yo de vuelta porque se le veía cansado pero él insistía en que debía ser él. Sabía por dónde ir y sabía dónde está el desguace…

—Los conozco igual que tú. Anoche Jeon se pasó hasta que vinisteis en vela, asomado a la ventana, fumando como una carretilla esperando a que volvieseis. Yo dormí una o dos horas, pero tampoco podía dormir más. Al menos hice el esfuerzo de descansar un poco. Aunque pasase algo, tampoco íbamos a poder ser de ayuda…

—Ya…

—Además, que no quiero enfrentare de nuevo a un Jeon con carencia de sueño, tiene impulsos de bipolaridad.

—¿De verdad? –Le digo, aunque no me sorprende.

—De un momento a otro estaba preocupado como irascible, amenazando con quemar la ciudad…

—Creo que casi prefiero que haya sido Yoongi que quien haya ido a buscarme. Jeon habría tirado la casa de mis padres abajo solo con tal de encontrarme…

—Estoy de acuerdo. –Me contesta. A los segundos suspira y me mira algo más comprensible, menos divertido—. Estábamos preocupados porque no quisieras venir con nosotros…

—¿Por qué?

—Ya lo sabes. –Me dice con condescendencia—. Lo tuyo con Yoongi. Te marchaste por su culpa y que fuese él quien fuese a buscarte era una situación de riesgo. Todos sabíamos que si hubiera ido Jeon a buscarte, tal vez habrías accedido de forma más fácil, pero con Yoongi…—piensa—. Teníamos miedo, de verdad…

—Accedí de inmediato a regresar. –Le digo para su sorpresa.

—¿De verdad?

—Las circunstancias así lo pedían. Aún no se lo he contado a Jeon, caímos rendidos los dos. Pero Yoongi sí lo sabe, se lo he contado durante el camino de regreso.

—¿El qué?

—Mi padre me pidió que trabajase con él en la empresa. Él es del todo ignorante de lo que está sucediendo, pero yo no lo era, y no accedí. En realidad él no me lo estaba pidiendo, me estaba exhortando a que lo aceptase o me debería ir de su casa. Yo ya pretendía marcharme, pero ante el ultimátum de mi padre, las cosas no se podían discutir. Me había dado una semana. Una semana cuyo plazo se cumple mañana, creo. No sé. –Me paso el dorso de la mano por la frente, despejándome el pelo de esta—. Por eso tenía que marcharme, soy un peligro en esa casa. En cuanto se sepa que participé en el robo, de inmediato mis padres caerían detrás. Al menos si no estoy en la casa tendrán un pequeño margen para alegar que yo ya no pertenezco a su círculo social. O al menos demostrar que no trabajo para ellos.

—Exacto. –Me dice, asintiendo.

—Pero hay algo más. ¿Sabías que Kim Seok Jin, el hombre que se presentó como el ideólogo del plan de robar los cuadros fue inversor de la empresa de mi padre? –Le pregunto entrecerrando los ojos en su dirección y él se queda levemente estupefacto y a los segundos niega con el rostro.

—No tenía ni idea.

—Pues así es. Fue un gran inversor que tuvo parte de las acciones de la empresa e incluso se puede decir que formaba parte de ella y de las grandes decisiones.

—¿Cómo has sabido eso?

—En un discurso de la historia de la empresa que mi padre me dedicó para intentar convencerme de trabajar en ella. –Taehyung se queda levemente pensativo y yo continúo—. Después de que mi padre consiguiese la popularidad y el dinero suficiente como para devolverle a Jin el dinero invertido, junto con un tanto por ciento de intereses, se deshizo de su colaboración. Y llámame mal pensado o agorero, pero creo que no se ha quedado de brazos cruzados e intenta implicarme en este robo para, precisamente, hundir la empresa de mi padre. Me he dado cuenta de que por muy lejos que me vaya, yo sigo siendo hijo de mi padre, y eso va a traerle problemas, incluso si estoy muerto. Todas las obras de arte que haya tocado yo, es como si mi padre las hubiera manchado con sus sucias manos… —Taehyung sale de su pensamiento y me mira con expresión entristecida. Está a punto de decir algo pero Jeon habla, sobresaltándonos a los dos.

—¿Insinúas que yendo contra Namjoon no conseguiremos nada? –Pregunta y los dos giramos el rostro para verle erguido en el sofá con las manos apoyadas a cada lado de sus piernas.

—¿Te hemos despertado? –Le pregunto culpable—. Lo siento.

—No importa. Contéstame. –Me pide, levemente entristecido.

—Supongo que limpiaremos karma si libramos a la sociedad de alguien tan corrupto como él, pero a lo mejor Jin sale impune…

—Tal vez la mierda de Namjoon le salpique. –Dice Taehyung pensativo. Después de eso nos sucede un largo silencio en una penumbra lúgubre y acabo mirando a Jeon con una sonrisa condescendiente.

—Duérmete de nuevo.

—No quiero. –Dice con una mueca cansada pero orgullosa y yo ruedo los ojos mientras Taehyung me mira sonriendo.

—Te lo dije, sois una panda de orgullosos todos… —Se limpia las manos de migas restregándolas por su pantalón y camina en dirección al baño, pero antes de cruzar la puerta, nos anuncia: Voy a bajar a buscar el periódico y algo de leche. No hagáis mucho ruido porque Yoongi tiene que dormir. –Jeon y yo asentimos y cuando Taehyung ha desaparecido por la puerta del baño yo me encaminado hasta el salón donde Jungkook se sienta con los pies sobre el suelo y posa su cabeza entre sus manos, bostezando.

—¿Seguro que no quieres volver a dormir?

—No. Estoy bien. ¿Qué horas es? –Me pregunta mientras me siento a su lado y él me mira de reojo.

—Tae me ha dicho que la una del medio día. No está nada mal… –Digo mientras me paso las manos por el pelo y él me mira de frente.

—¿Has dormido bien?

—Sí. –Le digo sonriendo, acordándome de su brazo alrededor de mi cintura—. ¿Y tú?

—Mejor que nunca. –Dice sonriendo aun con los ojos adormecidos y yo suspiro mientras me entretengo jugueteando con mis manos apoyadas en mis rodillas.

—¿Has oído todo?

—Sí. –Dice, serio.

—Eso me alegra. Así no tengo que explicártelo dos veces. –Digo y él ríe por la nariz y posa una de sus manos en mi pierna, haciendo que me sobresalte y le mire.

—Siento que estés metido en esto de nuevo, pero ya sabes cuales son mis intenciones…

—Siempre he estado en esto, a pesar de que me fueses a la otra punta del mundo. –Le digo y él sonríe triste.

—Lo sé, pero aun así… —Chasquea la lengua y niega con el rostro.

—Estoy contigo en esto, Jeon. Y Yoongi también lo está. –A mis palabras él me mira con mirada esperanzada—. Él tiene razón, es imposible que salgamos de esta, al menos con la cabeza en alto. O con ella sobre los hombros, como mínimo. Así que haré todo lo que me pidas al respecto.

—¿Todo lo que yo te pida? –Me pregunta casi aturdido.

—Si quieres que me inmole en medio del senado, o que mate al presidente, o si quieres que me vuelva a tirar de un puente. Solo tienes que decírmelo. ¿Entendido? –Él me mira como si yo estuviera casi delirando pero pongo mi mano sobre la suya en mi pierna y asiento, afianzando mi respuesta a lo que él asiente, ahora con el peso de mi subordinación sobre sus hombros. Taehyung aparece por el salón y ambos retiramos las manos el uno del otro. Taehyung ahora porta unos vaqueros y una sudadera de manga corta mientras se desplaza hasta el umbral de la puerta y se calza unas deportivas. Del vaquero saca una mascarilla de papel blanca.

—Iré a comprar. Vengo enseguida. –Señala a Jeon—. Haz algo comer, si tienes hambre. Si no, haré yo algo para mí cuando regrese.

—Vale hyung. –Le dice Jungkook con una sonrisa embobada y cuando Taehyung se marcha dando un leve portazo Jungkook me vuelve a mirar y yo le devuelvo la mirada, sonriendo.

—Me alegra estar aquí de nuevo. –Le digo—. Me siento tremendamente despistado… —Miro alrededor—. ¿Cuántos días lleváis aquí?

—Unos seis o siete días… —Se pasa la mano por los ojos, pensativo—. También estoy perdido en el tiempo. Hay tantas cosas que han pasado desde que te marchaste…

—Yoongi me puso al día anoche. –Le dio mientras él me mira sonriendo y asiente—. Ya me ha contado que le has cuidado bien. Os habéis cuidado entre todos… —Le digo y Jeon me mira al principio levemente desconfiado y acaba sintiendo con una endeble sonrisa. Le golpeo las costillas con el codo a lo que él se sobresalta—. Te recordaba más avispado, niño genio. –Él frunce el ceño y yo acabo soltando una carcajada mientras me inclino hacia delante, riendo.

—¿A qué viene eso? –Me dice señalándose las costillas.

—Te has divertido con Yoongi en lo que yo no estaba, ¿Eh? –A mis palabras sus mejillas se tornan rojas como dos ciruelas y se levanta de un alto seguramente para caminar en dirección a la habitación de Yoongi, para recriminarle que me lo haya contado pero yo le agarro de la muñeca y le hago sentar de nuevo—. ¿A dónde te crees que vas, idiota?

—Maldito chivato… —Dice más nervioso que enfadado.

—Siéntate, joder. –Le digo tirándole de nuevo a mi lado, aun riendo—. Yo también le conté lo que nosotros hicimos en el motel… —Le digo y sus mejillas se vuelven aún más rojas. Se ha enrojecido toda su cara.

—¿Por qué le cuentas esas cosas? –Me pregunta en un susurro avergonzado, sus manos tiemblan por la ira.

—No te preocupes por eso, niño genio. –Cojo su rostro en mis manos y le doy un beso en la frente. Esto le tranquiliza un poco—. Tenemos cosas más importantes en las que preocuparnos. –Él pierde interés de levantarse de nuevo pero ya ni me mira a los ojos—. Tampoco me ha dado detalles, así que no te pongas así…

—Me da vergüenza. –Dice casi como si no fuese normal que yo lo entendiese.

—No importa, de verdad. A ninguno de los dos nos ha molestado. Al contrario. –Él me mira, casi enfadado pero yo le tumbo sobre el colchón y me tumbo a su lado, acurrucándome de nuevo como cuando he despertado. Sigue sin mirarme a la cara—. Cuéntame. ¿Has comido bien?

—He comido bien. –Me dice, con un puchero en los labios.

—¿Has dormido bien?

—Más o menos.

—¿Me has echado de menos?

—Me están entrando serias ganas de golpearte. –Me dice y yo me separo de él—. Me contuve anoche pero ahora tengo muchas ganas… —Yo beso su mejilla y me enrollo en su brazo como un pequeño koala.

—Buenas noches, bebé. –Le digo y él aumenta la intensidad de su puchero pero yo solo puedo sonreír.  

 


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