EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 37

 Capítulo 37

 

Jungkook POV:

26/07/1995

 

Me paso la mano a través del pelo. Lo he hecho como unas cinco veces en el último minuto y lo único que voy a conseguir es volverlo más graso de lo que está. Me llevo el extremo del cigarrillo a los labios mientras aspiro con fuerza el humo que entra en mi interior. Lo hace con violencia, pero al mismo tiempo con una parsimonia que consigue instalarse en mí por mucho tiempo. Cuando lo suelto aun siento que lo tengo dentro y cuando respiro es como si diese otra calada. Me paso la mano por los ojos, es solo el cansancio, que puede conmigo y con mi mente.

De vez en cuando, cuando las luces de un coche pasan me siento observado y me escondo un poco detrás de la ventana, pero sentado como estoy en una silla justo al lado de la ventana no puedo moverme demasiado. Luces apagadas, la casa en silencio, parece que estamos muertos pero yo estoy eufórico por dentro. Son las cuatro y media de la mañana y no paro de contar los segundos, los minutos, para que Yoongi y Jimin regresen. Que no lo hayan hecho ya me hace sentir preocupado pero voy a darles hasta que salga el sol, me digo, en cuanto el sol salga a través de la cornisa del edificio que tengo enfrente, saldré a la calle y comenzaré a matar a todo el que se me ponga delante. Otro pensamiento de mi mente cansada.

Tiro la ceniza sobrante del cigarrillo en un cenicero cercano y me doy cuenta de la cantidad de colillas que hay, y de la ceniza que se ha acumulado. La que no tiro por la ventana. Suspiro largamente y me veo a mi mismo como un receloso y paranoico. Me siento idiota y avergonzado pero no puedo apartar los ojos de la ventana y de escudriñar a lo largo de la calle esperando a Yoongi. Esperándolos a ambos. Me muerdo el labio inferior y me acomodo mejor en la silla. Me cruzo de piernas, las descruzo, cierro los ojos y me apoyo en la ventana mientras apoyo mi cabeza en mi mano. Suspiro largamente y le doy otra calada al cigarrillo.

A lo lejos se oyen unos pasos. Me asomo un poco a la ventana pero solo es una chica paseando en dirección calle abajo. Me muerdo de nuevo el labio y otra calada. Me quedo asomado mientras mantengo mi vista en la dirección en que Yoongi desaparició y acabo viendo al fondo de la calle, doblando la esquina, como dos adultos parecen, uno de ellos tirando de una maleta y su traqueteo me llega con una dulce caricia esperanzada. Ambos dos vestidos con vaqueros y sudadera. Los dos con ambas capuchas ocultado sus rostros y con unas mascarillas en sus rostros. Sé que son ellos a pesar de que no pueda reconocer sus rostros. Sin embargo, sí puedo distinguir como uno de ellos, el que porta la maleta, cojea muy débilmente de uno de sus pies. Tal vez ya sea algo inconsciente, tal vez una cojera psicosomática, pero es suficiente para mí como para saber que son ellos. 

Me levanto de un salto de la silla, apago el cigarrillo en el cenicero con una sonrisa adornándome el rostro y camino a pasos rápidos hasta el cuarto de Taehyung. Mis pasos le alertan y cuando entro en su habitación él ya está erguido en la cama, expectante.

—¡Ya vienen! –Digo entusiasmado pero él se muestra más asustado que animado y se levanta de la cama casi de un salto, a punto de tropezar con las sábanas enrolladas en sus pies.

—¿Estás seguro de que son ellos?

—¡Sí! Estoy casi seguro de que es Jimin el que viene… —Digo mientras ambos nos dirigimos al cuarto grande y él es el primero en asomarse a la ventana y mirar en todas direcciones hasta que recae en las dos figuras que están a punto de llegar al portal. Taehyung no está del todo seguro de que sea ellos, pero al igual que a mí, nos embriaga esa sensación de reconocimiento incomprensible que le hace sonreír mientras se contiene por no gritarles. Me imagino gritando sus nombres y las luces de policía apareciendo al final de la calle. Taehyung y yo nos miramos con una sonrisa esperanzada y vemos como Yoongi entra en el portal forzando la puerta de este, pues las llaves del piso las tengo yo—. Vamos. –Le digo a Taehyung mientras salimos de la ventana y me encamino hasta el salón con el corazón en un puño, angustiado pero al mismo tiempo eufórico porque desvelarme durante horas ha merecido la pena.

Taehyung se mantiene detrás de mí, cerca del sofá mientras que yo me sitúo justo delante de la puerta que da al portal. Cojo aire y lo suelto con la sensación de que en cualquier momento puede darme un paro cardíaco. Me tiemblan las manos pero las hago dos puños para evitar que se note. Taehyung lo ha notado, lo presiento, y a pesar de ello intento controlarme mejor. Oigo unos pasos a través de la escalera. Intentan ser silenciosos pero no lo consiguen. Después el traqueteo de las ruedas de la maleta y al fin su presencia al otro lado de la puerta. Me asomo a la mirilla, porque tampoco soy idiota, y reconocer ambos rostros al otro lado del cristal me hace sentir mucho más relajado y confiado. Abro la puerta sin esperas y el rostro de Yoongi es el primero con el que me encuentro mientras se deshace de la mascarilla bajo su barbilla y se quita la capucha, echándola hacia atrás.

Mi primer impulso es fruncir el ceño por la tardanza pero con ese mismo gesto rodeo su cintura y le abrazo lo más fuerte que me permiten los brazos. Le levanto del suelo, incluso. Él se deja hacer los primeros segundos mientras que después comienza a revolverse mientras suelta quejidos infantiles.

—¡Bájame! ¿Serás idiota…? –Me dice mientras le beso las mejillas—. Bájame al suelo o te muelo a golpes… —Me dice ruborizado y yo le bajo junto con el sonido de la risa de Taehyung reverberando a lo largo de la estancia. Cuando le dejo de nuevo en el suelo se desentumece con el rostro crispado y me señala a Jimin detrás de él. La maleta apoyada en la puerta cerrada y él con el rostro mirándose los pies y el cabello descubierto por la capucha. La mascarilla en su mano. Tiene un ligero rubor y la mirada inquieta, pero siempre baja.

—Tú. –Le digo a Jimin en tono serio y autoritario mientras él levanta el rostro asustado por mi voz. Me muestra unos grandes ojos castaños que me hacen sentir una punzada de arrepentimiento por dirigirme hacia él de esta forma, pero ya no hay vuelta atrás—. ¿Cómo se te ocurre largarte y dejarme aquí, solo, con esta panda de estúpidos? –Le digo a lo que Taehyung reniega.

—¡Estúpido serás tú! –Dice entre ofendido y divertido pero Jimin intenta decir algo, pero solo logra abrir y cerrar los labios. Yo le cojo del brazo y le zarandeo débilmente.

—No quiero sonar como un padre, pero, ¿sabes lo preocupado que me has tenido?

—Lo… lo sé. –Dice, mirándome con ojos grandes y cristalinos. Está a punto de decir algo pero se quiebra y baja rápido el rostro llevándose una mano a los ojos. La que no le agarro yo. Su frente acaba apoyada en mi tórax y sus cabellos se quedan en mi cuerpo, temblorosos. Todo él tiembla y, joder, está llorando…

Estoy a punto de abrazarle pero él se suelta de mi agarre y se gira rápido a la maleta para tumbarla en el suelo y abrirla, mientras grandes lágrimas caen a través de su rostro empapando sus mejillas. Sus ojos se han vuelto dos grifos y sus labios están hinchados y rosados. Sus manos temblorosas intentan por todos los medios controlarse mientras rebusca algo en la maleta hasta que da con ello y me lo extiende, volviendo a ponerse de pie frente a mí. Una bolsa de gominolas. Otra punzada de culpabilidad me doblega.

—Esto… es para ti. Lo compré pensando en que te encontraría… —Dice y no consigo entenderlo pero yo la cojo en mis manos con la sensación de que lloraré yo también si no detengo el nudo en mi garganta y él se pasa el dorso de una de sus manos por sus mejillas—. Siento haberte dejado, no tenía que haberlo hecho. Fui un egoísta, tenías razón… —Su voz vuelve a quebrarse y baja de nuevo el rostro.

—Serás estúpido. –Le digo mientras me muerdo el labio inferior y le agarro del brazo de nuevo y le acerco a mí para abrazarle. Él se deja hacer y cuela sus manos por mi cintura. Apoya su rostro en mi clavícula y se pone de puntillas para besar mi mejilla. Su beso me hace sentir reconfortado y terriblemente a salvo. Es extraño, pero es así. A salvo.

Le abrazo con fuerza con mis brazos a través de su espalda y río de mí mismo cuando se me escapan un par de lágrimas porque todo haya salido tal como estaba pensado. Es una sensación de satisfacción plena. Él vuelve a estar con nosotros y le abrazo con toda la fuerza que tengo mientras él solloza en mi hombro.

—No vuelvas a irte. –Le digo con la voz rota.

—No pienso volver a dejarte. –Me dice apretando sus manos en mi ropa a la espalda.

—Más te vale, porque pienso recorrerme el país entero para encontrarte. –Yoongi a mi espalda asiente y me giro para mirarle, corroborando mis palabras y Jimin ríe en mi hombro, oculto entre lágrimas y mocos.

Cuando se separa de mí se limpia el rostro con sus pequeñas manos sonrosadas y absorbe de su nariz. Yo me limpio con la manga de mi camiseta y me giro a Yoongi y a Taehyung que nos miran expectantes. Taehyung con una sonrisa traviesa porque sabe que he perdido pero no me importa, porque tenerles de nuevo conmigo me hace sentir reconfortado. Yoongi me mira con una sonrisa condescendiente y orgullosa de su esfuerzo. Yo miro las gominolas en mi mano y sonrío aún más infantil que antes.

—Bueno. –Suspiro—. Deberíamos dormir todos un poco. –Digo mientras miro directo a Yoongi—. Tú el que más. Mañana será otro día. –Yoongi siente mientras piensa frunciendo el ceño.

—¿Te has pasado estas horas en vela?

—¡¿Tú qué crees?! –Le pregunto ofendido—. ¿Creías que iba a poder pegar ojo sabiendo que andabas por ahí perdido en Busán? –Yoongi se sorprende de mis palabras y abre los ojos.

—Seguro que pensaba en quemar la ciudad si no aparecíais. –Suelta Taehyung y a mí me hace dar un respingo. Yoongi se alarma y Jimin ríe, divertido, aun con las mejillas sonrosadas—. Y os habéis librado de una buena, porque me dijo que os golpearía a los dos.

—¡Taehyung! –Le digo, molesto pero Taehyung ríe, divertido y Jimin también pero Yoongi palidece.

—¡Tú sí que necesitas dormir! –Me dice, Yoongi—. ¡A la cama! –Me señala el sofá y yo frunzo el ceño porque estos últimos días he estado durmiendo con él. Cae en mi rostro y sus mejillas enrojecen, no sabiendo qué hacer.

—¿Cuántas habitaciones hay? –Pregunta Jimin y yo me giro a él, casi como un resorte.

—Una cama de matrimonio en donde está Yoongi, una individual donde está Taehyung y el sofá cama donde estoy yo. –Digo y él se queda dubitativo como todos. Nos mira a todos alternativamente. Qué situación tan jodidamente violenta—. ¿Quieres que durmamos juntos en el sofá cama? Aún no lo he abierto, pero debe ser bastante grande para los dos. –Le pregunto y acaba asintiendo avergonzado.

Creo que habría accedido a cualquier cosa que le hubiera dicho, como si fuese dormir en el suelo, o en el felpudo de fuera. Todo solventado Yoongi asiente marchándose a su cuarto y cerrando detrás de él y Taehyung se va a la cocina a servirse un vaso de agua. Yo comienzo a abrir el sofá cama mientras Jimin me mira desde la distancia, sonriéndome.

—¿Qué? –Le pregunto.

—Te echaba de menos.

 

 

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