EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 36

 Capítulo 36

 

Yoongi POV:

26/07/1995

 

La noche es tremendamente oscura, y sobre nosotros, vuelvan algunas nubes grises a través del tenebroso firmamento sobre nuestras cabezas. Apenas hemos alcanzado el coche, Jimin ha tirado su maleta sobre los asientos traseros y yo me he subido al asiento del conductor. Nos hemos tirado dentro como intentando acortar el tiempo de estar expuestos a esta asquerosa civilización enriquecida. Él se ha subido al asiento del copiloto y yo he arrancado el coche saliendo de allí a toda velocidad mientras la tensión poco a poco se iba deshaciendo en pequeños fragmentos y el sonido de nuestras risas y carcajadas en el interior del coche nos rodeaba. Él no ha podido más con la sensación de ahogo y ha estallado en risas y en lágrimas de alivio mientras que yo siento todo mi cuerpo dolorido como después de una larga carrera. Me agarro con fuerza al volante y suelto un largo suspiro después de una larga risa y él se me queda mirando con ojos curiosos, como esperando a una explicación de mi repentina aparición, pero la verdad es que me aterra la idea de que descubra todo lo de su familia y quiera dar la vuelta, o algo peor. Entregarse.

Paso una mano a través de mi pelo y él se deja caer en el asiento mientras mira alrededor y frunce levemente el ceño con una expresión casi divertida. Creo entender lo que siente, como se siente en este instante. Parece todo un sueño. Yo también lo siento así. Una visión irreal de un deseo que no va a producirse, pero es real, y la realidad es mucho más cruel que esta sensación opiácea que no embriaga.

—Este no es el mismo coche que fichaste en el aparcamiento del motel… —Me dice mientras mira dentro de la guantera encontrando un par de pintalabios, el papel con la dirección de su casa, el papeleo del propio coche y un pañuelo rosa con una pulsera de chinitos de la suerte. Se queda mirando todo, levemente angustiado—. Era gris… y este es azul…

—Sí, lo sé. No es el mismo coche. –Le aclaro mientras miro a través del retrovisor. La carretera está completamente desierta, y cuánto lo agradezco.

—¿Qué ha pasado con el otro coche? –Pregunta algo más tenso. No tenso, preocupado. Casi serio. Me encanta verle con seriedad. Me hace sentir recapacitado—. Vi en el periódico que había sido denunciada su desaparición, pero aún no se ha encontrado.

—Ni creo que se encuentre. Lo dejamos en un desguace, a merced de la codicia de sus trabajadores… No creo que denuncien su aparición. Seguro que ya no existe el coche, son solo piezas sueltas dentro de los almacenes. Igual que este… —Miro en derredor para dirigirme al coche en el que estamos.

—¿Por qué has venido a buscarme? –Me pregunta, y de repente da un respingo asustado—. ¿Jeon está bien? ¿Le ha pasado algo?

—¡No! –Le digo, también asustado con sus pensamientos—. Está perfectamente, no tienes de qué preocuparte. Y Taehyung también. –Ahora es él quien mira alrededor de nosotros, curioso.

—¿Dónde están?

—En Daegú. –Digo y él abre sus ojos como platos. Ahora que miro su expresión de seguro que pensaba que habrían venido conmigo y que estaban a la vuelta de la esquina, esperándonos. Pero no en otra ciudad a una hora de viaje.

—¿Qué diablos hacen en Daegú?

—¿De dónde te crees que vengo? Estamos en un pequeño piso que me han prestado.

—¿Están bien, seguro? –Vuelve a preguntarme y yo sonrío, enternecido con su interés.

—Sí, no te preocupes. He cuidado de ellos y ellos de mí. Dios. –Exclamo—. Hay tanto que contarte…

—Empieza por el principio. ¿Por qué has venido a buscarme?

—Ese no es el principio, es el final. –Le digo pero él no me aparta la mirada. Quiere saberlo y yo cojo una gran bocanada de aire para responderle, pero él se me adelanta, haciéndome dar un leve respingo.

—Mi padre tiene una empresa de compra venta de obras de arte. –Yo le miro desviando la mirada de la carretera y él se muerde el labio inferior mientras espera porque yo reaccione, pero no me dice nada nuevo, lo sorprendente, es que él lo sepa—. Prometo que no lo sabía. –Dice, negando con el rostro—. Apenas me enteré hace una semana, lo juro.

—Te creo. –Le digo—. Y yo también lo sé. Desde hace una semana. –Es ahora cuando Jimin se sorprende de mis palabras y ambos acabamos de compartir una información que los dos sabíamos, pero que ni sospechábamos que el otro supiera.

—¿Cómo lo supiste?

—Nos lo dijo Taehyung. Él estaba informado de la empresa de tu padre porque al parecer se había enterado de algunas de las subastas a las que había asistido o cosas así… —Digo, no muy seguro de mis palabras—. Al parecer pensó que no era un dato de relevancia, y lo soltó como quien da los buenos días o interviene en una conversación banal. Pero Jungkook y yo caímos al instante. –Jimin asiente a mis palabras, continuando mi discursos.

—Me querían para incriminar a mi padre. –Dice y yo asiento, pero con el asentimiento frunzo el ceño.

—Pero aun no entiendo por qué. Es decir. ¿Qué tiene Namjoon en contra de tu padre o de su empresa?

—¡No es Namjoon! –Dice Jimin haciéndome tensar las manos en el volante.

—¿A qué te refieres con que no es…? –Me corta.

—¡Jin! –Dice—. ¡Kim SeokJin! He estado mirando en los archivos de mi padre, y resulta que él trabajó en un principio con mi padre y su hermano. Este fue el gran inversor que les hizo relanzar la empresa, pero a cambio del cincuenta por ciento de las acciones. Mi padre y mi tío, cuando consiguieron la cantidad del dinero de la inversión de Jin, le devolvieron el dinero y le dijeron que ya no querían formar parte con él en la empresa y… —Coge aire—. Creo que Jin se marchó pero no sin ganas de vengarse. Creo que ha usado toda esta mierda para involucrarme a mí como responsable del robo y hundir la empresa de mi padre por tráfico de obras de arte. –Cuando Jimin termina yo me quedo mirando la carretera en silencio y entrecierro los ojos, pensativo. Ahora todo tiene sentido, pero no es Namjoon contra quien debemos ir, pues él entonces solo cumple órdenes. Todo me da vueltas dentro de la cabeza y Jimin posa su mano en una de las mías sobre el volante—. Mi padre me propuso hace unos días trabajar para él en la empresa. Como ahora ya no tengo trabajo ni lugar a donde ir, me dijo que trabajase para él.

—¿Qué le dijiste?

—¡Que no! Obviamente. Eso solo habría supuesto que cuando sacasen mi foto en la prensa la empresa de mi padre se vendría a la mierda solo por mi presencia, por no hablar de mis actos…

—¿Y qué te dijo él?

—Me ha echado de casa. Me dio de plazo una semana para irme. –Me retira la mirada y esconde sus manos en el interior de sus mangas.

—¿A dónde pensabas irte? –Le pregunto, con una sonrisa malvada naciendo de mi comisura, y él se ruboriza.

—No lo sé. Pensaba buscaros pero no tenía medios ni sabía en dónde os habíais metido… —Suspira, largamente—. ¿Y tú cómo sabías que estaba en casa de mis padres? –Me pregunta, casi ofendido—. Le dije a Jeon que me fui a Tokio.

—Y yo le dije a él que estabas mintiendo. ¿Cómo ibas a irte a Tokio? No conoces a nadie allí…

—¡Claro que sí! Tengo amigos de las carreras…

—Aun así, no te habrías ido allí. Yo lo sabía. –Digo, y frunzo el ceño—. En realidad no, no lo sabía, pero no sabíamos donde más buscarte. Si no llegas a estar ahí…

—¿Habrías ido a Tokio a buscarme? –Me pregunta divertido pero yo niego con el rostro.

—Tal vez en Tokio estuvieras más a salvo que de haber venido a casa de tus padres…

—Lo sé. –Suspira y se deja caer de nuevo sobre el asiento. Yo me saco el paquete de cigarrillos del bolsillo del pantalón y con una sola mano maniobro para llevarme el último cigarrillo a los labios y encender el extremo con el mechero. Lo hago en completo silencio y después cambio el cigarrillo de mano para conducir con el cigarrillo entre los dedos de mi mano izquierda.

—¿Cómo está Jeon? –Me pregunta más animado y yo asiento, mientras sonrío.

—Muy bien. Estaba asustado por mí, pero es normal.

—¡Cuéntame qué habéis hecho desde que me fui!

—Cuando te fuiste robamos aquél coche en el aparcamiento del motel y nos dirigimos hacia el sur sin rumbo. Dimos vueltas como locos hasta que se nos ocurriera algo. A Taehyung le suministrábamos morfina todas las noches. Ya está casi recuperado. Jungkook y yo dormíamos en los asientos delanteros del coche. Estuvimos así unos cuatro días. Él compraba en las gasolineras, cubierto hasta arriba de ropa y yo y Taehyung, las caras más visibles, solíamos hacernos los despistados.

—Te has teñido el pelo. –Me dice mientras pasa sus dedos por un par de mis mechones. Yo siento un escalofrío y asiento, sonrojado.

—Fue idea de Jeon. Dijo que alguien con el pelo de color platino sería muy llamativo y más cuando en la prensa salía mi cara así…

—Tenía razón. –Dice, tranquilo—. Te queda bien…

—Ya, bueno. –Digo obviando su comentario—. Después se me ocurrió que conocía a alguien que tenía pisos en Daegú. Pisos para gente como nosotros. Para él en el caso de tener que huir, o que esconderse. O un lugar donde guardar cocaína o cosas así… —Le doy una calada al cigarrillo y bajo un poco la ventana a mi lado para que el humo se vaya—. Y allí fuimos, sin más. Llevamos ahí un par de días, y la verdad es que ni comparación con dormir en un estúpido coche.

—¿Os estáis alimentando bien?

—Sí. –Digo, pensativo—. A base de comida precocinada y fideos instantáneos. No puedo permitirme hacer una gran compra porque no quiero estar muy expuesto.

—Entiendo. Son días convulsos.

—Y más van a volverse. Le he pedido a mi amigo que nos pase toda la información comprometida de Namjoon que tenga. Toda. La que sea.

—¿De verdad? –Me pregunta entre exaltado y preocupado.

—Sí. Jeon habló con él y se cayeron bien. Va a ayudarnos, pero ya nos ha advertido, nuestras cabezas van a rodar de todas maneras. Nuestro delito ya está cometido. A Jeon eso parece importarle bien poco. Creo que se irá al otro mundo con una mano en el cuello de Namjoon…

—Este chico… —Jimin chasquea la lengua, negando con el rostro—. Nos matará a todos…

—Y sin embargo casi te falta tiempo para saltar de la ventana y meterte en el coche… —Le digo divertido y él se encoge de hombros—. En fin. La cosa está así. El otro día decidí que debía venir a buscarte y arriesgarme a entrar en tu casa. No conocía tu dirección y menos aún si aún conservabas un teléfono móvil ni nada… —Niego con el rostro—. Pensé que la mejor forma era venir aquí, a Busán, y buscar una guía telefónica. Si tu padre tenía una empresa, debía parecer en la guía, y así encontré su número de teléfono. Llamé haciéndome pasar por un cliente que quería vender unos pósters de Alexander Rodchenko, del constructivismo ruso. Le dije que eran algo así como una herencia de mi abuelo cuando estuvo en Rusia por la época de la guerra de Corea y que necesitaba el dinero porque mi esposa tenía problemas médicos. –Chasqueo la lengua—. Con los nervios ya no me acuerdo ni qué le he dicho…

—¿Alexander Rodchenko? ¿Constructivismo ruso? –Me pregunta habiéndose quedado solo con esa parte del relato y yo le miro frunciendo el ceño—. Has pasado demasiado tiempo con Jeon. –Niega con el rostro pero yo me encojo de hombros.

—No. Me gusta mucho ese estilo artístico. No sé tanto de arte como Jeon, pero todo lo que esté relacionado con la revolución rusa es fascinante. –Él sigue mirándome con esa expresión sorprendida y al mismo tiempo recelosa—. Soy comunista. ¿Te enteras ahora? –Le digo con una expresión divertida—. Soy un Robín Hood moderno. Robo a los ricos para dárselo a… —Niego con el rostro—. No sé a quién se lo daba, en realidad, pero no importa… —Él acaba riendo de mis palabras y yo ruedo los ojos, con una sonrisa en mis labios.

—Volvamos al tema. –Me pide—. ¿Qué es lo que pretendéis hacer con esa información?

—En un principio aun no la tenemos. Tiene que llegarnos un día de estos y espero que sea antes de que tu cara salga por todos los periódicos para al menos no ensuciar tu reputación y la de tu padre. Pero la intención de Jungkook creo que es la de distribuirla por todos los medios de comunicación. Hacerle ver a la gente que hay un aparato detrás de lo que nosotros consideramos realidad, y que ciertas personas nos controlan como marionetas en medio de un escenario.

—La gente eso ya lo sabe. –Me dice Jimin, levemente decepcionado—. Y ya conozco las intenciones de Jeon, pero tú mejor que nadie debe saber que va a ser inútil lo que haga. Porque a la gente no le gusta la realidad. A la gente no le gusta que le digan que están siendo manipulados, porque ya lo saben aunque no quieran asumirlo.

—Lo sé… —Suspiro—. Pero, Jeon tiene razón. Es decir, no podemos quedarnos de brazos cruzados…

—¡Claro que Jeon tiene razón! Pero solo conseguirá que nos maten… —Dice serio y yo le doy otra calada al cigarrillo mientras que aprieto con las manos el volante.

—Lo sé. Pero me da igual. ¿Sabes? –Le digo, serio. Él no se sorprende de mis palabras pero sí se queda levemente inquieto—. Voy a morir de todas formas. ¿No lo entiendes? Si me entrego van a matarme, si no me entrego y lucho contra Namjoon van a matarme y si decido no hacer nada, moriré de igual forma. Tal vez algún día dentro de muchos años. –Señalo el cigarrillo con la mirada—. Puede que no tantos. Pero algún día, moriré. ¿Pero hasta entonces tengo que estar escondiéndome como una rata? Me he pasado la vida huyendo, escondiéndome, robando y vuelta a empezar… —Doy un largo suspiro—. Soy muy joven, aun. Pero estoy cansado de vivir esta mierda de vida.

—Yoongi… —Suspira, triste.

—Tengo que pedirte disculpas…

—¿A mí? –Pregunta.

—Sí. Sé que te fuiste por mi culpa, porque te sentiste engañado por mí, y tenías motivos para pensar en ello. Y la verdad, es que estabas en lo cierto.

—No. –Niega con el rostro—. Fui infantil anteponiendo mis sentimientos a la situación y no supe lo peligroso que era para vosotros que yo me fuese.

—Aun así… —Cojo aire—. Lo que salía en la televisión… era… en parte, verdad… —Jimin me mira con ojos levemente dolidos pero tristes.

—¿De verdad?

—Sí. En parte, es decir. –Suspiro de nuevo—. Ya se lo conté todo a Jeon en su momento y supongo que a ti también debería contártelo.

—¿Contarme el qué?

—Todo. Mi vida. –Chasqueo la lengua—. Al final escribiréis mis memorias… —Digo divertido pero él no se ríe y me mira serio—. Supongo que esto tenía que habértelo dicho antes, pero, y no me malinterpretes, no pensé que después de conocernos fuéramos a ser nada más que dos ladrones en un robo. Si hubiera sabido hasta qué punto esto nos afectaría…

—No tienes por qué darme explicaciones de nada. –Dice, negando con el rostro.

—Sí, tengo que hacerlo, porque te mentí dejando que pensaras que después de esto yo podría irme libremente por ahí, a recorrerme el mundo. Porque te hice pensar que yo era un ladrón de poca monta, y porque pensaste que teníamos una oportunidad…

—Sé que fuiste engañado como el resto… —Mira a través de su ventana, apartándome la mirada—. Y ya ha pasado tiempo. Es decir, no tanto pero… A lo que me refiero es que ya no importa. No intentes justificarte por mi orgullo herido, soy un caprichoso y no me daba cuenta de que hay cosas peores.

—Jeon nos contó lo sucedido aquél día en el puente. Con todo lujo de detalles. Le sigue atormentando a veces… —Me devuelve la mirada, sorprendido—. Le debo mucho por cuidarte, supo reaccionar como un verdadero soldado, y eso es mucho decir para alguien tan joven como él. –Niego con el rostro—. A veces creo que es mucho más maduro que todos nosotros y otras, que tiene el triple de debilidades que cualquiera de nosotros. Pero en los momentos de peligro sabe actuar, y sé que es modesto, pero lo que hizo, y estarás de acuerdo conmigo, es de ser muy valiente. Yo, personalmente, no habría sabido reaccionar.

—Yo tampoco supe. –Me dice, tranquilo—. Si no hubiera estado él ahí probablemente no solo me habría dislocado un hombro y torcido un tobillo…

—Lo sé. Me dijo que si no lograba traerte de vuelta, él mismo se presentaría en tu casa a buscarte y sacarte a la fuerza. –Digo riendo y Jimin rompe en una risa nerviosa.

—¡Que miedo, joder! –Dice divertido pero asustado de verdad—. La verdad que como pensaba ir a buscaros, he comprado algo para él…

—¿Sí?

—Sí. –Dice, con una sonrisa esperanzadora—. Espero que no me golpee…

—Lo va a hacer… —Le digo, sonriendo y él palidece pero mi risa le hace sentir más relajado. Miro la carreta delante de mí. Es un oscuro asfalto que no tiene fin y mientras calculo el tiempo que nos queda para llegar, pienso en que realmente Jimin tiene que saber la verdad sobre mí. Para entenderme mejor y para entender mis actos y mis palabras. Por eso tomo aire y comienzo a narrar con las mismas palabras y las mismas expresiones lo que le referí a Jungkook aquella noche bajo una cúpula de estrellas. Me lleva al menos media hora explicarle todo, y para entonces ya estamos en Daegú, rodeados de sus edificios y de las luces alrededor. Ya estamos llegando cuando él, en completo silencio después de haberle narrado mi vida coge aire y me mira, con rostro serio.

—Gracias. –Me dice y yo frunzo el ceño.

—¿Gracias?

—Por ser sincero conmigo. Pero esto no cambia lo que siento hacia ti. –Me dice y yo asiento desviando de nuevo la mirada a la carretera mientras intento no mostrar una expresión disgustada. Un beso en mi mejilla me sorprende y doy un respingo mientras él apoya su frente en mi hombro y respira de forma entrecortada—. Te he echado de menos...

 

 


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