EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 30
Capítulo 30
Jungkook POV:
20/07/1995
Cojo otro trozo de pizza y me lo llevo a
los labios, suspiro y muerdo la porción mientras Yoongi y Taehyung sigue
hablando, cada uno sentado a un lado opuesto de la mesa. Taehyung a mi derecha,
y Yoongi a la izquierda. Yo me mantengo en el sofá sentado entre ambos mientras
miro a la pizza sobre el plato con unos cuantos trozos faltantes. Uno de ellos,
el que yo me estoy comiendo. La sensación de volver a comer comida normal, al
menos algo hecho al horno, es una sensación tan extraña que me resulta incluso
cómica. Antes no habría comido esta comida, precocinada y terriblemente pastosa,
siempre me habría ido a la pizzería a comerla, pero esta es la primera comida
que disfruto en días.
La noche ya se ha fundido con la tierra,
en los pisos colindantes se ha dejado de oír barullo y por lo que a mí
respecta, nosotros no estamos en este piso, sigue tan vacío como siempre, pero
no podemos evitar hablar y me preocupa el hecho de que puedan oírnos. Yoongi no
parece preocupado así que yo intento no estarlo. Aún tengo el miedo instalado
en el cuerpo. Es el mismo miedo que el que sentí al caer de la moto el día de
la persecución. El mismo miedo al saltar del puente, el mismo al recolocarle el
hombro a Jimin. Jimin… el miedo regresa en oleadas y dejo el trozo de pizza a
medio comer sobre el plato y me dejo caer sobre el respaldo del sofá mientras
escucho atento la conversación que se produce delante de mí.
—Lo más probable es que Namjoon vaya
detrás de Jimin por eso. La empresa de su padre tal vez fuese en contra de él
en algún momento y contratando a Jimin para este trabajo sería como matar dos
pájaros de un tiro. –Dice Yoongi mientras bebe un poco de agua al terminar y se
come una patata frita.
—Creo que tienes razón, pero aun así, si
intentamos contactar con Jimin no solo nos estamos exponiendo nosotros, sino
que también le estamos poniendo a él en peligro.
—¡Él ya está en peligro! –Dice Yoongi
mientras hace aspavientos—. El muy idiota se ha metido en la boca del lobo sin
darse cuenta. Si en algún sitio van a ir a buscarle va a ser en casa de sus
padres. –Yoongi me señala—. Igual que con Jeon. Lo primero que hicieron los
medios al conocer su identidad fue abalanzarse contra la puerta de sus padres
para buscarle yademás llevarse una declaración.
—No me lo recuerdes. –Le digo a Yoongi
mientras me levanto del sofá y aparto el plato de comida de mi. –No quiero más.
–Digo pero mis palabras son ignoradas.
—Tenemos que contactar con él, de
cualquier forma. –Insiste Yoongi—. Pero no sé cómo diablos hacerlo.
—¿Os deshicisteis de vuestros teléfonos
móviles? –Me pregunta Taehyung mientras yo rebusco entre los muebles de la
cocina la botella de whiskey.
—Sí. Lo hicimos.
—Esto entonces va a estar complicado. No
conozco el teléfono de su casa. –Dice Taehyung—. Pero tal vez en la guía
telefónica de Busán podamos encontrar el teléfono de la empresa de su padre y
contactar con él de esa forma. –Yoongi niega con el rostro.
—Ir a Busán ahora está descartado. Tenemos
que esperar a que nos llegue la información sobre Namjoon.
—¿Cuánto puede tardar? –Pregunto yo
mientras encuentro la botella de Jack Daniel’s al fondo de un pequeño armarito
a la altura de mis canillas.
—Una semana, a lo mucho. Supongo que la
información nos la mandará desde Seúl. Espero que no mucho, la verdad.
—No creo que Namjoon espere una semana
para dar a conocer la identidad de Jimin. –Digo rescatando la botella y mirando
la cantidad que tiene. Más de media botella. Suficiente para calmar mi estado.
—¿Vas a beber ya? Anda que esperas… —Me
dice Yoongi y Taehyung da un respingo por la presencia de la botella.
—No sabía que habíais comprado alcohol…
—Estaba ya en la casa. –Le aclara Yoongi
mientras yo me sirvo un vaso y dejo la botella en la cocina mientras me
desplazo al sofá de nuevo. Me dejo caer con un suspiro cansado y Yoongi me mira
con una sonrisa divertida mientras que yo le retiro la mirada, pasándola al
pequeño vaso que me llevo a los labios.
—¿Dónde ha quedado el ron con zumo de
manzana?
—Déjame. –Le digo seco mientras doy otro
trago y hago un gesto con la mano para que ellos dos sigan hablando. Cuando la
conversación llegue aún punto en que las palabras se entremezclen hasta crear
una música de fondo en mi mente me sentiré mejor. Mientras tanto, sigo en la
conversación.
—Creo que Jimin no sabe nada de esto.
–Suelta Taehyung, apesadumbrado.
—Claro que no sabe nada, no es tan
inteligente como para haberse dado cuenta. –Dice Yoongi, resentido y yo suelto
una risa nasal.
—Si se diese cuenta, ¿crees que intentaría
contactar con nosotros?
—No. –Digo, serio—. No lo haría, y tampoco
creo que pueda. ¿Cómo va a localizarnos? Lo único que sabe de nosotros es lo
que haya leído en la prensa, y hasta ahora se nos ha perdido el rastro en el
motel.
—Si los del desguace son inteligentes y no
dicen nada del coche abandonado es muy probable que se nos pierda del todo.
–Dice Yoongi mientras se come el último trozo de pizza y Taehyung se termina su
vaso de agua. Cuando gira el rostro a mi lo hace con una mirada triste y yo
frunzo el ceño mientras me señala su brazo y yo ruedo los ojos mientras le hago
espacio en el sofá para que vaya a buscar la morfina y se siente a mi lado.
Dejo el vaso encima de la mesa y aguardo su regreso. Yoongi no me quita la mirada
de encima mientras mastica, en silencio.
—¿Qué ocurre? –Le pregunto.
—Me encanta la forma en que asimilas la
preocupación y cómo la exteriorizas. –Yo frunzo el ceño mientras asimilo lo que
acaba de decirme y antes de que pueda darle una respuesta Taehyung regresa con
el pequeño botecito y con una jeringuilla. Yo resoplo y su triste mirada me
dice que es el último bote de morfina que le queda pero que no debo preocuparme
por ello.
—¿Te duele como el primer día? –Le
preguntó pero él niega con el rostro. Yo asiento, satisfecho mientras se quita
la camiseta del pijama y me da su brazo. Yo extraigo poco a poco la morfina
mientras le vuelvo a preguntar—. ¿Crees que mañana necesarias? Puedo repartirlo
para dos días…
—No, está bien así. Solo hazlo. –Me dice
mientras apoya su espalda desnuda en el respaldo del sofá y yo cojo su brazo
con una mano mientras él me mira de forma tímida y clavo la aguja en su piel.
Él suelta un suspiro y frunce levemente el ceño. Yo hago lo mismo pero a mi
manera mientras la morfina va calando en su cuerpo y cuando termino, me siento
más aliviado que él de no tener que hacer esto de nuevo. Cuando dejo el
botecito de cristal sobre la mesa y la aguja a su lado Taehyung aun me señala
su brazo descubierto y yo alzo una ceja, curioso. Él me pide un beso en el
brazo pero yo me acerco a él con intención de morderlo, a lo que se sobresalta
asustado y se cubre el brazo con la ropa. Yoongi se ríe, y yo me dejo caer de
nuevo sobre el sofá.
—Será mejor que recoja esto. –Dice Yoongi
mientras se levanta y comienza a retirar platos y basura a lo que Taehyung le
ayuda pero yo me quedo quieto en el sofá, rescatando de nuevo el vaso de
whiskey—. No te preocupes, eso no voy a llevármelo. –Me dice divertido y yo le
señalo la mesa de la cocina.
—Sírvete otro. –Me levanto con un quejido—.
Voy a ayudar a Taehyung a meterse en la cama. –Digo y Yoongi asiente mientras
sigue llevando los restos de la pizza y el propio envoltorio a la mesa de la
cocina y yo me conduzco al dormitorio con Taehyung mientras este se va
sujetando de los umbrales de las puertas para caminar. Cuando llegamos a la
oscuridad de su cuarto le abro la cama mientras se sienta sobre ella, ya con la
mirada levemente ida y se tumba en silencio mientras yo le cubro con las
sábanas. Me siento a su lado con una actitud paternofilial y él me sonríe, en
el papel de hijo enfermo. Paso mi mano a través de su frente retirándole un par
de cabellos y él cierra los ojos mientras suspira, tranquilo.
—Siento no ser de mucha ayuda, casi soy
una molestia. –Dice mientras chasquea la lengua. Yo niego con el rostro.
—No digas eso. –Le doy un beso en la
frente—. Duérmete.
Cuando su expresión se relaja me levanto
de la cama y cierro su puerta al salir de ella. Cuando regreso al salón Yoongi
ya ha despejado la mesa y está en la parte de la cocina, ordenando esta en
silencio. Cuando me ve aparecer me frunce el ceño y me señala con una mirada
divertida.
—Desfrunce ese ceño, niño bonito, no estés
de morros. –Dice y yo intento no hacerle caso pero sonrío cuando le doy la
espalda camino al salón para rescatar mi vaso de whiskey y cuando lo tengo en
mi mano le doy un trago terminándomelo y regreso a la cocina donde él ya tiene
otro vaso y se está sirviendo, de espaldas a mí, apoyado en la encimera. Yo
aparezco tras su espalda poniendo una mano a su lado en la encimera y la otra
con mi vaso vacío en su otro costado, pidiendo que me sirva de nuevo—. No me
lleves ventaja. –Me dice mientras sirve en el vaso que le extiendo.
—Yo soy más grande. –Le digo acercándome
más a él, aplastándole contra la barra de la encimera. Él se sobresalta—. Así
que tengo que beber más para igualarte.
Cuando me separo le veo volverse para
mirarme sonrojado y yo me encojo de hombros mientras me quedo en medio del
espacio esperando a que me siga al comedor. Cuando se le pasa la vergüenza
camina hasta el sofá conmigo y se sienta a mi lado mientras deja su vaso
delante de él en la mesa y se gira a mirarme.
—¿A qué vino el comentario de antes? –Le
pregunto mientras yo también me vuelvo a él. No tengo que aclararle nada,
porque sabe perfectamente de qué le hablo.
—Es la verdad, estás enfadado y no puedes
solucionarlo, así que te enfurruñas como un niño. Yo lo entiendo, pero yo al
menos no me pongo así…
—¿Crees que estoy enfadado?
—Sí. –Dice seguro—. De que Jimin se fuera,
cuando ahora que se haya ido es un problema. También conmigo porque Jimin se ha
ido por mi culpa, y contigo mismo porque no sabes qué hacer para solucionar la
situación, porque estamos anclados a estar aquí.
Como Yoongi da en el clavo con esa mirada
condescendiente que tanto odio me vuelvo hacia mi vaso de whiskey en silencio y
bebo de ella, haciendo que Yoongi suelte una carcajada reprimida y yo me cruzo
de brazos. Él sigue riendo mientras saca un cigarrillo de la cajetilla que
tenía guardada en algún lugar de su cuerpo y yo le miro con las cejas en alto.
Él se encoje de hombros y me extiende un cigarrillo mientras yo niego con el
rostro. Él se sorprende de mi negativa y se lo lleva a los labios.
—Ya podía estar yo buscándolo… —Le digo
por el paquete y él se encoge de hombros. Cuando lo enciendo y le da la primera
calada se lo quita de los labios, lo mira unos segundos, pero no lo ve por más
tiempo porque yo se lo quito de los dedos y lo llevo a mis labios para dar una
larga calada que me llegue al estómago.
—¿No decías que no querías?
—¿Y tú que ibas a dejarlo? –Él frunce el
ceño.
—Touché. –Dice.
—Páseme un cenicero, abuelito bonito. –Le
digo con una sonrisa malvada y él da un respingo ofendido mientras se va a la
cocina a buscar cualquier recipiente que sirva como cenicero. Cuando regresa me
quita el cigarro y fuma ahora él.
—No me llames así. Me da asco. –Dice
bebiendo un poco de whiskey y yo me encojo de hombros.
—Echo de menos hablar contigo. –Le digo
casi como una liberación que sale junto con el humo del cigarrillo de mis
entrañas.
—Estamos todo el maldito día juntos. –Me
dice—. Hablamos durante todo el día.
—Sabes a lo que me refiero. –Digo y me
paso una mano por los ojos.
—Lo sé. –Suelta, solemne—. Pero lo siento.
Ahora mismo ninguno de los dos tiene la cabeza para pensar en una conversación
sobre metafísica.
—No hablo de metafísica. Simplemente,
hablar. Hablar de verdad…
—Sé a lo que te refieres, pero no creo que
pueda. Me siento culpable porque Jimin se haya ido, culpable de la situación en
la que estamos y… —Suspira—. Responsable de ti.
—No tienes que sentirle de esta forma, y
menos cuando yo me siento igual. –Él me mira con media sonrisa y bebe un poco
más de whiskey. Repite el gesto hasta que se acaba el vaso y suelta un largo
gemido dolorido. Cuando vuelve a obtener aire se levanta y acaba trayendo la
botella consigo.
—No tenemos que ser unos caballeros.
–Dice, divertido—. Ni tampoco escrupulosos.
—¿Qué dices? –A mi respuesta lleva sus
labios a la boca de la botella y bebe directo de ella mientras frunce el ceño
con una mueca adorable y cuando traga, tose y después se ríe, divertido. Yo río
con él emocionado por esta falta de comportamiento refinado y me acabo mi vaso
para ver como él me pasa el cigarrillo y la botella. Primero le doy una larga
calada al cigarrillo y después a la botella. Comienzo a sentir como el alcohol
me hace efecto. No sé si es porque hace mucho que no bebo algo tan fuerte o
porque realmente esto es fuerte, pero siento un cosquilleo por las piernas y un
rubor en mis mejillas al que no estoy acostumbrado.
—Vamos, niño lindo. –Dice Yoongi, posando
su mano en mi muslo y apretando su agarre—. Trae el walkman. Vamos a ver qué
música tienes en ese cacharro. –Me dice con una sonrisa y yo asiento
levantándome del sofá para conducirme a mi maleta y sacar de él el pequeño
walkman. Junto con él sacó un pequeño estuche donde tengo todas las cintas de
música y regreso al sofá con una sonrisa divertida—. ¿Ves que bien te ves
sonriendo? –Me dice y el rubor en mis mejillas se vuelve más intenso mientras
le paso el walkman y él deja la botella sobre la mesa—. Tienes algo que no sea
música clásica. –Me dice al ver las primeras cintas de Mozart y Paganini.
—Sí. –Digo pero desanimado—. Aunque no
mucho. Espera. –Rebusco yo en el interior del pequeño estuche y le señalo los
cascos—. Póntelos. Ya verás.
Él me obedece en silencio mientras se
coloca los cascos sobre la cabeza y espera pacientemente mientras yo introduzco
una cinta de grupo The Clash en el
espacio para el casete, la rebobino hasta el principio y cuando le doy al play comienza a reproducirse la canción Should I Stay or Should I Go. En los
primeros acordes Yoongi ya la reconoce y da un respingo divertido. Yo le dejo
estar con la música mientras vuelvo a beber de la botella y él fuma del
cigarrillo. Puedo oír la música desde aquí y eso me hace moverme igual,
divertido y entusiasmado. Apenas la
canción ha empezado Yoongi se levanta del asiento y me arrastra con él hasta el
espacio entre el salón y la cocina. Comienza a moverse, a bailar, mientras me
guía a mí en los movimientos. Encaja el walkman a mi cintura por lo que no
puedo alejarme demasiado de él, que tiene los cascos sobre su cabeza. Yo río
mientras él mueve los labios al compás de la música y coge mis muñecas para que
me mueva con él.
—Vamos, muévete. –Me dice mientras me mira
sonriendo. Está ebrio.
Yo le hago caso, sin pensarlo, porque
también estoy un tanto borracho y no puedo evitar reír de sus gestos, de sus
expresiones divertidas. Su pelo baila con él y sus caderas se mueven de un lado
a otro al ritmo de la canción. Su mano aparece en la cintura de mi pantalón y
me acerca a él con fuerza. Con posesión. Solo puedo oír mi risa y la canción de
fondo.
—Should
I Stay or Should I Go. –Decimos los dos a la vez y sonrío mientras muevo mi
cadera junto con la de él. Su otra mano viaja a mi hombro, para acercarse más.
Yo ya tengo mis manos sobre su cintura. Su mano en mi hombro viaja hasta mi
cuello mientras parece completamente ajeno a ello, después a mi nuca, agarra el
pelo ahí y me hace sentir más apegado a él.
—Cierra los ojos, niño bonito. –Me dice
acercándose a mí y ahora puedo oír mucho mejor la canción mientras yo no le
obedezco y él se lanza a mi mandíbula para morderme y hacer que mis piernas
flaqueen. Pero como él sigue bailando, yo le imito y hago como si nada,
rodeando su cintura con mis manos. El roce de todo su cuerpo con el mío me está
haciendo sentir muy nervioso pero no puedo evitar sentirme tremendamente
necesitado de más, aunque no sea yo quien profundice. Las mordidas se
convierten en besos húmedos y abandona mi mandíbula para ir a mi cuello y
morder a través de la línea del cuello de la camisa. La canción termina y la
cinta pasa a la siguiente, I Fought the
Law. Él no para, sin embargo, y pasa una de sus piernas a través de la mía mientras se mueve y yo de
vez en cuando sigo soltando alguna risa divertida. Él ya no se ríe.
Sus manos me sorprenden en mis pantalones
y desabrochan el botón mientras yo me quedo levemente aturdido mirando hacia
abajo, pero él no lo está haciendo, por lo que solo puedo sentir sus manos
explorando dentro. Me bajan la cremallera y después me sueltan, para hacerse lo
mismo a él. Desabotonarse los vaqueros y bajar la cremallera. No entiendo cual
es la función de esto, pero cuando sus manos agarran con fuerza mis caderas y
me acercan a las suyas, doy un respingo excitado, comprendiendo la
funcionalidad: el roce sin vaqueros de por medio. Él ya tiene un bulto
considerable entre las piernas y yo me siento endurecer por momentos. Se roza
contra mí mientras que yo cierro los ojos intentando buscar la última pizca de
cordura que he dejado tirada en algún rincón de mi mente. No la encuentro, y
comienzo a desesperarme.
Sus besos regresan de nuevo a mi mandíbula
y cuando alza la mirada me encuentra rojo y sofocado. Mis manos tiemblan sobre
su cuerpo y alza una ceja.
—Ya no eres tan valiente, ¿hum?
—¿Qué? –Le pregunto, aturdido.
—Llevas unos días tonto… —Dice, riendo—.
¿No querías comerme para cenar?
—So— solo eran bromas. –Digo retirándole
la mirada y él ríe deshaciéndose de los cascos del walkman e introduce su mano
en el interior de mi calzoncillo, haciéndome dar un respingo.
—¿Esto es una broma? –Dice agarrándome por
completo a la longitud de mi pene y yo niego con el rostro, cerrando los ojos
con fuerza. Con su otra mano se dirige mi rostro a sus labios y me besa, poniéndose
levente de puntillas. Su mano comienza a masajearme en silencio y detengo el
walkman. Solo se escucha el sonido de nuestro beso, chapoteando en saliva con
sabor a pizza y whiskey. En el momento en que introduce su lengua en el
interior de mi boca yo me aparto de él con la sensación de estar haciendo algo
malo y él se separa de mí levemente culpable de haberme provocado este
sentimiento pero con las mejillas ardiendo de alcohol y lujuria—. ¿Ocurre algo?
–Me pregunta preocupado.
—Esto… bueno esto no está bien. –Digo
negando con el rostro mientras él me devuelve los casos y yo me quito el
walkman devolviéndolo a la mesa junto con la botella de whiskey. Quiero darle
otro trago pero me temo que no me haría bien. Cuando me vuelvo a Yoongi él me
mira con el ceño levemente fruncido y con los labios curvándose una extraña
mueca confusa.
—¿Por qué no? Somos dos adultos
conscientes y responsables de sí mismos.
—Ni somos conscientes ni responsables. –Le
digo señalándole el whiskey—. Estamos en medio de la mierda, perseguidos por la
policía y borrachos…
—¿Y no hay mejor momento que este? –Dice
volviendo a acercarse a mí y cuando me tiene me sienta en el sofá y él se
sienta sobre mí. Me siento terriblemente intimidado pero mis manos han ido sin
permiso a su trasero, a lo que él me sonríe con cinismo.
—Quiero hacerlo, pero no porque esté
borracho. –Le digo y él sonríe con malicia.
—Si no estuviera Taehyung con nosotros te
habría cogido en el coche nada más huimos. –Yo doy un respingo y él vuelve a
besarme mientras cierro los ojos, disfrutando de su lengua dentro de mi boca—.
Necesito hacértelo, ahora. –Murmura junto a mis labios y yo asiento.
—Yo también. Lo necesito… —Murmuro contra
su sonrisa y comienza a deshacerse de la ropa mientras yo le imito, más
nervioso de lo que intento aparentar. Acaba tumbándome con él sobre mí mientras
se deshace del resto de mi ropa y él se queda desudo igual que yo. Me devora
con una mirada lujuriosa y yo intento sonreír, pero me muero del pudor y él
acaba colándose entre mis piernas para morder mis muslos. No puedo evitar
agarrar sus cabellos y el roce de estos contra mi piel me hace sentir levemente
vertiginosos. Después me lame el glande y con cuidado se mete parte de la
longitud ya endurecida en la boca. Apenas un par de veces y rápido mete su
lengua en mi entrada, haciéndome dar un respingo y me cubro la cara con las
manos, avergonzado. Me muerdo la muñeca para no gemir alto, después los dedos,
después el dorso de mi mano.
—No te hagas eso. –Me dice, divertido—. Te
harás daño. –Me retira la mano de la boca y se incorpora sobre mí mientras me
abre las piernas para colarse de nuevo. Se sienta de rodillas entre ellas y me
mira desde la altura. Me siento intimidado solo con eso. Con una pierna
colgándome a través del sofá y otra en una de sus manos me siento pequeño y muy
indefenso, cuando él es el más menudo.
—¿Qué me miras tanto? –Le digo frunciendo
el ceño y él sonríe.
—Ahora voy a ser yo quien te coma para
cenar. –Dice y yo alzo las cejas, a lo que él suelta una risa y yo intento
incorporarme pero me empuja de nuevo con una mano sobre mi hombro. Se tumba a
lo largo de mí y yo le miro directo a los ojos. Mete uno de sus dedos en mi
entrada y sin apartarme la mirada. Yo tengo que ser el primero en retirarla—.
Vamos bebé, dime que quieres que te coma… —Murmura.
—Hyung. –Suspiro enfadado y él mete un
segundo dedo. Yo reclino mi cabeza y suelto un largo suspiro. Busco con la
mirada al whiskey pero él coge mi barbilla y me hace que le mire, después me
besa, un beso tan lento y cariñoso y que me estremece mientras intenta meter un
tercer dedo y hacer tijera para dilatarme.
—¿Ya lo has hecho antes? –Me pregunta y yo
asiento, con las mejillas ardiendo—. ¿Siendo pasivo?
—Sí, hyung. –Le digo serio—. Ya lo he
hecho. Solo… hazlo. Venga… —Le digo pero él sigue con los dedos en mí, dentro y
fuera.
—No hasta que no me lo digas. –Levanta una
ceja.
—No voy a decirlo. –Le digo, negándome en
rotundo—. Si quieres puedes irte a tu cuarto y desahogarte solo. –Suspiro y él
frunce el ceño, ofendido. Yo me muestro impasible pero él no se rinde y se
yergue colocándose mejor entre mis piernas y hunde más sus dedos dentro de mí,
haciéndome curvar más la espalda, intentando que encuentre bien el camino. Él
escarba dentro de mí, se remueve dentro y presiona algo que me hace dar un
respingo, poniéndome mucho más duro de lo que estaba, si es posible. Me agarro
con fuerza al alcoholado del sofá.
—Dilo… —Murmura—. Si quieres que presione
ahí de nuevo. –Suspira.
—Yo… —Doy otro respingo—. ¡Hum! yo...
también tengo dedos… —Le digo desafiante intentando hacer mi mejor actuación.
—Niño orgulloso. –Resopla entre dientes.
Con su mano libre acaricia mi glande, y yo me trago un gemido que estaba a
punto de reventar los cristales. Con su pulgar comienza a hacer círculos sobre
mi pene—. Di: “Yoongie… hyung… métemela, cómeme…”
—Puedes irte al infierno. –Suelto mientras
rueda los ojos y yo, con la respiración entrecortada le miro de arriba abajo.
Detrás de esos tatuajes hay un pálido cuerpo levemente acalorado con un pene
endurecido y goteando de presemen. Estiro mi mano y rodeo su pene con ella. Él
da un respingo y suelto un húmedo suspiro junto con un gemido placentero. Se
mira a sí mismo con mi mano acariciándole. Después me devuelve la mirada como
si me pidiese que parase, pero no lo hago. Con fuerza de voluntad que saca no sé
de dónde, se aparta mi mano de él y saca sus dedos de mí. Se tumba sobre mí y
lleva su mano a mi cuello, para acariciarme el pelo.
—Lo siento, no aguanto más. –Dice con un
suspiro y entierra su rostro en la línea de mi cuello mientras se introduce
poco a poco en mí. Yo tiemblo y me agarro a su espalda mientras me trago un
largo gemido de dolor. Está muy duro, y yo estoy demasiado apretado. Cuando
queda dentro él relaja su cuerpo sobre mí y yo me abro más, dándole comodidad.
Cuando el dolor va cediendo comienzo a ver la claridad de la situación. El
dolor también se va, junto con la vergüenza y se me muestra un claro de
realidad asombrosa. Tengo a Yoongi sobre mí, entre mis brazos, me está haciendo
sentir tan bien y tan necesitado. Quiero que se mueva, quiero que me mire.
—Muévete, hyung. –Le pido y él se despega
de mi cuello para mirarme con ojos sorprendidos y yo asiento. Él comienza a
moverse en silencio mientras respira sobre mis labios. Yo le beso y él me
devuelve el beso. Su cuerpo es tan liviano, tu silueta es tan fina y perfecta
que no consigo entender nada alrededor. Me siento tan perdido que solo puedo
agárrame a él y dejar que me haga sentir oleadas de un placer que hacía tiempo
que no sentía. Necesito que vaya más rápido, más profundo. Me encuentro ante
una escena tan surrealista pero tan natural. La necesidad de la carnal lujuria
animal—. Más. –Le pido con ojos llorosos.
—¿Más qué? –Me pregunta con media sonrisa.
—Más rápido. –Le digo, necesitado—. Más
fuerte. Más dentro. –Él me mira sorprendido pero acata con diligencia y yo me
dejo hacer mientras me siento fundir entre sus dedos. Sus manos me agarran con
fuerza, me agarran con decisión y protección.
—Estás delicioso, bebé. –Resopla sobre mis
labios—. Estás jodidamente caliente. Eres el puto infierno. –Dice y yo sonrío
mientras me mueve con sus embestidas. Él envuelve mi pene con su mano y eso me
apremia a correrme. Lo hago yo primero y me vengo sobre mi vientre mientras él
se viene segundos después, apretado por mí. Cuando se corre sale de mí resoplando,
con un par de gotas de sudor corriéndole a través de las sienes y con el pelo
pegado a su frente. Ese pelo negro precioso.
—¿Estás bien? –Le pregunto y él me mira
casi ofendido.
—Eso tengo que preguntarlo yo. –Me dice y
yo sonrío con las mejillas ardiendo. Me paso el dorso de la mano por la frente
mientras él se sienta entre mis piernas y yo me yergo. Le doy un beso en la
mejilla y él me lo devuelve en los labios. Mis piernas están mojadas y
pegajosas.
—¿Vamos a la cama? –Me pregunta mientras se
pone de pie recogiendo la ropa.
—¿A la cama? –Pregunto—. Yo ya estoy en mi
cama. –Le digo pero él niega con el rostro. Me da mi ropa y me levanta.
—No voy a dejar que duermas en un estúpido
sofá. En mi cama hay espacio para los dos. –Sentencia y yo asiento sonriendo.
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