EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 20

 Capítulo 20

 

Yoongi POV:

18/07/1995

 

Camino en pequeños pasos con una bolsa de plástico a través de este extraño descampado de hormigón. Alrededor solo veo naves abandonadas de un polígono cerca de Daegú que ha sido arrasado por una precipitada huida o por una crisis económica. No sé en qué momento se les ocurrió construir aquí, pero por lo que parece han dejado muchas cosas a medias. Edificios de hormigón aun con cables saliendo por entre la pared. Con tuberías en el suelo apiladas que ya están tremendamente oxidadas. Camino con una bolsa llena de nuestros restos de comida y la porquería que vamos acumulando dentro del coche en dirección a un cubo de basura lejos, también carcomido por la mierda. Hay mierda apilada a su alrededor de chatarreros que han pasado por al lado y han dejado ahí parte de la chatarra que les sobra, e incluso, puedo ver como un pequeño gato vagabundea alrededor olisqueando algo que llevarse a la boca. Cuando recae en mí desaparece entre la basura y yo dejo la bolsa en el suelo al lado del resto de porquería. Tal vez los restos de la empanada le sirvan de cena.

Cuando me vuelvo veo el coche ahí aparcado al lado de un muro escalonado. Cada escalón es de casi un metro de altura y Jeon está sentado en el primer peldaño con la espalda en la pared y acurrucado con una manta sobre sus hombros. No me ha dirigido la palabra en toda la tarde y me siento tremendamente acongojado con su mirada entristecida. Taehyung ya yace dormido en los asientos traseros del coche y la luna ha salido, algo recortada por la luz que se refleja en ella. A medida que me acerco más puedo distinguir el humo ascendiendo de uno de los cigarrillos que sostiene Jeon en las manos y en la otra, una de las rosas que he cortado de los arbustos del hotel. Cuando paso por delante del coche veo dos de ellas en el salpicadero, un par de ellas en el maletero y la última en las manos de Jeon. Desde que la hemos cortado ha perdido un poco de su gracia, pero se sigue conservando entera.

—¿Hay sitio para alguien más en esa manta? –Le pregunto a Jeon una vez me detengo delante de él y él asiente con una mueca divertida mientras yo subo apoyándome en las manos para impulsarme y Jeon abre la manta y me cuelo en su abrazo. Su mano pasa por mis hombros y me cubre con la manta. Es la misma mano del cigarrillo. La otra sujeta la manta de un lado y la rosa a duras penas. Cuando me acurruco en su abrazo suspiro y poso el rostro en su clavícula. Él me extiende el cigarrillo en silencio y yo lo sujeto, dándole una larga calada.

—Pensé que ibas a dejar de fumar.

—Es algo progresivo. –Le digo, con una sonrisa. Nos cubro mejor con la manta, la cual es terriblemente grande—. Esta noche hace un poco de frío. ¿Has tapado bien a Taehyung?

—Sí. Le he puesto dos mantas. –Suspira y chasquea la lengua. La cosa es que ahora solo nos quedan una para ti y una para mí.

—No hay problema. Años en una celda te hacen acomodarte al frío. –Le digo pero él no hace el mínimo comentario. Le devuelvo el cigarrillo y le quito la rosa de la mano. En el primero momento me pico con una espina y retiro mi dedo de ella. Lo llevo a mis labios saboreando una pequeña gota de sangre y después la cojo de nuevo con más cuidado—. ¿Le has puesto la morfina?

—Sí.

—¿Y hoy ha habido un beso? –Le pregunto curioso pero él niega con el rostro mientras que yo chasqueo la lengua—. Vaya, que mal…

—¿Eso crees? –Me pregunta desinteresado mientras se lleva el cigarrillo a los labios, suelta humo y yo poso la rosa cerca de su rostro haciéndole rabiar y dar un respingo. Me mira confuso y yo sonrío, a lo que él sonríe también pero de forma levemente obligada. Vuelvo a apoyarme sobre su clavícula y suspiro cerrando los ojos.

—¿Estás enfadado conmigo? –Pregunto, levemente abochornado por tener que estar haciendo esto—. Porque si lo estás por lo del frenazo…

—No. Hyung, no estoy enfadado con eso. Me puse pesado, lo siento. –Apoya su nariz en mi pelo, aspira haciéndome sentir levemente ruborizado y sonríe, besándome en la cabeza—. Te queda muy bien, y me he emocionado por ello. Solo eso.

—¿Entonces? –Le pregunto separándome de él mientras él me aparata la mirada.

—Es solo que… uf… —Suspira—. Me siento como que os estoy obligando a muchas cosas. A huir, a teñirte el pelo, a esconderse, a dormir en un coche de mierda…

—Lo entiendo. –Murmuro cortándole—. Pero créeme cuando te digo que si estamos contigo no es porque te debamos nada, es porque realmente es lo mejor que tenemos. ¿Entiendes? Tanto Taehyung como yo preferimos estar escondiéndonos que presos, muerto en mi caso. –El labio inferior de Jungkook tiembla, signo de que está a punto de llorar pero yo me acurruco a su lado de nuevo y él chasquea la lengua con su paladar de forma que le quite importancia a la situación.

—Te queda muy bien el negro, joder… —Murmura volviendo a esconderse en mi pelo y ambos reímos, él a punto de llorar y yo ligeramente nervioso. El momento no ha sido buscado, pero no he tenido otro mejor, y en medio del abrazo me revuelvo un poco deshaciéndome de él y le miro directo a los ojos, con expresión grave y palabras sinceras.

—Anoche me dijiste que no me ibas a pedir explicaciones de mi pasado, pero quiero dártelas…

—No es necesario. –Dice negando con el rostro pero yo me muerdo el labio inferior.

—Lo digo enserio. Necesito hacerlo, para que entiendas muchas cosas. Lo hago no por mí, sino por ti. Estás huyendo conmigo, y eso implica que te enfrentas a problemas que no conocías, y a circunstancias que tal vez desconoces.

—Tampoco me asustes. –Dice divertido pero yo le retiro la mirada mientras le quito el cigarrillo y le doy una calada muy larga. La última que se le puede dar y lo tiro al suelo. Este sigue humeando unos segundos pero después se detiene. Yo me acomodo mejor a su lado y él me mira, esperando que empiece.

—Lo primero que deberías sabes es que Taehyung se conoce todo mi expediente policial. De memoria, de seguro. Es un chico muy inteligente, más de lo que aparenta.

—¿Taehyung? –Pregunta con una mueca curiosa señalando con un gesto de su mentón el coche.

—Sí. Él era el hilo conductor entre la policía y Namjoon. De seguro que le pidió toda esa información sobre mí que posteriormente ha salido en la televisión. –Jeon da un respingo por mis palabras y se queda mirando el coche con una punzada de odio en la mirada.

—¿Es culpa de Taehyung que Namjoon te haya incriminado a una sentencia de muerte?

—No, no es eso. Jeon. Namjoon le pidió el expediente pero Taehyung no sabía para qué. Tú habrías hecho lo mismo de estar en su situación. Todos hicimos cosas que estaban condenando al resto sin saberlo. Todo tiene sentido dentro de esta extraña estructura desequilibrada que nos pareció ser al principio.

—¿Él sabe todo sobre ti?

—Sabe lo que pone en mi expediente policial, pero hay mucho más. ¿Entiendes? En mi expediente están aquellas cosas en las que soy oficialmente partícipe. En donde se me ha visto, en donde he firmado, ¿entiendes? Ahí no pone cuantas veces me corto el pelo al año ni esas cosas. –Jeon resopla con mis palabras y yo me giro a él, con una mueca un tanto triste—. Relájate. La información ha estado bailando de un lado a otro sin darnos cuenta. Yo mismo sabía de vosotros tres antes de que entrásemos en esta mierda. Namjoon me habló de lo que sabía de vosotros. Os tenía el ojo echado hace mucho tiempo.

—Te habló de mí… —Dice para sí mismo—. ¿Qué te dijo?

—Me dijo que eres un muchacho muy aplicado y que eras el que llevaría toda la coordinación del despiece de los marcos y del embalaje. Eras el que tenía la materia de restaurador. Me dijo que tenías una inteligencia brillante, pero la madurez brillaba por su ausencia.

—¿Qué? –Dice ofendido y yo sonrío.

—Ya ves. Se equivocaba contigo. –Niego con el rostro—. Creo que sabía de ti lo que tus profesores opinaban. También me dijo que tenías problemas para trabajar en equipo y que serías un problema en el piso, que tal vez te enemistases con Jimin porque ambos tenéis ese ego tan inflado.

—Vaya, en eso si que tuvo razón… —Murmura—. Jimin… ¿Qué tiene que ver Jimin en todo esto? Aun sigo sin entenderlo. A Taehyung lo necesitaba porque era policía, a mí por ser restaurador y tú, bueno. Ya sabes. ¿Pero Jimin? ¿Qué tiene que ver él?

—¿Estamos hablando de mí o de Jimin? Yo te quería contar mi historia…

—Otra vez esa expresión. La echaba de menos.

—¿Qué expresión?

—Esa de que sabes más de la cuenta. –Yo suspiro, me muero el labio inferior y acabo asintiendo.

—Lo siento. Está bien. La cosa es que Namjoon no es el ideólogo del plan. Namjoon se limitaba a hacer que todo estuviese tal se lo mandaban.

—No lo pintes como inocente.

—No he dicho eso. –Digo enfadado—. Lo que quiero decir es que nosotros hemos sido elegidos por Namjoon, excepto Jimin. Jimin fue la condición para que todo esto se llevase a cabo. Desde arriba le dijeron, palabras textuales de Namjoon, no me importa quienes le acompañen, pero él debe ir en la moto, y deben pillarle con las manos en la masa. Si Namjoon sabía más a mí nunca me dijo nada, pero creo que se olía algo raro con aquello.

—Nos escapamos. –Dice Jungkook, levemente aturdido—. Gracias a mí Jimin pudo huir de la policía y no nos pillaron…

—Y luego Namjoon os encontró en el piso. ¿No? Según me has contado… —Jungkook asiente—. Que nos os detuviese en ese mismo instante me hace pensar o bien que no sabe porque quieren a Jimin en esto o que se vería implicado si se arriesgaba tanto…

—Creo que nos vio en un estado tan deplorable que pensó que no llegaríamos lejos. –Suspira mientras busca otro cigarrillo en el interior de un paquete que se acaba de sacar de los vaqueros.

—De cualquier forma, eso es hasta donde yo sé. Te lo prometo. –Jeon me mira a los ojos mientras se enciende el cigarro, asegurándose de que no le miento y se da por satisfecho.

—Te creo. –Suspira, expulsando el humo—. Jimin tampoco sabía nada.

—Nadie sabe nada, te lo puedo asegurar. Esa era mi misión en la casa. Manteneros al margen de cualquier triquiñuela. Lo siento. –Murmuro mientras niego con el rostro, arrepentido—. Me pusiste las cosas muy difíciles. Eres jodídamente inteligente. Aquél día que te saqué de casa a rastras para que cerrases el pico…

—Lo recuerdo. –Me dice con una sonrisa—. Fuimos al bar y hablamos de mi tesis y de lo tuyo con Jimin… —Esto último lo deja caer casi arrepentido de haberlo dicho en el último momento.

—Te sorprenderá. –Le digo, quitándole importancia—. Pero ha pasado solo un mes desde entonces. Parece que han pasado años, ¿verdad? Yo a veces lo siento así. Demasiadas emociones en tan poco tiempo…

—Si…

—Mi vida siempre ha sido así. ¿Sabes? Conoces a un grupo de personas, conversaciones banales, dinero, robo, adrenalina, más dinero, y muertes… luego vienen más personas, dinero, comida, risas, peleas, dinero, más muertes. Más personas…

—Vaya… —Suspira mientras me pasa el cigarrillo y yo ruedo los ojos.

—Lo que salió en la televisión. Jeon, es todo verdad. Pero es muy complicado de explicar.

—Míranos. –Dice abarcando con la vista todo alrededor—. Tengo todo el tiempo del mundo para escucharte. Hasta que venga la policía y nos detengan… ¿Crees que podrás hacerlo antes de que eso ocurra?

—Creo que sí. –Digo sonriendo y le doy una calada al cigarrillo y se la devuelvo—. Quiero que sepas ante todo que yo no he matado a nadie. Eso tiene que quedarte claro. La vida no deberían arrebatártela otros. Solo la muerte y tú mismo tenéis la capacidad para decidir sobre ti…

—Lo entiendo. –Dice, ya en el papel de oyente—. Te creo.

—Quiero comenzar esto diciéndote que Namjoon no trabaja en el gobierno. Sino para el gobierno. –Suspiro—. Es el titiritero de todo lo que ocurra en este país. Él y su gente. Es más complejo de lo que parece, porque podía pasar por una persona normal, un padre de familia, un mero tendero. Él está camuflado con la mejor arma de todas. La inexistencia. Si no existes, no tienes culpabilidad de nada. Es el tipo de personas que no aparecen en las fotos, que no firman los papeles, que no dejan las huellas ni los que se manchan las manos. Ahí está el problema, porque alguien tiene que encargarse del trabajo sucio. Yo soy esa clase de personas que salen en las fotos, que firman los papeles y que dejan sus huellas por toda la escena del crimen, manchándome las manos.   

 

 

 

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