EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 18

 Capítulo 18

 

Jungkook POV:

18/07/1995

 

Es pasada la hora de comer. Pero no hemos comido. El estómago me ruge desde hace una hora y Taehyung ha comenzando a poner muecas raras cada vez que yo sacaba el tema. Creo que ha comenzado a estresarse por la rutina en que se han convertido nuestras horas. Llevamos día y medio en el coche de un lado a otro sin sentido. Parando de vez en cuando, contemplando el descampado, lejanos polígonos industriales. Estamos a las afueras de Daegú, en la parte norte. Durante al menos una hora solo hemos visto terreno seco, sin más. En esta época del año se extrañan un poco las lluvias y el rocío de la mañana. Despertar en medio de la nada nos ha hecho sentir levemente aturdidos y desorientados. Yoongi ya está cansado de conducir. No lo dice, pero sé que es cierto. De vez en cuando se le entumecen los brazos y los pies y hemos estado parando con más frecuencia desde que hemos despertado. Comprendo que debe ser pesado pero Taehyung no puede conducir en su estado. Temo que el dolor no le deje maniobrar bien y que la morfina nos condene a salirnos del arcén. Yo por otra parte no tengo el visado para conducir y hasta este momento jamás pensé que me fuese a hacer falta. Ojalá lo hubiera pensado antes.

A lo lejos vemos una gasolinera y Yoongi mira el medidor de gasolina delante de él. Yo a su lado mastico un chicle de fresa mientras rescato de la guantera unas mascarillas negras y Taehyung me pasa una gorra negra. Él se pone una de color gris dejando salir un poco de su pelo en su nuca a través de la gorra. Yoongi se pone un sombrero que le cubra todo el pelo y unas gafas de sol, mientras gira el volante para adentrarse en las instalaciones de la gasolinera. Cuando llegamos el sonido de nuestras ruedas en medio de este apocalíptico paisaje hace dar al dependiente que se mantiene en el interior un respingo y yo miro a Yoongi con una sonrisa escondida por la mascarilla.

—Ve al baño. Te espero allí.

—Vale. –Dice sin más y sale del coche mientras yo salgo por mi puerta correspondiente y me encamino al interior de la gasolinera. Taehyung es el único que se ha quedado al lado del coche mientras distraídamente inyecta la gasolina en el interior. Lo hace mirándome desde lejos a través de la cristalera que nos separa una vez he entrado en el establecimiento. Lo primero que siento es una dulce ráfaga de aire frío refrescando mi cuerpo del calor del exterior y de la sequedad del interior del coche del olor a sudor, del olor a miedo. Tenemos que buscar un sitio donde darnos una ducha.

—Buenos días. –Me saluda el dependiente y puedo reconocer en él a un chico de mi edad, o tal vez más joven. Vestido con un uniforme de dependiente y con un chaleco reflectante por si tiene que salir en plena carretera se cruza de manos detrás de su espalda y me sonríe con una amabilidad que me deja desconcertado. Sus pequeños ojos me miran a través de unas gafas de pasta gorda y su pelo ondulado se empeña en ponerse delante de su frente.

—Hola. –Digo, intentando no parecer desconfiado. Intento por todos los medios aparentar una normalidad que no me corresponde mientras me cuelo entre los estantes y miro alrededor buscando aquello que necesito. Lo primero que hago es dirigirme como un condenado a la nevera refrigeradora y sacar dos cervezas, después a la sección de higiene y busco un tinte para el pelo. Al ver toda la gama de colores me siento terriblemente tentado a coger algo como azul o verde lima, pero la racionalidad acaba ganando la batalla y cojo un negro normal y después dejo todo sobre la barra delante del joven que mira la combinación tan extraña que estoy comprando. Después le señalo uno de los periódicos que tiene a su espalda y este lo pone con el resto de cosas sobre el mostrador—. Gracias. –Le digo—. Y ponme un par de chocolatinas. –Le señalo las chocolatinas a su lado expuestas y él coge dos—. Tres, por favor. –Suspiro y él asiente sonriendo. Teclea durante unos segundos en la máquina registradora y yo me apoyo con las manos en el mostrador mientras cierro los ojos y dirijo mi rostro al ventilador cerca del mostrador.

—Hace calor, ¿verdad? –Me dice mientras sigue tecleando mientras cuenta los objetos sobre el mostrador.

—Mucho. La verdad. –Suspiro.

—¿Se dirigen a algún lado? –Me pregunta señalando el coche y yo doy un respingo, casi olvidando pagar la gasolina.

—¡Ah! Y la gasolina del Citröen Xm ese. Cincuenta litros. –Asiente mientras teclea y yo miro a Taehyung a través del cristal dejar la manguera de la gasolina de nuevo en su lugar al lado del dispensador y se queda apoyado en el coche mientras juguetea con sus pies sobre la tierra en el suelo—. Vamos a Busán. –Le miento, no sabiendo muy bien qué contestarle—. A visitar a unos viejos amigos.

—Espero que tengan un buen viaje. –Me dice y después me da el precio de toda la compra. Yo le pago y se despide de mí con una amable sonrisa. Le doy las gracias y cuando salgo por la puerta siento que me tiemblan las piernas. Podría tirarme en el suelo y ponerme a llorar, tumbado en forma fetal, pero para eso aún tenemos que salir de aquí por lo que me encamino a Taehyung que se mira con una sonrisa amable por haber cumplido su parte del trabajo y yo le extiendo la chocolatina.

—Quédate aquí. No tardaremos. –Se señalo el tinte de pelo y él me mira con una sonrisa pícara.

—¿Negro? –Pregunta—. ¿Por qué no rojo, o rosa?

—Mejor ponte un cartel en la cabeza diciendo “Estoy aquí, venid a por mí”. –Le digo mientras me quita la chocolatina de la mano con un gesto brusco e infantil y yo sonrío mientras se mete en el coche en la parte del conductor.

Yo me encamino a los baños a la derecha de la gasolinera. Tuerzo la esquina y ahí me encuentro una puerta. Entro en ella con la sensación de que me estoy metiendo en una ratonera y después me inclino por el baño masculino para descubrir ahí dentro a Yoongi mirándose en el reflejo del espejo con la camisa en el suelo. Da un respingo cuando entro pero cuando me reconoce su cuerpo se destensa y se vuelve de nuevo a su reflejo. El sombrero, la mascarilla y las gafas han caído al suelo también. Me siento terriblemente culpable porque esto ha sido idea mía pero la verdad es que es lo más conveniente para todos.

—¿Negro? –Me pregunta igual que lo ha hecho Taehyung, con curiosidad, pero con un poco de miedo porque no haya sido responsable.

—Sí. No te preocupes. –Le extiendo el paquete de cartón con el tinte y él asiente mientras vuelve a mirarse al espejo—. Lo siento. –Suspiro y él niega con el rostro, quitándole importancia.

—Tienes razón. ¿Y sabes qué? Si pudiera también me desharía de todos mis tatuajes, pero esto ya no tiene remedio. –Se pasa la mano a través de la piel de uno de sus brazos y yo me acerco a él mientras me arremango la camisa. Suspiro largamente y dejo la bolsa en el suelo mientras le extiendo una de las cervezas y él me pasa el tinte.

—¿Has comprado esto?

—Como regalo, por hacer esto…

—No tiene importancia. –Dice pero yo sé que su color de pelo, igual que su forma de vestir y sus tatuajes son una seña de identidad y si me pongo en su lugar a mi no me gustaría tener que teñirme el pelo de verde fosforito para huir más fácilmente y adentrarme en la convencionalidad social—. ¿Cuánto dinero te queda? –Me pregunta mientras yo saco el tinte y leo las instrucciones.

—No te preocupes por eso. En esta relación soy yo quien lleva las cuentas, cariño. –Le digo guiñándole un ojo pero él evita sonreír y habla con seriedad.

—Lo digo porque no sé cuánto tiempo estaremos así…

—¿A qué te refieres? –Le pregunto mientras le pega un trago a la cerveza.

—Un día de estos van a saber que el coche desapareció y van a poner una denuncia. Tendremos que abandonar el coche y coger otro. Pero tampoco podemos estar eternamente mudando de coche como un insecto muda de exuvia*. –Dice tranquilo y yo levanto la mirada para verle como se pasa las manos por el pelo mientras se mira en el espejo.

—Lo sé. –Le digo, serio—. He pensado en ello. Estando tantas horas en el coche te da para pensar.

—¿Y en qué has pensado?

—He pensado que tenemos que llegar a alguna ciudad. Daegú no me parece mala idea. Tenemos que buscar un techo donde dormir. Aunque sea una casa abandonada. Cualquier lugar con cuatro paredes donde podamos escondernos.

—¿Hasta cuándo? –Yo no contesto, no conociendo la respuesta—. Esto puede terminar o bien cuando se nos acabe el dinero o bien cuando nos pillen. ¿Cuánto dinero nos queda? –Me repite la pregunta.

—Cuando estábamos Jimin y yo en el motel, ambos sacamos todos nuestros ahorros del banco para tenerlos en físico, por si nos relacionaban con el robo y nos bloqueaban las cuentas. Yo tenía unos dos mil dólares entre trabajos que cobré mientras estudiaba y lo que había ahorrado de las becas que me habían dado. –Suspiro—. Más los sesenta mil dólares que nos dio Namjoon.

—¿Cuánto dinero nos queda? –Vuelve a repetirme, esta vez girado en mi dirección.

—Entre el pago al motel, la comida, y demás gastos pues me quedan algo más de sesenta mil dólares. –Yoongi suspira apaciguado—. El dinero no es el mayor problema. Somos prófugos, Yoongi. No podemos comprar un coche, no podemos pagar una habitación de hotel. Nuestros gastos son en agua, comida, y vicios. –Señalo la botella de cerveza en su mano y sigo leyendo las instrucciones del tinte.

—Entonces lo más probable es que nos pillen antes de que el dinero se nos gaste.

—Es lo más probable. –Suspiro mientras dejo la caja de cartón en la papelera y me dispongo a abrir el pequeño bote de tinte pero Yoongi recoge la caja del tinte y la vuelve a guardar en la bolsa.

—No dejes rastro. –Me dice mientras me coloco detrás de él y me mira a través del espejo.

—Dígame cómo lo quiere, ¿Largo atrás? ¿Solo las puntas? ¿Raya al medio o a un lado? –Le pregunto divertido pero él me da un codazo en el estómago, lo que me hace gemir dolorido.

—Hazlo de una vez. –Suspira y yo asiento mientras me pongo los guantes de plástico que vienen con el tinte y me echo un poco de este en la mano. El color de la pasta un poco aceitosa es de color negro con matices de color lila. Me hace sentir tremendamente inseguro al primer momento pero Yoongi me mira seguro a través del espejo, a lo que yo comienzo a extender el tinte por su cabello. Me siento de nuevo como un pintor frente a un lienzo. El tinte es el oleo y su cabello es el lienzo en blanco esperando a ser pintado. Pero en realidad lo que estoy haciendo es ensuciar una obra de arte ya terminada. Comienzo a extenderlo a través de sus mechones y poco a poco hundo mis dedos en sus raíces, ya de su color natural. Suspiro largamente mientras poco a poco todo su pelo se ve cubierto de esta extraña sustancia grasienta y cuando acaba por cubrir hasta el más pequeño de sus mechones me dirijo al lavabo y me lavo las manos enfundadas en los guantes. El agua que corre por el desagüe es de un color morado oscuro que me pone los pelos de punta y yo suspiro mientras Yoongi evita por todos los medios no tocarse el pelo, aunque sus manos intentan hacerlo solo por curiosidad.

—No lo toques. –Le riño—. En cinco minutos estará listo. Es de acción rápida.

—Espero que no me quede mal. –Murmura con el ceño fruncido—. Me lo raparé al cero. –Me dice y yo sonrío triste pero de repente a él se le ocurre una idea mejor—. ¿Por qué no te lo rapas tú? Así pasaremos… —Yo niego con el rostro antes de que acabe la frase.

—Ni lo pienses. Antes me entrego a la policía. –Niego en rotundo y él ríe con una mueca ofendida. Cuando ve vuelvo a él me encuentro con su torso desnudo frente al mío y me habría parecido una escena del todo erótico si no fuera porque de cuello para arriba parece que ha metido la cabeza en un barril de petróleo—. Te he comprado el periódico, para que te sientes a esperar en lo que yo le hago la permanente al siguiente cliente. –Le digo mientras le extiendo el periódico aun con los guantes húmedos y lo coge con una expresión de tristeza y de incertidumbre por lo que pueda encontrarse. Yo me acerco a la cerveza abierta y le pego un trago—. Lee. –Le pido, triste—. Tal vez de tu voz las noticias suenen algo mejor.

Él me obedece, apoyado en el lavabo y yo en la pared de enfrente.

—¡Desaparecidos! ¡Los ladrones de cuadros atacan de nuevo! Se ha dado la voz de alarma por los dos ladrones desaparecidos. Ayer a primera hora la guardia civil dio la voz de alerta por el desaparecido Kim Taehyung del hospital central de Seúl. Se desconoce su actual paradero y lo único que se sabe es gracias al testimonio del doctor de dicho paciente, el cual ha revelado: “El abogado del paciente y un policía municipal vinieron a llevárselo, tal como habían prometido hacer cuando Kim Taehyung fue ingresado. Nosotros no sospechamos nada. Trajeron una orden de arresto.” El enfermero se excusa en su desconcierto y tras haber analizado la orden de arresto se sabe que es una orden falsa. Se desconoce la identidad de los dos asaltantes que han ayudado a Kim Taehyung a escapar del hospital. Las cámaras del exterior del hospital no revelan la identidad, más que del paciente. Se puede ver como los tres se suben a un taxi y se les pierde la pista una vez salen del centro de la ciudad. La policía ha interrogado al taxista. “No me pareció extraño” ha declarado. “El policía que los acompañaba me ha dado una buena propina y la verdad es que no tenían un comportamiento sospechoso”. Se sigue aún con las entrevistas a otros trabajadores del hospital.

>Un nuevo suceso, –continúa Yoongi—, ha ocurrido apenas doce horas cuando la prisión en donde debería haber sido llevado el detenido y recientemente desaparecido Kim Taehyung, ha sido alertado de dicha desaparición han pedido la comparecencia del otro recluso, Min Yoongi, también arrestado por el mismo asalto al Museo Nacional. La sorpresa ha llegado en el momento en que el presidente de la prisión nos ha negado el acceso hasta el prisionero y cuando una orden judicial le ha obligado a concedernos una entrevista con el recluso, hemos descubierto que este tampoco se encuentra en la prisión. El presidente de esta y todos los altos mandos van a ser suspendidos de trabajo y sueldo por tráfico de influencias y corrupción. Las declaraciones del presidente de la prisión, una vez ha sido llevado a comisaría han sido: “Vinieron un policía y el abogado del recluso. Traían mucho dinero. Hicieron una gran contribución a esta prisión. Es el procedimiento habitual. A mí se me caen las paredes por la humedad y necesitamos dinero” “No son presos peligrosos, son solo ladrones”. Se sospecha que la identidad de los personajes que pueden estar detrás de estas dos desaparecidos puede ser la misma que los otros dos ladrones de cuadros. Jeon Jungkook y aquél del que aún no tenemos nombre.

Yoongi deja de leer y comienza a hacerlo en silencio mientras yo le miro de brazos cruzados.

—¿Dicen algo del coche en el motel? –Yoongi niega con el rostro—. ¿Y algo de Jimin?

—No. Creo que nuestras desapariciones harán suficiente ruido por unos días como para mantener a Jimin al margen. Al menos hasta el momento adecuado.

—¿El momento adecuado?

—Sí. ¿No lo ves? Es Namjoon el que anda detrás de todo esto. El que da cada una de las pequeñas pistas para que poco a poco lleguen hasta nosotros. Pero Namjoon se ha topado con algo con lo que no esperaba tropezarse. –Dice Yoongi, mirando el periódico, con una sonrisa.

—¿Con qué? –Le pregunto curioso y a mi respuesta el gira el periódico en mi dirección para mostrarme una imagen de mi rostro en blanco y negro ocupando casi toda la página con un pequeño mensaje en la parte inferior. “Se busca”.

—Contigo. –Sentencia—. Le has dejado en jaque. Salvarnos así, usando sus medios de corrupción de seguro que le ha enfadado. Irá a por ti con todas las armas que tenga. Poniendo a tu familia en contra, usando todas las barreras para verte acorralado.

—No le tengo miedo. –Le digo frunciendo el ceño, levemente ofendido por sus palabras.

—Él pensaba que tú eras el más débil de todos. –Me dice con mirada intensa—. Me lo dijo una vez. Que tú tenías tantos problemas contigo mismo que serías el primero en derrumbarte. Estaba muy equivocado. Creo que se ha dado de frente con su peor enemigo: Un chico que no tiene nada que perder.

 

———.———

 

*La exuvia es la cutícula o cubierta exterior (exoesqueleto), abandonada por los artrópodos (insectos, crustáceos o arácnidos) tras la muda. La exuvia de un artrópodo puede ser muy útil para identificar la especie o incluso el sexo del animal.

   



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