EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 55 [Final]

 Capítulo 55 [Final]

 

Jungkook POV:

04/07/1995

06:15

 

Sujeto a Jimin con mi brazo entorno alrededor de su cintura y él posa su brazo sobre mis hombros, sujetándose con fuerza sobre mi jersey negro. Sus nudillos se han quedado blancos y me gustaría pensar que si lo suelto, no se caería pero podría ser posible así que yo le sujeto con la misma fuerza con la que él se sostiene en mí. Subimos el último escalón para llegar a nuestra planta y cuando miro hacia abajo sobre las escaleras me doy cuenta de que hemos atravesado una completa travesía subiendo estos escalones con uno de sus tobillos doloridos, uno de sus brazos aun entumecido y ambos con rasguños por todas partes. Cuando llegamos frente a la puerta él se apoya en la pared pero yo no cejo en sujetarle y conseguimos entrar con una sensación de alivio inmenso embargándonos a ambos. Pero el alivio desaparece cuando el interior de la casa nos aguarda en la más penetrante oscuridad, solo rota por un par de rayos del amanecer, levemente tímidos que comienzan a asomar por las ventanas. Pero a pesar de ellos, sorprendentemente, solo vemos oscuridad. Solo eso.

—¿Yoongi? –Llama Jimin apenas ha dado un paso hacia dentro en la casa pero nadie nos responde. Ninguno de los dos decimos nada más porque no es necesario y tampoco me gustaría pensar que puedan estar escondido o quién sabe. Me limito a imaginar que aún no han regresado. Lo dejo caer, por algún lado.

—Seguro que están de camino. –Digo caminando con Jimin hasta el salón y le dejo caer lentamente en el sofá, mientras hace muecas confusas de un dolor penetrante, intenso. Yo voy rápido a la cocina y enciendo luces, suficiente como para ver y guiarnos. Como para curarle cualquier rasguño que pueda presentar. Sin pensarlo demasiado me olvido de beber agua, que lo necesito, o de simplemente respirar profundo, dado que siento que me falta el aire. Me limito a meterme de lleno en el congelador y sacar dos placas de cubitos de hielo, colocar algunos en un trapo limpio y doblar este, de forma que los hielos queden juntos y compactos. La adrenalina me sigue dominando. La misma adrenalina con la que he saltado del puente y con la que hemos salido del río. Siento que no me abandona y que se quedará conmigo mucho tiempo, después de este día. De vez en cuando me giro a Jimin para comprobar que esté bien y no le suceda nada. Mira su pie que poco a poco sube en la mesa y se coloca justo debajo del talón uno de los cojines. Parece dolorido, de verdad. Parece jodidamente aturdido y cansado. Avasallado. Me hace gracia pensar que parece que le ha pasado un camión de encima, pero creo que así, habría tenido incluso mejor pinta.

Me acerco con el trapo de hielos y lo pongo lentamente sobre su tobillo hinchado. Su expresión se crispa momentáneamente y se remanga el pantalón, quitándose la zapatilla. El frío poco a poco le alivia y suspira largamente dejándose caer sobre el sofá. Yo me muerdo el labio inferior mientras me acerco a su rostro y puedo ver un rasguño en su pómulo, otro en su frente y otro en la barbilla, todo del mismo lado de la cara. Chasqueo la lengua y sus ojos doloridos me miran levemente aturdido.

—¿Seguro que no lo tienes roto? –Le pregunto en respecto al tobillo y él niega con el rostro.

—Puedo moverlo. –Dice, serio—. Pero me duele. Creo que ha sido al caer de la moto. Solo es una torcedura. –Levemente me recorre con la mirada y recae en mi pierna—. Jeon, —dice, levemente alargado—. Te está sangrando la pierna. –Dice y yo me miro el muslo, con el pantalón desgastado y una herida grande pero superficial recorriendo mi piel—. Y te han disparado. Ve al baño, hay un botiquín…

—Estoy bien. –Dice, encabezonado con la idea de que solo importa él pero se comienza a incorporar.

—Ve al jodido baño y trae alcohol. Ahora. –Me exhorta, de forma dura y agresiva y yo no deseo discutir, con lo que voy al baño y rebusco en uno de los cajones debajo del lavabo. Saco un pequeño maletín blanco con una cruz roja sobre la tapadera y lo llevo conmigo hasta el salón, donde lo pongo sobre la mesa. Jimin se incorpora levemente y por mucho que yo le detenga para que no lo haga, él no cede a mis peticiones y con el pie sobre la mesa comienza a buscar algo dentro del botiquín. Alcanza vendas, algodón y alcohol.

—Te digo que no hace falta. –Murmuro mientras me siento a su lado y él chasquea la lengua, disgustado con mi actitud.

—Te dije que cuidaría de ti. –Me dice en el mismo tono que he usado yo, y oírle tan tranquilo me hace sentir levemente más apaciguado. Sin embargo, la adrenalina sigue recorriéndome con crueldad a través de mi torrente sanguíneo. Con más cuidado que curiosidad expande la tela del pantalón alrededor de la herida que se ha formado y sus dedos rozando de vez en cuando mi piel quemada, asiéndome dar un respingo—. ¿Cuándo te has hecho esto?

—Creo que ha sido cuando ha derrapado la moto. Es la pierna en contacto con el asfal… ah. –Me quejo dando otro resigno y él me devuelve una mirada significativa. No es un pequeño corte ni un rasguño, es una zona de al menos un palmo de grande que se ha quemado. Me siento levemente acalorado por el dolor y prefiero dejarlo estar.

—Tienes que desinfectar la herida…

—Quiero que esto acabe. –Digo sofocado y él me mira triste.

—Ya ha pasado. ¿Hum? Vamos, déjame ver el brazo. –Le extiendo el brazo y vuelve a abrirla tela del jersey tal como ha hecho con la del pantalón para ver a través de ella mi carne. En estas solo chasquea la lengua aliviado—. Solo es un rasguño. Solo un pequeño corte, nada más. Podría haberte matado. –Murmura.

—Podría habernos matado a ambos. –Digo y no es hasta que no sale de mis labios que la realidad no nos golpea y no nos sentimos tan afortunados por seguir vivos, sean las condiciones que sean. Jimin rescata un poco de alcohol y lo vierte en un poco de alcohol mientras lo presión sobre la herida del brazo. Yo cojo el mando de la televisión y la enciendo, soltando un respiro—. Tal vez digan algo de nosotros en las noticias de primera hora… —Suelto, como si nada. La televisión se enciende poco a poco y mientras yo dejo el mando a distancia en la mesa y miro a Jimin que me devuelve una mirada tranquila, totalmente apaciguadora.

—Ya verás como todo saldrá bien. –Suspira y yo asiento mientras recorre la línea de la herida de bala con la bolita del algodón impregnada en alcohol. Doy un respingo, suspiro, exhalo aire y le sonrío, tímido por mis reaccione. De fondo, escuchamos la voz de una reportera en la televisión.

—¡Última hora! La colección de cuadros de Goya que se exponían en el Museo Nacional ha sido robada. –Jimin y yo giramos el rostro en dirección a la televisión, sobresaltados y levemente acongojados de lo que la reportera pueda decir. Tiene un rostro preocupado pero serio y amable, que se borra de nuestra vista cuando nos muestra unas imágenes captadas en medio de una carretera. Al principio me creo ver en ellas pero no somos Jimin y yo los que estamos siendo filmados, sino el camión en el que Yoongi y Taehyung viajas—. Afortunadamente han sido rescatados los cuadros, sin un solo rasguño tras abatir a uno de los ladrones y esposar al otro. Este segundo se encuentra ahora mismo en la comisaría detenido y pasará a disposición del juez para ser llevado a la cárcel de donde se fugó hace tres semanas. El reincidente es Min Yoongi. Y el ladrón abatido a tiros es Kim Taehyung, un agente de la policía nacional, aliado con la banda. Se cree que hay otros sospechosos. La policía está investigando.

La voz de la reportera da paso a las imágenes grabadas desde algún punto alto en medio de la carretera del camión deteniéndose frente a una fila de luces de coches de policía y unos segundos después Taehyung baja del asiento del conducirte. Verle me hace sentir algo extraño en el estómago. Reconocer a alguien en las imágenes televisivas es una sensación viscosa muy desagradable, pero saber que ese podría haber sido yo, me destroza por dentro. Más lo hacen las propias imágenes cuando suenan unos disparos y Taehyung cae al suelo justo delante de la rueda de delante. La manchado su puerta de sangre. Puedo verla, se me hace un nudo en el estómago y siento náuseas. Ya no siento dolor en ninguna parte del cuerpo, ya no siento calor. Tengo frío. Un frío helador.

—Taehyung… —Susurra Jimin en un murmullo imperceptible. Las imágenes continúan mostrando cómo sacan a Yoongi del asiento del copiloto y lo empujan contra el camión, esposándole a la espalda. Después de esas imágenes en blanco y negro aparecen las dos fotografías de ambos dos personas, de forma fría y distante. Son fotos de registro civil y me gustaría imaginar que Taehyung aun sigue con esa expresión neutra, pero seguro que yace en una morgue en alguna parte de Seúl, si no han arrojado el cadáver al río.

—No puede ser… —Digo, levemente aturdido quitando el volumen de la televisión para que la voz de la reportera no me moleste, pero la voz de Jimin se hace notar en el vacío.

—Jeon, tranquilo. –Posa una mano sobre mi hombro y yo me deshago de ella con una mueca de desesperación y asfixia. Estoy a punto de levantarme del sofá para… no sé para qué, cuando suena la puerta de casa y doy un respingo mientras me quedó paralizado en el sofá. Podría imaginar cualquier cosa en este momento. Desde la policía entrando en busca de más cuerpos a quién disparar desde el cadáver de Taehyung con ojos ensangrentados buscando venganza. Ambos nos quedamos estáticos hasta que vemos a Namjoon aparecer por la puerta del salón con una mueca sorprendida por vernos tan tranquilamente sentados en el sofá y ambos, con rostros desencajados, le miramos levemente atontados.

—¡Vaya! Que sorpresa. –Dice, pero sé que no es una sorpresa que nos encuentre aquí—. Os estaba buscando. Sabía que os hallaría aquí.

—¿Qué diablos ha pasado? –Pregunto, mientras Jimin se le queda mirando con ojos entrecerrados—. ¡Sonaron las alarmas del museo! La policía supo el atajo que tomaríamos, y hemos visto las noticias. ¡Han matado a Taehyung! –Digo comenzando a perder los nervios pero él niega con el rostro, quitándole importancia.

—Tranquilo, muchacho. Respira. Te ves nervioso…

—Eres un hijo de puta. –Suelto tranquilo mientras le miro de arriba abajo. Exijo explicaciones…

—¿Quieres explicaciones? Has robado una colección de cuadros de precio incalculable. Y estás vivo. ¿Qué más quieres saber? No necesitas nada más.

—Eres un hijo de puta. –Repito y cada vez mi boca sabe más dulce con esas palabras.

—Lo sé. –Suspira—. Pero qué se le va a hacer. Ya veo que estáis enterados… —señala la televisión—. Supongo que yo no tengo más que hacer aquí.

—No entiendo nada. –Suelta Jimin, sujetándose la cabeza—. Creo que voy a vomitar.

—Es muy simple. –Le digo a Jimin, señalando a Namjoon—. No somos más que una excusa para promocionar los cuadros, ¿verdad? –Pregunto y Namjoon asiente, sorprendido por mis palabras—. Este robo que ha sido sorprendentemente detenido va a servir como arma publicitaria tanto para el museo de Seúl como para el del propio país procedente de los cuadros. ¿De qué gobierno eres? ¿Del nuestro o de España?

—Del nuestro, claramente. –Dice, digno, y Jimin nos mira a ambos alternativamente mientras sigue con una mano sobre la cabeza, aturdido. Siento que en cualquier momento va a romper a llorar o algo peor. Tal vez arremeta contra alguno de nosotros dos y se haga daño—. Eres un chico muy listo, te subestimé. Pero hay cosas que se te han escapado, muchacho. –Me señala con un dedo acusador de mi osadía—. Convivías con el cerebro de todo esto. ¿Hum? Sin darte cuenta…

—Yoongi… —Murmura Jimin casi de la nada y me hace dar un respingo, sorprendido.

—Exacto. Él salió de la cárcel para pagarme una deuda que me debía, yademás, la recompensa era volver a ella. En ningún momento él iba a cobrar el trabajo.

—¿Por qué volvería a la cárcel? –Pregunto—. Al fin y al cabo ya estaba en ella. ¿Para qué salir a cometer este robo?

—Porque me lo debía. Mató a mi hermano. –Jimin alza la mirada sorprendido y yo me quedo paralizado, levemente aturdido. El dolor en mi cuerpo está interceptado con la información que llega a mi cerebro y no soy capaz de asimilarlo todo en tan poco tiempo. La noticia sigue en antena. Creo que voy a desmayarme—. En fin, —suspira—, yo no tengo nada más que hacer aquí. Os aconsejo que hagáis las maletas porque en poco tiempo la policía vendrán a este piso. Avisados por un anónimo que ha llamado avisando de que dos hombres con el rostro cubierto y malheridos han entrado aquí. –Chasquea la lengua con las manos en los bolsillos y mira a todas partes, como despidiéndose del que ha sido su piso por unas cuantas semanas. Se mete una mano  en el interior de la americana y saca dos sobres—. Cuando me dijeron que salisteis vivos de esta me sorprendisteis gratamente, a pesar, de que di la orden de que disparasen sin preguntar. En fin, yo soy un hombre de palabra. Esta es vuestra recompensa. –Nos tira los sobres uno a cada uno en la mesa delante de nosotros y mientras Jimin tuerce el gesto, yo me quedo mirando el sobre que abulta más que el libro más grande que me haya leído. Se puede apreciar la forma del taco de billetes en su interior—. 60.000 dólares. Para vosotros. –Sentencia y se gira para marcharse pero se queda mirando el rostro roto de Jimin—. ¿No vais a quererlo?

—¡Yo no pienso aceptar tu sucio y asqueroso dinero! –Suelta Jimin dándole un manotazo al sobre, desplazándolo al otro lado de la mesa. Yo me quedo mirando el mío con una mueca confusa y perturbada. Pensativa y calculadora.

—¿Y tú? –Me pregunta Namjoon y sin mirarle desplazo la mano hacia delante para rescatarlo e interno mi mano dentro. Son billetes auténticos, es la recompensa por la que ha valido tanto esfuerzo.

—¡No puedo crees que vayas a aceptar el dinero! –Me dice Jimin mientras me mira de forma repulsiva. Yo le miro serio y cojo su sobre empujándoselo contra el pecho. Le murmuro.

—Coge el puñetero dinero, Park.

—No me toques con eso, cabrón. –Me dice dándome un manotazo y me quedo a solas con el sobre y mi dinero. Namjoon sale del salón y después de eso, se oye un portazo en la puerta. Es ese sonido el que detona la ira de Jimin que se aparta el trapo con los hielos del tobillo y se desplaza salón afuera a través del pasillo mientras se apoya en la pared. Me quedo mirando su sombra desparecer en el cuarto de Yoongi y solo oigo improperios de sus labios. Improperios que más bien parecen voces guturales al borde del llanto. Se oye algo romperse, algo como papel. Rápido lo reconozco. Es el poster de su rostro contra la pared. Lo ha arrancado y no le ha bastado con ello sino que sigue rompiéndolo en otros más pequeños—. Es un hijo de puta. Es un mentiroso de mierda… —Murmura y me gustaría pensar que habla de Namjoon, o incluso de mí, pero es de Yoongi de quien se está desahogando y yo me quedo mirando a la televisión mientras oigo el sonido de su llanto al fin liberado. Para ahogarlo vuelvo a encender el volumen de la televisión y escucho al voz de la reportera aun mostrando las perturbadoras imágenes.

—El ladrón abatido a tiros se encuentra estabilizado en el hospital central de Seúl. Ha perdido mucha sangre pero la ambulancia ha llegado a tiempo y se recupera en el hospital. En tres semanas se le dará de alta y pasará a disposición judicial.

Me quedo sujeto al sobre del dinero y me muerdo el labio inferior mientras siento como mis ojos se iluminan con una idea del todo temeraria. Al fin y al cabo, el peso de este dinero no es nada en comparación con la decepción de una vida de esfuerzo para nada. Sigo viendo, a lo lejos, la presión de mi profesor mientras me mentí, diciéndome que no conseguiría trabajo. Me mentía sobre mis grandes capacidades, sobre su poca implicación en cuanto a mi futuro. Recuerdo el cansancio, las noches en vela, esa insufrible migraña después de un examen. ¿Y todo por este dinero? ¿Dónde ha quedado el respeto para conmigo? ¿Dónde han quedado la decencia y la verdad? Han desaparecido y dado que las normas de este mundo en el que video han cambiado, yo cambio con ellas. ¿Quieren jugar? Juguemos.

Jimin aparece por la puerta del salón llorando aun, dejando caer grandes lágrimas a través de sus mejillas, pasando sobre ellas el dorso de su mano para deshacerse del resquicio de debilidad. Cuando se sienta a mi lado se deja caer en el sofá y sigue con los hombros temblando y mirando con una mirada vacía hacia la televisión. El telediario ha cambiado ya de noticia y yo sujeto con las dos manos mi dinero. Mío. Y de nadie más. Que fea es la cocida. Más fea es la mentira y yo soy un experto.

—¿Sabes? –Le digo—. Siempre me he considerado un idealista fracasado. –Me giro a él para verle apoyado en el respaldo. Tiene las mejillas enrojecidas y los ojos llorosos. Los labios hinchados y su mirada me indica que no sabe de qué le estoy hablando—. Toda la vida me han dicho que mi forma de ver las cosas no es la correcta, que debo ceñirme a la sociedad.

—¿A qué viene esto ahora?

—Coge tu dinero, Jimin. Vamos a ir a buscarles.     

 

 

 FIN


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💬 Gracias por llegar hasta aquí. Esta es la primera temporada de dos. (Si quieres seguir leyendo la continuación de esta historia, puedes continuar directamente con el primer capítulo o acceder al índice de capítulos en el enlace que te dejo aquí): "El precio del arte (BTS) [Parte II]"

Espero que esta historia te haya gustado y estés preparado para una nueva temporada. Disfruta.

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Capítulo 54         Capítulo 1 [Parte II]  

 Índice de capítulos

 

Comentarios

  1. Vuelvo a engancharme a esta historia como si fuera la primera vez que la leo. Me encantaría una película de esta obra, es demasiado buena, demasiado adictiva.

    -Alicia

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    1. Jo, muchas gracias. Es un placer leer comentarios como el tuyo. Pero piensa que las películas nunca son mejores que las novelas hahaha

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