EL PRECIO DEL ARTE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 51

 Capítulo 51

 

Jungkook POV:

04/07/1995

 

El camino termina. Inevitablemente tenía que hacerlo en algún momento y ese momento, ha llegado. El camino ha finalizado y ya vemos el museo a lo lejos. Un silencio perturbador nos rodea con brazos opresores. Yo contengo el aliento casi de forma inconsciente mientras nos acercamos y Jimin agacha la cabeza, escondiéndola entre sus brazos sobre sus rodillas cruzados. Suspira, despacio, sus hombros se mueven débilmente y yo le imito, mientras rezo porque todo pase rápido y antes de darme cuenta, estemos huyendo de aquí a toda velocidad. Poco a poco vamos acercándonos, Taehyung rebaja la velocidad del camión, Yoongi nos suspira, con voz calmada.

-Estamos ya aquí. No os mováis, no hagáis un solo ruido. Entraremos enseguida. –Suspira, largamente y comenzamos a girar en una dirección que no reconozco. Me muerdo el labio inferior-. Ya estamos entrando. Silencio.

Lo siguiente que se oye es el sonido del motor levemente apaciguado mientras nos desplazamos a una velocidad tranquila hacia lo desconocido. El camión se para y Taehyung baja su ventanilla. Yo me oculto un poco más en mi recoveco y Jimin se pone a mi lado en completo silencio consciente de que si el vigilante se asomase a través de la ventana de Taehyung, podría verle. Jimin se sienta apretado a mi lado y me estrecha la mano mientras cierra los ojos y contiene el aliento. Me siento como en una montaña rusa, subiendo lentamente y divisando ya la caída que nos espera. Le imito, contagiado de su miedo. Se oye la voz de Taehyung.

-Buenas noches, compañero. Venimos para efectuar un traslado de obras. –Dice Taehyung tranquilo, con una voz formal y una actitud amable que me sorprenden de su voz. El policía no titubea. Seguro que le ha enseñado la placa.

-Sí, me han informado de este traslado esta misma mañana. ¿Tardarán mucho?

-Apenas unos minutos. Solo es meter un par de cuadros en el camión. –Contesta Taehyung desenfadado y unos segundos después se oye un fuerte pitido y se ve a través de los cristales unas luces anaranjadas. Yo doy un respingo mientras que Jimin se mantiene encogido en sí mismo. Cuando el camión comienza a moverse de nuevo entiendo que el sonido era el pitido que producía la barrera de la entrada al levantarse, para darnos paso a las inmediaciones del museo y la alarma, solo era la luz de la propia barrera. Suspiro largamente y Jimin me suelta la mano mientras el camión avanza y Yoongi nos comienza a susurrar.

-Estamos dentro, chicos. Un minuto para llegar a la parte trasera. En cuanto diga comenzáis a desatar la moto y yo bajaré para abriros. ¿Vale? –Jimin y yo respondemos con un mero “Hum” que muere en nuestras gargantas. El movimiento del camión vuelve a hacerme sentir inquieto y solo pienso en bajarme de una vez, pero por otra parte, ansío quedarme acurrucado en el regazo de Jimin hasta que todo haya pasado. Necesito desesperadamente acción, pero en realidad, estoy acojonado. No reprimo mis pensamientos.

-Estoy acojonado. –Le susurro a Jimin, casi oculto en su cuello y él me devuelve una mirada reconfortante, queriendo decirme que todo va a salir bien, pero él no puede asegurarlo y se limita a pasar su mano por mis hombros y besar mi frente, en silencio. La sensación de su beso es mucho más reconfortante que cualquier mirada, que cualquier palabra de consuelo. Sin embargo, las obtengo de igual forma.

-Cuidaré de ti, ¿vale? –Me dice y yo asiento, acurrucándome en la comodidad de su abrazo. No puedo ver a través de ninguna ventana, no puedo sentirme más confuso y desorientado, pero en el abrazo de Jimin, todo parece ser más reconfortante de lo que me habría esperado. Ahora sí que no quiero salir de aquí.

-Es la hora. Desenganchar la moto. –Nos dice Yoongi y Jimin vuelve a su lugar inicial en el camión y a la par que yo, comenzamos a desenganchar las tiras elásticas que sujetaban la moto en una posición fetal en medio del espacio vacío. El camión no va a una velocidad lo suficiente como para hacer que la moto se mueva, y poco a poco, este va frenando y nos vemos obligados a ponerla en pie, aunque pese. La incorporamos en el momento en que el camión se detiene y Taehyung apaga el motor con un giro de la llave y se baja a prisa a través de su puerta. Yoongi le sigue, imitando los gestos como si se reflejase en un espejo y mientras, Jimin y yo tiramos de la moto escondidos en el interior del camión hasta la parte trasera, esperando por que nos abran. Taehyung lo hace en el momento justo en que comienzo a temer por mi seguridad y los tres nos ayudamos para bajarla sin probarle un daño mayor. La dejamos aparcada a un lado, apoyada en una de las paredes de la institución y me deleito con el rededor. Árboles tras nosotros, y frente a nuestros ojos, una hermosa y gran institución en donde Yoongi manipula un par de llaves afiladas que ha introducido en el candado de la puerta trasera. La abre en menos que canta un gallo y nos deja paso a nosotros primero. Antes de darme cuenta todos me están siguiendo los pasos a través de las salas de exposición. Me siento terriblemente desorientado, pero mis pasos se han aprendido el camino y ellos toman las decisiones de navegación. En menos de un minuto estamos en esa gran sala de paredes grises y luces anaranjadas de seguridad. Apenas un par de puntos sobre unas pequeñas lámparas sobre las salidas de la sala. Suspiro largamente mientras yo me quedo mirando alrededor, alguien me saca de mi ensoñación, dándome una palmada en el hombro.

-Vamos a por las cajas. Venimos enseguida. –Me dice Yoongi refiriéndose a él y a Taehyung que desaparecen a prisa a través de las salas contiguas. Jimin ha comenzado a acercarse a uno de los cuadros para cogerlo y bajarlo al suelo, para posteriormente, comenzar a desmontarlo, pero yo me quedo mirando el conjunto de hermosas pinturas que ahora, en este instante, con esta oscuridad, se han tornado mucho más aterradoras de lo que me habría esperado de ellas. Me quedo paralizado por los brochazos de pintura, por esos rostros desfigurados, por la imagen que se me antoja tan irreal y tan extraordinaria. He pasado seis años de mi vida deseando ver estas obras, desde que conozco de su existencia, y ahora que puedo apreciarlas, será cuando me las lleve conmigo a casa. No comprendo cómo la vida me ha llevado a esta complicada situación ni en qué momento se me ha antojado que esto es un robo, cuando puedo quedarme aquí, de brazos cruzados ¿Cuánto? Una, dos horas hasta que sepan que estoy aquí y llamen a la policía. Me quedaría con las manos tras mi espalda, respirando con tranquilidad, memorizando y guardando en mi memoria cada una de las pinceladas del pintor, cada uno de los rostro de los cientos que hay aquí dibujados. Apenas puedo distinguir hasta qué punto me siento atraído y confuso que Jimin tiene que chistarme, con ojos confusos.

-¡Vamos! –Me dice, levemente nervios y yo asiento, con un subidón de adrenalina recorriéndome de arriba abajo mientras me acerco al cuadro que él sostiene por una esquina y con mi ayuda, lo descolgamos y lo ponemos en el suelo, con cuidado, con la parte del lienzo pintada hacia abajo de forma que después alguien pueda sacarlo del marco con facilidad. Se me presenta como un delito la tentación de dañar el lienzo, pero esto es en su conjunto un delito, así que al menos, no le hará daño a nadie. El primer cuadro que hemos descolgado es el Duelo a garrotazos. Me quedo mirando su parte trasera con esa sensación de vacío que me produce la ausencia de pintura y seguirnos con el siguiente, El aquelarre. Jimin se ha quedado mirándolo con una expresión de desconcierto justo antes de quitarlo. Se cree que no lo he visto porque intenta disimularlo, pero sé que le ha hecho sentir ese extraño temor de la imagen de un carnero retratado como el diablo, ese sentimiento que todo ser humano tiene. Que yo tengo en este instante. El tercero es Visión fantástica, y el cuarto, Dos viejos comiendo sopa.





Tras este, Taehyung y Yoongi vienen con varias de las cajas de los cuadros, pero como es obvio, no han podido traerlas todas así que tienen que hacer otro viaje y Jimin y yo seguimos descolgando los cuadros, en un silencio sepulcral. A mi alrededor veo dos cámaras. Dos pequeñas cámaras que nos apuntan con una inexpresividad terrorífica. Yo las miro con recelo y ellas me vuelven el rostro, orgullosas. El quinto cuadro que descolgamos es Las Parcas, y el sexto, Hombres leyendo. Este último nos cuesta levemente más descolgarlo, pero lo conseguimos con un poco de paciencia. Sexto y séptimo son Peregrinación a la fuente de San Isidro y La romería de San Isidro.






Yoongi y Taehyung llegan con otra remesa de cajas y Yoongi me indica con señas que solo les queda un viaje. Yo asiento y miro a Jimin, que me asiente de la misma forma en que yo he hecho con Jimin, diciéndome “Nos queda poco, adelante”. Ya he roto a sudar levemente por el pánico. Los dos siguientes cuadros que descolgamos son Dos mujeres y un hombre y El perro. Los dos siguientes, Un viejo y un fraile, Judith y Holofernes, y por último, Saturno devorando a un hijo y Una manola: doña Leocadia Zorrilla.







Cuando descolgamos el último Yoongi ya está desmontando el primero con la ayuda de Taehyung y Jimin y yo nos acercamos a ellos y cogemos la caja correspondiente del cuadro que yo he reconoció y recordado y la separo del conjunto acercándola con rapidez cerca del cuadro que los tres están desmontando a una velocidad y con una habilidad maravillosa. Me siento levemente orgulloso y cuando está fuera del marco, Yoongi retira el marco dejándolo apoyado de la pared y Jimin y yo lo levantamos para meterlo en la caja protectora y lo cerramos con un sistema de bisagras. Taehyung ya está sobre el segundo cuadro y Yoongi cae a su lado para ayudarle. Jimin y yo preparamos la segunda caja y así seguimos hasta que vamos por el décimo cuadro y de repente, sin previo aviso y haciéndome sentir tremendamente aterrorizado, suena la alarma del museo. Todos nos quedamos un segundo paralizados, empalideciendo por el sonido, terriblemente asustados hasta el punto en que no me reconozco en mis palabras, haciendo despertar al resto.

-¡¡Vamos!! ¡Sacad esos cuadros y metedlos en las cajas! Jimin y yo los meteremos en el camión. –Digo con voz fuerte y autoritaria. Nadie se atreve a contradecirme no solo por mi tono, sino por el sonido de la alarma golpeándonos con una dureza de la que no era consciente. No concibo nada que no sea ese sonido y el dolor en mis pasos al caminar hacia el primer cuadro, para ponerlo erguido y con ayuda de Jimin, caminar hacia la salida. Llegamos al camión. La noche nos golpea, el sonido de la alarma en el interior sigue palpitando en mis oídos. Joder, es tan complicado de asimilar, ni si quiera sé si esto es real o solo un mal sueño. Cuando regresamos a la sala de exposiciones Yoongi y Taehyung están ya guardando el doceavo cuadro. Nosotros nos llevamos el segundo al camión. De nuevo, la misma sensación, exactamente la misma pero más acentuada. Es como una espina que se está clavando poco a poco en mis pulmones. Puede que se llame adrenalina, o terror. Yo lo llamo pánico, algo que no había conocido en mi jodida existencia. Regresamos cuando ya está cerrando el último de los cuadros y lo levantan para llevarse junto con nosotros el tercero al camión. Cuando me detengo una milésima de segundo a observar el rostro de Yoongi me lo encuentro pálido y completamente descompuesto. Incluso con mascarilla sobre su rostro puedo distinguir sus facciones atemorizadas. Taehyung está respirando con dificultad y Jimin se limita a hacer todo lo que mis gestos imitan. Nada más.

¡En unos siete minutos la policía habrá llegado! –Me dice Yoongi en el momento en que ambos dos estamos transportando un mismo cuadro. Yo asiento, calculando el tiempo que necesitaríamos para terminar de transportar todos los cuadros. Ya hay cuatro en el camión junto con los que estamos transportando, y quedan diez en la sala.

-¡Tenemos que ir a toda velocidad, si queremos salir de aquí sin la policía siguiéndonos los talones! –Digo, mientras salimos a la noche y metemos dos cuadros en el camión. El momento más corto es en el que transportamos las obras, porque subirlas al camión, es una historia diferente.

-¡La alarma no debería haber sonado! –Grita Yoongi mientras salimos corriendo al interior de la institución. Jimin y Taehyung nos siguen unos metros atrás. Me siento eufórico de terror.

-¿Por qué está sonando? –Le pregunto-. Hoseok tendría que asegurarse de que no sonara… -La única respuesta a mis palabras es un encogimiento de hombros de parte de Yoongi que me deja levemente aturdido, y por la expresión de su rostro deduzco, que él tampoco lo tenía previsto. Me habría gustado más ver en él una expresión de seguridad y confort. Algo que me indicara que por muy raro que fuese, él lo tenía previsto en alguna parte de su plan para con nosotros. Pero me temo que no encuentro expresión alguna y tal vez sea por el sonido de la alarma penetrando por mis oídos o por la luz anaranjada que gira de un par de luces de alarma, pero esto no tiene pinta de que vaya a tener un final feliz, tal como me había imaginado.

-¡No importa! –Grita Jimin, adelantándonos-. Tenemos que salir de aquí con todos los cuadros, y cuanto antes. –Sentencia y nos dirigimos de nuevo a la sala de exposiciones. Sin cuidado ninguno y haciendo acopio de nuestro pánico, nos hacemos con dos cuadros para cada dos personas y los cargamos a prisa a través de los pasillos. Solo quedan seis. Dos viajes, a lo mucho, y serán todos nuestros. Repetimos el proceso, y ya en el último viaje, Jimin y yo nos hemos quitado los pasamontañas del propio sofoco que nos acongoja. Ya no nos importa nada más que salir cuanto antes de ese sitio. Salimos al aire libre con una sensación de confort irreconocible. Cargamos los últimos dos cuadros y nos aguarda la fría noche, que se vuelve cada vez más vertiginosa con las luces de un coche de policía aparecer por algún lugar, en el horizonte. El sonido de las puertas de camión al cerrarse sentencia nuestra misión, y ahora, solo nos queda huir, lejos.

Tras terminar con el robo, seguimos con el plan tal como estaba trazado. Jimin se conduce con rapidez hacia la moto y yo le sigo, apoyada como está en la pared de la institución. No sé en qué momento aparece Yoongi de la nada con la mascarilla quitada de su rostro y besa en los labios a Jimin. Es un momento que nos envuelve a todos de un silencio sepulcral, pero solo es un segundo de espera. Un segundo ansiado por ambos. Un susurro de parte de ambos.

-Adiós. –Se despiden y yo les grito a todos.

-¡Nos vemos en unas horas! ¡Suerte! –Digo y sin más, Jimin se monta sobre la moto y yo me monto tras él. Me agarro con fuerza a la cintura mientras él arranca y veo como Yoongi y Taehyung se han subido al camión que ya está en marcha. El camión desaparece por el camino por el que ha llegado y nosotros damos la vuelta a la institución para salir por la parte trasera, por un terreno de tierra que no nos lleva a ninguna parte. Desaparecemos entre la oscuridad de una noche iluminada con luces azules y rojas. El sonido de los coches de policía, el de la alarma sonando. Ese lúgubre “Adiós” de los labios de Yoongi. Esa fría despedida, ese beso.

 

     


Capítulo 50                Capítulo 52                   

 Índice de capítulos

 

Comentarios

Entradas populares